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sábado, 27 de noviembre de 2021

River Plate Campeón Torneo de la Liga Profesional de Fútbol 2021

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NECESITABA A PENAS UN PUNTO PARA CONSAGRARSE, PERO LO RESOLVIÓ CON UNA GOLEADA
River se convirtió en una aplanadora y la fiesta del campeón fue completa
El mejor equipo del fútbol argentino no tuvo piedad de Racing. Así, tres fechas antes del final, llegó el primer título de Liga en el ciclo de Gallardo. Hubo festejos de Núñez al Obelisco.
Lo que sucede es como un cuento. O más exacto aún: como un poema. Preferentemente de amor, cursi y empalagoso. Todo se dio el día que se tenía que dar, como si el destino o algún Dios futbolero -y un poco riverplatense, claro- lo hubiese diseñado. La coronación esquiva llega a tres fechas del final, justo cuando los aforos se liberaron al 100 por ciento luego de meses de angustia por el maldito COVID, y con el emblema Leonardo Ponzio de titular. Mira a las tribunas y al cielo Marcelo Gallardo, el hombre que será estatua en nada. Está feliz, emocionado. Su corazón late al compás de la fiesta que se prolonga en el Monumental tras la notable goleada 4-0 ante Racing. Ya debe estar un poco acostumbrado a escuchar el “Dale campeón/Dale campeón”. Aunque este cántico tiene una melodía especial, apenas alguna notita diferente que lo hace distintivo. La mufa, si es que existía, ya es pasado: River, el River del Muñeco, es campeón del fútbol argentino.

En todo lo que ocurrió en el Monumental hay mucho de justicia. Porque River es el mejor equipo de Argentina desde hace largos años. Posiblemente desde que llegó Gallardo en aquel lejano agosto de 2014. Factores externos y algunas falencias internas postergaron la coronación doméstica. La doble competencia siempre le pasó factura a River por una sencilla razón: el entrenador juega al 100 por 100 cada uno de los partidos. No se relaja y, entonces, el desgaste decanta. No hay mente ni físico que tolere esa exigencia. Al menos acá en Sudamérica, donde los viajes son eternos y las visitas hostiles.

Y River fue una aplanadora en el juego de la coronación. Mostró una mejor cara en el inicio Racing y molestó a River con la incorporación de varios futbolistas en el medio. La ausencia de Enzo Pérez se sintió como se presumía. No pudo hacer pie el León porque los dirigidos por Fernando Gago presionaron en ese sector. Fue agresivo el visitante y sorprendió en el comienzo. Paulo Díaz intentó salir jugando dentro del área, Copetti se la robó, pero Franco Armani demostró que sigue vigente: le ganó el mano a mano. Iban 3 minutos. Con el andar del juego, el local se acomodó. Y entendió cómo debía jugar.

Es difícil explicar qué buscó hacer Gago. Si lo que se observó fue lo que ideó, es una revolución. Jugó con tres defensores, un volante central y cuatro mediocampistas por delante para asistir a los dos delanteros. Pero sucedió que Fabricio Domínguez sabe cómo jugar con la banda y con línea de tres, pero Tomás Chancalay no. El ex Colón se cerró constantemente para jugar de delantero y el derecho quedó libre. Ahí empezaron a correr Simón, Rojas y Álvarez. Generó varias chances River. Igual, el gol llegó tras una gran jugada de Enzo Fernández por izquierda y una sutil definición de Palavecino.

Cambió Gago para el segundo tiempo, aunque ya era tarde. Metió 3 cambios y plantó un 4-3-1-2. Y River no perdona: Julián Álvarez puso el 2-0 a los dos minutos y se desató el vendaval. Fiesta adentro y afuera; baile en todos lados. Palavecino y Álvarez se mandaron un jugadón y Romero definió ante la salida de Arias. Un rato después, el propio Romero recibió de Carrascal y anotó el cuarto del local.

Ningún River representó mejor a Gallardo que este del segundo semestre de 2021. Se sabe: el Muñeco se reinventa constantemente. No se cansa de buscar y buscar. Por mucho que le vendan jugadores o que se lesionen, River siempre es su River: ataca, presiona, es ambicioso, tiene una idea clara y un respeto muy alto por la estética. River es un equipo europeo jugando en Argentina. Por eso muchos hinchas de los restantes clubes se sientan a mirarlo, a disfrutarlo. Se cayó Suárez e irrumpió el brillante Álvarez, se fue Montiel y cumplió Rojas, se lesionó De La Cruz y Palavecino encontró su nivel, se sumó Romero y rápido hizo olvidar a Rafael Borré, volvió Enzo Fernández y en un par de meses fue convocado a la Selección, confió en el juvenil Santiago Simón y ahora parece un experimentado. Los ejemplos pueden seguir. Gallardo no pone parches: hace retoques, sutiles o profundos, y la prenda luce como nueva, impoluta.

Salió Ponzio y hubo ovación. Gallardo mandó a la cancha a Maidana y el aliento bajó unánime y ruidoso. Para que no haya problemas de cartel, Enzo Pérez, Pinola y Armani fueron mimados. No es capricho: todos estuvieron en Madrid, en la tarde más gloriosa de la historia de River.

Ganó, gustó y goleó River. Y es campeón porque es por escándalo el mejor de Argentina.



¡¡Felicitaciones Millonario!!

lunes, 12 de julio de 2021

Argentina Campeón Copa América Brasil 2021

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ARGENTINA DIO EL GOLPE ANTE UN BRASIL QUE NUNCA HABÍA PERDIDO DE LOCAL EN LA COPA AMÉRICA
Con autoridad la Selección rompió un maleficio de 28 años
Hubo otro plan para la final, con cambios y notables rendimientos individuales. Di María y De Paul, los mejores.
Ya está. Se rompió. Al fin. Se terminó esa sequía que anudaba pechos y astillaba corazones argentinos. Después de una peregrinación de 28 años sin títulos, la Selección Nacional volvió a gritar campeón y el sueño de Lionel Messi ahora es una realidad eterna. No hay karma. No hay maldición. No hay estigma que pueda con la poderosa fuerza de intentarlo una y otra vez, a pesar de las frustraciones, de las broncas, de las finales perdidas. Y eso hizo el mejor jugador del mundo al entender, cuando la tristeza no lo dejaba ver con claridad después del tercer cachetazo consecutivo, que de eso se trataba. De levantarse y encarar todas las veces que sean necesarias hasta que no den más las piernas. Esta vez con un grupo nuevo que le revivió su espíritu competidor y ganador. Esta vez el Maracaná sí será un buen recuerdo.

La Argentina dio el golpe: le ganó una dura final a Brasil por 1-0, le rompió la hegemonía en su tierra y se consagró campeón de la Copa América. El equipo de Lionel Scaloni fue de menor a mayor en el torneo y supo jugar el clásico como ameritaba ante los 2.200 hinchas que fueron testigos privilegiados de un partido histórico.

Hubo otro plan en la final, diferente a las intenciones que venía mostrando la Selección a lo largo de toda la competencia. En la noche de Río no hubo presión asfixiante al rival para comerle el hígado de entrada nomás. No. Supo elegir otra estrategia el cuerpo técnico. Y le salió bien de movida. Los cambios volvieron a aparecer en cantidad en el equipo. Cinco variantes presentó la Argentina con respecto a la semifinal ante Colombia. Pero cada pieza que entró cumplió con su propósito en esos 45 minutos iniciales en los que los de celeste y blanco empezaron a gestar el Maracanazo.

El 4-4-2 esta vez tuvo una dupla de volantes centrales que presentó batalla y panorama. Rodrigo De Paul y Leandro Paredes pusieron tripa y corazón en el medio. Los argentinos invitaron a los brasileños a adelantarse, a venirse y dejar espacios. Aprovechar esos huecos era la premisa, siempre y cuando no fallara nada en defensa para contener a Everton, Paquetá, Richarlison y Neymar. Eso funcionó. Brasil no contó con grandes situaciones y la Argentina le sacó jugó a la primera vez que uno de los suyos quedó mano a mano.

De Paul, en el rol que más cómodo se siente, levantó la cabeza y vio todo: ubicado a unos 15 metros detrás del círculo central, hizo un lanzamiento aéreo perfecto hacia Di María, que se plagió a sí mismo emulando el golazo ante Nigeria para conseguir el oro en Beijín 2008. Renan Lodi calculó mal y falló en el intento de interceptar el pase. Fideo resolvió con frialdad, de emboquillada. Para el hombre del Paris Saint-Germain también era especial esta final porque se traía sobre su lomo una cruz en los duelos decisivos de la Selección por las reiteradas lesiones.

Di María, que hasta hace unos meses no podía entender por qué no tenía una nueva oportunidad en la Argentina, le puso hechos a las palabras cada vez que le tocó jugar desde que la vuelta. Tuvo otra, siempre partiendo desde la derecha, que bien podría haber tenido nuevamente destino de red de no haber rebotado en Thiago Silva.

Con Messi como el primero en ponerse el overol, la Selección se esforzó en no dejarle lugares liberados a Brasil, algo en lo que tuvo éxito hasta que Tite empezó a mover su tablero. Lo primero que hizo el DT rival fue trocar a sus hombres que atacaban por afuera: Richarlison, entonces, se pasó a la banda derecha, y Everton fue a la izquierda. Tras el descanso, además, metió a Roberto Firmino por el amonestado Fred.

Ahí comenzó sufrir Marcos Acuña. A la espalda del Huevo, Richarlison encontró terreno fértil. De hecho, llegó al gol, pero fue correctamente anulado por posición adelantada. Con Neymar más activo, los dueños de casa buscaron ese lado frágil argentino. De nuevo hallaron luz verde con Richarlison, aunque ahora fueron las manos de Emiliano Martínez las que impidieron el empate. El Dibu volvió a aparecer para ahogarle el grito a Gabriel Barbosa.

Los minutos pasaban y Brasil no podía. Y a medida que avanzaba el reloj, la Argentina se sentía más segura. Los cambios ayudaron a alimentar esa seguridad. Pudo haber sido 2-0, pero Leo se nubló al final tras un gran pase de De Paul. El propio De Paul pudo haber puesto el broche de oro a una noche perfecta en la última; tampoco lo logró. Poco importó después del pitazo final que terminó con todas las penas del pasado.

Ya era tiempo de volver a sonreír.


sábado, 5 de junio de 2021

Colón de Santa Fe Campeón Copa de la Liga Profesional 2021

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BRILLANTE CONSAGRACIÓN DEL EQUIPO SANTAFESINO
Colón se metió en la historia: campeón por primera vez, con un fútbol de alto vuelo
Fue muy superior a Racing y lo goleó con tantos de Aliendro, Bernardi y Castro en el segundo tiempo. Es su primer título en 116 años y jugará la Copa Libertadores 2022.
Llegó, Colón. Un día, al fin, llegó. Tuvieron que esperar 116 años, pero ya no les importa a los hinchas sabaleros. Aquí, al borde del cordón cordillerano en donde las hazañas históricas de liberación no entienden de utopías, aquí mismo Colón gritó campeón por primera vez al golear por 3-0 a Racing en la final de la Copa de la Liga Profesional en San Juan y se liberó de una maldición que le quitaba al sueño desde siempre. Ya no.

Bajo el mando de Eduardo Domínguez, que se transformó en el general libertador de este club que todavía tenía clavadas en el corazón las astillas de la Sudamericana perdida en 2019, el conjunto de Santa Fe le torció la mano a los gigantes con buen juego y valentía.

Con Luis Miguel Rodríguez como símbolo, que, aunque no haya brillado en esta final quedará como ídolo sin dudas, Colón lideró su zona, la ganó y en la etapa de los mano a mano fue el único que no se achicó, que no demostró temor en su propuesta sobre el césped. Los campeones no se discuten, dicen. Y este Colón mucho menos, porque fue el mejor desde el juego y desde el carácter.

Con varias bajas, incluida la de Facundo Farías por coronavirus, Colón no se cayó ni miró para otro lado. Mantuvo la convicción y logró imponerse también contra Racing, que llegaba con una racha de siete cotejos sin goles en contra, pero que esta vez estuvo muy lejos de merecer coronarse. Y ahora, el Sabalero estará en la Libertadores 2021 y disputará el Trofeo de Campeones ante el ganador del próximo Torneo de la Liga.

Esta final impensada por la realidad de sus protagonistas hasta hace muy poco tiempo atrás no regaló las grandes emociones que hasta aquí tampoco se vieron en los duelos anteriores de cuartos y semifinales. Había una esperanza de que el verdadero espectáculo futbolístico libre de temores se estuviera reservando para la gran cita en Cuyo. Pero no, Colón y Racing no se soltaron y entregaron más de lo mismo, en el primer tiempo.

En ese contexto de pobreza de fútbol, Colón fue, como lo vino siendo a lo largo de este semestre, quien tuvo el coraje de asumir la responsabilidad de agarrar una pelota siempre caliente en las finales y tratar de juntar a sus mejores piernas en el medio. Y así desnudó también la pálida imagen de un Racing que se olvidó que estaba disputando un cruce definitorio.

Christian Bernardi, apostado como un enlace clásico detrás de los delanteros Cristian Ferreira y Pulga Rodríguez, resultó el encargado de elaborar y protagonizar las poquitas aproximaciones en una primera parte en la que los arcos parecieron lindos cuadros de adorno del Estadio del Bicentenario.

Una conexión por derecha con Alexis Castro, que lo habilitó cuando Bernardi tiró la diagonal. Y otra que el propio Bernardi cedió para la subida de Rodrigo Aliendro fueron los intentos, poco profundos de un equipo santafesino que manejaba los tiempos, aunque no tenía la claridad para acelerar en los metros finales.

Racing, como en sus últimas presentaciones, optó por ofrecerle gentilmente a su rival la tenencia. Pizzi se mantuvo en su plan que le venía dando resultado; no quiso dominar con la posesión y se sentía mayormente cómodo agazapado en mitad de cancha, donde recién allí empezaba a apurar a los jugadores adversarios. Le venía saliendo bien, hasta que se topó con un equipo que apostó por jugar hacia adelante.

Esperar, robar y ejecutar el contraataque fue la planificación blanquiceleste en la fresquita noche sanjuanina. Y la punta de lanza de La Academia en ese sentido fue Tomás Chancalay, el ex Colón que se jugó un encuentro muy especial. Chancalay elaboró las dos únicas maniobras que hicieron entrar en calor a los poquitos presentes en la cancha. Primero, a pura gambeta, hizo una apilada messiánica por el medio, aunque legó un punto en que no logró avanzar más. Y luego comandó una contra que terminó en un mano a mano de Ignacio Piatti contra Gonzalo Piovi, quien quitó limpio y firme.

Ninguna de las dos situaciones pudo derivar en una jugada de riesgo de gol ante Leonardo Burián. Racing no pateó al arco en esos 45 minutos. Algo que atenta contra las intenciones de todo equipo que pretende campeonar.

Pizzi buscó mover alguna pieza para intentar cambiar una historia muy previsible, al menos de mitad de cancha hacia adelante. Aníbal Moreno entró por un Darío Cvitanich pintado, e Ignacio Piatti, de producción intrascendente, se adelantó varios metros para acompañar a Enzo Copetti y Chancalay. Igual nada cambió.

Colón mantuvo la postura dominante y en una de esas aventuras por la derecha encontró el premio que merecía. Antes del desborde de Facundo Mura, el centro y el gol de Rodrigo Aliendro, hubo una buena combinación colectiva iniciada por el propio Aliendro y que tuvo la intervención de Alexis Castro y de Ferreira también.

La salida del Pulga Rodríguez, extenuado, podría haber sido un envión para levantar a un Racing que no se inmutó, siguió igual: pasivo, improductivo. Entonces apareció Bernardi que de la mano de su enorme calidad armó el golazo que quedará en la historia grande de Colón al picarla sobre Chila Gómez, sentenciar la suerte de los de Avellaneda y despejar la recta final de minutos hacia ese título que se aseguró con el tercero de Castro y se festeja desde San Juan hasta Santa Fe.



¡¡Felicitaciones Sabalero!!

jueves, 15 de abril de 2021

Defensa y Justicia Campeón Recopa Sudamericana 2021

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EL EQUIPO DE FLORENCIO VARELA LOGRÓ SU SEGUNDO TÍTULO INTERNACIONAL EN TRES MESES
Defensa y Justicia, monumental: campeón de la Recopa Sudamericana
Los argentinos dieron vuelta el marcador en un encuentro muy caliente y festejaron luego de los penales.
Hubo hazaña argentina en Brasil. Defensa y Justicia se transformó en el décimo equipo nacional en ganar la Recopa Sudamericana y conquistó su segundo título internacional en apenas tres meses. En enero había ganado la Copa Sudamericana con Hernán Crespo en el banco y ahora levantó este trofeo con Sebastián Beccacece. Fue heroico con ese golazo de Marcelo Benítez en la agonía del tiempo reglamentario para el 2 a 1 ante Palmeiras. Revivió después del penal que atajó Unsain en el suplementario. Y fue muy efectivo desde los 12 pasos. Además, fue superior a su rival en el juego en las dos finales.

No tenía otra alternativa Defensa y Justicia que ser protagonista. Sin público, en otro escenario, el estadio Mané Garrincha de Brasilia en lugar del Pacaembú de San Pablo, buscó la hazaña de coronarse campeón en tierras brasileñas. Cumplió con el papel de ir a buscar el 1-0 en el arranque para tener mayor tranquilidad.

Fueron 18 minutos de intensidad. Estuvo cerca del gol a los 14, cuando tras un remate de Benítez, le rebotó la pelota a Weverton y Pizzini definió mal. En esos 18 minutos iniciales, con una posesión del balón del 58%, el Halcón potenció todas sus virtudes: buena presión en el medio y proyecciones por los laterales para atacar por las bandas.

Pero también hubo errores colectivos en las marcas e imprecisiones de algunas individualidades, como los de Adonis Frías. Con espacios, los delanteros de Palmeiras aprovecharon cada contraataque para lastimar. Así llegó el penal que le cometió Meza a Rony a los 19 minutos y que Raphael Veiga transformó en gol.

Con más espacios para las réplicas, el equipo brasileño estuvo cerca de aumentar. En desventaja, el Halcón mantuvo sus convicciones para llegar al gol. Y fue un golazo de Brian Romero. Porque la triangulación entre Matías Rodríguez (pase al vacío), Pizzini (centro atrás) y Romero (goleador) fue perfecta.

El último cuarto de hora no tuvo la intensidad de los primeros 30 minutos. Palmeiras ya no llegó con tanta facilidad porque el equipo de Beccacece empezó a ocupar mejor los espacios del medio hacia atrás. Y hacia adelante, fue paciente para llegar al área rival, explotando siempre más la banda derecha, con Pizzini como uno de los mejores intérpretes.

No cambiaron las ambiciones en la parte final. Palmeiras continuó fiel al libreto que le permitió coronarse campeón de la Libertadores 2020. No brilla, no deslumbra, pero es efectivo. El desgaste siguió siendo de Defensa. Tuvo una buena chance de marcar el segundo a los seis minutos, con un gran pase filtrado de Pizzini para Romero, que perdió en el mano a mano con Weverton.

La banda derecha de Defensa siguió siendo una pesadilla para el equipo brasileño. Cada pase de Matías Rodríguez encontraba libre de marca a Pizzini, quien con cada centro atrás hacía temblar a la defensa local. Pero también, en cuentagotas, Palmeiras sacaba provecho de algunas fallas en la última línea visitante. Así, Rony recibió solo y fusiló a Unsain, que respondió muy bien.

Los errores del árbitro Leodán González se sucedieron. Era falta de Frías sobre Matías Viña y terminó con 10 Palmeiras (con advertencia del VAR). Con superioridad numérica, le quedaban 20 minutos al Halcón para marcar el segundo y forzar el alargue. Palmeiras se retrasó aún más, cerró camino y Defensa solo logró quebrar ese cerrojo con ese golazo de Marcelo Benítez en el cuarto minuto adicionado.

En el inicio del suplementario hubo tres penales, pero el árbitro solo cobró uno (no vio el manotón de Gómez a Bou ni la falta tras la atajada de Unsain a Gómez), que tapó el “1” del Halcón, recuperándose de su grave error en la jugada sancionada. Antes de la ejecución, hubo discusiones, empujones y vio la roja Romero.

Con pocas energías, el título se definió en los penales y fue para Defensa y Justicia. Un logro monumental.


Felicitaciones Halcón!!!

viernes, 5 de marzo de 2021

River Plate Campeón Supercopa Argentina 2019

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EL EQUIPO DE GALLARDO MOSTRÓ LA DIFERENCIA DE JERARQUÍA
Un River demoledor no tuvo piedad de Racing y volvió a gritar campeón
Se quedó con la Supercopa y festejó un título después de más de un año. Ganaba 1-0 con un cabezazo de Borré y en los últimos 20 minutos desató una ráfaga impecable.
Festeja River. Una vez más. Es campeón de la Supercopa Argentina. Se trata del duodécimo título de Marcelo Gallardo, protagonista del ciclo más exitoso de la historia del club. La 67ª estrella en Núñez. Y lo hace en una noche a puro gol, desarmando en un puñado de minutos a Racing, un rival grande de actualidad minúscula, con un técnico que en cuatro partidos está mirando de reojo la puerta de salida. No fue competitiva la Academia. No hubo equivalencias. Y los millonarios volvieron a reír, a cantar, a gritar “dale campeón”, a mostrar toda su superioridad.

Salvo en el arranque. Pero duró unos pocos minutos el dominio de Racing. Entonces, Matías Rojas sacudió de media distancia y Franco Armani tapó con esfuerzo. Había salido a presionar la Academia a bordo del 4-1-3-2, con Enzo Copetti y Nicolás Reniero activos y con los volantes empujando. Fue una ilusión que se desvaneció cuando River comenzó a manejar la pelota. Y el resultado del primer tiempo estaba cantado.

Marcelo Gallardo hizo una movida inteligente. Ubicó a Milton Casco, que habitualmente se desempeña como lateral izquierdo, por el sector derecho. El entrerriano no desbordó; por el contrario, jugó hacia adentro y encontró espacios para que Nicolás De La Cruz hiciera estragos a espaldas de los tres mediocampistas celestes y blancos y delante de Nery Domínguez. Por la izquierda, el tándem que formaron Fabrizio Angileri y Jorge Carrascal fue imparable para Fabricio Domínguez. El uruguayo es “8”, no “4” y Rojas no colaboró en el retroceso. Bajo esta coyuntura, la pasó mal.

Llegó seguido River al área de Gabriel Arias. Hubo una muy clara, un contraataque de nació en una recuperación de Angileri, un pase de Suárez y un remate de De La Cruz que el arquero neuquino naturalizado chileno bloqueó en el primer palo.

Y el gol fue de pelota parada. Un córner del uruguayo que Rafael Santos Borré, bestia negra de Racing, conectó con la cabeza, escapando de la marca de Nery Domínguez. Un justo marcador, de acuerdo al rendimiento de unos y otros.

A fin de cuentas, la Academia nunca pudo tejer líneas de pases, no hubo sociedades. Dependió demasiado del vigor de Copetti, un delantero físico, que aguanta bien la pelota, descarga y tiene potencia. Su compañero de ataque, en cambio, muestra una displicencia difícil de entender. Pareció no entender que estaba jugando una final. Tampoco tuvo explicación la recurrente fórmula del pelotazo. ¿Para qué eligió intérpretes de buen pie en el medio si la idea era alimentar a los atacantes en largo?

A pesar de su deterioro futbolístico, Racing tuvo dos oportunidades muy claras: un remate de Fabricio Domínguez que tapó Armani y un remate desde lejos de Chancalay que pegó en el palo.

Pizzi movió el banco en el amanecer del segundo tiempo. Salió al desangelado Reneiro y entró Aníbal Moreno. El pibe catamarqueño se ubicó en la zona de volantes con la misión de armar circuitos y Racing pasó del 4-1-3-2 al 4-1-4-1.

River continuó con el 3-1-3-3 del inicio del partido. Un esquema versátil, claro, en el que único futbolista posicional fue Enzo Pérez, que mostró toda su capacidad para sostener el medio.

El resto tuvo movilidad y dinámica, todo lo que le faltó a su rival. Y acomodó el medio con el ingreso de Agustín Palavecino en lugar de Carrascal para trazar un 3-1-4-2. Y mientras River fortalecía el círculo central, Pizzi apostaba a dos jugadores de 36 años: Cvitanich e Ignacio Piatti. Y a Darío le cometieron falta en la jugada que derivó en el segundo gol. Lo hizo Julián Álvarez -reemplazante de Borré- y liquidó el partido.

A partir de ese momento, cayeron los goles. Uno detrás de otro. De La Cruz, después de una gran presión sobre Moreno en el medio; de Miranda en contra, quien desesperado por evitar la definición de Suárez batió a su propio arquero y el cordobés, tras un pase de Álvarez, que encontró a la defensa partida.

En un estadio fastuoso, Armani tuvo su propio palco VIP: el área que nunca pisó Racing en el complemento. River ganó la Supercopa, volvió a festejar y a mostrar que es el mejor.



Felicitaciones Millonario!!!

lunes, 25 de enero de 2021

Defensa y Justicia Campeón Copa Sudamericana 2020

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EL HALCÓN ESTÁ DE MODA EN CÓRDOBA
De punta a punta y sin sobresaltos, borró de la cancha y goleó a Lanús
Adonis Frías, Romero y Camacho marcaron los goles de un equipo que pasó por encima a su rival en el Kempes.
Defensa y Justicia tuvo su tarde inolvidable y es el campeón de la Copa Sudamericana. Superó a Lanús de punta a punta. Y no dejó margen para las discusiones, tan de moda en los tiempos del VAR. De aquel taquito de Francisco Pizzini que derivó en Braian Romero y Walter Bou para que Adonis Frías, pibe de la cantera, metiera el primero, pasando por la avivada de Romero para el 2-0 parcial hasta llegar al 3-0 definitivo con ese jugadón que culminó Washington Camacho.

El Halcón barrió a Lanús, que apostó todo el partido a un error de la defensa del equipo de Hernán Crespo que nunca llegó. Esta vez Pepe Sand y sus compañeros fueron espectadores. Del partido y de la vuelta olímpica de los de Varela, que jugaron, gustaron y golearon. El Halcón, que ganó su primera estrella internacional -la primera en la elite del fútbol-, está de moda. Además, como dueño de la Copa Sudaméricana, obtuvo el disputar la Recopa Sudamericana, la Suruga Bank y, si se concreta, el renovado Mundial de Clubes. Una promo 3x1.

Defensa siempre tiene un gol debajo de la manga. Nunca reniega de jugar al ataque y ayer la diferencia pudo ser más amplia porque sus delanteros perdonaron más de una vez al bueno de Lautaro Morales. ¡Qué lindo juega Defensa!

Braian Romero fue el goleador de la Copa con diez tantos y fue imparable en el Kempes. La defensa de Lanús tendrá pesadillas con el ex Independiente. De allí llegó a préstamo -los de Florencia de Varela van a comprar el 50% del pase- y se destapó como centrodelantero: hizo 10 goles y fue la gran figura de la campaña. Aquellos colectiveros que le dieron los colores al club ni soñaron este momento con tanta felicidad. Ni aquellos abogados que jugaban en el campito y de allí el nombre de Defensa y Justicia.

Queda el reconocimiento a Lanús que fue un digno rival. Jugando mal nunca bajó los brazos. Pero no estuvo a la altura de una final. Lejos del otro Lanús que siempre fue al frente. Pero, claro, se encontró con un Halcón que lo pasó por encima.

Llegó el momento de la entrega de las medallas y del ansiado trofeo. A algunos jugadores se les caían lágrimas de felicidad. A otros de decepción, en especial al Pepe Sand, que a los 40 años parecen quedarle pocas batallas por delante.

En una final internacional quedó el silencio del Kempes vacío. O casi... Porque apenas hubo un puñado de allegados que pudieron alentar a sus equipos. Una pena.

Salud Defensa por el título. Y que viva el fútbol que practica.


Felicitaciones Halcón!!!

lunes, 18 de enero de 2021

Boca Juniors Campeón Copa Diego Armando Maradona 2020

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EN UN FINAL PARA EL INFARTO, EL EQUIPO DE RUSSO TERMINÓ FESTEJANDO
Boca se desahogó en los penales y gritó campeón cuando más lo necesitaba
Parecía que lo ganaba en tiempo reglamentario, pero Banfield empató en el descuento y forzó la definición. Allí Boca no falló y pudo sacarse un poco de la bronca por la eliminación de la Copa Libertadores. Sumó su título oficial 70.
Sufrir para ganar. Y desahogarse en los penales. Después del mazazo en la Libertadores, no se le podía escapar la Copa Diego Maradona, justo ese trofeo nacional que se bautizó con el nombre de uno de sus máximos ídolos. Boca es campeón. “Y se lo dedicamos a todos”, cantan los jugadores, cruzados por tantas críticas. Es su estrella número 70, para afirmarse bien arriba en la cima del palmarés del fútbol argentino y convertirse en el nuevo Rey de Copas Nacionales, con 14, superando a Racing, nada menos.

El dolor atraviesa a Banfield, que hizo un gran torneo, que llegó con una efervescente ilusión. Jugó mal, pero logró empatar agónicamente y una yapa desde los once metros. La jerarquía de los jugadores de Boca para rematar y el tiro de Jorge Rodríguez en el travesaño lo dejaron sin el título ni la Copa Libertadores. El consuelo será jugar contra Vélez, en algún momento del año, por un pase a la Sudamericana 2022.

La explosión de emociones llegó después de noventa minutos cargados de fricción. Boca pareció entender el mensaje que llegaba de afuera, aquel que reclamaba mayor actitud. Y en el arranque, se plantó con Edwin Cardona y Sebastián Villa por los costados y Mauro Zárate y Ramón Ábila bien adelante. Durante los primeros diez minutos, presionó la salida de Banfield, un equipo que suele ser directo, rápido en la recuperación y punzante en cada contraataque. Claro que los colombianos, Zárate y Wanchope no son futbolistas capacitados para sostener una alta intensidad. Entonces, Banfield comenzó a ganar terreno en el mediocampo. Y si se hacía difícil triangular, llegaba el pelotazo largo y cruzado para romper por el sector de Emmanuel Mas.

En este contexto, Boca podía lastimar con algún desborde de Villa, que no acertó en la puntada final y recibió el reproche de sus compañeros. La más clara fue un remate cruzado que se quedó entre un tiro al arco y un buscapié que Ábila no llegó a conectar. Un instante después, Jorge Rodríguez probó de media distancia. Esteban Andrada respondió. El disparo era muy violento.

Esa fueron las únicas dos jugadas que sacudieron el sonido de cancha virtual, aunque había no menos de 200 personas en la platea entre miembros de la organización, dirigentes y algunos invitados.

Boca tenía la pelota, pero no hacía daño porque Cardona no estaba fino, Zárate era intermitente y los laterales perdieron más duelos individuales de los que ganaron. El más lúcido fue Jorman Campuzano. Banfield esperaba, cortaba y se filtraba con Mauricio Cuero por el extremo, pero no tenía peso en el área, ahí mismo, donde Carlos Izquierdoz, al margen de alguna mala entrega, estaba firme.

En el segundo tiempo, Banfield salió a buscar el partido con mayor decisión. Sin embargo, le costó ser preciso en las transiciones rápidas. Boca no sufría atrás, pero tampoco generaba peligro en el área de Mauricio Arboleda. Tan poco volumen de juego tenía en 3/4, que Zárate decidió retroceder en la desesperada búsqueda de conectar líneas. Para colmo, se lesionó Campuzano. Entró Diego González, otro futbolista técnico, pero de lentos desplazamientos.

Juntó jugadores con poca dinámica Russo, pero el fútbol no es sólo una cuestión de correr. Y aun entre sus imprecisiones, Cardona es un jugador que se destaca por su extraordinaria pegada. Necesitaba encontrar una pelota parada o una diagonal hacia adentro para ratificarlo.

Y sucedió al borde de los veinte minutos, cuando el colombiano recibió exigido contra la raya, se sacó de encima a Alexis Maldonado y metió un derechazo imparable para su compatriota Arboleda.

La respuesta de Sanguinetti fue desarmar el 4-1-4-1 y apostar a Juan Pablo Álvarez por Fabián Bordagaray en un 4-3-3. No obstante, sólo pareció tener alguna oportunidad de tiro libre con Martín Payero, muy poco certero. Boca perdió a Cardona, también lesionado. Ingresó Eduardo Salvio, dejó el 4-4-2 y se paró 4-2-3-1. Jugó poco el equipo, reforzó marcas, sobre todo cuando entró Alan Varela.

Ya estaba Urzi, quien se volcó por izquierda para desequilibrar por el sector de Buffarini. Nunca fue claro Banfield. Lo empujó con amor propio. Mucho más en el final, cuando Boca se quedó con nueve por la expulsión de Mas y la lesión del Pulpo.

Entonces, llegó la última pelota. El tiro libre de Payero que bajó Maldonado y el anticipo de Lollo (¿en offside?) ante Zambrano y la impávida mirada de Andrada. Y los penales. Y ese triunfo que Boca tanto necesitaba.

Definición por tiros desde el punto penal:
Carlos Tévez -gol-, Luciano Lollo -gol-, Sebastián Villa -gol-, Agustín Fontana -gol-, Eduardo Salvio -gol-, Jorge Rodríguez -travesaño-, Carlos Izquierdoz -gol-, Juan Pablo Álvarez -gol- y Julio Buffarini -gol-.


Felicitaciones Xeneize!!!

lunes, 16 de diciembre de 2019

Racing Club Campeón Trofeo de Campeones 2019

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LE GANÓ 2-0 A TIGRE EN MAR DEL PLATA CON DOS GOLES "CALCADOS" DE MATÍAS ROJAS
Racing tuvo que esperar 52 años para disfrutar una fiesta repetida
En marzo ganó la Superliga. Dos títulos en un mismo año es un hecho inédito que no sucedía desde El Equipo de José, ganador en 1967 de las Copas Libertadores e Intercontinental.
La estrella que se graba en el pecho celeste y blanco es un orgullo para esos hinchas. También, un broche de oro para el ciclo de Eduardo Coudet. Racing es campeón y ya no hay que recurrir a la enciclopedia. Dos veces en el mismo año, un hecho inédito en HD. Una utopía de su época dorada, aquella del color sepia, la del legendario zapatazo del Chango Cárdenas. Entonces, ganó la Libertadores y luego se hizo dueño del mundo ante Celtic en Montevideo. Todo en 1967. Y ya no hay que entrar en el túnel del tiempo. Si conquistó la Superliga en marzo, justamente en Victoria, hogar de Tigre. Y alza el Trofeo de Campeones este 14 de diciembre, fecha patria para la Academia. A un lustro del gol de Ricardo Centurión y la vuelta olímpica con Diego Cocca. A un siglo del mayor logro de su vida, el heptacampeonato. Porque la historia se cuenta completa, claro.

Y comenzó hace nueve meses, como si se tratara del alumbramiento de un 2019 inolvidable. Fue el 31 de marzo. En la casa de otro José, Dellagiovanna. Racing empató ante Tigre y ganó su 18º liga local. Entre aquella noche y esta que se cierra en el José María Minella, pasó de todo. Incluso, el Chacho se bajó del barco a mitad de camino. Anunció en la intimidad que se irá al Inter de Porto Alegre. Hubo bronca por la cortina de humo. Sobre todo por los desniveles del equipo. Pero a esta altura, "y ya lo ve, y ya lo ve, es el equipo de Coudet", baja desde cada rincón de la tribuna. Como aquel de José, sí, otra vez José, Pizzuti, el último entrenador bicampeón.

"Agradecido. Les puedo prometer que voy a volver algún día, pero nunca voy a cruzar de vereda para dirigir a Independiente", dispara el Chacho, embravecido, amigo de Jorge Sampaoli, el técnico que lo pudo suceder, el que rompió relaciones con Sebastián Beccacece, su continuador. Y explotan los papelitos de colores sobre el escenario. Y levanta Lisandro la Copa. El capitán, el emblema, el ídolo, el que no necesita ser acompañado por el apellido. El Licha que jugó un ratito porque a pesar de la lesión no se podía perder la ovación. Y se dibuja el 37º título del club en las camisetas diseñadas para la ocasión. La 13ª copa nacional. Como River y Boca. Racing hoy se jacta de ser el tercero en discordia mientras intentan enderezar el rumbo Independiente y San Lorenzo, los otros grandes.

Es la noche de la redención de Matías Rojas, el paraguayo que se despegó la bronca de los murmullos con un grito al mejor estilo del fútbol inglés, festejando rabioso de cara a los hinchas, el primero de esos dos impactos que quedarán grabados a fuego en su piel. La de Walter Montoya, el chaqueño que había pegado el salto a Europa, pretendido por River y Boca, pero no había dado la talla con la camiseta de la Academia. La del Churry Cristaldo, denunciado por violencia de género, condenado por la sociedad, de polémica presencia aunque el club no haya hecho otra cosa que respetar su principio de inocencia.

Los tres fueron clave en el éxito de Racing. También, Gabriel Arias que le puso un candado a su arco cuando Tigre intentó pegar el zarpazo. Suena Américo, la canción que los hinchas le dedicaron al vecino rojo cuando cayó en desgracia. "Este 2019 no se olvida más. Empezamos campeones, terminamos campeones. Y vamos a ir por más", grita Darío Cvitanich, otro punto alto en Mar del Plata. El ídolo ex Banfield que muy pronto pareció criado en Mozart y Corbatta. Y por ahí anda Iván Pillud, el único jugador que ganó tres títulos en el nuevo milenio con los ojos enrojecidos de lágrimas.

Sí, Racing es campeón. De nuevo y en el mismo año. No es un sueño. O sí. Es lo que vino a buscar la multitud que llegó a estas arenas a bordo de la mayor ilusión. La que fue una costumbre en sus albores: la cotidianidad de la gloria.



Felicitaciones Academia!!!

River Plate Campeón Copa Argentina 2018/2019

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EL EQUIPO DE GALLARDO IMPUSO SU JERARQUÍA EN LA FINAL ANTE EL ENTUSIASTA CENTRAL CÓRDOBA
El River de Gallardo sumó otra copa
Scocco abrió la cuenta, Nacho Fernández y Julián Alvarez completaron la tarea. Con el título se clasificó directamente para la fase de grupos de la Copa Libertadores 2020.
River terminó el año con una sonrisa, de festejo y levantando otro trofeo. Una costumbre en el exitoso ciclo de Marcelo Galllardo. Goleó 3-0 a Central Córdoba de Santiago del Estero en el Malvinas Argentinas de Mendoza y obtuvo su tercera Copa Argentina y el título número 11 de la era del Muñeco, tras disputar 15 finales. Luego de un inicio con dudas, terminó armando un festival y demostró que está de pie para encarar nuevos desafíos el próximo año, luego del golpe en Lima en la final de la Copa Libertadores.

La obtención de esta Copa Argentina le dio a River la clasificación directa a la fase de grupos de la Libertadores 2020. Así, de enero a principios de marzo podrá enfocarse en pelear por la Superliga, en la que le faltan jugar ocho encuentros ya que evitó los cuatro partidos del repechaje del certamen continental. Disputará la Supercopa Argentina con Racing, campeón del torneo local de la temporada pasada. Y por el triunfo de anoche cosechó 5.900.000 pesos, contabilizando un total de 14.440.000 en toda la Copa Argentina.

Mendoza le sienta bien al River del Muñeco. En su ciclo jugó 10 partidos aquí. Los ganó todos. Y fue campeón tres veces: de la Copa Argentina en 2017 (victoria sobre Atlético Tucumán) y ahora y de la Supercopa Argentina en 2018, la que le ganó a Boca.

Anoche, el peso de la final caía sobre las espaldas de River. Y era lógico. Por las enormes diferencias que existen entre el coloso de Núñez y el humilde equipo de Santiago del Estero. Pero en los primeros minutos del encuentro las distancias se achicaron. Un poco por las dudas y los errores individuales del conjunto de Marcelo Gallardo. Otro poco porque los guerreros del Sapito Coleoni no tenían nada que perder. Tampoco le temieron al escenario. Salieron a jugársela. Con un esquema aguerrido, de cinco defensores y cuatro volantes, que se convertía en 3-4-2-1 o 3-4-3 cuando los laterales y los volantes externos se soltaban, buscaron presionar y meter para intentar poner hacer transpirar a River.

Vestidos de rojo, tres veces pusieron en aprietos a su rival de banda roja, salvados por Franco Armani, que hizo pequeño su arco. En una ocasión le sacó un remate de afuera a Gervasio Núñez. En la otra le tapó un mano a mano a Jonathan Herrera. Y la tercera no llegó a mayores porque el centrodelantero del equipo santiagueño eligió tirarse en el área cuando había dejado pagando a Lucas Martínez Quarta e iba a hacer lo mismo con Javier Pinola. Pero Facundo Tello no compró.

En River dudaban los marcadores centrales y había imprecisiones. Pero con jerarquía fue acomodando todo de a poco. Había avisado en una jugada en la que combinaron Borré y Scocco y Salomón se tiró al piso para tapar el remate de Nacho. Luego, Palacios la tiró afuera. Y a la media hora, River abrió el marcador gracias a una gran acción individual de Scocco, que tiene la fórmula de los vinos añejos. Pasa el tiempo y cada tiene cada vez más calidad. Con un control de zurda y una media vuelta dejó desairados a Salomón y a Vera. El Ruso Rodríguez le tapó el primer tiro pero en el rebote, Nacho la mandó adentro.

A partir del gol, River creció. Se agigantó la figura de Enzo Pérez en el mediocampo, cortando, distribuyendo e iniciando jugadas de ataque. Casco le daba velocidad y criterio al juego por la banda izquierda. Palacios siguió corriendo y jugando como para tener su mejor despedida. Y De La Cruz recuperaba y volaba. A Borré lo dejaron más de una vez mano a mano, pero el colombiano estaba desconectado. Por eso, el partido no se definió antes.

Al salir Borré, entró Julián Álvarez. Leyó bien el partido Gallardo. Había que dejar el hueco del 9 para la llegada desde atrás. Los Nachos se hicieron cargo de la definición. Condujo Fernández, asistió Scocco y definió Fernández entrando como 9. Ahí sí River ya se sintió campeón. Y la esperanza del equipo santiagueño, que había inquietado con algunos centros antes del segundo gol millonario, se diluyó. Y ni hablar cuando Álvarez empujó a la red la pelota para el tercero tras una jugada que tuvo ¡19 pases!

Cerca del final entraron Ponzio y Pratto. Salieron Enzo Pérez y Palacios. Hubo ovaciones para los cuatro. Y River terminó festejando de nuevo en tierras mendocinas y dando otra vuelta olímpica.



Felicitaciones Millonario!!!

lunes, 8 de julio de 2019

Brasil Campeón Copa América Brasil 2019

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OTRO TÍTULO PARA MANTENERSE EN EL NIVEL MÁS ALTO
Siempre Brasil
El campeón de América ganó los cinco torneos en los que fue local y el noveno de la historia.
"¡Pentacampeón, pentacampeón!" El grito es ensordecedor en un Maracaná desbordado de alegría futbolera. Brasil acaba de ganar su novena Copa América, la quinta en su país. Sí, cada vez que fue anfitrión no dejó que ningún otro se llevara la gloria. Se la quedaron siempre ellos y por eso el festejo después del 3-1 ante el Perú de Ricardo Gareca, que hizo fuerza hasta donde pudo. Con un Gabriel Jesús inspiradísimo, dos golazos de jugada y otro de un penal que no debió ser sancionado, el local tuvo momentos de dominio absoluto y otros de repliegue al quedarse con diez por la expulsión de su delantero figura para coronarse.

Tite se fortalece dándole un título oficial a la Seleção después de seis años (el último fue la Copa de Confederaciones de 2013) y una Copa América tras 12 años, aun sin Neymar. Le resbala a Brasil las acusaciones de torneo “armado”, como disparó Messi antes de irse a Rosario. Y lo que arman en Río de Janeiro es un nuevo carnaval, para seguir acrecentando su historia de campeón múltiple y enterrar los fantasmas del 2014 que seguían atormentándolo.

Brasil implementó ante Perú la misma fórmula con la que le empezó a ganar a la Argentina. Otra vez Dani Alves, en esta ocasión desde un envío largo, abrió la pelota por la derecha para la aparición de Gabriel Jesús (en el Mineirao él fue por adentro y Firmino por afuera), que en un pase de ballet sacó a bailar a Miguel Trauco y mandó el centro que fue capitalizado por Everton, quien entró sólo por atrás gracias al arrastre de marcas de Coutinho por el medio.

Perú pareció romperse. No había iniciado mal parado el encuentro. De hecho, propuso una interesante presión con alguna aproximación sin mucho peligro real al arco de Alisson. Sin embargo, todo eso quedó trunco a los 15 minutos con el golazo del local, que pasó a dominar por completo el juego. Si algo hace mejor que nadie este Brasil es esa rotación de sus atacantes. El que tira el centro en una jugada, es el que en la siguiente va a buscar adentro del área. Se le hacía complejo de este modo a Perú tomar las marcas lejos estuvieron de resignarse los hombres de Gareca. Les costaba mantener la pelota en su poder. Cuando lo lograron y volvieron a cruzar la mitad de la cancha, llegó el empate. Fue de su goleador, Paolo Guerrero, quien ejecutó el penal por una mano clara de Thiago Silva. El árbitro chileno Roberto Tobar la había cobrado de inmediato y luego la ratificó con el VAR.

La tristeza brasileña duró apenas 5 minutos. Gabriel Jesús protagonista de nuevo y esta vez fue el encargado de definir contra un palo después de un corte de Firmino y de una buena jugada de Arthur, que dejó al del City perfilado por el centro del área para el remate. Brasil quería más, pero se dio cuenta de que este no sería como el 5-0 de la fase de grupos. Este Perú no era el mismo, sobre todo desde la actitud. Perú no se entregó nunca. Y mucho menos después de la correcta expulsión de Gabriel Jesús por doble amarilla. Hasta en eso sorprendió el atacante brasileño: fue a cargar fuerte sobre la espalda a un rival sin llegar a disputar la pelota ya estando amonestado. Innecesario.

Alisson le ahogó el empate a Trauco. Y Edison Flores casi grita con un tiro furioso de media distancia que se fue muy cerca. Como la Argentina, Perú puso en aprietos a los de Tite, que con uno menos se dedicaron a sostener el triunfo. Al ímpetu peruano le faltó profundidad. No volvió a pisar el área brasileña a pesar de la superioridad numérica.

Y Brasil liquidó todo desde los 12 pasos: Zambrano volteó a Everton lícitamente hombro contra hombro y el juez -otra vez cotejando con el VAR- lo cobró igual. Richarlison, que había entrado por Firmino hizo el tercero que desató el grito sagrado, ese de “¡Pentacampeón!”. En su tierra mandan ellos y nadie más.


lunes, 3 de junio de 2019

Tigre Campeón Copa de la Superliga 2019

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EL 2-0 CORONÓ UNA CAMPAÑA CON SABOR A HAZAÑA
Una proeza lograda con estilo, goles a tiempo y salvadas clave
Federico González y Janson le dieron la victoria a un Tigre que se salvó demasiado en el segundo tiempo.
Proeza, hazaña, gesta, epopeya... Todo sirve para describir lo que consiguió Tigre en el estadio Kempes ante Boca. Por eso festejan y se abrazan los jugadores tras el pitazo de Pitana. Lloran y se desploman en el césped. Gritan. Saltan. No se quieren ir. Lloran los hinchas en la tribuna Daniel Willington y en la platea Ardiles. Lloran por un equipo de fútbol, pero porque este logro es mucho más.

Escribió Pedro Calderón de la Barca que “que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son”. Tigre empezó a soñar a principios de este 2019 con lograr la permanencia en Primera. No lo consiguió. Unas semanas después, duplicó la apuesta y empezó a soñar otra vez algo que nunca había hecho otro equipo tras descender de categoría. Tigre es el campeón de la Copa Superliga. El menos pensado. El que más soñó. El más justo.

Boca empezó a dominar el juego, con tenencia de pelota y llegadas. Trabajó bien con los centrales abiertos, los laterales adelantados y Campuzano de salida. Atento Tévez y eléctrico Villa, al que Moiraghi le tapó justo un remate de gol. Montillo y Morales no podían tener la pelota y entonces Tigre no podía generar peligro.

Tuvo el Matador, después de los 10 minutos, un córner de Montillo desde la izquierda y por detrás de todos apareció Alcoba y el arquero Andrada logró salvar la situación. Hubo dos momentos clave para la suerte de Boca y del partido, a los 14 y 15 minutos: primero Zárate le dio un gran pase a Benedetto, Pipa la acomodó bárbaro, le ganó en velocidad a Moiraghi y el remate dio en el palo izquierdo; luego se fue Villa por derecha y Marinelli salvó ante el remate del colombiano.

El partido estaba para Boca y lo empezó a ganar Tigre. El equipo de Gorosito aprovechó la espalda de Mas, que Izquierdoz no llegó a cubrir. Cachete Morales metió tres amagues, tocó para González y el delantero también dejó pagando a Izquierdoz, cuando todos esperaban el centro, pateó al arco y sorprendió a Andrada.

El segundo llegó con polémica. Prediger peleó en el medio, se la dio a Montillo y el volante sacó un pase preciso para González, quien se acomodó, giró y alargó para Janson. El delantero se iba al gol y lo bajó Izquierdoz. Claro penal. Pero ni mil imágenes pudieron determinar si hubo posición adelantada. Y no hay VAR. El que no falló fue Janson.

Benedetto tuvo otra chance: entró por la derecha y definió a las manos del arquero. Y para completar su mala racha, intentó una chilena que no le salió. Tigre intentó aguantar la pelota con Morales y Montillo en el segundo tiempo, pero la lesión de Cachete lo limitó. Tévez y Zárate buscaron estar más cerca del “doble cinco” improvisado para tener más la pelota. A lo Boca, se fue acercando al descuento. A lo Boca, arrinconó a Tigre. Pero a veces no puede ni a lo Boca.

Un detalle no acompañó al equipo más ganador del fútbol argentino. Su goleador sigue distanciado del gol. Tuvo siete chances Pipa en los 90 minutos y no pudo. En la mejor, se lució Marinelli. En la que era gol, pegó en el travesaño, picó en la línea y la rechazaron. La fiesta era de Tigre.



Felicitaciones Matador!!!

viernes, 31 de mayo de 2019

River Plate Campeón Recopa Sudamericana 2019

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ARMANI TUVO UN PAR DE ATAJADAS CLAVES
A River le costó, pero hizo delirar al Monumental con un cierre de partido demoledor
El duelo se abrió con el VAR y lo liquidó en el descuento. Nacho Fernández, Pratto y Suárez, los goleadores.
“Las finales se juegan con determinación”. Esa fue la frase certera de Marcelo Gallardo en al conferencia previa a la revancha de la Recopa Sudamericana contra Athletico Paranaense. “Estoy tranquilo y confiado porque sé lo que pueden dar los jugadores en estas circunstancias”, sumó el Muñeco. Y River, su River, se parece bastante a lo que el entrenador sueña y desea. Porque River tuvo determinación para dar vuelta la serie, golear 3-0 y quedarse con un nuevo título. El resultado, en el análisis, es una exageración porque a River le costó doblegar a su rival.

Pero fue paciente y aprovechó su momento. Y cuando golpea, el Millonario se agranda. Debe pegar fuerte, además. Porque Paranaense sintió el impacto del primer gol de Nacho Fernández y se fue de la final. El gol de Pratto -golazo por cómo controló el balón- fue la crónica de una acción anunciada, porque todos en el Monumental tenían la sensación de que el segundo llegaría. El tercero, del delicado Matías Suárez, sirvió para sacarle el suspenso a los últimos minutos. La previa mostraba palabras: final, Monumental, River, Gallardo. El resultado, el que se tornó esperado: campeón.

A River le costó meterse en el partido. Le faltó el fútbol que ha caracterizado a los equipos de Gallardo. No jugó de manera brillante, pero lo que no le faltó fue intensidad para buscar en el arco de enfrente. No prendió River, especialmente en la primera parte. Es cierto que el frío no se prestó para el contagio del equipo y de la gente, aunque hay que decir que el principal responsable de la falta de chispa de River fue Paranaense.

Ya se sabe pero se repite: los equipos brasileños ya no son aquellos que mataban de local y que se reducían a nada de visitante. Ya no son inocentes los brasileños; se volvieron mañeros. El Gremio de Renato tal vez marcó la historia contemporánea. Acá, en el repleto Monumental, Paranaense hizo todo el tiempo que pudo, cortó reiteradamente con faltas, se plantó cara a cara cada vez que los fueron a guapear, no les quemó la pelota cuando la tuvieron en los pies y jugaron con disciplina de guerreros. Así River en ningún momento se lo llevó por delante.

De todos modos, River tuvo un par de situaciones claras porque cuenta con jugadores de jerarquía. A los 15 minutos Nacho Fernández estrelló un derechazo en el palo y unos instantes después Pratto cabeceó a las manos de Santos. Merodeó el área River pero le faltó el pase del asombro, ese que deja mano a mano a un futbolista. No encuentra el nivel Exequiel Palacios y, carente de confianza, pifia pases fáciles o no se anima a los difíciles. Jugó mal el pibe -salió con una molestia- y el Muñeco lo sacó del costado izquierdo de Ponzio y lo puso a la derecha. El resultado no fue positivo. Y en el esperar de Paranaense, halló algunos espacios que con sabiduría supo aprovechar Lucho González, un distinto hasta en el modo de correr. Franco Armani, figura de la serie, le tapó una que parecía imposible abajo del arco. Hizo recordar a la atajada antológica ante Gigliotti en la Liberadores pasada en cancha de Independiente.

En el segundo tiempo Gallardo mandó a la cancha a Nicolás De La Cruz por Palacios y le imprimió dinámica al mediocampo de River. Se paró con otro ímpetu el local. El uruguayo fue a jugar casi de extremo por izquierda y su sola presencia inquietó. Siguió sin ser claro River, es cierto, pero la sensación era distinta. Y ya Paranaense estaba decididamente metido atrás.

Dos acciones cambiaron el rumbo del juego y le permitieron a River ser campeón de la Supercopa. La primera fue el claro penal de Lucho González sancionado por la intervención del VAR. El remate de Pinola llevaba destino de arco y el balón chocó con el brazo de Lucho. Nacho pateó, Santos atajó, pero el rebote le quedó al 10 que empujó al gol. La suerte del campeón. O el celular de alguna divinidad. El segundo cuestión que modificó el juego fue el ingreso del cordobés Matías Suárez. Su presencia en el banco se suplentes obedece a que venía de un par de partidos malos, aunque Gallardo también entiende que Suárez se mete rápido en juego y puede ser revulsivo viniendo desde afuera. El atacante que jugará la Copa América habilitó a Pratto en el segundo y sentenció la serie con el tercero.

Y la mención especial la merece Pratto, el sacrificado que aparece en las finales. El Oso se metió un poquito en el corazón de los hinchas millonarios con el gol del desahogo y por un par de corridas a pura entrega. La foto de todos sus compañeros festejando como y junto a él es el homenaje al esfuerzo. Que en Pratto parece siempre tener recompensa.

Fue campeón River nomás, sin el brillo de otros momentos pero con la contundencia y la presencia de siempre. Gallardo parece tener la fórmula para ganar. O cuanto menos para cantar presente. Nunca te deja a pata el River de Gallardo y por eso, más allá de los títulos, quedará en la historia. Ya tendrá su estatua junto a la de Labruna y ya es el técnico más ganador de la historia. Pero irá por más con River, porque vive para eso...



Felicitaciones Millonario!!!

viernes, 3 de mayo de 2019

Boca Juniors Campeón Supercopa Argentina 2018

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DESPUÉS DE TRES INTENTOS FALLIDOS, EL CLUB DE LA RIVERA SE PUDO QUEDAR CON EL TROFEO QUE DIRIMEN EL CAMPEÓN DE LA SUPERLIGA Y DE LA COPA ARGENTINA
Boca fue más certero en los penales y sumó su primera gran sonrisa en la era Alfaro
Había sido superior en los 90, sobre todo en el complemento, pero el festejo llegó desde los 12 pasos. Acertó en todas las ejecuciones y Andrada apareció con una tapada clave.
Boca sumó un nuevo trofeo a sus vitrinas: la Supercopa Argentina, luego de tres intentos fallidos. Fue más efectivo en los penales que Central (6-5) pero también superior en el tiempo reglamentario, en especial en la segunda etapa. Con 68 títulos oficiales logrados desde su fundación, Boca sigue siendo el club con más títulos del fútbol argentino.

Boca fue campeón de la Superliga 2017/18 en mayo del año pasado y Central se alzó con la Copa Argentina en diciembre de 2018. Esa supremacía resolvieron anoche en el estadio Malvinas Argentinas.

Sucede en las finales: las distancias se acortan. Gustavo Alfaro viene trabajando desde enero y Boca cada vez se parece más a lo que pretende. Diego Cocca apenas lleva un poco más de un mes en el cargo y en el camino ya quedó afuera en la Libertadores y en la Copa de la Superliga.

Les faltó brillo a los campeones. No ayudó el campo de juego, con evidentes signos de deterioro. Lucharon más de lo que jugaron. Rapallini también desentonó con algunos errores increíbles, como no sancionar una clara falta de Bebelo Reynoso a Lovera. Se insinuó más ofensivo el equipo porteño en los primeros minutos. Cada centro de Mauro Zárate -suelto por detrás de Benedetto y Villa- al área defendida por Ledesma. Mas e Izquierdoz estuvieron cerca de marcar de cabeza. Esa iniciativa se diluyó con los minutos. Bebelo no lograba ser conductor y Zárate pecaba de individualista. El resto, bastante desconectados, salvo el colombiano Villa que siempre exigía por derecha.

Cocca apostó a una línea de tres centrales y los laterales se cerraban según por dónde atacaba Boca. Fue la manera de contrarrestar la potencia ofensiva del rival. Sumó tres volantes de marca pero rápidos para armar la contra y apostó a la habilidad de Maxi Lovera para alimentar a Riaño. Con ese planteo, tuvo su mejor chance en un remate desde fuera del área de Villagra en la que se lució Andrada enviando la pelota al córner.

Aun sin claridad, ambos tuvieron algunas chances más para marcar. Benedetto asistió muy bien a Villa, atoró Ledesma, rebotó en el colombiano (en la mano) y la pelota se fue cerquita. Y en el final del primer tiempo, un error compartido fuera del área entre Andrada e Izquierdoz casi le permite a Villagra definir con el arco vacío, pero cuando la quiso controlar se le fue larga.

En la parte final Boca salió decidido a quedarse con la Supercopa en los 90 minutos. Fue arrinconando a Central y acumulando méritos para el 1-0 que nunca llegó. A los 26 minutos, armó la mejor jugada del partido: doble pared de Nández (con Benedetto y Zárate) para quedar mano a mano. Pero el uruguayo, solo en el área, definió mal de zurda, por encima del travesaño.

Con el Apache Tévez (por Reynoso) y Cristian Pavón (por Zárate, lesionado) en la cancha, el equipo de Alfaro continuó el asedio. Y a los 37 minutos el arco de Ledesma se salvó de milagro por triplicado: una la sacó el arquero, otra pegó en el travesaño y la última dio en el palo. El remate de Pavón, tras rebotar en el travesaño, pareció traspasar la línea (según el ángulo de repetición) pero la jugada rápida no fue advertida por el árbitro y su asistente. Como no hay VAR, la duda quedará por siempre. A un minuto del final, otra vez el travesaño salvó a Central: cabezazo de Nández, la desvió Zampedri y la pelota se estrelló en el caño. No hubo más tiempo y el título lo consiguió en los penales.


Felicitaciones Xeneize!!!

martes, 2 de abril de 2019

Racing Club Campeón Superliga Argentina de Fútbol 2018/2019

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SÓLO UNA DISTRACCIÓN EN EL FINAL LO PRIVÓ DE UN TRIUNFO QUE MERECIÓ AMPLIAMENTE
Un equipo que mostró toda su inteligencia ante el bravo Tigre
Racing fue dúctil a lo largo del torneo. Y en Victoria ratificó sus cualidades. Solari anotó el gol; igualó Rodríguez.
Sale fácil decir que Racing merecía ser el campeón de la Superliga. Tampoco cuesta demasiado aseverar que la vida le debía un título a Lisandro López en su vuelta al fútbol argentino y con el club que ama. Lo mismo se podría decir de Eduardo Coudet, a quien el destino no le quería regalar una alegría como entrenador. Pero todas esas sentencias que salen apresuradas tienen un porqué. Y es que Racing fue el mejor equipo del campeonato, Lisandro López es un líder ejemplar y Chacho Coudet se sacó la mufa y se colgó el cartel de técnico con presente y futuro. Todo eso y mucho más se evidenció en Victoria ante Tigre. Fue empate, es cierto, pero la Academia fue ampliamente superior. Y sí, mereció ganar.

Demostró ser un equipo inteligente este Racing de Coudet. Flexible es una palabra que empieza a estar de moda en el fútbol mundial. Y la Academia logró ser varias cosas al mismo tiempo en los últimos meses. Ya no existe el equipo desbocado que va al frente segundo a segundo sin mirar atrás. Ayer, Tigre le regaló la pelota y el espacio y la visita supo qué hacer. Aceptó el reto, muy a pesar de que se sabe que el partido que más cómodo le queda es el del golpe por golpe.

Tocó y tocó Racing, tuvo paciencia y mucha movilidad. Matías Zaracho juega como si fuese un veterano: no le pesó tener la pelota en los pies. Y mejor: disfruta de esas secuencias. Entonces el nacido en Wilde, que luce cada vez más maduro y cuyo techo no parece fácil de divisar, manejó los hilos del equipo, juntándose con Solari, Pol Fernández, Nery Domínguez y los delanteros.

Las dos situaciones más claras de la primera etapa (la definición al palo de Darío Cvitanich luego de un centro de Saravia y el remate de Licha López que sacó de manera espectacular el arquero Marinelli) fueron hermosas jugadas colectivas.

Tigre resignó protagonismo. Pipo Gorosito buscó que Racing hiciera el desgaste en la primera etapa para salir con fuerza en la segunda. Pero fue demasiado mezquino el local. Apostó al contragolpe, aunque nunca encontró mal parado al rival. Estuvo lejos de ser el equipo que sorprendió en los últimos partidos.

El gol de Augusto Solari, luego de un grosero error de Marinelli, fue producto de una contra. Ahí aparece otra cuestión destacable para Coudet: Racing puede ser el del golpe por golpe, el de la posesión y también el del contragolpe. Y por qué no el defensivo, porque en los minutos finales sumó marcadores centrales y mediocampistas para aguantar la ventaja.

Un gesto: Lisandro López no festejó el gol. Se llevó las manos a la cabeza y casi se larga a llorar. Abrió los ojos y les dijo a los defensores que jugaran tranquilos. Y minutos después tuvo tiempo para retar a sus compañeros que festejaban cuando el partido no había terminado. Es que el equipo se relajó y sufrió el empate. “Acá no festejen. Termina y festejamos adentro”, los retó. Un líder.

Porque eso también tuvo Racing. Juego, astucia, madurez. Un conductor en el banco y un líder adentro. Demasiados argumentos como para no ser un justo campeón.



Felicitaciones Academia!!!

lunes, 10 de diciembre de 2018

River Plate Campeón Copa Libertadores 2018

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EN EL BERNABÉU HUBO DUELO DE ESTILOS, DRAMATISMO Y POLÉMICAS
Pudo ser de Boca pero fue de River, que apareció justo
Benedetto puso el 1-0, pero empató Pratto y fueron al alargue. Allí, Quintero y Martínez liquidaron el duelo.
Está bien que River sea el campeón. Y está bien que Boca revise por qué se le fue un partido que tenía controlado. A la hora decisiva, River fue mas eficaz en sus momentos de dominio y a Boca le quedó corta la superioridad como para dar el golpe de nocaut. Lo definieron los jugadores, quedó en un segundo plano eso de la batalla táctica, aunque también existió.

A esa hora de los combates de pizarrón, en la batalla naval, había quedado a flote Guillermo, que decidió ir con tres delanteros. Un esquema que, a medida que transcurrió el partido, se fue consolidando en un “todos atrás y Wanchope arriba”. Y había hecho agua Gallardo, que eligió el módulo más habitual en vez de esos cinco defensores -con Martínez Quarta- al que a veces recurre. Pero el partido no lo definieron las apuestas de los técnicos. Lo definieron los jugadores. Y en los momentos en que había que hacerlo.

La pasión no estará muy preocupada con estas cuestiones. El que gana celebra y el que pierde sufre. Así será siempre. Pero ese es el final del camino de los 90 minutos, en este caso estirado a 120 y, de puro azar, a punto de ir a penales.

Los neutrales, de parabienes. La final estuvo a la altura de las expectativas. Tuvo dramatismo, emoción, polémicas y algunos lapsos de buen juego con dos estilos diferentes. Mas directo Boca, cuando ganó la zona media. El gol de Benedetto es la prueba. Más elaborado y con cambio de ritmo River, como en el empate de Pratto y el zurdazo de Quintero. El galope solitario de Martínez hacia el in-goal del 3-1 es pura yapa.

Si el fútbol es ingrato, más lo es en estas horas con Nández, que dejó el alma, puso juego y sostuvo a Boca en sociedad con Barrios hasta que el colombiano se ganó la roja por una falta innecesaria, la tercera que hacía. Y si de ingratitudes se trata, Boca se quedó sin nada después de un primer tiempo en el que fue superior. No pudo hacer la diferencia antes, sobre todo con ese remate de Pérez que tapó Armani a los diez minutos. Y el 1-0 le quedó corto. Porque se metió atrás a cuidar la ventaja conseguida y no tuvo más aire, ideas ni jugadores. Había pasado su momento cuando empezó el de River.

Antes del empate de Pratto tras una triangulación estupenda de Palacios y Fernández, Andrada había hecho vista ante un remate de Nacho, le había atajado un derechazo al propio Palacios y cortado un cabezazo al mismo Pratto. Se veía venir el gol. Y vino, nomás.

Estaba crecido River, como más entero de las piernas y de la cabeza. Como sabiendo que tarde o temprano iba a llegar al segundo gol. Boca caía en picada. Se sostenía, pero no inquietaba. Entró Gago por un Pérez extenuado y en el alargue se rompió. Entró Jara por Villa por la expulsión de Barrios. Cuando entró Tévez ya era tarde.

Pasó el penal no cobrado. No pasaba mucho. Y pasó Quintero para sacar provecho de una mala salida de Andrada con los puños. Qué pecado, que problema. Ya no hubo partido, ya no había equivalencias y sin embargo, un nuevo episodio increíble estuvo a punto de producirse con ese tiro de Jara que dio en el palo derecho de Armani. Si algo le faltaba a esta Superfinal hubiera sido tener que definir desde los 12 pasos.



Felicitaciones Millonario!!!

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