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miércoles, 11 de octubre de 2017

Ecuador 1 - Argentina 3 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018

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LA SELECCIÓN SELLÓ SU CLASIFICACIÓN EN LA ÚLTIMA FECHA CON UN TRIUNFO HISTÓRICO EN QUITO
La épica y el fútbol de Messi le dieron a la Argentina el pasaje directo al Mundial
El carácter del capitán rescató a la Selección, que a 39 segundos de iniciado el partido ya perdía ante Ecuador: fue figura, hizo los tres goles y le avisó al planeta que en Rusia va por su revancha.
Es el elegido. El Mesías. El que llevó a la Argentina al Mundial. El que hizo vibrar a todo el país. ¿Qué más tiene que hacer?, preguntamos tras el empate con Perú en la Bombonera. Y tenía que hacer esto. La noche épica de Quito. Para acallar las críticas. Jugó un partido que nadie olvidará. Para la historia. Se llama Lionel Andrés Messi. Es la figura indiscutida del Barcelona. Y también en la Selección. Le ganó a Ecuador él solo. Con algunas compañías (la redención de Di María, la solidez de Otamendi, el trajín de Enzo Pérez y de Benedetto). Pero lo de Messi fue descomunal. Mundial. Sí. Para no dejar dudas de la presencia de la Argentina en Rusia.

Llora Messi. Grita Messi. Festeja Messi. Y con él, todos los argentinos. Aquí, en un estadio Atahualpa donde flameó la celeste y blanca como en tantas otras noches de gloria. Y donde ese grupito nutrido que silenció a todos los ecuatorianos lo reverenció como a lo que es. ¡Messi! ¡Messi! ¡Messi! Se gritó bien fuerte y se hizo himno en la noche. Saltan en el banco. Golpean el acrílico. Deliran los 3.000 hinchas argentinos en las tribunas. Y la emoción invade a todos. Como en las grandes epopeyas de la Selección.

Los jugadores, ávidos de revancha, urgidos de un desahogo, se abrazan, corren, gritan, festejan, se apiñan en un grupito bien apretado. Todos juntos revolean camisetas y dejan de ser futbolistas para convertirse en hinchas. Los hinchas más grandes de esta Selección. Ahí, de cara a todos los que bancaron, les tributan el triunfo histórico, les regalan las camisetas, les dan las gracias por tanto apoyo. Los argentinos deliran. Argentina es un solo grito. Messi lo hizo. Otra vez.

Y hasta rompió el maleficio. Fue el “brujo” de esta Selección. El verdadero. El que metió el primero tras una jugada monumental con otro que tuvo una noche reivindicatoria: Ángel Di María. El que gritó el segundo llevándose la pelota como un malevo entre camisetas ecuatorianas. Y dejó sin voz a todos los argentinos con esa definición de maestro con la que llegó a los 61 goles en la Selección. Y a 21 en Eliminatorias (siete en esta edición) para erigirse en el máximo goleador en clasificación mundialista (con Luis Suárez). Jugó 48 partidos en el año. Y metió 49 goles. En Quito, edificó un hat-trick en un momento definitorio, casi dramático, como no ocurría en el fútbol argentino desde hace 30 años, cuando se entró por la ventana al Mundial de México que luego sería el paso consagratorio de Diego Maradona. Anoche, Messi se llevó la pelota, los aplausos, la ovación, los elogios. Todo.

Es que jugó con la estela maradoneana. Aunque la primera imagen que se le vio en el campo de juego, con el himno en el aire, devolvía el mismo gesto taciturno: mirada al piso. Buscaba concentración. Juntaba fuerzas. Las que tuvo para cargarse no sólo un equipo, sino un país en los hombros cuando a los 39 segundos la Selección ya había recibido una bofetada por el gol de Romario Ibarra. Y a 2.850 metros sobre el nivel del mar. Y con menos oxígeno. Y con las piernas más pesadas. Y con la tabla que ratificaba, por entonces, la condena de un equipo y una asociación (la AFA) que habían hecho los méritos suficientes para mirar la Copa del Mundo por televisión.

Él no lo iba a permitir. Primero definió con la punta del botín izquierdo tras una combinación con Di María. El 2-1 se lo construyó él mismo: presionó arriba, le robó la pelota a Darío Aimar, entró al área y definió con furia para clavarla al ángulo. Y coronó la noche con una perla en el segundo tiempo: a los 18 minutos dibujó un golazo con un toque sutil por encima del arquero.

En Rusia ya tenían un lugar asegurado muchas de las grandes figuras del planeta. Cristiano Ronaldo lo había conseguido un rato antes; Neymar, meses antes. Messi también...

“Bienvenidos hermanos argentinos”, rezaba el cartel electrónico detrás de uno de los arcos en el estadio Olímpico Atahualpa. Justo al costado donde estaban los entusiastas tres mil hinchas argentinos, el espacio del delirio en las tribunas. Camino al vestuario, Messi se mantuvo en silencio ante la requisitoria periodística pero sólo porque era tiempo de festejo. Luego habló. Pero antes se abrazó con cada uno de sus compañeros. Y con Jorge Sampaoli. Y con Claudio Tapia. Menos efusivo fue con el embajador Luis Juez y menos aún con Daniel Angelici. Ya en las entrañas del estadio, se trepó a un banco, con el torso desnudo, como bastonero de la felicidad, a grito pelado. No había himno, sólo desahogo.

“El más importante fue Messi, pero éste también fue importante”. Chiqui Tapia le tributó parte de la clasificación al Brujo Manuel, el manosanta vinculado con Estudiantes de La Plata que apareció en Quito. Sonó extraño, pero en medio de la euforia todo parecía estar perdonado.

La emoción invadió a todos. En Ecuador y en la Argentina. A propios y extraños. Si hasta en La Plata el cantante Bono reaccionó antes de comenzar el show de U2. “Gracias por Lionel Messi . Él demuestra que Dios existe”, dijo. Messi devolvió la alegría y ahora la historia será otra.



Fichas - Fecha 18 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018.

viernes, 6 de octubre de 2017

Argentina 0 - Perú 0 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018

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EL MARTES ENFRENTARÁ A ECUADOR EN QUITO Y A 2.850 METROS DE ALTURA
Argentina no pudo pero sigue con chance
El empate la dejó en sexta posición. Perú, que ha mantenido el equipo y DT pese a malos resultados del comienzo, absorbió la presión de la Bombonera.
El fútbol, ese universo poblado de azares, cábalas y códigos, le reserva un espacio a la lógica. Desde ese lugar es más fácil entender que un equipo con tres victorias seguidas en el tramo decisivo de las Eliminatorias para Rusia 2018 rescate un punto ante otro que en esas fechas empató siempre y apenas convirtió un gol, gracias a la pifia de un rival (1-1 con Venezuela).

Argentina tiene nombres más conocidos y cotizados, acredita títulos mundiales y olímpicos, cuenta con clubes campeones americanos e intercontinentales, pero hoy Perú le saca ventaja en rodaje, conocimiento, mecanización... Y si su principal objetivo es el cero en la propia valla, las chances de lograrlo son altas: sobre todo si arquero, Pedro Gallese, ataja de tal manera.

A Perú le servía el empate porque iguala en unidades con Argentina y le lleva una decena de goles a favor de luz. Conviene recordar que la actual paridad en 25 es posible gracias a los tres puntos de escritorio que la Conmebol les dio a los rojiblancos, por indebida inclusión de un jugador boliviano en el partido disputado en La Paz (2-0 para los locales). Chile, que ahora ocupa la tercera posición, fue el otro beneficiado.

Hace exactamente un año, el 6 de octubre de 2016, peruanos y argentinos también empataron: 2-2 en Lima (dos veces arriba la visita). El entrenador y compatriota Ricardo Gareca repitió ayer a ocho de los 11 iniciales de aquella oportunidad. Habrían sido diez seguramente si el marcador central Christian Ramos y el volante ofensivo Christian Cueva no hubieran estado suspendidos.

Argentina en cambio sólo mantuvo a cuatro de aquellos titulares: Sergio Romero, Nicolás Otamendi, Javier Mascherano y Ángel Di María, de improductivos 45 minutos en la víspera. Podrían haber sido cinco si Sergio Agüero -una opción válida para Jorge Sampaoli como socio de Lionel Messi- no sufría un accidente automovilístico en Amsterdam cuando volvía de un recital de Maluma. Una desgracia (otra fue la lesión de Fernando Gago, quien había ingresado con la misión de meter un pase capaz de romper el bloque peruano).

En un deporte colectivo como el fútbol, las eventuales diferencias teóricas se disimulan si un equipo juega con frecuencia y el otro no. Habría derecho a discutir también cuánto más son, comparados con sus adversarios, algunos de los jugadores elegidos por el técnico local para definir el pase al próximo Mundial.

Tal vez suene oportunista plantearlo, pero así como hay muchachos de largo y prestigioso recorrido internacional, con Messi, Mascherano y Di María a la cabeza, otros presentan un legajo más modesto, salvo que la popularidad de Alejandro Gómez en las redes sociales mida en términos de rendimiento deportivo. Si así fuera, deberíamos preguntarle a Sampaoli qué espera para convocar al muy activo Brian Sarmiento.

El orden defensivo, la cautela exenta de escrúpulos, la astucia para aprovechar permisividades arbitrales y explotar la desesperación ajena, más el prolijo manejo de sus medios en los escasos pasajes con posesión, fueron suficientes para que este seleccionado peruano honrase a Cachito Ramírez y los lejanos héroes del 69 llevándose un resultado positivo de la Bombonera. De cuánta utilidad es este 0-0 se sabrá el próximo martes, cuando reciba a una Colombia que viajará golpeada.

El clima y el color externos en La Boca le dieron a la formación argentina un respaldo que no ha sido habitual en los últimos años. Escuchar el himno coreado en ese escenario fue emotivo, vibrante: un video de los que se viralizan, con banderas, sombrillas, fuegos artificiales...

El equipo pareció contagiarse del entorno en los primeros minutos de cada etapa. Después se apagó, sin que lograra encenderlo el rumor de las tribunas llenas. El aliento de la gente no aflojó. Al menos bastó para silenciar a los 3000 peruanos que soñaban con la hazaña en la tercera bandeja.

Aunque naturalmente hubo predilección por Darío Benedetto, el 9 que falló en las definiciones como Gonzalo Higuaín o Mauro Icardi, la ovación mayor fue para Messi, el buscador incansable de ese grito de gol que no llega. Y hasta Mascherano y Mercado, identificados con River, se llevaron merecidos aplausos en algunas intervenciones. ¿El crack, capitán y símbolo habrá sentido tan cerca antes, en alguno de los grandes estadios europeos donde ha brillado, el cariño popular?

Es difícil que Leo, por estas horas, medite sobre la cuestión. Sus pensamientos girarán alrededor del peligro concreto de no ir al Mundial, una cita en la que registra asistencia perfecta desde Alemania 06. ¿Qué más puede intentar? ¿Cómo hacer para convertir de visitante, algo que no ha logrado en esta clasificación? ¿A quién dejar mano a mano?

El sorpresivo triunfo paraguayo en Barranquilla comprimió la tabla entre los puestos tres y siete, donde cinco pretendientes aspiran a las dos plazas directas. Está en juego, además, el ticket al repechaje con Nueva Zelanda, que no asusta como los All Blacks pero que puede generar algún disgusto. Argentina sabe que tres puntos en Quito le garantizan la repesca, pero los antecedentes no habilitan el optimismo: apenas dos victorias en los últimos diez encuentros, el 3-0 a Colombia en San Juan y el 1-0 a Chile en Buenos Aires. Más que nunca, depende de los jugadores.



Fichas - Fecha 17 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Argentina 1 - Venezuela 1 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018

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EMPATÓ 1-1, DESPERDICIÓ UNA GRAN OPORTUNIDAD DE SUMAR Y SE FUE SILBADA DEL MONUMENTAL
La Selección no pudo ante Venezuela y su clasificación es cada vez más complicada
El entusiasmo de los hinchas terminó con silbidos por el pobre juego y el empate que compromete el pasaje a Rusia. Ahora, dos finales: con Perú en casa y con Ecuador en la altura.
Tantos fuegos artificiales se diluyeron en humo. Tanto rock and roll terminó en tango desesperado. De tanto grito a tantos silbidos. De tanta expectativa legítima a una desazón colectiva monumental. La Selección no logró saltar a la zona de clasificación directa y sigue en repechaje, apenas un punto arriba de quienes se quedarán afuera de todo. La grieta acecha. Hasta la última fecha de las Eliminatorias no se sabrá si Argentina irá directo a Rusia; se atrasa el negocio de las compañías de turismo que quizá salven la ropa con una costosa escala en Nueva Zelanda.

Como nunca antes el hincha se hizo piña alrededor de Messi. “Que de la mano, de Leo Messi, todos la vuelta vamos a dar” bramaba el particular público de la Selección cuando los jugadores salieron a precalentar. La megafonía del estadio disparaba a volumen de recital el listado de temas elaborados por Sampaoli, devenido en disc-jockey: Redondos, Divididos, La Renga y Callejeros subieron la temperatura de una noche helada. Hubo estallido de fuegos de artificio detrás de la tribuna San Martín y bocanadas de humo salían de las ocho bocas instaladas a los costados de los dos laterales.

El cuartetero Ulises Bueno puso el broche previo con su versión abreviada del himno, rematada a voz en cuello por todos: ....”O juremos con gloria morir”. Todo estaba dado, hasta los resultados favorables de los partidos previos: derrota de Chile, empate de Colombia. Sólo había que jugar. Sólo había que ganar. Fue entonces cuando se le acabó el tiempo a Cenicienta y los caballos volvieron a ser ratones.

Impericia, acierto del adversario, mala suerte evitaron goles prematuros de Icardi, Messi o Dybala. Remates a la red interrumpidos por una pierna fortuita, lentitud en definir, trayectoria de cinco centímetros desviada... No entraba y no entró en todo ese primer tiempo en el que la Selección pudo, debió y mereció haber hecho una diferencia notable. En el segundo apareció temprano el golazo de Venezuela y a partir de entonces hubo un fuerte derrumbe conceptual y, en algunos casos, también temperamental.

Si antes se buscaba a Messi como parte del todo, desde el gol de Murillo fue buscado como salvador exclusivo de lo que iba camino a la debacle absoluta. El empate llevó un poco de calma pero no despejó las cabezas, no hubo paciencia, no hubo tranquilidad, no hubo paz interna para tomar las mejores decisiones. “Ponelo a Pipa, la p...” se exigía desde la Centenario cuando desde el rancho aparecían las llamas. Sampaoli lo puso y con Benedetto-Icardi usó doblenueve más de área que la dupla inicial Dybala-Icardi. Pero después salió Icardi.

Urgencia, necesidad, proyecto parecen ser las coordenadas de la Selección. La primera no sólo no fue resuelta en las mejores condiciones sino que se agravó. Lo que se necesita está en entredicho porque no hay garantías de que el equipo pueda resolver favorablemente las dos finales con Perú y Ecuador. Así las cosas, el proyecto es sólo una expresión de deseos que se fagocita a Sampaoli, en tanto cabeza de este nuevo proceso. ¿En qué proyecto puede pensar el técnico si las urgencias y las necesidades lo acorralan hasta la asfixia?

De los últimos 9 puntos, la Selección sacó 2: perdió con Bolivia dirigida por Bauza y empató con Uruguay y Venezuela conducida por Sampaoli. En esos tres partidos el equipo sólo convirtió un gol, que en realidad fue en contra del adversario. Con Chile un punto abajo, anfitrión de Ecuador en la próxima fecha, aparece ahora Perú como el rival directo. Los peruanos sacaron 9 de esos últimos 9 puntos. Y encima, Perú es una vieja bestia negra de Argentina en las Eliminatorias: la dejó afuera del Mundial 70 sacando un empate en la Bombonera.

Fue una odisea lograr el pasaje para el Mundial 86 cuando Reyna se le pegó a Maradona en Lima y en Buenos Aires y recién se logró el empate salvador cuando Passarella hizo una jugada heroica y sirvió el centro. La empujó Gareca, hoy entrenador de Perú. A quienes les gustan las coincidencias, ahí tienen una. El 1-1 de anoche dejó otra. El 5 de setiembre de 1993, la Selección perdía 0-5 ante Colombia y se condenaba al repechaje con Australia. ¿Qué será peor, perder con la mejor Colombia de la historia o no poder ganarle a esta Venezuela?

No hay solución posible. Sampaoli hizo lo que pudo. No se advierten errores groseros en las formaciones de los dos partidos. Acaso haya que apuntarle que jugar sin laterales y poner un zurdo a la derecha, como Acuña en Montevideo, provocó la clausura de toda una banda para atacar. Probó variantes para asociar a Messi y ninguna fue efectiva. Movió el banco y no encontró soluciones. El ingreso de Acuña, clave en el gol de empate, fue obligado por la lesión de Di María.

La suerte del equipo dependerá de que se resuelvan las circunstancias favorables en los próximos dos partidos. Da miedo porque cuando debió hacerlo, el equipo no mostró rebeldía. Anoche se ganaba llevándose por delante al rival. Y ni eso. Tanta euforia degrada en silbidos, con Messi a salvo por el veredicto. Empezó con rock and roll, terminó en tango. Falta el tiro del final. Que no suceda.



Fichas - Fecha 16 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018.

viernes, 1 de septiembre de 2017

Uruguay 0 - Argentina 0 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018

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EL EMPATE NO REFLEJÓ LA BÚSQUEDA DEL EQUIPO DE JORGE SAMPAOLI
La expectativa de un buen plan de juego al que aún le falta rodaje
Con Messi como líder, Argentina propuso y Uruguay se defendió. Y el arquero Muslera fue determinante en el 0-0.
Si querían un empate, ahí lo tienen. Pero si bien Argentina durmió la pelota en los últimos minutos, no es justo cargarle la responsabilidad del resultado final del encuentro en el estadio Centenario. El equipo de Jorge Sampaoli hizo mucho más para ganar que el de Óscar Tabárez. En principio, fue el que más lo buscó, tal vez el único. Y aunque no completó una gran actuación, la distancia con la victoria quedó en las manos de Fernando Muslera, el arquero uruguayo que nació en la Argentina. Las que fueron a su arco las sacó, sobre todo un tiro libre de Lionel Messi en el inicio del segundo tiempo.

Desde el inicio quedaron claras las ideas de cada uno. Uruguay sacó del medio y Diego Godín metió un pelotazo largo, a cargar. El mediocampo es para pelear, así lo en tienden ellos. Argentina dibujó su pizarrón: 3-4-2-1. Messi abandonó enseguida su lugar de referencia, falso wing derecho, para hacerse eje del juego, como siempre. Y como siempre, no le sobraron socios. Un tema a resolver, porque Paulo Dybala sólo le aportó una pared, sobre el cierre del primer tiempo, que dejó a Leo de cara al arco y obligó a Muslera a avisar que sería la figura de la noche. Antes y después, el zurdo de la Juventus estuvo perdido. Messi lo salteaba y buscaba a Angel Di María, que fue la fórmula elegida para tratar de desequilibrar a una defensa uruguaya que en realidad es todo el equipo. Y Angelito no fue el Diablito que se necesitaba para el asalto ; casi nunca pudo desbordar a Martín Cáceres y casi siempre (otra vez) eligió mal la última jugada.

Sampaoli se achicó solo la horizontalidad de la cancha al elegir a Marcos Acuña en un experimento que fracasó. El ex Racing, con perfil cambiado, estuvo incómodo e inseguro hasta su cambio lógico por Lautaro Acosta. Con el ingreso del puntero de Lanús despertó algo Mauro Icardi, se empezó a mover y a salir del encierro que padecía entre José María Giménez y Godín. De todas formas, el segundo estreno de Icardi (casualmente, su primer partido oficial en la Selección había sido en 2013, en el mismo Centenario, en un partido que Uruguay ganó 3-2 con Argentina ya clasificada a Brasil 2014; los charrúas, con ese triunfo, se aseguraron ir al repechaje contra Jordania) dejó muy poco para el elogio.

En el balance, el partido decepcionó. Se podría decir que fue una pequeña batalla táctica, en la que por el resultado habría que decir que la ganó Uruguay: supuestamente anuló a Messi y compañía. Argentina, que se quedó a medio camino entre su planteo audaz y la incapacidad o poca fortuna para llevarlo a la red, dejó un borrador de lo que puede ser en el futuro. Y ese boceto es interesante, aunque exige retoques, afinar el lapiz.

Obviamente la idea de Tabárez es más sencilla de desplegar que la de Sampaoli. Pero merece decirse que la Selección mostró personalidad para atacar durante casi todo el partido y voluntad para tratar de escapar de la telaraña celeste, algo para nada sencillo. Uruguay esperó siempre, se cerró como suele y sabe hacerlo, y mostró sus uñas, filosas, cuando lo consideró necesario, Hasta sus excelentes delanteros, Luis Suárez y Edinson Cavani, participan de ese entramado complejo de un equipo guerrero y difícil de domar. Es un rival duro, a veces impenetrable, con oficio. No dan ganas de enfrentarlo, a decir verdad.

La Selección no pudo torcerle el brazo. Pero hay atenuantes: falta de trabajo, sistema nuevo, algunas pruebas que quizás no se repitan... Le faltó suerte en alguna jugada, en las que brilló Muslera, pero también le faltaron una vez más socios para que todo lo que hace Messi cuando no convierte él mismo sirva para ganar. Todo sigue dependiendo del capitán, que jugó lo que pudo, y fue bastante. En el Centenario no le faltaron socios potenciales, le faltaron socios reales: ninguno estuvo a la altura como para generar algo por sí mismo. Hay que trabajar en ese aspecto: sumar jugadores de ataque no alcanzó, Messi los tuvo cerca en lo geográfico pero no tanto en lo conceptual.
Por eso y por Muslera no se fue de Montevideo con una sonrisa más grande.



Fichas - Fecha 15 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018.

miércoles, 29 de marzo de 2017

Bolivia 2 - Argentina 0 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018

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EL EQUIPO DE BAUZA TROPEZÓ Y QUEDÓ EN ZONA DE REPECHAJE
La Selección falló en las dos áreas y no pudo evitar una derrota que duele
Pese a la altura de La Paz y los contratiempos, Argentina jugó mejor que contra Chile pero no le alcanzó para lograr un buen resultado ante Bolivia. Dio ventajas atrás y no concretó arriba.
Para sostener cualquier plan futbolero apoyado en las precauciones y en los recaudos, en ese tipo de partidos que suelen definirse como “inteligentes”, resulta clave exhibir fortaleza defensiva y precisión de cirujano en ataque. Esa necesidad, por supuesto, se acentúa si el desafío ocurre a 3600 metros sobre el nivel del mar, donde aquellos que llegan desde el llano se ahogan y no responden físicamente con normalidad.

Argentina justamente no respondió en ninguna de las dos áreas y no pudo gambetear la derrota. Una pena. Es que recorrió esta aventura aquí, en La Paz, con una cierta dignidad, a pesar de la catarata de contratiempos encabezados nada menos que por la suspensión a último momento de Messi, considerando que se trataba de una formación improvisada y sabiendo las dificultades que provoca la altura.

Al cabo, con Correa en lugar de Messi, con seis variantes obligadas por suspensiones y lesiones, más la salida por decisión táctica de Agüero, la Selección jugó mejor que contra Chile. Es real: a Bolivia nada le sobra y casi todo le falta, inclusive en la altura. La tabla y sus resultados como local en estas Eliminatorias no mienten. Por eso el lamento por la derrota.

La idea de Bauza era plantear un desarrollo cauteloso, amparado en las precauciones, bajando el ritmo lo máximo posible y soñando con alguna réplica apuntalada por Di María, tal vez el futbolista menos afectado por la altura.

Se sabía que el sufrimiento envolvería a la Selección en diversos tramos. El secreto estaba en resistir y en exprimir cada situación propicia. Argentina, en la media hora inicial, cumplió la primera parte de lo que exigía el partido, pero le faltó coronar la segunda. Salió indemne del arranque. Es que hasta los 20 minutos Bolivia la encerró.

Todo lo que soñaba en ofensiva Argentina lo encontró en los 10 minutos posteriores. Ahí Banega se afirmó en el medio y consiguió sintonizar con Correa y especialmente con Di María. Y surgieron las fragilidades del equipo de Soria atrás. Pero a la Selección le faltó el gol. Pratto cabeceó en forma imperfecta un centro de Banega, un zurdazo de Di María cruzado pasó muy cerca de un palo, Raldes le sacó el grito al Oso luego de un envío de Correa, Banega exigió a Lampe desde la puerta del área y Di María no pudo abrir el tesoro que significó ese pase de Correa que lo dejó cara a cara con Lampe. Fideo primero controló mal en un campo mojado por la lluvia, rápido y desparejo y facilitó el achique del arquero.

Esa chance nítida que no cerró Di María con una sonrisa significó una pena gigantesca. En un partido de este tipo, con tantos obstáculos, desperdiciar una situación así suele pagarse demasiado caro. Y Bolivia enseguida le dio el primer impacto, con un pelotazo en el que Arce anticipó a Roncaglia y aprovechó la salida a mitad de camino y el resbalón de Romero.

Si ese gol de Bolivia fue oportuno, el segundo también: en el nacimiento del segundo tiempo. Y por otro regalo defensivo nacido en Roncaglia y continuado en un cierre inexistente de Rojo. Solo, Martins definió.

Argentina manejó más y mejor la pelota en el segundo tiempo con Banega (el de nivel más alto) y con Pizarro (levantó) que en el primero y se arrimó un par de veces más, pero con menos claridad. Había ataque, pero sin orden, algo lógico porque el desgaste se sentía. Bolivia ya no quiso jugar más. Fue una caída digna. Fue también una pena.



Fichas - Fecha 14 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018.

viernes, 24 de marzo de 2017

Argentina 1 - Chile 0 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018

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Argentina se acerca al Mundial, pero se aleja cada vez más del juego y de la gente
El equipo le ganó a Chile un partido decisivo y saltó al tercer puesto de la tabla. Sólo pudo aguantar. Necesitó de fallos arbitrales cruciales y llegó al final pidiendo la hora. Preocupa.
“Después de ser campeón del mundo no sé a qué me voy a dedicar”. “Lo veo a Messi levantando la Copa en Rusia contra un equipo europeo, posiblemente Alemania...”. El Patón Bauza es demasiado ingenuo y pisa el palito de hablar demasiado y hacer poco -casi nada, diríamos- para cambiar la realidad. Hablar es gratis. Y tiene todo el derecho del mundo de decir lo que quiera. Aunque a veces sus declaraciones suenen a pavadas...

¿Cómo va a salir campeón un equipo que juega como si fuera Nueva Chicago y ¡pidiendo la hora en el Monumental!? ¿A qué Messi ve levantando la Copa del Mundo: el del primer tiempo que levantó a la gente cada vez que tomó la pelota y encaró hacia Bravo o el del segundo, que desapareció sin que nadie supiera dónde estaba?

La lista de responsables de este presente paupérrimo de una Selección que sigue sin enamorar no se puede acotar al técnico y al capitán solamente. La gente vino a ver al Messi del Barcelona y terminó viendo al (árbitro) Sandro Ricci como la mejor versión del (mexicano) Codesal. Porque Argentina le ganó a Chile y se acomodó en la tabla (está en el podio hasta la próxima fecha) porque el brasileño inclinó la cancha y fue clave en el resultado con dos jugadas bien puntuales: no fue offside de Fuenzalida y no hubo penal de Fuenzalida a Di María. Precisamente, el mediocampista del PSG es otro de los apuntados por el hincha. Con la salvedad de que nadio lo insultó ni lo presionó con gritos o cantos hostiles. Ni a él ni a ninguno de sus compañeros. Y hubo varios que reprobaron(Higuaín, por ejemplo) o jugaron muy por debajo de su nivel.

El pedido que apareció hecho bandera (“Hacé lío Messi”) tuvo su correlato únicamente en el primer tiempo cuando el 10 de Argentina levantó a las tribunas. Un detalle no menor. Hubo pocos “barras” en la cancha (en un costado de la Sívori alta apareció una de las banderas de Los Borrachos del Tablón: River Tour). El grueso de la gente vino a ver a la Selección. Al Messi de Barcelona, al Higuaín goleador en la Juventus, al Agüero que tiene un buen presente en el Manchester City. Al Mascherano que juega siempre en el equipo catalán. Y terminó viendo como Mercado se rompió el lomo hasta salir todo roto. A Romero que alternó más buenas que malas. A Otamendi, Rojo o Biglia revoleando la pelota lo más lejos posible para que Chile no le restara a la Argentina dos puntos vitales.

Lo poco bueno se vio en la primera parte, se repite. Pero casi todas las acciones de peligro no fueron por elaboración, por juego asociado, por creatividad, por jugadas preparadas. Nada de eso. Todo nació en pelotazos. Pelotazo de Messi a Di María y salvó Bravo. Pelotazo de Mascherano y Ricci que cobró penal a Di María. Pelotazo de Mascherano y Agüero no alcanzó a cabecear. La única jugada asociada fue el encuentro entre Messi y Agüero (la pelota se estrelló en la parte externa de la red). Y el único tiro libre que terminó en peligro de gol lo ejecutó Messi y Otamendi se comió el gol debajo del arco.

La gente manifestó devoción por el 10 del Barcelona. Parecía que iba a ser su noche. Terminó otra vez en la oscuridad de la incertidumbre: ¿cuál es el Messi que juega en la Selección? Anoche, claramente, no fue el de los 14 puntos, como había dicho en la previa Bauza que juega Leo tanto en el Barcelona como con la celeste y blanca. Al final, estuvo más cerca del de los 5 puntos. Ojo: Messi estiró la ventaja como el argentino más goleador de la historia (58 goles contra 54 de Batistuta). Pero... Siempre hay un pero en la vida del Messi de Selección.

Y la Selección seguirá su vida con ese tercer lugar en la tabla que arañó anoche. Pero seguirá siendo un equipo que no contagia, donde cada avance es una decepción y donde su DT dilapida cada vez más el crédito. Las declaraciones son lindas. Pero los hechos son mejores. Y el único hecho bien visible fue la explosión de la gente que al final se asemejó más que nada a sacarse un peso de encima.



Fichas - Fecha 13 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Argentina 3 - Colombia 0 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018

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Argentina es Messi
El funcionamiento general del equipo no conformó, pero Leo tomó de la mano a la Selección y la sacó del abismo. La goleada ante Colombia la deja ahora en zona de Repechaje y con un panorama mejor.
Espantó a los complejos, logró evadirse del microclima negativo y simplemente fue él: Messi. Entonces, tal como se imaginaba, con el genio a su disposición, la Selección vio la luz y por fin dibujó una sonrisa llena de alivio. Messi era la fórmula obvia para dar un paso adelante. Desde semejante lugar de confusión, no era lógico aguardar una exposición colectiva híper convincente.

No existe ningún equipo capaz de alcanzar una transformación brutal de un partido a otro, mucho menos si viene de sucesivas frustraciones y si las inseguridades acosan a todos. Messi. Siempre Messi. Para creer. Para ilusionarse. Para rescatar a compañeros traumados. Para calmar a un equipo sin identidad nítida.

Para darle paz a un entrenador cuya continuidad caminaba por la cornisa. Unicamente girando alrededor del 10 se entiende por qué Argentina pasó a Colombia con comodidad y se va de vacaciones al menos en zona de Repechaje, pensando en Rusia 2018.

“Hay que ganar como sea”, había dicho el capitán después de la paliza sufrida en Brasil. Justo él, un paladín del juego, dejando las formas a un lado. Los ultra resultadistas tal vez expriman esa frase para decir ahora que Argentina ganó como sea. A no creerles: Argentina ganó con Messi jugando a lo Messi.

Es una bendición ser contemporáneo de Leo y verlo en acción semana tras semana. De nuevo, resultó un goce total. Se hizo cargo de todo. La pidió de entrada y encaró. El triple volante central que ubicó Pekerman para ensuciarle el terreno no sirvió de nada. Mucho menos la elección como lateral izquierdo de Balanta. Partiendo desde la derecha y volando por donde se le ocurría, Messi arrasó.

Barrios, uno de los tres mediocampistas centrales, bajó al 10 cerca del área. Tiro libre frontal para Messi. Con Brasil no había podido superar la barrera. Ahora, a un ángulo, tocando el travesaño, para alejarle aún más la pelota a Ospina. Un cuento más del mejor. Su grito 57 de Selección, el número 17 en Eliminatorias y el sexto de tiro libre. Pero no se conformó. También le puso la redonda en la cabeza a Pratto con un centro delicioso. Dos festejos en 22 minutos para despedazar a una Colombia otra vez tibia ante Argentina, temerosa, que llegaba tan cuestionada como su técnico Pekerman y que terminó peor.

Fue Messi además pura generosidad no sólo con Pratto, sino con otros compañeros. A Mercado y a Otamendi les sirvió tiros libres que no cabecearon al gol por milímetros. A Di María lo dejó mano a mano en una que el zurdo estrelló en un palo. También lo asistió en el tercero, tras robársela a Jeison Murillo, en esa misma acción en la que Higuaín se pasó de largo. Ahí pareció que Leo quería hacerlo anotar al Pipita, cruelmente silbado por todo el estadio instantes antes, mientras ingresaba.

Después de Messi, para celebrar, la Selección apenas regaló a Pratto. De nuevo no le pesó ser el “9”. Resultaron interesantes sus desplazamientos y encontró el alimento que le ensancha el ego a cualquier goleador.

El funcionamiento general del equipo no conformó. No hubo auxilio para Messi. Todo Leo se lo debió autogestionar. Los mediocampistas aparecieron atados en la circulación y con escasa movilidad. Raro en Banega. Poco de Biglia. Bloqueado Di María en la etapa inicial. Lo mínimo de Mascherano, quien sí fue irreprochable en los cortes. Hubo algunas inseguridades en los pases. Hubo fragilidad de Mas en la marca.

Bauza le dio unos minutos a Enzo Pérez, expuso ante la malicia popular un rato a Higuaín (la intención seguro fue regalarle una señal de respaldo) y le otorgó espacio al debut de Acuña.

Aquí, en San Juan, Messi se había lesionado antes de la Copa América de Estados Unidos. Aquí tomó de la mano a la Selección y la sacó del abismo. Ahora habrá un tiempo para buscar el equipo y los intérpretes adecuados. En marzo, será el momento de recibir a Chile, el verdugo en las últimas dos finales perdidas. El morbo se renovará. Que hablen o no con la prensa es un detalle. Ahora Messi salvó a todos, pero no siempre con Leo alcanzará. El genio pide a gritos un equipo. Que Bauza y sus compañeros lo escuchen.



Fichas - Fecha 12 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Brasil 3 - Argentina 0 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018

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Brasil le hizo precio a una Selección que deberá cambiar si quiere ir al Mundial
La apuesta de Bauza duró 25 minutos. Con el 0-1, el contraste se hizo notorio en lo individual y en lo colectivo. El equipo deberá aparecer el martes, en San Juan, ante Colombia.
Tal vez sea pasajera, pero lo que vive hoy la Selección Argentina es una pesadilla. Casi nada queda de la personalidad de un equipo que imponía respeto, que tenía una presencia aun cuando no podía desplegar su mejor juego. Anoche estuvo al borde de un resultado de escándalo ante un Brasil que se floreó de una manera inédita en los enfrentamientos entre ambos en los últimos tiempos y que no alcanzó cifras de catástrofe por centímetros, por azar, porque no era la noche. De no creer: con el 3-0 Brasil le hizo precio al subcampeón del mundo. Y le propinó una paliza que obliga a replantear muchas cosas.

La Selección fue una sombra de la de Sabella, de la de Martino, pero aunque no faltarán quienes carguen todas las culpas sobre Bauza (y tiene una cuantas), el nivel y la reacción de la mayoría de los jugadores asombra y preocupa. Lo peor es que no se trata de una derrota aislada. La situación en la tabla, también insólita, parece poder revertirse, aunque el juego y lo anímico ofrecen muchas más dudas.

Pero vayamos al partido. No fue ningún misterio la apuesta de Bauza. Tener la pelota lejos de su arco, dormir el partido y dormirlo a Brasil. Duró 25 minutos. Pero a esa siesta, Brasil -lejos de molestarle- se la tomó con calma, controló la salida de sus dos laterales para no descuidar a Di María ni a Messi y cuando tuvo la pelota tampoco exageró la velocidad. No tenía apuro. En este guión, Argentina sabía perfectamente qué hacer cuando la tenía Brasil: presionarlo, no dejarlo crecer en el campo. Pero le faltó una segunda parte. Si bien el plan era simple -y mezquino-, fallaron los ejecutores. Sostener el 0-0 ante este Brasil como única opción resulta hasta ingenuo. Se necesita un gol para seguir manejando el partido.

Si Argentina apostó su única bala al 0-0 tal vez se merezca lo que recibió. Con Messi aislado y encerrado entre Fernandinho y Paulinho, ni Enzo Pérez ni Di María fueron capaces de generar desequilibrio por las puntas, y el Pipita Higuaín los veía a todos desde demasiado lejos. Como Messi no fue capaz de desarmar el nudo de camisetas amarillas, lo máximo que podía aportar era llevarse dos marcas y liberar a un compañero. Eso pasó a los 22 minutos, cuando Biglia metió un derechazo cruzado tras pase de Leo y el arquero Alisson reaccionó en forma perfecta. Fue una ilusión óptica.

Tres minutos después se vio una de las grandes diferencias entre los dos equipos: Brasil tiene mucha más jerarquía intermedia que Argentina, aun considerando ese lapso en que las cosas más o menos estaban equilibradas. La otra es que sabe a qué juega. Como ya contamos, Neymar trajo el lunes a Messi en su avión privado, pero después lo dejó solo, mientras él se fue a jugar con Coutinho, Gabriel Jesús, Paulinho y Marcelo. El 10 de Brasil brilló, casi a la altura de un Messi en Barcelona, pero el que abrió el partido fue Philippe Coutinho, con un remate que nadie en el mundo del fútbol desconoce que está entre los mejores del mundo.

Neymar participó en el comienzo de la jugada, pero todo lo hizo el volante ofensivo del Liverpool. Y allí empezó a deshilacharse el plan argentino. Bastaba con ver las caras de Otamendi, Messi y Mascherano para entender lo poco que creían en una recuperación. Hubo un pequeño atisbo de pelea, hasta que en el último minuto de ese primer tiempo Gabriel Jesús entregó un pase mágico para Neymar mientras todo su lenguaje corporal decía que iba a habilitar a Paulinho en la derecha (¿algún argentino que no sea Messi lo puede hacer hoy en la Selección?).

Neymar no paró la pelota, simplemente la acompañó con sutileza al palo más descuidado de Romero. Neymar no sólo hizo todo bien en el partido, también lo hizo todo lindo. Y los volantes y defensores argentinos parecieron descubrir un fenómeno que desconocían. Del otro lado, un Messi abandonado otra vez por su equipo seguía siendo perseguido por tres brasileños aun con el 3-0 sellado y faltando un minuto.

En fin, Brasil dejó desnuda a una Argentina que no llegaba bien vestida y que exige un análisis sobre casi todas sus individualidades. Anoche, siete de los once titulares habían jugado casi dos años atrás la final del mundo no muy lejos de aquí. Pero Mascherano, Biglia, Di María, Romero, Higuaín, no parecen los mismos. En el fútbol no existen los títulos nobiliarios, suele aportar el Maestro Tabárez. Es decir, hay que revalidarlos todo el tiempo. ¿Estará a tiempo la Selección?



Fichas - Fecha 11 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Argentina 0 - Paraguay 1 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018

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Cada vez peor y más preocupada
La Selección jugó muy mal, perdió de local 1-0 ante Paraguay y sumó más incertidumbre por el juego y por la tabla. Ahora le toca Brasil de visitante.
La Selección Nacional aprendió anoche, dándose un golpazo de consecuencias imprevisibles, esa sentencia del ambiente que asegura que en fútbol siempre se puede estar un poco peor. Si se reconocieron con resultados insatisfactorios los empates, de visitante, ante Venezuela y Perú, ¿qué decir de esta derrota lacerante a manos de Paraguay, que venía golpeado tras perder con Colombia en Asunción?

Algo más, y definitivo, dejó este resultado impensado: aún con el peor Messi en cancha, la Argentina fue, es y será mejor con el mejor jugador del mundo en cancha.

No arranca el equipo de Bauza. Es cierto: lleva apenas unos meses como entrenador de la Selección Argentina. Pero el cargo que ocupa no tiene espacios para las excusas. Entonces, no sorprendió que a los 4 minutos de iniciado el juego ante Paraguay la popular Daniel Willington se levantará para pedir por Paulo Dybala, la joya local. Ni se había armado el juego y el Patón ya recibía una protesta. No queda ni el interior del país para este grupo de grandes jugadores -un par extraordinarios- que han tenido malos rendimientos y mala fortuna, también hay que decirlo, en tres finales seguidas. Iban tan solo 32 minutos cuando el estadio se unió en el grito por Dybala. La Selección jugaba mal y los hinchas lo hacían notar. Más: al término del primer tiempo, una cortina de silbidos bajó desde la tribuna. No hubo alusiones al crack faltante, ese que quedó demostrado, una vez más, que no puede faltar. Nunca.

¿Qué sucedió en esa primera etapa? La quietud. Sorprendió la falta de rebeldía de los jugadores para salirse del libreto. Probó con un doble 9 esta vez Bauza, porque el Kun Agüero se paró a un costado de Higuaín y no por detrás. Tampoco funcionó. Mejor el Pipita a la hora de pivotear, pero poco eficaz en las pocas que le quedaron en el área. El Kun tuvo pocas y malas participaciones, y el penal que le atajó Justo Villar en el inicio del segundo tiempo se parece a un capricho de alguien injusto. Porque el delantero de Manchester City está pasando por su peor momento desde que es jugador de Argentina, aunque está claro que no se merece pasarla tan mal dentro de un campo de juego.

Minutos después dibujó una jugada monumental para hacer callar a esos fantasmas internos que le comen la cabeza y Justo Villar, y el capricho de ese alguien malvado, le dijeron que no nuevamente. Por los costados de los delanteros, estáticos, Nicolás Gaitán por derecha y Ángel Di María por izquierda. Metros más atrás de la línea de los atacantes, se movieron Javier Mascherano y Ever Banega. Hay algo que debe decirse: no existe en Argentina un volante que pueda ser el conductor del juego arrancando de tan atrás como lo hizo Banega anoche. Juan Sebastián Verón, acaso, haya sido el último que lo hizo. Así se consumió el juego: los volantes con la pelota, los receptores tapados y sin movilidad. Y la nada. O los múltiples remates desde afuera del área.

Paraguay salió a hacer su juego, el mismo que todos en el Mario Kempes esperaban. Y de una contra llegó el primer tanto. Di María optó por la gambeta en vez de tocar. Perdió y arrancó la contra que terminó en gol de Derlis González. Antes hubo errores de Mascherano, Musacchio y Romero.

El segundo tiempo tuvo un rato fatídico con Agüero de protagonista. El Kun falló en el penal que atajó Villar y enseguida, con una hermosa jugada individual, abdicó otra vez a del arquero. Dybala y Pratto no cambiaron la realidad, Bauza se comió un cambio (Lamela o Correa podrían haber estado al menos un rato) y un collage de gestos de frustración fue anticipando lo que sucedería en el cierre. Silbidos, tan crueles como viscerales, le pusieron música a otra frustración.



Fichas - Fecha 10 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018.

domingo, 9 de octubre de 2016

Perú 2 - Argentina 2 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018

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La preocupación de un paso atrás
Ganaba dos veces, pero Perú le empató. Dejó dudas en el juego, quedó en zona de repechaje y perdió a tres defensores para el cruce con Paraguay.
En retroceso. Así regresará de Lima la Selección Nacional, donde jugó un pobre segundo tiempo, apenas rescató un punto ante el entusiasmo peruano y quedó en el quinto lugar (por diferencia de gol respecto de Ecuador y Colombia) de las posiciones, en zona de repechaje. Dos veces estuvo arriba en el marcador y no pudo resistir, fundamentalmente porque no fue capaz de sostener la tenencia de la pelota, el simple plan del anfitrión, basado en correr sin parar y suplir desde el esfuerzo las limitaciones indisimulables de varios de sus futbolistas.

Lo mejor de la primera parte para la Selección Argentina fue la autoridad y convicción con que se plantó en un campo hostil, que entre lo de adentro y lo de afuera terminó convirtiéndose en una olla a presión que limitó el andar de Perú.

Es que el equipo conducido por el Tigre Gareca no tiene paz con la pelota en su poder porque en cuanto uno o varios intentan construir, rápidamente de las tribunas baja un murmullo hiriente que los limita y maniata.

Como ocurre casi siempre, el gol de Funes Mori (con oficio de delantero para intentar primero de derecha y luego convertir de zurda) vino acompañado de una esencial cuota de serenidad para fortalecer las convicciones.

A Mascherano se le acopló Kranevitter. Juntos se unieron para marcar los tiempos del equipo, tanto en retroceso como en ataque. A su modo, la dupla de mediocampistas de equilibrio marcó todo el tiempo el lugar donde a la Argentina le convenía jugar el partido.

Con la velocidad de Dybala y Di María por los costados, la Selección dispuso de tres situaciones marcadamente propicias como para haber ampliado el marcador y tal vez sentenciar el resultado de modo anticipado. La escenografía ofensiva se completaba con el retroceso de Higuaín para juntarse con los que arrimaban la pelota a tres cuartos de cancha y la aparición de Agüero, para quedar enfrentados con Ramos (el moreno zaguero central que pertenece a Gimnasia y Esgrima) y Rodríguez.

En otro rubro donde los argentinos marcaron supremacía sobre los peruanos fue en los movimiento con pelota detenida. Sobre todo en ataque, donde Otamendi (recibió una tarjeta amarilla y no jugará el martes, frente a Paraguay) y Funes Mori cabecearon o desviaron los balones que llovieron desde los costados, sea de infracciones o de tiros de esquina.

De vez en cuando el fútbol es tan sincero que anuncia un rato antes lo que, más temprano que tarde, va a suceder. Como la Argentina había perdido la pelota y se había metido peligrosamente cerca de Romero, Perú, siempre con Paolo Guerrero como faro para finalizar la jugada, invirtió una buena cantidad de energías en pos del empate. Hasta que la paridad en el marcador cayó en el minuto 12, cuando Guerrero bancó el cierre a destiempo -y sin zurda- de Funes Mori para resolver con la jerarquía de los buenos entre Romero y el primer palo.

Los tardíos cambios de Bauza tampoco alcanzaron para mejorar la imagen. Si bien no se discuten los ingresos de Correa y Banega, pocas dudas caben de que las exclusiones de Agüero y Dybala se demoraron en demasía.

Como respuesta a la fe que le tuvo el entrenador, algún día tenía que caer un gol importante de Higuaín. En el único movimiento en el que él fue buscado y ubicado con cierta ventaja, su definición sensible y exquisita abrió de par en par el portón hacia un triunfo trascendente. Pero Mascherano, uno de los que generalmente se equivoca poco, quiso iniciar una jugada con un toque hacia atrás y Guerrero lo interceptó. El penal de Funes Mori permitió que Cueva le colgara algunas preguntas, sobre funcionamiento colectivo y rendimientos individuales, que requieren una rápidas respuestas.
No debería demorarse más allá del martes venidero, ante Paraguay.



Fichas - Fecha 9 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Venezuela 2 - Argentina 2 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018

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EL EQUIPO DE BAUZA QUEDÓ MUCHAS VECES EXPUESTO
La Selección no jugó bien, pero le puso garra y salvó un punto
La pasó mal ante el equipo más flojo de la competencia, hizo cambios ofensivos cuando quedó dos goles abajo y logró empatar. Dispuso de algunas situaciones para ganarlo, pero también estuvo cerca de perder en los últimos minutos.
Argentina estuvo a punto de sufrir otra derrota histórica ante Venezuela. El 0-2 en el inicio del segundo tiempo lo preanunciaba. El estadio Metropolitano hervía. El público venezolano estaba feliz con su Vinotinto, por un buen rato se había olvidado de todo. Pero Argentina reaccionó y mostró, aún en el desorden, su jerarquía. Lo que no pudo resolver en la primera media hora de juego, en la que fue claramente superior, lo hizo en la parte final. Con el 2-2 quedó expuesta: pudo ganar y también perder.

Hubo una idea. No hubo resolución. Y el equipo terminó desdibujado en ese primer tiempo. Los nombres no alcanzan. En la previa y en la cancha, Argentina es superior a Venezuela. Pero le faltó juego y actitud para demostrarlo. Empezó contenido en las líneas. De a poco se fueron soltando Rojo y Zabaleta. Biglia y Mascherano cumplieron con sus roles. Banega intentó ponerse el traje de conductor, mientras Lamela se recostó demasiado por derecha.

Aislado, por momento levantaba sus brazos para pedirles el balón a sus compañeros. Además, por izquierda Di María era intermitente. Pratto de espaldas al arco trataba de aguantar a los centrales rivales, sin ser abastecido. Un equipo largo, demasiado parecido al último San Lorenzo de Bauza. Aún así, Argentina se acercaba con paciencia al arco de Dani Hernández. Con oficio. Con un poco de toque, llegó por primera vez a los 15 minutos: combinación entre Biglia y Banega y el remate del 10 se fue apenas desviado.

Las intenciones de Argentina comenzaron a chocar frente a un equipo venezolano muy bien parado. Apretando lo más arriba posible, Rincón y Flores fueron ganando el duelo del medio, en especial ante Biglia. Como el equipo de Bauza insistió por izquierda, sorprendió Zabaleta una vez por derecha, tras un buen despliegue de Lamela (único en la etapa) y el peligro lo despejó Peñaranda. Un rato más tarde, el cabezazo de Pratto, tras un centro de Di María, terminó en manos de Hernández.

Venezuela seguía intentando con Añor por derecha. En uno de esos avances, lo encaró a Rojo, le tiró un caño, le ganó la pelota, se la pisó y sacó, en la puerta del área, un zurdazo de ensueño, al ángulo de Romero. Argentina sintió el impacto, no podía reaccionar y la Vinotinto casi marca el segundo, pero hubo milagro en el área argentina.

La parte final comenzó con una lluvia torrencial que hizo más rápido y pesado un campo de juego que no estaba en las mejores condiciones. Argentina salió decidida a buscar el empate pero quedó expuesta a la contra del local. Y enseguida llegó el segundo gol. Rondón le ganó en velocidad a Otamendi, asistió a Josef Martínez, quien primero engañó a Romero y luego definió.

La reacción de Argentina llegó a tiempo, ayudada por el retraso de líneas de Venezuela. Una buena acción de Lamela dejó a Pratto en el área, el Oso peleó, luchó y convirtió. Los cambios de Bauza le dieron más explosión arriba y siguió buscando. Llegó el empate de Otamendi. No se animó a definirlo Pratto. El palo salvo a Romero en los minutos finales. Y todos vibraron hasta el último segundo en el Metropolitano con un partido mucho más parejo de lo previsto.



Fichas - Fecha 8 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018.

sábado, 3 de septiembre de 2016

Argentina 1 - Uruguay 0 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018

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ARGENTINA QUEDÓ PRIMERA DESPUÉS DE JUGAR 45 MINUTOS CON UN HOMBRE MENOS
La era Bauza arrancó con una victoria sin brillo y sin apremios
Hubo compromiso, orden y paciencia. La expulsión de Dybala obligó a retroceder, pero Uruguay no inquietó.
La función la regaló Messi. La sobriedad, de la mano de Mascherano, la entregó el equipo. Con ese combo, Argentina dio un paso inmenso. De aquel cóctel explosivo tras la final perdida con Chile, con la renuncia de Leo y el posterior adiós de Martino, supo la Selección regresar con una sonrisa comandada por el capitán que al final no se fue.

No resultó una exhibición, es cierto. Pero encierra un gran valor la victoria. Porque el rival era el bravo Uruguay, con Suárez, y jamás inquietó aunque jugó un tiempo con un hombre más. Y porque con este triunfo Argentina se subió a la punta de las Eliminatorias. Escenario ideal para el nuevo ciclo que nace con Bauza.

Messi emocionó con su compromiso, pidiéndola, buscándola, esforzándose para retroceder y cargándose la responsabilidad aún más en inferioridad numérica. Y la fortuna, como otras veces no lo ayudó, aquí lo premió con ese desvío fortuito de la victoria.

Del 4-3-3 de Martino a este 4-2-3-1 de Bauza, sin Banega y con Dybala, la diferencia mayor pasa por algunos matices del medio hacia arriba. Sin Ever y con el cordobés, hay una pieza menos pulcra en la construcción pero una más filosa en la antesala de la definición. Es interesante la intención de Bauza. Eso sí, con Dybala hasta que fue expulsado (discutible la primera amarilla) no alcanzó para que el equipo nutriera al debutante Pratto, quien se mostró generoso para bajar a pivotear, aunque nunca la Selección lo puso en posición de gol. Con más rodaje seguro se lubricará el circuito. Sin Banega, la pelota pasó mucho y bien por Mascherano (clarísimo para decidir), y en menor medida por Biglia.

Es lógico que haya cuestiones de funcionamiento a purificar. Fueron apenas dos prácticas. Faltó más juego externo. Con un Di María apagado, casi no hubo situaciones provocadas por afuera. La más peligrosa fue la que nació en un gran pase de Mascherano, la bajó Mas de cabeza y Messi sacó un remate que se desvió en Giménez. Después, hubo una tendencia a la centralización.

En un desarrollo con nítido control de Argentina pero escasas llegadas, la emoción se generaba con la electricidad de Messi o el picante Dybala, quien dibujó un zurdazo que dio en el palo, pegó en Muslera y salió. El ejemplo de lo que se generó en las áreas fue el gol: pateó Leo desde afuera, rozó en Giménez, desorientó al arquero y adentro. Azar también se necesita.

No hubo obsesión de Argentina por salir jugando ni por presionar arriba. Sobraron paciencia y orden. El oficio del equipo se ratificó en el segundo tiempo, con un hombre menos. Ahí Uruguay, aun con Suárez y Cavani, no asustó nunca. Para que eso sucediera, además, influyó la solidaridad de todos (Messi incluido) para cubrir espacios. Los cambios fueron lógicos: Alario, que entró por Pratto, no fue de “9”, donde quedó Messi: se ubicó como “8”. Buscó Bauza altura para la embestida final uruguaya. Y Argentina no se quebró ni se encerró. La tormenta pasó.



Fichas - Fecha 7 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018.

miércoles, 30 de marzo de 2016

Argentina 2 - Bolivia 0 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018

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EL PARTIDO SE PARECIÓ A UN TRÁMITE ANTE UN RIVAL DÉBIL Y QUE NUNCA INQUIETÓ
Argentina cumplió y ganó, pero se quedó corta de goles
La Selección giró alrededor de un Messi otra vez determinante. Higuaín fue titular y salió ovacionado.
Argentina hizo los deberes. Si todo el mundo futbolístico en la previa auguraba un triunfo ante esta débil Bolivia el equipo argentino no hizo otra cosa que cumplir con las expectativas y así cerrar esta serie de dos partidos con 6 puntos, que le sirven para acomodarse mejor en la tabla de aspirantes al Mundial de Rusia 2018. Que no fue una actuación para el recuerdo, es cierto. Que debió haber sido por una diferencia mayor, también. Que se pareció más a un trámite que a un partido de alta exigencia, es otra de la verdades que entregó la primaveral noche cordobesa.

Sirve, claro que sirve. Porque se sumaron otros tres puntos. Para trepar en la tabla y para seguir afirmando la idea de juego del entrenador. Además el seleccionado ensayó algunas variantes y reguló cuando supo que no se le podía escapar este partido. Lo hizo alrededor de un Lionel Messi otra vez determinante. Con la pelota y sin ella, porque en muchas jugadas se observó el excesivo celo de sus adversarios por neutralizarlo y eso le permitió a varios de sus compañeros aparecer en situación de gol.

Si hubo una virtud de Argentina en el primer tiempo fue la paciencia. Porque si bien arrancó el partido a puro vértigo y a los 10 segundos Di María y Banega en una misma jugada coquetearon con el primer gol, el equipo no entró en la desesperación. Ante un conjunto como el boliviano que se paró muy atrás con 5 defensores y un volante tapón (Danny Bejarano) que muchas veces se ubicó cerquita de la zaga central, los de celeste y blanco hicieron circular la pelota, una y otra vez. La mayoría de los intentos fueron por la izquierda y Messi se retrasó para quebrar líneas con toques de primera. La temprana lesión de Di María hizo que Marcos Rojo trepara más por su sector para auxiliar a un Ever Banega muy activo, al igual que el Pipita Higuaín.

Hubo un par de aproximaciones al inseguro Lande antes de que se rompiera el cero. Hasta que la repentización de Messi sirvió como prólogo de una buena definición de Higuaín, un rechazo y la aparición sorpresiva de Mercado para empujarla. Bolivia no reaccionó nunca en ese primer tiempo y solo cabía esperar el segundo gol. Que llegó por el regalo del árbitro venezolano. Para que entre en la historia Messi con su gol número 50 con la camiseta albiceleste.

Para el segundo tiempo Bolivia metió dos variantes y se paró unos metros más adelante. Poco se modificó: Romero sólo fue exigido con un tiro libre de Smedberg.

Argentina insistió aunque a veces con algo de lentitud y repiténdose por el medio, en lugar de progresar más por los laterales. A pesar de esas deficiencias, hubo varias situaciones propicias para que llegara el tercero. Todos esperaban que fuera de Messi, pero Lande tuvo una de las mejores atajadas de su carrera cuando le desvió ese tiro libre a los 37 minutos. Y tuvieron otras chances Angelito Correa (que mostró destellos pero apresuramiento en los últimos metros), Banega y dos veces Rojo.

Sirvió este partido, además del resultado positivo, para evaluar a las modificaciones que realizó Martino. Demichelis y Pinola se mostraron seguros en la marca, aunque el adversario haya sido muy poco profundo. Varias veces se ofrecieron como salida segura y sin abusar de los pelotazos. Mascherano exhibió otra vez su conocida regularidad e Higuaín que se llevó del Kempes una ovación estremecedora cuando fue reemplazado por Agüero, estuvo muy participativo, rápido e intervino en muchas maniobras ofensivas con acierto. Solamente le faltó el gol.

Al cabo, una victoria que dejó con satisfacción a medias a las 57 mil personas que colmaron el estadio. Todos se olvidaron del estado del campo de juego, disfrutaron de las genialidades de Messi y se fueron a sus casas sabiendo que Argentina hizo lo que ellos esperaban: ganar. Aunque se hayan quedado con las ganas de gritar algún gol más.



Fichas - Fecha 6 - Eliminatorias Mundial Rusia 2018.

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