Racing Club Campeón Superliga Argentina de Fútbol 2018/2019
SÓLO UNA DISTRACCIÓN EN EL FINAL LO PRIVÓ DE UN TRIUNFO QUE MERECIÓ AMPLIAMENTE
Un equipo que mostró toda su inteligencia ante el bravo Tigre
Racing fue dúctil a lo largo del torneo. Y en Victoria ratificó sus cualidades. Solari anotó el gol; igualó Rodríguez.
Demostró ser un equipo inteligente este Racing de Coudet. Flexible es una palabra que empieza a estar de moda en el fútbol mundial. Y la Academia logró ser varias cosas al mismo tiempo en los últimos meses. Ya no existe el equipo desbocado que va al frente segundo a segundo sin mirar atrás. Ayer, Tigre le regaló la pelota y el espacio y la visita supo qué hacer. Aceptó el reto, muy a pesar de que se sabe que el partido que más cómodo le queda es el del golpe por golpe.
Tocó y tocó Racing, tuvo paciencia y mucha movilidad. Matías Zaracho juega como si fuese un veterano: no le pesó tener la pelota en los pies. Y mejor: disfruta de esas secuencias. Entonces el nacido en Wilde, que luce cada vez más maduro y cuyo techo no parece fácil de divisar, manejó los hilos del equipo, juntándose con Solari, Pol Fernández, Nery Domínguez y los delanteros.
Las dos situaciones más claras de la primera etapa (la definición al palo de Darío Cvitanich luego de un centro de Saravia y el remate de Licha López que sacó de manera espectacular el arquero Marinelli) fueron hermosas jugadas colectivas.
Tigre resignó protagonismo. Pipo Gorosito buscó que Racing hiciera el desgaste en la primera etapa para salir con fuerza en la segunda. Pero fue demasiado mezquino el local. Apostó al contragolpe, aunque nunca encontró mal parado al rival. Estuvo lejos de ser el equipo que sorprendió en los últimos partidos.
El gol de Augusto Solari, luego de un grosero error de Marinelli, fue producto de una contra. Ahí aparece otra cuestión destacable para Coudet: Racing puede ser el del golpe por golpe, el de la posesión y también el del contragolpe. Y por qué no el defensivo, porque en los minutos finales sumó marcadores centrales y mediocampistas para aguantar la ventaja.
Un gesto: Lisandro López no festejó el gol. Se llevó las manos a la cabeza y casi se larga a llorar. Abrió los ojos y les dijo a los defensores que jugaran tranquilos. Y minutos después tuvo tiempo para retar a sus compañeros que festejaban cuando el partido no había terminado. Es que el equipo se relajó y sufrió el empate. “Acá no festejen. Termina y festejamos adentro”, los retó. Un líder.
Porque eso también tuvo Racing. Juego, astucia, madurez. Un conductor en el banco y un líder adentro. Demasiados argumentos como para no ser un justo campeón.