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sábado, 23 de diciembre de 2023

River Plate Campeón Trofeo de Campeones 2023

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EL ÚLTIMO TÍTULO DEL AÑO
River le ganó a Central, cerró el 2023 como el mejor del año y le sumó la emoción por varias despedidas
El equipo de Demichelis fue superior y se quedó con el Trofeo de Campeones. La final significó el adiós de los históricos Enzo Pérez y Maidana, y casi con seguridad de Nicolás De La Cruz.
En una noche especial y emotiva, por las despedidas de los históricos, River cerró el 2023 con otra alegría. En Santiago del Estero, derrotó 2-0 a Rosario Central, cosechó su segundo Trofeo de Campeones, el título 71 de su historia y, más allá de sus vaivenes, terminó siendo el mejor equipo del fútbol argentino en el año. Ratificó en el Madre de Ciudades lo hecho en la Liga Profesional, en la que fue campeón de punta a punta y la distancia que sacó sobre el resto en la tabla anual.

El partido, que no tuvo la tensión de otras finales, arrancó como se prevía. Con River manejando la pelota y siendo protagonista y Rosario Central replegado, agazapado. Más allá de las posturas que habitualmente tienen ambos equipos, era lógico que esta situación pudiera presentarse desde el inicio.

Es que River llegó más descansado a esta final por el Trofeo de Campeones, con piernas más frescas. Su último partido, justamente ante Central, había sido 13 días antes, cuando quedó eliminado de la Copa de la Liga. En cambio, el conjunto rosarino jugó la semana pasada en este mismo escenario, donde le ganó a Platense y logró el título que le dio el pasaje a esta definición.

Entonces, el equipo de Miguel Ángel Russo padeció el encuentro. Y River lo aprovechó. A tal punto que le creó una decena de chances en el primer tiempo, en el que pudo haber goleado y cerrado el partido con mucha anticipación, pero por el gran trabajo de Jorge Broun sólo pudo convertir un tanto. Fue un peloteo a Fatura, que respondió muchas veces para evitar la caída de su arco. Y también hubo otros remates que dieron en los postes.

El gol de River llegó a través de una contra, una recuperación de Esequiel Barco, quien abrió para Pablo Solari, y, como un antiguo wing, el ex Colo-Colo tiró un centro venenoso que Colidio empujó.

River abrió el partido con la fórmula de Central, que había apostado a la contra con pelotazos largos, pero recién en la última parte de la primera mitad aparecieron sus mejores jugadores, como Malcorra, Lovera y Campaz. Sólo en ese momento el encuentro se hizo de ida y vuelta, con el mediocampo como zona de tránsito.

Antes, fue un monólogo de River. Y todos los jugadores de ataque tuvieron la posibilidad de convertir. La primera la tuvo el Diablito Echeverri, quien por fin tuvo su chance como titular. Una volea de frente al arco se fue apenas desviada.

Encendido, el juvenil le hizo honor a su apodo y por momentos fue un infierno para el doble cinco y los defensores rivales. A pura técnica, metió pases profundos, como cuando dejó mano a mano a Solari y hasta se animó a tirarle un caño a Malcorra. También hizo buenos movimientos de desmarques y diagonales al espacio. Se complementó bien con Barco, otro jugador de River que puso su talento al servicio de la generación de juego. Lo mismo Colidio, muy activo para armar jugadas.

Ese ataque millonario estuvo bien sostenido por Enzo Pérez, quien en su última función sacó todo el aire de sus pulmones para correr de un lado a otro y también marcar el ritmo de los pases.

En el inicio del segundo tiempo, Central buscó meterse de nuevo en el partido, pero el trámite siguió siendo de River. Y más aún después de la expulsión de Campaz. Broun volvió a tapar varias. Hasta que Barco habilitó a Nacho Fernández, quien convirtió el segundo y sentenció la final. Después, le anularon un gol a Central por offside.

La noche terminó a pura emoción con el ingreso de Maidana por Enzo Pérez. Y una ovación gigante y eterna para dos héroes.



¡¡Felicitaciones Millonario!!

martes, 8 de noviembre de 2022

Racing Club Campeón Trofeo de Campeones 2022

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UN PREMIO CONSUELO PARA UNA ACADEMIA QUE QUIERE MÁS
Racing tuvo su tiempo de revancha y se quedó con la última sonrisa del año en una final que terminó en papelón
Hubo diez expulsados, siete de Boca y tres de Racing, y el partido se suspendió. La gente no merecía un desenlace así.
No merecía la fiesta que hubo en las tribunas del Estadio Único La Pedrera ese final escandaloso del que fueron protagonistas los jugadores de Boca y de Racing y el árbitro Facundo Tello, con 10 expulsados, 7 por un lado y 3 por el otro, y que finalmente fue suspendido por inferioridad numérica del Xeneize. Fue un verdadero papelón.

Se echarán culpas en las declaraciones los unos y los otros, que el árbitro cobraba todo para ellos, que algunos jugadores iban con mala intención a disputar algunas pelotas, que las manos que fueron o no. Tanta intensidad los pasó de rosca.

Pero la fuerte discusión que arrancaron Sebastián Villa y Johan Carbonero en el final del tiempo reglamentario se agigantó después del gol de Carlos Alcaraz. Ese desahogo de Emiliano Insúa que Luis Advíncula interpretó como burla y le tiró un cabezazo; ese festejo del goleador, con el corpiño electrónico puesto y la camiseta en una mano, la mirada fija en la hinchada de Boca, que desató la ira de los jugadores y la gresca se generalizó.

Las rojas se multiplicaron hasta quedar Boca impedido de continuar reglamentariamente. Mientras los jugadores de Racing festejaban, los otros rodearon a Tello acumulando reclamos y reproches. Hasta que se fueron calmando. Y otra vez la gente aportó mayor cordura que los protagonistas. “Dale campeón” gritaban los académicos, que tanto sufrieron en el año y en especial en la definición del último torneo. “Dale campeón”, cantaban los hinchas xeneizes despidiendo a sus hombres con aplausos, mientras algunos ofrendaban sus camisetas. Pero los campeones dejaron mucho que desear.

Pero el show debe continuar. Con la sangre aún hirviendo, los organizadores empezaron a armar el escenario para los festejos, como si nada hubiese pasado. Hubo aplausos, medallas, besos, trofeo, pirotecnia y hasta palabras con algo de emoción de Iván Pillud. Todo estaba preparado para una fiesta que los protagonistas se encargaron de arruinar. Fueron los campeones del papelón.

Es cierto que empezó picante el partido. Hubo un gesto de los jugadores de Boca unos minutos antes que fue toda una declaración de principios. Con las copas ganadas este año, la de la Copa y la del Torneo de la Liga Profesional, saludó a su gente, que aplaudió y alentó a rabiar porque entendió el mensaje. El rival, Racing, estaba ahí pero no había sido campeón en el año, sólo por cuestiones reglamentarias. Pero la final había que jugarla y uno de los dos sería nuevo campeón.

El primer tiempo fue ganando emoción e intensidad con los minutos. Después de un leve intento de Racing de manejar la pelota y llegar con profundidad (remató Maxi Romero, pero sin fuerza), enseguida Boca se acomodó y le ganó el medio, porque Moreno quedó demasiado solo en la marca. Estaba mejor el equipo de Ibarra cuando llegó el 1-0 de Briasco, después de un gran centro de Fabra desde la izquierda y una buena definición del ex Huracán.

El interrogante era saber cómo reaccionaría la Academia, que poco había hecho hasta ese momento. El mayor inconveniente era que no lograba tener peso en el área de Rossi. Por eso se animó a patear Matías Rojas cuando advirtió que ningún rival se le acercaba. Le pegó bárbaro, fuerte, de zurda, pero también contó con la complicidad del arquero xeneize, al que le venció las manos.

El empate revitalizó la final. Por el lado izquierdo, llegaba mejor Boca con Villa y Fabra. El delantero metió dos centros cruzados que se fueron muy cerquita del palo izquierdo de Arias. Racing también tuvo su chance con un cabezazo de Hauche que se fue apenas desviado. Y en la última jugada del primer tiempo, tras un tiro libre para Boca, Pol Fernández punteó el balón ante la mala salida de Arias y se fue por arriba del travesaño.

Pasó rápido la primera etapa, un signo de que no fue aburrida. Pero no se jugó bien. Lo mismo sucedió en el segundo tiempo. Hubo situaciones de gol, alguna polémica, una desacertada tarea del árbitro mundialista y la temperatura ambiente subió en el final que terminó con las expulsiones de los colombianos Villa y Carbonero por agredirse.

El déficit de Racing cuando tuvo el control del partido fue la falta de definición. Es cierto que tuvo la más clara con ese remate de Alcaraz que dio en el palo, pero cada vez que dominaba a Boca, desaceleraba y dejaba crecer a su rival. Se sabe, Boca no juega bien. Pero por momentos es sólido atrás, tiene un bastión en el medio como Alan Varela, que también se fue expulsado por doble amarilla, y el desequilibro de Villa. Pero en la última media hora del tiempo reglamentario estuvo perdido y los ingresos de Langoni y Benedetto apenas se notaron.

El alargue, con lo que todo lo que pasó, resultó una parodia de un partido ya no valía la pena analizar.



¡¡Felicitaciones Academia!!

jueves, 3 de noviembre de 2022

Tigre 2 - Racing 3 - Trofeo de Campeones 2022

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LA ACADEMIA REACCIONÓ A TIEMPO, SUPERÓ A TIGRE Y JUGARÁ LA FINAL CON BOCA
Racing puso el corazón, dio vuelta el partido y derrotó a sus propios fantasmas
Perdía 2-0 al término del primer tiempo, dejando una imagen muy pobre. Pero cambió la actitud, llegó al 2-2 y lo ganó en el final del alargue con gol de Hauche. Polémica por el arbitraje.
De pasar vergüenza a ganar con el corazón. De dos golpes que lo dejaron groggy a soñar con el cinturón de campeón. De mostrarse como un equipo desangelado, con las piernas caídas y sin actitud a una reacción que se esperaba después del torneo que se le escapó en la última fecha y ese primer tiempo lamentable. Dio la cara Racing. Lo ganó de arrebato en el último instante del alargue, cuando todos los caminos conducían a los penales. Y ahora tendrá una posibilidad inmejorable de terminar la temporada con otra final, el Trofeo de Campeones, justo contra Boca.

Ese freno de Johan Carbonero y el cabezazo goleador de Gabriel Hauche le dieron el triunfo en un desenlace propio de una película dramática. Lo perdía 2 a 0 y lo ganó 3 a 2. ¿Qué les habrá dicho Fernando Gago en el entretiempo a sus jugadores? Daba la sensación de partido de fin de ciclo. Tigre dio todo. Incluso, jugando una hora y media con un hombre menos por la expulsión de Luciatti, un horror de Darío Herrera. Los cambios de Diego Martínez no funcionaron, pero poco podrán reprocharles a esos futbolistas que se brindaron, en especial Equi Fernández, que aguantó el ritmo.

El mensaje de los los hinchas cuando terminó el primer tiempo expresó el sentimiento popular y fue una devolución a lo que reflejó el equipo sobre el césped del Ducó. “Movete, Racing, movete; movete, dejá de joder”, bramó la gente. Y siguió con silbidos. No era para menos. La Academia había mostrado una de las peores versiones del ciclo de Gago.

Y pareció tocar el orgullo de los futbolistas de celeste y blanco. Porque en el segundo tiempo, hubo otra impronta. Más enérgico, más concentrado, dispuesto a cambiar la imagen. Había predominado el desorden, la anarquía en la etapa inicial. Lo remontó en el segundo tiempo con un extraordinario Jonathan Gómez, que había mostrado los dos rostros del teatro. Cometió un penal y quedó en la foto del segundo gol de Tigre, pero asistió a Maxi Romero en el descuento y pegó el grito del empate.

El Matador, diezmado, tuvo que multiplicar esfuerzos por la expulsión de Luciatti y terminó pidiendo la hora para llegar al alargue y reemplazar a Víctor Cabrera, zaguero central lesionado que jugó de “9” el último tramo del tiempo reglamentario.

Racing se había dejado llevar por delante. Lejos de esa postura avasallante que lo caracteriza, se lo vio aturdido en el primer tiempo, como si el mazazo de River aún lo tuviera anestesiado. Tigre, en cambio, se había mostrado intenso, concentrado, imponiendo condiciones. Con un futbolista diferencial: Facundo Colidio.

El pibe que surgió en Boca y muy pronto fue transferido al Inter es un delantero que tiene grandes cualidades técnicas. Entonces, no juega estacionado en un sector de la cancha. En ese 4-2-3-1 que presentó Martínez, retrocede, arma el circuito de elaboración y maneja los dos perfiles. Esa dinámica propia contagió en el funcionamiento colectivo. Tigre tuvo muy claro el plan. Amenazante con Mateo Retegui, el goleador de la Liga Profesional, detrás asomó un volante mixto como Equi Fernández. Por afuera, por adentro, ganaban terreno los jugadores de Victoria.

Empujaba Tigre y Racing apostaba a la contra con algún pelotazo largo de los centrales. Hasta que encontró el gol en un penal muy polémico de Gómez sobre Retegui que Herrera convalidó vía VAR. El propio Mateo ejecutó y no falló.

Entonces, llegó un grosero error del árbitro y esta vez no pudo intervenir Fernando Espinoza detrás del monitor en Ezeiza porque no fue roja directa la de Luciatti.

Martínez reamó la defensa con el ingreso de Brian Leizza y la salida de Blas Armoa. Se esperaba una actitud diferente de Racing, pero Tigre no perdió el eje. Y entre la apatía ajena y el amor propio, llegó el segundo. Empezó y terminó en los pies de Colidio, el mejor. Fallaron Iván Pillud y Gabriel Arias. Con uno menos, el Matador logró lo impensado en un momento clave del partido.

Copetti reclamó un penal en una jugada que anticipó Leizza y salió lesionado. Entró Maxi Romero que casi logra el descuento en el final, pero Lucas Blondel llegó justo para cruzar en la línea de sentencia.

En el segundo tiempo, la primera jugada, un remate de Gómez que tapó Marinelli, ya dejó ver otro Racing. El arquero de Tigre le sacó una pelota del ángulo a Romero. Todo fue de la Academia, que descontó rápido. Y lo empató Romero. El ingreso de Sebastián Prediger le dio un mayor equilibrio al Matador.

Sin embargo, Racing llevaba el peso del partido. Lo hizo hasta el segundo tiempo extra. En el final, parecía que Tigre lo emparejaba. Hasta que llegó el gol del Demonio. Y los hinchas se fueron felices. Por la victoria y porque hubo una gran reacción.

martes, 21 de diciembre de 2021

River Plate Campeón Trofeo de Campeones 2021

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EL GANADOR DEL ÚLTIMO TORNEO SE LLEVÓ EL TÍTULO ANTE EL VENCEDOR DE LA COPA DE LA LIGA
Con una goleada, River despidió el año como el campeón de los campeones
Venció 4-0 a Colón con una fenomenal actuación de Álvarez, que hizo un doblete y participó de los otros dos. El equipo de Gallardo ratificó su poderío ante un rival que no era sencillo.
Le sienta muy bien Santiago del Estero a River. En esta tierra consiguió dos de los tres títulos que ganó este año. El primero en marzo cuando goleó a Racing y obtuvo la Supercopa Argentina. El segundo, anoche, al derrotar a Colón y quedarse con el Trofeo de Campeones para gritar nuevamente campeón como pasó hace menos de un mes al ganar la liga local.

La atmósfera del partido era ideal. Salvo por el agobiante calor, claro. Pero hubo un contexto que no es habitual en el fútbol argentino. Un estadio con mitad de una hinchada y mitad de la otra. Con mucho color y a puro canto en las tribunas de un estadio como el Madre de Ciudades que tiene todas las características a la de uno mundialista.

Todo esto, sumado a las virtudes de ambos equipos hacían presagiar un encuentro vibrante, emotivo, de ida y vuelta. Sin embargo, el partido recién se activó cerca del final del primer tiempo cuando Julián Álvarez entró como una tromba entre los dos centrales y colocó la pelota junto a un palo tras un calificado centro de Simón. Esa fue la única jugada en la que el equipo de Gallardo encontró varios pases seguidos, más allá de un desvío que hizo que la pelota derive en el juvenil mediocampista antes del centro a Álvarez.

Hasta ese momento, contrariamente a lo que se venía viendo en gran parte de la liga que ganó hace menos de un mes, River estuvo impreciso. Y escasearon los pases filtrados. Por lo tanto, Álvarez le quedaba aislado y Julián debía rebuscárselas individualmente como en esa jugada en la que sacó un zurdazo de la galera que Burián sacó al córner.

Gallardo decidió poner a Paradela desde el arranque y un esquema con cinco volantes. Tal vez para espejarse con Colón que suma mucha gente en la mitad de la cancha. Entonces, el partido se transformó más en un tablero de ajedrez. Y el calor influyó para que el juego sea espeso.

Colón en la primera mitad inquietó a River por la banda derecha pero no pudo terminar de aprovechar las desinteligencias entre Paradela y Casco y Casco y Martínez. El marcador central sufrió horrores a Ferreira (cuyo pase pertenece a River) por ese sector y a Farías cuando se tiraba por esa banda. Pero al Sabalero le faltó peso arriba.

En definitiva, ambos jugaban con cinco volantes, distribuidos en el caso de River con Zuculini detrás de una línea de cuatro que armaban Simón, Enzo Fernández, Palavecino y Paradela, mientras que, en Colón, Ferreira y Bernardi se ubicaban por delante de Castro, Lértora y Aliendro. Y los también jugaban con “falso 9” ya que ni Álvarez ni Farías, las joyas de cada equipo son centrodelanteros. Pero Álvarez tuvo más oficio al saber meterse entre los centrales y River se fue al descanso con ventaja.

Y si alguien se había preguntado por qué Gallardo puso a Paradela de entrada, la respuesta estuvo en el inicio del segundo tiempo cuando el ex Gimnasia recuperó una pelota en la mitad de la cancha y esta vez sí le dio el físico para llegar hasta el área rival luego de tirar una pared. Y en el esfuerzo final de esa corrida buscó a Álvarez, quien guapeó y convirtió el segundo gol, para delirio de todo el pueblo riverplatense.

Cuando River no encontraba el rumbo, Julián Álvarez lo enderezó con dos estocadas, una al final de la primera parte y otra al comienzo del segundo tiempo. Al final terminó goleando con las apariciones de Rollheiser y Carrascal. Fue al fin y al cabo una síntesis perfecta de lo que ocurrió en la última parte del año cuando el equipo del Muñeco se encaminó a la coronación en el campeonato local. Y cerró el año con otro título, esta vez con una goleada en un ciclo que sus hinchas jamás olvidarán.

La noche perfecta.



¡¡Felicitaciones Millonario!!

lunes, 16 de diciembre de 2019

Racing Club Campeón Trofeo de Campeones 2019

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LE GANÓ 2-0 A TIGRE EN MAR DEL PLATA CON DOS GOLES "CALCADOS" DE MATÍAS ROJAS
Racing tuvo que esperar 52 años para disfrutar una fiesta repetida
En marzo ganó la Superliga. Dos títulos en un mismo año es un hecho inédito que no sucedía desde El Equipo de José, ganador en 1967 de las Copas Libertadores e Intercontinental.
La estrella que se graba en el pecho celeste y blanco es un orgullo para esos hinchas. También, un broche de oro para el ciclo de Eduardo Coudet. Racing es campeón y ya no hay que recurrir a la enciclopedia. Dos veces en el mismo año, un hecho inédito en HD. Una utopía de su época dorada, aquella del color sepia, la del legendario zapatazo del Chango Cárdenas. Entonces, ganó la Libertadores y luego se hizo dueño del mundo ante Celtic en Montevideo. Todo en 1967. Y ya no hay que entrar en el túnel del tiempo. Si conquistó la Superliga en marzo, justamente en Victoria, hogar de Tigre. Y alza el Trofeo de Campeones este 14 de diciembre, fecha patria para la Academia. A un lustro del gol de Ricardo Centurión y la vuelta olímpica con Diego Cocca. A un siglo del mayor logro de su vida, el heptacampeonato. Porque la historia se cuenta completa, claro.

Y comenzó hace nueve meses, como si se tratara del alumbramiento de un 2019 inolvidable. Fue el 31 de marzo. En la casa de otro José, Dellagiovanna. Racing empató ante Tigre y ganó su 18º liga local. Entre aquella noche y esta que se cierra en el José María Minella, pasó de todo. Incluso, el Chacho se bajó del barco a mitad de camino. Anunció en la intimidad que se irá al Inter de Porto Alegre. Hubo bronca por la cortina de humo. Sobre todo por los desniveles del equipo. Pero a esta altura, "y ya lo ve, y ya lo ve, es el equipo de Coudet", baja desde cada rincón de la tribuna. Como aquel de José, sí, otra vez José, Pizzuti, el último entrenador bicampeón.

"Agradecido. Les puedo prometer que voy a volver algún día, pero nunca voy a cruzar de vereda para dirigir a Independiente", dispara el Chacho, embravecido, amigo de Jorge Sampaoli, el técnico que lo pudo suceder, el que rompió relaciones con Sebastián Beccacece, su continuador. Y explotan los papelitos de colores sobre el escenario. Y levanta Lisandro la Copa. El capitán, el emblema, el ídolo, el que no necesita ser acompañado por el apellido. El Licha que jugó un ratito porque a pesar de la lesión no se podía perder la ovación. Y se dibuja el 37º título del club en las camisetas diseñadas para la ocasión. La 13ª copa nacional. Como River y Boca. Racing hoy se jacta de ser el tercero en discordia mientras intentan enderezar el rumbo Independiente y San Lorenzo, los otros grandes.

Es la noche de la redención de Matías Rojas, el paraguayo que se despegó la bronca de los murmullos con un grito al mejor estilo del fútbol inglés, festejando rabioso de cara a los hinchas, el primero de esos dos impactos que quedarán grabados a fuego en su piel. La de Walter Montoya, el chaqueño que había pegado el salto a Europa, pretendido por River y Boca, pero no había dado la talla con la camiseta de la Academia. La del Churry Cristaldo, denunciado por violencia de género, condenado por la sociedad, de polémica presencia aunque el club no haya hecho otra cosa que respetar su principio de inocencia.

Los tres fueron clave en el éxito de Racing. También, Gabriel Arias que le puso un candado a su arco cuando Tigre intentó pegar el zarpazo. Suena Américo, la canción que los hinchas le dedicaron al vecino rojo cuando cayó en desgracia. "Este 2019 no se olvida más. Empezamos campeones, terminamos campeones. Y vamos a ir por más", grita Darío Cvitanich, otro punto alto en Mar del Plata. El ídolo ex Banfield que muy pronto pareció criado en Mozart y Corbatta. Y por ahí anda Iván Pillud, el único jugador que ganó tres títulos en el nuevo milenio con los ojos enrojecidos de lágrimas.

Sí, Racing es campeón. De nuevo y en el mismo año. No es un sueño. O sí. Es lo que vino a buscar la multitud que llegó a estas arenas a bordo de la mayor ilusión. La que fue una costumbre en sus albores: la cotidianidad de la gloria.



Felicitaciones Academia!!!

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