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lunes, 28 de diciembre de 2015

River 0 - Barcelona 3 - Mundial de Clubes 2015

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RIVER QUEDÓ LEJOS DEL PARTIDO PERFECTO Y BARCELONA IMPUSO LA ENORME DIFERENCIA INDIVIDUAL
Misión imposible
La presión pensada por Gallardo dio frutos hasta el gol de Messi. El Barça no hizo más goles porque no se lo propuso.
Cuando el Barcelona juega así, con todas sus figuras enchufadas en corriente continua, resulta una misión imposible ganarle. A River y a cualquier otro equipo del mundo. Lo demuestran los hechos ampliamente contundentes. Cinco de los seis títulos que disputó en los últimos 18 meses y consiguió este año marcan su impresionante nivel. El único que ganó “el sextete” -como lo definen en España- fue el Barça de Guardiola en 2009. Precisamente, desde 2009 hasta hoy, el conjunto catalán obtuvo 12 de las 14 finales a partido único que disputó. “¡Qué siga la fiesta!”, pidió su entrenador Luis Enrique. Y qué fiesta... “Estos jugadores ya demostraron el afán ilimitado por seguir ganando títulos y el modo en que los gana: con el atractivo estilo Barça y con un perfil de jugadores únicos. El reto es seguir ganando todo. Cómo juega el equipo y cómo se divierten en la cancha me hace ser optimista”, agregó el DT.

¿Qué se le puede discutir a Gallardo en el otro banco? Las críticas apuntan a los cambios que realizó, quizás apresurados. Pero a Ponzio lo sacó para que River terminara con 10. Y no tenía revulsivos a su lado para hacer otra cosa. El Muñeco explicó su idea: “Busqué tener un mejor control de pelota con Lucho y darle velocidad al ataque con Martínez para que acompañara a Viudez, que era el mejor nuestro. La idea era tratar de hacerlos dudar a ellos, pero el segundo gol viene de un error nuestro en ataque, una contra perfecta y desde ahí se nos hizo difícil remontar”.

Y así fue la cosa. Hay tres cuestiones que marcaron la historia:
1) La presión alta de River.
Duró hasta el gol de Messi: 36 minutos. Hasta ahí, el equipo de Gallardo salió a jugarle con sus armas al mejor equipo del mundo. Ponzio fue con Iniesta, Mercado con Neymar y Maidana con Suárez. Balanta (su mejor producción en los últimos meses) salía a “romper” cuando venían con pelota dominada. Y Alario más que Mora marcaban el pase a Busquets. Con Messi, hacían lo que podían Vangioni, Kranevitter (a los 10 ya estaba amonestado por pegarle una patada) y Barovero (le tapó un zurdazo de aire de manera excepcional y sacó con sus dos manos al córner un tiro libre a los 33). El Barça jugaba a un toque y parecía una función del Teatro Colón. Igual, estaba todo controladito, aunque River no podía atacarlo: los únicos disparos al arco (Mora y Alario) fueron desde afuera. Pero...

2) Messi rompió todo.
Y se terminó el partido. Los jugadores de River juran que el gol fue con la mano (Leo extendió el brazo derecho y acomodó la pelota). Y eso a River lo sacó del eje. La jugada nació en una pérdida de Ponzio cerca del área propia. Dos minutos después, Gallardo mandó a Lucho González a calentar. El 2-0, en el arranque del complemento, fue el mazazo final.

3) Mucho más que un tridente.
Barcelona no es el “MSN”, su delantera genial. Es cierto que Messi juega como en la play (de paso, sería lindo verlo jugar así también en la Selección argentina...). Que Luis Suárez es un “killer del área” como lo definió Luis Enrique: 24 goles en 24 partidos en este semestre; 46 en todo el año. ¡Una bestia! Y que Neymar es un canchero y sobrador que gambetea hasta el aire. Pero Barcelona es un equipo completo con jugadores únicos y fantásticos (Busquets, Iniesta, los defensores y ¡hasta su arquero! Bravo, que sacó lo poco que le tiraron). Así no hay River ni ningún equipo que aguante al Barça. Son los mejores y lo demuestran donde deben hacerlo: en el verde césped. Y que viva el fútbol, Barcelona...

Sanfrecce Hiroshima 0 - River 1 - Mundial de Clubes 2015

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RIVER DEJÓ DEMASIADAS INTERROGANTES FUTBOLÍSTICAS
Un equipo sin juego, con muchas dudas y con un gol
Iban 18 minutos del segundo tiempo y River no daba pie con bola. Los entusiastas japonesitos le daban un gran dolor de cabeza. Y Gallardo, en ese instante, se tomó la cabeza con ambas manos. Al toque, entró Tabaré Viudez y (como antes había hecho Lucho González) le dio ese aire fresco que, al cabo, sirvió para destrabar un triunfo sufrido, inmerecido (Barovero fue Fillol), pero que lo deposita en la final soñada.

River sufrió mucho. Duró un cuarto de hora. Después, su arquero sostuvo el cero en el arco en tres tapadas extraordinarias. Los tiros libres de Pisculichi no dieron resultado. Las apariciones de Sánchez como un 9 bis al lado de Alario tampoco. Balanta hacía una bien y una mal. Vangioni mostró una falta de nivel alarmante. Ponzio arrancó y se frenó. Mora desapareció. Y River no encontraba la luz. La gente se dio cuenta y alentaba cada vez más fuerte.

El segundo arrancó con una ilusión. Pero Mora la tiró a las nubes y se desvaneció. Fue la más clara. Mientras, Sanfrecce Hiroshima seguía siendo japonés: rapiditos, pacientes, ordenados, eficientes. Así en el fútbol como en la vida.

Los cambios le cambiaron la vida al Muñeco y a River. Y a los 27 llegó la explosión: tiro libre de Viudez, horror del arquero Hayashi, cabeceó Maidana, cabeceó Alario (el de los goles importantes a Guaraní, Tigres y el de anoche) y los hinchas armaron el carnaval.

Al final, hinchas y jugadores gritaban y saltaban con un solo objetivo: “El domingo/cueste lo que cueste/el domingo tenemos que ganar...” ¿Podrán? Para eso, River tiene que volver a ser River. Y no es un eslogan.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Real Madrid 2 - San Lorenzo 0 - Mundial de Clubes 2014

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SAN LORENZO HIZO UN PLANTEO CAUTELOSO Y PAGÓ CARO LOS ERRORES DEFENSIVOS
El partido imperfecto
El gol de Sergio Ramos derrumbó el plan de Bauza, que pretendió quitarle ritmo y espacios a un rival de categoría.
No hay peor duda que la que no intenta ser despejada, excepto que exista el convencimiento de que no hay forma de responderla. Girando alrededor de ese eje, explica San Lorenzo por qué nunca decidió romper su idea inicial de cautela, de espera, de achique de espacios, siempre priorizando no regalar metros sabiendo el poder de fuego rival. Conociendo limitaciones y virtudes adversarias, advirtiendo que entre unas y otras había una distancia tan grande como imposible de medir, con la certeza de un partido imperfecto, distinto al soñado, San Lorenzo eligió la derrota digna antes que tirar a la basura el libreto de las precauciones. ¿Se lo reprochará? ¿Es para cuestionárselo?

Se sabía que a San Lorenzo le costaba lastimar arriba, no contaba con elaboración fluida y además exhibía fragilidades defensivas. Un combo difícil de presentar con éxito ante un súper poderoso como el Real Madrid, que combina millones y talentos con solidaridades.

Sin embargo, hay más atenuantes para entender a San Lorenzo. De aquel campeón de la Libertadores perdió a Valdés y a Gentiletti, y en especial la ilusión del desequilibrio individual que generaban Piatti y Correa. Y de los que vinieron aquí, el cerebro, Romagnoli, llegó sin fútbol por la lesión en el brazo, los centrales Cetto y Yepes arribaron tocados y Ortigoza desembarcó en la final con molestias en el tendón de Aquiles y con una fuerte contractura.

En este escenario, a San Lorenzo le falló su apuesta al “error cero” y al partido perfecto. Tal vez lo que más le duele es que el Real Madrid no le ganó con dos goles de fantasía, acorde a su actualidad de múltiples récords.

Venía bien San Lorenzo con su juego de roce (sin violencia, dentro del reglamento), de repliegue, sembrándole incomodidades al Real Madrid. No encontraban espacios para volar Bale, Benzema y Ronaldo. Y los tres del medio, Isco, Kroos y James Rodríguez, se veían obligados a tocar hacia atrás. Pero Kalinski opacó su buena producción con un pase atrás fallido en campo rival, que propició un contraataque derivado en disparo de Bale y desvío de Torrico al corner. Hasta ahí, San Lorenzo también había defendido con corrección seis jugadas con pelota detenida, otra fortaleza del Madrid. Sin embargo, en ese corner pateado con maestría por Kroos, arrasó Sergio Ramos a Yepes en el salto y festejó, con Torrico clavado en la línea.

Las manos flojas de Torrico en el 0-2 encima llegaron en el momento menos oportuno, en el inicio del segundo tiempo y cuando San Lorenzo había desperdiciado dos corners a favor. Aparte del error del arquero, entre Yepes y Mas, había recibido libre Bale el bonito pase de Isco.

Sobrevoló la sensación de que podía desencadenarse el papelón para San Lorenzo. Tal vez pensó lo mismo Bauza, quien así como había demorado el ingreso de Romagnoli (no hubiera estado mal el cambio por Verón en el entretiempo), no arriesgó al poner a Matos y trocó delantero por delantero.

El Madrid no levantó vuelo porque no quiso, no pudo o se dio por hecho. Cristiano Ronaldo se quedó sin su gol. Y San Lorenzo, sin desprotegerse, dibujó un final arrimándose, pero sin profundidad, con tres tiros desde afuera, dos que hicieron volar a Casillas (de Kalinski y de Mercier) y el otro de Buffarini desviado.

La historia dirá que San Lorenzo, sabiéndose siempre muy inferior, no logró el “error cero”, sufrió el partido imperfecto y terminó conforme, lejos de cualquier vergüenza futbolera. Se lo entiende.

jueves, 18 de diciembre de 2014

San Lorenzo 2 - Auckland City 1 - Mundial de Clubes 2014

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SAN LORENZO RECIÉN ESTUVO A SALVO EN EL SUPLEMENTARIO, CUANDO SE PUSO 2-1
El equipo sufrió
Jugó un mal primer tiempo ante el modesto Auckland, levantó en el segundo pero tuvo que ir al alargue para ganar.
Cuántas coincidencias con esa final de la Libertadores en el Gasómetro, en aquella noche helada de la consagración contra el modesto Nacional paraguayo! Aquella vez, cada pelota era una bola de fuego para San Lorenzo porque era una decisión para acercarse a la historia. Tenía toda la responsabilidad. Había una multitud ardiente aguardando la coronación. Casi todo como aquí ante el semiamateur Auckland City. Si se quedaba en el camino era un papelón. Saltar a la final más deseada de su vida era la misión que no podía dejar de cumplir. Y a este San Lorenzo le pesó ser súper favorito. Es una sensación aceptada por varios futbolistas. De otro modo, no se entiende semejante padecimiento.

Observar las prácticas es una ventaja. Permite entender qué solicitó el técnico y qué aplicaron o no sus futbolistas.

Bauza había pedido con insistencia en los ensayos que hubiera una presión alta, con la defensa casi parada en la mitad de la cancha. Sin embargo, resultó San Lorenzo un equipo demasiado largo.

Había reclamado el Patón circulación de pelota. Moverla sabiendo que habría una telaraña por el medio difícil de penetrar. Pero los defensores vivieron revoleándola. No impuso presencia el triple 5 de Mercier, Kalinsiki y Ortigoza. Quedó aislado Cauteruccio.

Había insistido Bauza con las sociedades por los costados en los entrenamientos, pero casi nunca prosperaron las fórmulas externas, con Buffarini-Verón por la derecha y con Mas-Barrientos por la izquierda. Por algo en ciertos pasajes cambiaron de banda Verón y Barrientos.

Cuando San Lorenzo logró encadenar cuatro pases seguidos y unirlos a una aparición por afuera con sorpresa, pegó el primer grito. El tema es que tardó 45 minutos en conseguirlo. Ahí se juntaron Buffarini, Verón y Mas con un lindo desborde hecho gol por Barrientos.

Ni siquiera despertó San Lorenzo con lo significa pegar un golpe así en el cierre del primer tiempo. ¡Ideal para calmarse y liquidar al rival! Tanto quiso congelar el partido San Lorenzo que se durmió, perdieron las espaldas los volantes, el argentino Tade la dejó pasar, la bola se filtró entre Yepes y Mas y Berlanga igualó. Insólito. Ahí otra materia desaprobada: el error cero, pregonado por el DT y por Romagnoli, quedó demasiado lejano.

Los cambios rescataron a San Lorenzo. La luz de Romagnoli, inclusive en baja tensión, contrastó con la oscuridad de Verón. Y Matos le agregó presencia en el área, al ingresar por Kalinski derivando el 4-4-1-1 en un 4-4-2 algo más clásico. De todos modos, no alcanzaba para inquietar a los correctos neocelandeses. El latigazo en el palo de Cauteruccio fue la única ilusión peligrosa.

San Lorenzo debe agradecerle al argentino Tade por ese mano a mano que tiró afuera en forma insólita, tras error del frágil Yepes, y que le dio otra chance en ese alargue en el que de nuevo surgió Matos con un gol trascendente. Faltaba el palo de los milagros en el tiro de Payne, como para creer que el Papa estaba ayudando.

De Francisco y de todas las coincidencias imaginadas a favor, necesitará San Lorenzo contra el Real Madrid. Deberá cambiar la cabeza, además. Necesita liberarse para alejarse de una derrota impactante y para observar una lucecita de ilusión. El gigante lo espera.

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