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viernes, 5 de marzo de 2021

River Plate Campeón Supercopa Argentina 2019

EL EQUIPO DE GALLARDO MOSTRÓ LA DIFERENCIA DE JERARQUÍA
Un River demoledor no tuvo piedad de Racing y volvió a gritar campeón
Se quedó con la Supercopa y festejó un título después de más de un año. Ganaba 1-0 con un cabezazo de Borré y en los últimos 20 minutos desató una ráfaga impecable.
Festeja River. Una vez más. Es campeón de la Supercopa Argentina. Se trata del duodécimo título de Marcelo Gallardo, protagonista del ciclo más exitoso de la historia del club. La 67ª estrella en Núñez. Y lo hace en una noche a puro gol, desarmando en un puñado de minutos a Racing, un rival grande de actualidad minúscula, con un técnico que en cuatro partidos está mirando de reojo la puerta de salida. No fue competitiva la Academia. No hubo equivalencias. Y los millonarios volvieron a reír, a cantar, a gritar “dale campeón”, a mostrar toda su superioridad.

Salvo en el arranque. Pero duró unos pocos minutos el dominio de Racing. Entonces, Matías Rojas sacudió de media distancia y Franco Armani tapó con esfuerzo. Había salido a presionar la Academia a bordo del 4-1-3-2, con Enzo Copetti y Nicolás Reniero activos y con los volantes empujando. Fue una ilusión que se desvaneció cuando River comenzó a manejar la pelota. Y el resultado del primer tiempo estaba cantado.

Marcelo Gallardo hizo una movida inteligente. Ubicó a Milton Casco, que habitualmente se desempeña como lateral izquierdo, por el sector derecho. El entrerriano no desbordó; por el contrario, jugó hacia adentro y encontró espacios para que Nicolás De La Cruz hiciera estragos a espaldas de los tres mediocampistas celestes y blancos y delante de Nery Domínguez. Por la izquierda, el tándem que formaron Fabrizio Angileri y Jorge Carrascal fue imparable para Fabricio Domínguez. El uruguayo es “8”, no “4” y Rojas no colaboró en el retroceso. Bajo esta coyuntura, la pasó mal.

Llegó seguido River al área de Gabriel Arias. Hubo una muy clara, un contraataque de nació en una recuperación de Angileri, un pase de Suárez y un remate de De La Cruz que el arquero neuquino naturalizado chileno bloqueó en el primer palo.

Y el gol fue de pelota parada. Un córner del uruguayo que Rafael Santos Borré, bestia negra de Racing, conectó con la cabeza, escapando de la marca de Nery Domínguez. Un justo marcador, de acuerdo al rendimiento de unos y otros.

A fin de cuentas, la Academia nunca pudo tejer líneas de pases, no hubo sociedades. Dependió demasiado del vigor de Copetti, un delantero físico, que aguanta bien la pelota, descarga y tiene potencia. Su compañero de ataque, en cambio, muestra una displicencia difícil de entender. Pareció no entender que estaba jugando una final. Tampoco tuvo explicación la recurrente fórmula del pelotazo. ¿Para qué eligió intérpretes de buen pie en el medio si la idea era alimentar a los atacantes en largo?

A pesar de su deterioro futbolístico, Racing tuvo dos oportunidades muy claras: un remate de Fabricio Domínguez que tapó Armani y un remate desde lejos de Chancalay que pegó en el palo.

Pizzi movió el banco en el amanecer del segundo tiempo. Salió al desangelado Reneiro y entró Aníbal Moreno. El pibe catamarqueño se ubicó en la zona de volantes con la misión de armar circuitos y Racing pasó del 4-1-3-2 al 4-1-4-1.

River continuó con el 3-1-3-3 del inicio del partido. Un esquema versátil, claro, en el que único futbolista posicional fue Enzo Pérez, que mostró toda su capacidad para sostener el medio.

El resto tuvo movilidad y dinámica, todo lo que le faltó a su rival. Y acomodó el medio con el ingreso de Agustín Palavecino en lugar de Carrascal para trazar un 3-1-4-2. Y mientras River fortalecía el círculo central, Pizzi apostaba a dos jugadores de 36 años: Cvitanich e Ignacio Piatti. Y a Darío le cometieron falta en la jugada que derivó en el segundo gol. Lo hizo Julián Álvarez -reemplazante de Borré- y liquidó el partido.

A partir de ese momento, cayeron los goles. Uno detrás de otro. De La Cruz, después de una gran presión sobre Moreno en el medio; de Miranda en contra, quien desesperado por evitar la definición de Suárez batió a su propio arquero y el cordobés, tras un pase de Álvarez, que encontró a la defensa partida.

En un estadio fastuoso, Armani tuvo su propio palco VIP: el área que nunca pisó Racing en el complemento. River ganó la Supercopa, volvió a festejar y a mostrar que es el mejor.



Felicitaciones Millonario!!!


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