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miércoles, 21 de noviembre de 2018

Argentina 2 - México 0 - Amistoso Internacional 2018

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EL INTERINATO DE SEIS PARTIDOS DE SCALONI SE CERRÓ CON OTRA VICTORIA SOBRE MÉXICO POR 2 A 0
Argentina encontró los goles de Icardi y Dybala, esas dos buenas noticias que le faltaban
La virtud fue la contundencia. El "9" del Inter lo abrió en el arranque y La Joya de la Juventus lo cerró muy cerca del final. Fueron sus primeros festejos en la Mayor.
Mendoza pudo darse el lujo de disfrutar de las dos grandes noticias que le faltaban a este ciclo interino de Lionel Scaloni. Puede considerarse hecho el entrenador que seguramente será ratificado en los próximos días hasta la Copa América de Brasil. La Nueva Selección venía aprobando sus parciales y en el final encontró las satisfacciones que le quedaban pendientes para que el panorama sea completo: los primeros goles de Mauro Icardi y de Paulo Dybala, sus dos máximas figuras, sin Lionel Messi a la vista.

Sin juego, pero con contundencia, el conjunto nacional se llevó la revancha de la Copa Adidas por 2 a 0 (el primero lo había ganado por el mismo resultado el viernes en Córdoba). Y finalizó el año con un saldo positivo desde la frustración del Mundial. En seis amistosos con Scaloni, ganó cuatro, empató uno y perdió uno.

Ocho partidos. 391 minutos. Eso tardó el capitán del Inter en romper con su sequía con la Selección. La ausencia del gol era algo que lo preocupaba, más allá de exteriorizar frialdad a la hora de declarar. Es lógico, es el delantero insignia de la renovación. Y un nueve que no la meta, más allá de su apellido, no dura mucho tiempo en un equipo, y esto incluye a la Selección. Sin Gonzalo Higuaín y sin Sergio Agüero, es Icardi de quien se espera que traiga las alegrías.

Y en la calurosa noche del Malvinas Argentinas fabricó junto a Erik Lamela su grito sagrado, el que recordará por siempre. Todo se inició en un envío desde el arco de Gerónimo Rulli. Icardi, a puro oficio, la bajó con sus muslos de espalda al arco y Lamela, de primera le devolvió la pared. El rosarino enganchó de derecha y soltó el disparo ganador con la zurda.

Todo eso ocurrió al minuto de juego en un estadio que todavía se estaba llenando. Después, poco pasó. Y en un partido sin emociones, Icardi fue lo más destacado. Además demostró un gran despliegue con y sin la pelota. Debió moverse siempre para insertarse en el circuito de juego en un equipo argentino que no se adueñó del dominio y que puso más hombres en el medio que arriba.

México controló en grandes tramos del encuentro el balón, aunque le costó mucho quebrar a su rival, que con Santiago Ascacíbar bien plantado en el círculo central y una defensa estable tuvo pocas fisuras. De hecho, cuando en el segundo tiempo salió el Rusito, los mexicanos lograron penetrar más. Ahí llegaron un par de chances. La más clara fue el cabezazo del ingresado Jesús Gallardo -le ganó la espalda a Gabriel Mercado- que tapó a puro reflejo el debutante Paulo Gazzaniga (entró por Rulli). El nuevo arquero tapó otro remate complicado para demostrar que aprovechó a lo grande su oportunidad.

La salida de Rodrigo De Paul también debilitó al conjunto de Scaloni. De Paul, de buena primera parte, trató de generar sorpresa con envíos de izquierda a derecha para la subida de Roberto Pereyra. Y protagonizó buenas conversaciones futbolísticas con Maxi Meza y con Marcos Acuña, cuando el lateral subía.

Lamela tuvo la otra chance de peligro que generó Argentina más allá del gol en el inicio. Y Mauro Icardi también participó: le abrió el balón hacia la derecha al del Tottenham, que remató desviado. En la etapa final, casi todo era de México. Pero falló en la definición la selección visitante, que apretó pero no lastimó. Y en el peor momento del equipo celeste y blanco, llegó la frutilla del postre.

Con el de Icardi, faltaba el de Dybala. Y se gritó fuerte el del pibe de la Juventus. dieciocho partidos. ochocientos veinticuatro minutos se tardó La Joya. Pero puede decir que tendrá un fin de año más relajado sin dudas. Todos lo pedían en una cancha de clima familiar. Scaloni le dio el gusto al público y Dybala respondió. Fue en un contraataque. Giovanni Simeone se la dio al cordobés, que definió por abajo del arquero Jesús Corona.

A falta de juego, buenos son los goles. Y sin son de los referentes de este nuevo proceso, qué mejor.

sábado, 17 de noviembre de 2018

Argentina 2 - México 0 - Amistoso Internacional 2018

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ARGENTINA VENCIÓ 2-0 A MÉXICO EN CÓRDOBA
Dybala se hizo cargo del equipo y la Selección de Scaloni sumó un buen triunfo
La Joya sigue sin convertir con la camiseta celeste y blanca pero esta vez participó de las mejores jugadas ofensivas y fue la figura. Los goles: Funes Mori y Brizuela, en contra.
Con el brillo de Paulo Dybala, la Argentina de Lionel Scaloni aprobó otro examen al vencer a México por 2 a 0 en Córdoba y obtuvo la Copa Adidas. El quinto amistoso de la era interina de Scaloni (¿seguirá hasta la Copa América?) dejó nuevamente sensaciones positivas, pero tuvo a La Joya como el más destacado. Con 25 años recién cumplidos (los festejó el viernes a la noche en la concentración de Salsipuedes), Paulo tuvo en su provincia natal, una performance a la altura de lo que se le reclamaba aunque sigue sin poder hacer goles con la casaca celeste y blanca.

Cinco minutos duró el picante mexicano. Fueron dos chispazos en un pestañear que hicieron pensar que la agradable noche sería muy negra para el conjunto nacional. Porque el travesaño se lo negó a Raúl Jiménez al minuto. Y porque una desatención de Funes Mori provocó que Pulido se la cediera a Marco Fabián para quedar cara a cara con Marchesín, que se hizo gigante en su regreso después de sufrir aquella goleada nigeriana que lo dejó sin Mundial.

Sin embargo, lo de este México también renovado fue una serenata fugaz. Rápidamente la Argentina lo fue llevando para el lado del cuarteto con Dybala como el frontman del equipo. Sorprendió Scaloni con el dibujo 3-4-3. Lo había ensayado en Ezeiza, pero nada indicaba que lo utilizaría. Pero eso fue lo que propuso y le sirvió para jugar prácticamente todo el partido en el terreno visitante.

Con el círculo central al resguardo gracias al doble cinco Lo Celso-Paredes, los de arriba, encabezados por Dybala, pudieron generar mucho. El del Betis se sumaba al ataque con la pelota en los pies; el del Zenit es el tiempista del medio.

Con La Joya reluciendo, la Selección se olvidó de esas turbulencias iniciales y empezó a hacerse merecedor de la victoria. Dybala protagonizó casi todas las jugadas de riesgo. Probó de mediavuelta desde la medialuna y lo encontró bien parado al arquero Ochoa. Armó un desborde por la derecha que derivó en un remate de Marcos Acuña que también tapó Ochoa. Tiró un centro de derecha a izquierda a la cabeza de Lautaro Martínez, pero el Toro no le pudo dar buena dirección y el arquero mexicano ganó una vez más.

Paulo se hizo dueño hasta de las pelotas paradas. Y así llegó el 1 a 0 albiceleste. Con su zurda transformó un tiro libre desde la izquierda en un centro letal que le quedó a Funes Mori para peinarla en el área chica y vulnerar al hasta ese momento inquebrantable Ochoa.

Se esperaba una actuación así de Dybala con la camiseta de su país. Y en su provincia natal, donde no había podido sobresalir en la derrota contra Paraguay por 1 a 0 en 2016 por Eliminatorias. Fueron muchos más los sinsabores del 10 de la Juventus que las alegrías en la Selección. Su historia con el conjunto nacional por ahora no venía dándole satisfacciones. Con Lionel Messi al lado pasaba desapercibido. Y sin Leo, nunca había sido el eje que el equipo necesitaba. Es que más allá de su juventud, Dybala quedó también enganchado en ese lastre que no dejó en paz a la generación que supo ser subcampeona del mundo en Brasil. Ahora, apuesta a soltarse, a liberarse, a unirse a la sangre nueva que propone Scaloni, que pretende desbloquearlo.

En estos amistosos, Dybala venía demostrando ya otra cara, una más natural. Y en la noche del Kempes, recibió los aplausos que tanto necesitaba: los de su gente, en el jardín de su casa. Le faltó el gol, es cierto, aunque lo buscó.

Con la garganta seca, salió a los 25 del complemento por Franco Vázquez. Lo volverá a buscar el martes en Mendoza. Pero Dybala esta vez sí se sintió al fin importante.

miércoles, 17 de octubre de 2018

Brasil 1 - Argentina 0 - Amistoso Internacional 2018

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EL CLÁSICO FUE PAREJO, PERO EL EQUIPO DE SCALONI NO PUDO SOSTENER LA IGUALDAD
Los históricos fallaron en el final y Brasil le sacó una leve ventaja a la Selección
Otamendi perdió la marca de Miranda, el autor del gol, y Romero salió tarde. Con muchos jugadores nuevos, Argentina le hizo partido a un rival más experimentado.
La última pelota fue un puñal. Ese tiro de esquina que forzó Neymar ante Renzo Saravia, el lateral de Racing que se plantó con firmeza ante la gran figura del PSG, derivó en un tiro de esquina que agitó los fantasmas del pasado. Fallaron los históricos, casi en simultáneo. Y colapsó la Selección. Calculó mal Nicolás Otamendi, que había sido uno de los puntales en el fondo celeste y blanco, salió tarde Sergio Romero y Miranda cabeceó al gol. Iban 47 minutos del segundo tiempo.

Y Brasil dejaba expuesto en el marcador una diferencia tan mínima como la que hubo en el juego. Porque fue superior en el primer tiempo, pero estuvo complicado en los primeros treinta minutos del complemento. Y aunque aseguró que no es muy resultadista, para Lionel Scaloni era importante este clásico. Se jugaba una ficha por su continuidad. Por eso, mostró un planteo más cauteloso de arranque y más agresivo en la segunda parte. En ese sentido, Argentina mostró muchos claroscuros.

Brasil llegaba con la base del equipo que ganó las Eliminatorias y quedó eliminado en los cuartos de final del Mundial ante la sorprendente Bélgica. Estaban Neymar, Coutinho, Firmino y todas esas estrellas que vienen comulgando bajo el manto verdeamarelo hace dos años, cuando Tite reemplazó a Dunga en el medio de una crisis. Argentina, en cambio, está atravesando una etapa de renovación. Sangre joven, caras nuevas, con un técnico interino, sin Lionel Messi y sus jugadores afines. Volvía Otamendi, después de la debacle en Rusia. Y en el arco estaba Chiquito, a quien Jorge Sampaoli borró a último momento por una lesión.

El análisis, entonces, tiene que contemplar esta coyuntura. No se puede ser extremista en la derrota. Sí es cierto que Mauro Icardi jugó su sexto partido con la camiseta de la Selección y terminó sin gol; que Paulo Dybala nunca pudo hacerse eje del equipo ni por derecha, ni por izquierda, ni por el centro, porque Scaloni lo movió de punta a punta. ¿Los condenó la postura del primer tiempo, cuando Argentina intentó bloquear espacios, cortar circuitos y no desordenarse consciente de la jerarquía del adversario? Es posible. Pero cuando tuvieron más espacios en el segundo tiempo, tampoco mostraron luces.

Es que Argentina salió dispuesto a no sufrir los ataques de Brasil, que a bordo de un 4-1-4-1 se mostró intenso y comenzó a ser profundo pasado el primer cuarto de hora. Así y todo, tuvo una sola posibilidad ante Romero en los primeros cuarenta y cinco minutos. Fue a través de un cambio de frente de Casemiro que Miranda, por

detrás de todos, conectó con el pie derecho y encontró a Otamendi salvador sobre la línea de sentencia.

En este contexto de primer tiempo, con Argentina cubriendo los huecos, desdoblándose en ataque y a la búsqueda de un contragolpe, se lucieron los defensores. Especialmente, Renzo Saravia y los dos marcadores centrales. El cordobés le ganó varias veces el mano a mano a Neymar. Y Germán Pezzella y Otamendi anticiparon al peligroso Gabriel Jesús.

Le había faltado agresividad a la Selección en la primera etapa. Y fue más punzante en la segunda parte. Se soltó Lo Celso, uno de los pocos que podía romper. Se filtró Correa por la derecha. Creció Paredes. Argentina apretó a Brasil, pero no tuvo situaciones claras. Un remate de Lo Celso que controló Alisson, otro de Paredes de media distancia y un tiro de Icardi que Danilo alcanzó a cruzar.

Scaloni pensó que lo podía ganar por afuera con Acuña y Salvio. No esperaba perderlo en la pelota parada. Mucho menos, que fallaran dos de los jugadores más emblemáticos.

viernes, 12 de octubre de 2018

Irak 0 - Argentina 4 - Amistoso Internacional 2018

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ARGENTINA GOLEÓ 4-0 A IRAK MARCANDO LAS DIFERENCIAS ENTRE AMBOS EQUIPOS
La Selección ganó con la comodidad esperada y cuatro goleadores debutantes
Lautaro Martínez abrió la cuenta y le siguieron Roberto Pereyra, Germán Pezzella y Franco Cervi, todos nombres de una posible renovación. El martes, el clásico contra Brasil.
El gataflorismo argentino encuentra en el fútbol un ambiente ideal para repartir sentencias y acomodarse según la ocasión. Y para colmo la Selección es funcional a esta sensación de eterna insatisfacción. De querer siempre lo que no hay. Para ejemplo alcanza con pararse a un costado de la ruta y ver transcurrir este presente extraño de la camiseta argentina. Con el Mundial haciendo sombra, con un técnico interino, con el mejor jugador en pausa, con una citación plagada de especulaciones, con el mundo futbolero mirando apenas de reojo y mucho más interesado en lo que pasa puertas adentro con Boca, River, la Libertadores, los malos arbitrajes y otras cuestiones. Con una gira incómoda por Arabia Saudita. Y encima con Brasil en el horizonte, el martes, en un amistoso que sí podría sacudir este ambiente monótono y sin brújula en el que se mueve el seleccionado.

Todo esto estaba incluido en la balanza del encuentro ante Irak, en Riyadh, bajo 30 grados y un puñado de hinchas. Con el regreso de Romero en el arco y con algunas figuras -Icardi, Otamendi y Tagliafico- siguiendo el partido desde los lujosos palcos del estadio Príncipe Faisal bin Fahd.

¿Qué tendría que haber hecho Argentina para dejar una imagen positiva? ¿Cómo podía haber dejado conforme al gataflorismo futbolero? Parece imposible. Ganó cómodamente un partido que tenía que ganar cómodamente. Ni le patearon al arco. Manejó el trámite desde el inicio hasta el final. Pero enseguida aparecerá un contraataque contundente: fue un entrenamiento, fue un rival sin pergaminos, fue sólo lo que debía ser.

En ese contexto, aparecieron algunos indicios y el 4-0 ofrece una estadística curiosa: los cuatro que marcaron hicieron su debut en la red con la camiseta argentina.

Naturalmente hay matices. Porque Lautaro Martínez (21 años) infla el pecho desde su impronta de goleador. El cabezazo potente con anticipo ofensivo para abrir la cuenta es una muestra de la buena alternativa que está a disposición para el ataque argentino.

El futuro marcará si es el punto de partida del ex Racing. Si podrá llevar a la práctica todo lo que en la previa del Mundial se imaginaba la teoría futbolera. Aquel desenlace es conocido: el delantero del Inter ni siquiera fue a la Copa del Mundo pese a que parecía un fetiche de Sampaoli.

En el segundo tiempo llegaron los cambios y la chance de nuevos intérpretes para romper un partido que había entrado en una meseta. Irak no tenía con qué y Argentina intentaba ser prolija pero cada vez tenía menos aire.

Roberto Pereyra (27) y Franco Cervi (24) aportaron eso que tanto se le reclamó a la Selección y que tan fácil es de encontrar en los planteles que llegan lejos en el Mundial: son mediocampistas con llegada, con gol. Con la salvedad evidente de las facilidades que otorgó Irak, el tucumano del Watford y el santafesino del Benfica pisaron el área y definieron con clase, contra un palo. El ex River en su undécimo partido con la celeste y blanca puso el 2-0 con un derechazo a colocar; el ex Central jugó por tercera vez con la Argentina y sentenció el 4-0 con una buena apilada en velocidad y un zurdazo cruzado.

Para ese entonces el partido no era tal. Germán Pezzella (27), zaguero titular en los tres encuentros del ciclo Scaloni, ya había aparecido solito en el segundo palo para confirmar de cabeza que su nombre se hará cotidiano en el futuro del equipo.

Los cuatro goleadores, en definitiva, empiezan a dejar su huella en esta transición forzada que debería derivar en un proyecto a largo plazo.

Ahora será tiempo de Brasil. Seguramente los que ayer estuvieron en el palco el martes saltarán a la cancha. Y la vara se elevará. El rating será mayor. Y allí la Argentina deberá afrontar la primera prueba difícil en el ciclo de Lionel Scaloni. Al menos frente a Irak se encontró con cuatro goleadores nuevos. Con un atisbo de esperanza para el futuro.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Argentina 0 - Colombia 0 - Amistoso Internacional 2018

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IGUALDAD SIN GOLES EN NUEVA JERSEY
La Selección dejó algunas buenas señales, aunque no le alcanzó para ganar
El equipo de Scaloni llegó y bien aunque no logró batir al arquero colombiano Ospina, la figura. Faltó peso en el área. El saldo de la gira por Estados Unidos termina siendo positivo.
No pudo con Ospina en el primer tiempo. Bajó la intensidad en el segundo. Pero Argentina fue más que Colombia en los 90 minutos y mereció llevarse la victoria en el segundo amistoso de la era Scaloni. La seguridad de Armani y el tándem Palacios-Pity Martínez fue lo mejor. En contraposición, Icardi (jugó casi todo el encuentro) y Dybala (en el complemento) quedaron en la columna del debe. Dos partidos, un triunfo y un empate abrieron esta nueva etapa de renovación de manera alentadora.

El primer tiempo lo ganó ampliamente Argentina "por puntos". Fue dominador, controló la pelota, atacó bien por izquierda con esa sociedad que empieza a asomar (Palacios-Martínez) y tuvo media docena de situaciones que encontraron a un David Ospina infranqueable. Por eso, el arquero del Napoli se transformó en la figura tapando remates de Palacios, Pity, Icardi y Lo Celso.

El arranque fue un compendio de imprecisiones. La cancha rápida (por la lluvia caída en las últimas dos jornadas) hizo que los futbolistas tuvieran que encontrar el tiempo justo para adaptarse a las condiciones del terreno de juego del MetLife. Colombia tuvo la pelota desde el inicio, pero la Selección fue más punzante. El equipo de Scaloni salió con velocidad, como quiere su entrenador, y lo hizo por un solo costado (el izquierdo, está dicho) porque por el otro sufrió la calidad y el trato exquisito de pelota de Juan Guillermo Cuadrado.

El mediocampista de la Juventus maltrató a Fabricio Bustos mostrándole la pelota, haciéndole caños o tirándosela por un lado y yendo a buscarla por el otro. Fue la pesadilla de Bustos y de Argentina, porque Lo Celso no le dio una mano al pibe de Independiente y Maxi Meza no bajó cuidando la subida de Machado.

Argentina progresó y fabricó situaciones. Meza se la bajó con el pecho a Palacios, a los 5, y el de River remató desde afuera: Ospina la mandó al córner. Pity, desde el vértice izquierdo del área, sacó un latigazo y Ospina manoteó en el primer palo para mandarla al córner otra vez, a los 6. Pity cedió a Icardi y el arquero colombiano salvó su arco a los 14. Fue la única del delantero del Inter, poco participativo y casi sin conexión con la sociedad "riverplatense".

Siguió mandando Argentina de la mano (y los pies) de Palacios. El volante marca, juega, tiene despliegue, mete pases filtrados y remata al arco desde cualquier posición.

En el medio de la situaciones que desperdició la Argentina apareció Cuadrado -quién otro si no- para robarle la pelota a Lo Celso, cedió a Falcao y -recién a los 20 minutos- Colombia llegó por primera vez al arco de Franco Armani. El arquero de River tapó abajo el remate y sacó la pelota al córner. La única de un seleccionado colombiano que trata bien la pelota pero le faltó peso ofensivo. No encontraron conexión con Falcao y con Muriel y se notó que el equipo quedó partido en dos.

La dos últimas de Argentina estuvieron a cargo de Lo Celso. Un zurdazo desde afuera del área que encontró bien parado a Ospina y otro más que pasó al lado del poste derecho. Media docena de situaciones que no encontraron repercusión en el marcador porque Ospina fue la figura.

El reclamado ingreso de Paulo Dybala, a los 9 minutos del segundo tiempo por Pity Martínez, modificó el dibujo de Argentina. La Joya se ubicó detrás de Icardi, con Franco Cervi a su izquierda y Meza a la derecha. Duró poco porque el de Independiente dejó la cancha 14 minutos después para que entre Leandro Paredes. Y con Pavón en cancha (por Lo Celso) se rearmó la Selección del medio hacia adelante restableciendo el 4-3-3 que tanto le gusta a Scaloni. Paredes, Battaglia y Cervi en el medio fueron los respaldos de Pavón-Icardi-Dybala más adelantados.

Y como ante Guatemala, con los cambios perdió ritmo y juego la Selección. La única de riesgo fue una subida de Tagliafico que no pudo ser capitalizada por Icardi.

En cambio, a Colombia sí le funcionaron las modificaciones. Especialmente Uribe y Bacca. Y fue un poco más que Argentina. Y Armani debió intervenir dos veces. La patada a destiempo de Ospina a Gio Simeone (entró por el inexpresivo Icardi), a los 41 minutos, apenas fuera del área, merecía algo más que la amonestación del norteamericano Ismail Elfath. Fue directamente a voltear al delantero de Fiorentina, que afortunadamente pudo recuperarse. Fue lo último de un Argentina-Colombia que no quedará en el recuerdo.

domingo, 9 de septiembre de 2018

Argentina 3 - Guatemala 0 - Amistoso Internacional 2018

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GOLEADA A GUATEMALA EN LOS ESTADOS UNIDOS
Un primer paso positivo ante un rival muy flojo
En el Memorial Coliseum de Los Angeles, el equipo de Lionel Scaloni superó por 3-0 a Guatemala con goles del Pity Martínez, de penal, Lo Celso y Simeone. El martes, ante Colombia.
El hashtag de la Selección Argentina casi fue un mensaje: #Nuevodesafío. Eso empezó en la noche californiana, madrugada de la Argentina. El nuevo equipo que armó Lionel Scaloni aprobó con creces su primer desafío. Ejerció un dominio absoluto. Puso ganas y goles. Demostró que había un solo equipo en la cancha. Vapuleó por 3-0 a una débil Guatemala. Y dejó expuestas claramente la falta de equivalencias. Un primer paso positivo y con una versión que deberá repetirse ante un rival más poderoso como lo es Colombia.

Argentina dio una lección de fútbol moderno en el primer tiempo. Haciendo lo que quiere Scaloni: 1) Presión bien arriba para provocar el error de los rivales. 2) Transiciones rápidas con los pases de Lo Celso y Paredes que dejaron varias veces en posición de gol a los de arriba. 3) Desequilibrio por los dos costados, aunque en los primeros 45 minutos hubo más ataque por la derecha (bien Renzo Saravia proyectándose; mal Pavón resolviendo) que por la izquierda (bien Palacios subiendo por sorpresa; intermitente Pity Martínez para conectarse con sus compañeros).

A esa vorágine que fue la Selección le faltó precisión para definirlo antes de los 27 minutos, cuando llegó el primer gol de penal (remató Lo Celso y Vásquez puso el codo) por el zurdazo impecable de Pity Martínez. El cabezazo de Gio Simeone se fue por arriba. El de Funes Mori no acertó el arco y pasó la lado del poste derecho. El de Palacios lo sacó Vasquez al córner. Otro de Gio lo tapó el arquero Motta.

Hasta que Martínez "abrió" el arco y la definición llegó por decantación. El segundo fue un bombazo de Lo Celso desde afuera del área que pasó entre un montó de piernas de los defensores guatemaltecos y dejó sin chances a Motta. Caso curioso el del ex PSG que hoy pasó al Betis de España. No jugó un solo minuto en el Mundial y con esta actuación acentuó algo que no se entiende: por qué tomó Sampaoli una decisión tan errada.

El tercero fue una jugada sacada del manual que quiere imponer Scaloni en esta nueva Selección. Presionó Palacios la salida del fondo de Guatemala, asistió a Gio Simone y el "Cholito" armó un jugadón (con amague incluido) que concluyó con un zurdazo letal. Y dio placer ver cómo festejó el gol con esa descarga emotiva y el abrazo genuino de sus compañeros. En la Selección hay que gritarlos bien fuerte, aunque sea un amistoso contra la selección que está en el fondo del ranking FIFA.

Guatemala es una selección de tercer orden que puso voluntad, pero nada de fútbol. Algunos de sus futbolistas fueron demasiado ingenuos, especialmente sus defensores. Otros, simplemente parecían de un equipo de barrio o sacados de un picado entre "casados y solteros", como el 10 José "El Moyo" Contreras o el 19 Kevin Norales. Bajitos, gorditos, morrudos, con algo de picardía de potrero pero bien lejos de una preparación de primer nivel. La única vez que llegó en el primer tiempo fue a través de un cabezazo débil de Martínez a las manos de un Rulli que fue casi un espectador en el partido.

El segundo tiempo se desvirtuó con los cambios. Scaloni cumplió lo que había dicho y a los 20 minutos agotó la cuota permitida. Hizo seis modificaciones para ver a algunos y guardar a otros para volver a ponerlos contra Colombia. Entraron el "Monito" Vargas y Ascacíbar por Pavón y Paredes, dos candidatos a repetir en la formación del martes. Luego, el pibe Franco (al DT lo impresionó favorablemente en los entrenamientos) y el "Mudo" Vázquez por Pezzella y "Pity" Martínez. Y a los 20 clavados, Kannemann y Franco Cervi por Funes Mori y Palacios.

La Selección no tuvo las oportunidades del primer tiempo, pero sus futbolistas mostraron ganas, hambre, buenas intenciones. Y nunca pasaron zozobra atrás. Faltó redondear la faena con algún gol más. Pero el balance es altamente positivo, a pesar del flojo rival.

miércoles, 30 de mayo de 2018

Argentina 4 - Haití 0 - Amistoso Internacional 2018

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MÁS ALLÁ DE LAS GENIALIDADES DE MESSI, EL QUE MÁS APROVECHÓ FUE LO CELSO
Algunas insinuaciones en el último “entrenamiento”
El partido no acepta sentencias. De todos modos, faltó que el equipo pudiera encontrar mejor al crack.
Los entrenamientos, siempre, resultan relativos. Disparan sensaciones. Se niegan a las conclusiones rotundas. Pasa con la despedida de Argentina en una Bombonera con 40 mil hinchas dispuestos a celebrar. Es la fiesta antes de volar a la aventura mundialista. Es una caricia para el genio y para una formación que sueña con transformarse en un equipo. La oposición es más que mínima: la híper modesta Haití, 108 en el ranking FIFA. No se trata de una medida seria. Entonces, las sentencias aquí no valen. ¿Hasta dónde se exigió Argentina? ¿Hasta dónde aceleró? ¿Cuánto se guardó? Imposible saberlo. Son demasiadas las ataduras que impiden profundizar. De todas maneras, algunas señales se filtran.

Messi, motor de todos los sueños, está en marcha. Se deslizó. Voló. Ridiculizo cuando quiso a los futbolistas de Haití que sólo apuntaban a defenderse, a cerrar espacios, sabiendo que cruzar la cancha con alguna pretensión era una utopía de acuerdo a sus calidades individuales. Messi, tres goles y asistencia en el restante.

La Selección es Leo inclusive en un simulacro de partido. El equipo no supo muy bien cómo encontrar a su crack. Había una cierta expectativa por ver si Lanzini, por fin en cancha junto al 10, se enganchaba en la elaboración, pero casi no conectaron. Lanzini nunca se soltó.

En cambio, desde unos metros más atrás que el ex River hoy en West Ham, dibujó una producción interesante Lo Celso de doble 5, sacándola limpia y eligiendo con inteligencia cuándo profundizar o lateralizar el pase. Y Lo Celso hasta supo cuándo ser vertical con sus movimientos, como en esa acción que derivó en el penal que rompió el 0-0 y como en ese cabezazo que tras el rebote en el arquero derivó en el segundo de Messi.

Necesita la Selección que Lanzini prolongue lo que inicia Lo Celso para que Messi no se vea obligado a bajar siempre a limpiar cada ataque.

Tampoco hubo un vínculo fino de Messi con Higuaín. Se nota que Leo dialoga mejor con Agüero que con el Pipa. Es que cuando entró el Kun se advirtió mayor fluidez. Todo lo que Higuaín no había definido en el primer tiempo, enojándose hasta patear un palo tras una ocasión fallida, Agüero lo hizo en su primera chance, como para certificar que se encuentra un escalón arriba del Pipa a pesar de haber jugado casi nada en los últimos dos meses.

Fueron positivas las proyecciones y las inserciones ofensivas por las bandas de Salvio y de Tagliafico, en la primera media hora. Después, se desdibujaron. Fue bueno para el espíritu y la confianza de Pavón el ingreso y la asistencia para Messi en el tercero. Faltó más de Di María, en especial en la finalización.

Lo defensivo no se puede analizar. No hubo ningún tipo de exigencia ofensiva de Haití. A Caballero nunca le patearon. Hubo una selección enfrente. Hubo un partido. Hubo una Bombonera llena. Se fue la última práctica de la Selección en el país. Dejó a Messi y un puñado de sensaciones. Se viene el Mundial. ¿Habrá tiempo para encontrar el equipo?

sábado, 24 de marzo de 2018

Argentina 2 - Italia 0 - Amistoso Internacional 2018

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LA GIRA EUROPEA ARRANCÓ CON UNA VICTORIA AUSPICIOSA
La Selección extrañó a Messi, pero logró derrotar a una Italia muy novata
Argentina derrotó a Italia con goles de Banega y Lanzini en el segundo tiempo. La lesión de Leo obligó a cambiar apellidos y esquema. Y aun con dificultades, se pudo disfrutar de un triunfo alentador y que dejó unas cuantas buenas señales.
Todos saben en la Selección que sin Messi no hay paraíso, pero también que a veces hay que jugar en la Tierra. Y es lo que pasó ante Italia. El día después de la gran frase del técnico ("Si él está bien va a terminar siendo mucho más el equipo de Messi que el mío") , el destino lo puso ante la necesidad de que sacara a la cancha su equipo, sin el 10. Fue un equipo terrenal el que sufrió, aguantó, mejoró, ganó y dejó conclusiones ahora que hay que tomar decisiones.

La sobrecarga muscular de Messi hizo cambiar los planes. Sampaoli pensaba en un dibujo parecido al del Barça: línea de cuatro, cuatro volantes y Leo arriba con Higuaín. Pero se prefirió proteger al 10, no arriesgarlo, y los números cambiaron. El 4-4-2 giró hacia un 4-2-3-1. No hay muchas diferencias en el pizarrón, aunque sí las hubo en la cancha.

Giovani Lo Celso entró por Leo y la idea era armar esa franja de creativos con Manuel Lanzini por derecha y Ángel Di María por izquierda. Lo Celso se paró como enganche, pero la presión de Italia en los primeros 15 minutos de cada tiempo convirtió ese esquema en un 4-4-1-1 no elegido, incómodo, improductivo. En ese rato Lanzini, a quien Sampaoli imaginaba desequilibrando en el uno contra uno, tuvo que correr a Verratti y casi nunca consiguió la pelota. Además, el otro posible generador de juego, Leandro Paredes, no pudo salir del encierro del medio, se soltó apenas una vez para rematar al arco de Buffon y la Selección quedó atrapada en los pases de Otamendi y Fazio para Wilfredo Caballero, ida y vuelta, tratando de salir del asedio.

Lo Celso intentó hacerse eje, pero ni Lanzini ni Bustos le abrían el camino por la derecha, como sí un poco más Tagliafico y Di María. La Selección no conseguía la pelota, el único circuito estaba atrás pero sin la posibilidad de progresar en el terreno encontrando el hombre libre, la esencia de la salida por abajo.

El problema es viejo y hasta aburre remarcar siempre la ausencia de un Xavi, de un Modrić, alguien que maneje el tránsito cuando se cruza la mitad. Sin Messi, claro, el problema empeora. Porque Leo resuelve bastante tirándose atrás o desequilibrando adelante. La Selección le busca socios a Messi y le cuesta encontrarlos.

Pero en la segunda parte, cuando Lanzini abandonó el lateral y se animó a viajar en diagonal, todo cambió. El ex River y actual volante del West Ham es una debilidad de Sampaoli y aquí esperaba juntarlo con Messi. No pudo ser, pero Lanzini aprovechó la chance con un par de intervenciones felices: robó la pelota que terminó en el gol de Banega (tras una buena pared con Lo Celso) y convirtió el segundo con un buen remate.

Lanzini fue una de las buenas noticias que recibió anoche Sampaoli. Algunas cosas de Lo Celso también invitan a confiar en el zurdo del Paris Saint-Germain. Pide la pelota, no le quema, tiene una elegancia indiscutible y un futuro importante. El técnico deberá decidir si está para jugar un Mundial. Otra buena, aunque conocida para el entrenador, fue la que ofreció Banega cuando entró: el gol lo mostró con decisión y categoría.

Por el contrario, Leandro Paredes no entró en sintonía. Ubicado como doble cinco se espera de él un aporte más en ofensiva, pero el del Zenit no se terminó de soltar y pareció quedar eclipsado por las obligaciones.

Y arriba, dos nombres que siguen generando polémica. Di María fue de lo mejor del primer tiempo porque logró electrizar los ataques y fue el único que pudo cambiar de velocidad. Como suele pasar, muchos de sus desbordes terminan descoloridos por un mal centro o una decisión equivocada. Pero encara y pasa. Higuaín, en tanto, mostró mucho esfuerzo sin la pelota pero no pudo romper ese maleficio que lo persigue: la única clara que tiene, no entra. A veces por su culpa. ¿Hubiera sido la ausencia de Messi una buena chance para Dybala? Alguien puede pensar que el destino le hizo una trampa a Sampaoli en la primera vez que no lo convoca. Aquí se escribió más de una vez que Dybala es más un suplente de Leo que un socio posible. Pero el DT opina distinto. Para él el suplente de Messi no existe; si no está, se juega a otra cosa.

Y es lo que sucedió en Manchester. Se reemplazó a un irreemplazable, se cambió el dibujo, se le dio pista a un equipo terrenal. Aún así, se le ganó 20 a Italia y se le dio una caricia a la autoestima del plantel.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Argentina 2 - Nigeria 4 - Amistoso Internacional 2017

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LE GANABA 2-0 A NIGERIA JUGANDO BIEN PERO EN EL SEGUNDO TIEMPO TODO CAMBIÓ
Argentina tuvo dos caras y pasó de un triunfo claro a una derrota desconcertante
En la segunda etapa la Selección cometió errores defensivos que le costarían caro en el Mundial.
El desafío era mantener la línea, y mejorarla, sin Lionel Messi. Pero ocurrió lo contrario. En el modernísimo Stadion Krasnodar, la Selección le ganaba 2-0 a Nigeria pero terminó perdiendo 4-2 en su última presentación en Rusia, donde perdió su invicto de siete partidos el equipo de Sampaoli.

Fue, sin dudas, un partido rarísimo que tuvo dos tiempos: el primero lo ganó bien Argentina, pese al descuento del final, pero una ráfaga en el arranque del segundo mostró otra Argentina y otra Nigeria, que se quedó con una victoria inobjetable.

La Selección tardó un cuarto de hora en arrancar. Al principio, compartió el dominio de la pelota y fue imprecisa, mientras Nigeria se movía al compás del sabio John Mikel Obi.

Hubo un punto de inflexión curioso: un codazo de Kelechi Iheanacho a Otamendi, su ex compañero en el City. Cuando volvieron a jugar, la Selección fue otra. Mejor incluso que ante Rusia, más precisa y dinámica. El único que no conectaba hasta ahí era Dybala y por eso se eligió la vía del pelotazo. La paridad duró, entonces, hasta que Argentina le tomó la mano al partido. Llegó el tiro libre de Banega que destrabó el partido. Y empezaron a sucederse situaciones de gol. Después, casi por decantación, llegó el golazo de Agüero. Salió Mascherano del fondo, Dybala tocó para Pavón, quien desbordó y mandó el centro para el gol del Kun. Como contra Rusia.

Parecía resuelto. Sin embargo, revivió Nigeria en el último minuto con el tiro libre, y una floja reacción del arquero Marchesín. El primer tiempo se fue con la tarea de Dybala como única deuda.

Volvió dormido del vestuario el equipo de Sampaoli, que ya había movido el banco obligado por la indisposición de Agüero. Con un par de distracciones en el arranque pasó de estar de 2-1 a 2-3. Cada contraataque de Nigeria parecía medio gol. Y además lo tenía a Ibowi, del Arsenal, que la rompió. La jugada del 4-2, caño incluido a Mascherano, es inolvidable. El equipo nunca asimiló esos cachetazos. Ya no lograría parecerse al que su DT sueña.

lunes, 13 de noviembre de 2017

Rusia 0 - Argentina 1 - Amistoso Internacional 2017

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VENCIÓ 1-0 AL LOCAL RUSIA CON GOL DE AGÜERO Y VARIOS DETALLES POSITIVOS
Un paso adelante en el juego y otras buenas señales
Después de una traumática Eliminatoria y una clasificación sellada recién en el último partido, la Selección Argentina dio un paso adelante en su primera prueba posterior a la victoria en Quito que le permitió sellar el boleto a la Copa del Mundo.

Con una combinación entre históricos y recién llegados (Pezzella, Kranevitter, Lo Celso), Argentina disputó un buen primer tiempo. Como suele ocurrir, fue dominador claro del partido no solo por posesión, sino también por su manejo estratégico del juego. Tuvo buena salida desde el fondo, con la prolijidad de Otamendi, mucho quite y recuperación de Kranevitter en el medio y paciencia para buscar los caminos para penetrar la defensa rival.

Ante una defensa muy cerrada, Messi apareció en cuentagotas, pero tuvo algunos arranques con su sello y además se movió constantemente para encontrar espacios libres. El escaso aporte del capitán y de Enzo Pérez y Lo Celso (activos, pero apagados en las bandas) y la falta de precisión en la búsqueda entre líneas y en los pelotazos largos hicieron que el ataque argentino se diluyera.

En el segundo tiempo, la Selección se retrasó y aprovechó el adelantamiento de Rusia para encontrar esos espacios que tan poco había hallado en los 45 minutos iniciales. A los 3 minutos, Messi dispuso de su primera chance clara en el juego, cuando recibió de Agüero, ganó la espalda de la defensa rusa y definió con clase por encima del arquero, pero Rausch alcanzó a despejar de cabeza a centímetros de la línea de sentencia.

Rusia también tuvo las suyas. El modesto conjunto que no logró superar la fase de grupos en los últimos tres torneos grandes que disputó (el Mundial de Brasil 2014, la Euro de Francia 2016 y la Copa Confederaciones de este año) estuvo cerca con dos apariciones de Denis Gloshakov, el patrón del equipo: un derechazo desde afuera que salió cerca del palo derecho de Romero y un remate que tapó el arquero de Manchester United.

El combinado argentino ya no tenía tanto la pelota como en el primer tiempo y a veces sufría en el retroceso, pero no traicionaba su propuesta de toque paciente y parsimonioso, que por momentos exasperó y despertó silbidos en las tribunas del estadio Luzhniki.

Sampaoli buscó renovar el ataque con los ingresos de Alejandro Papu Gómez y de Cristian Pavón. El delantero de Boca se mostró mucho más punzante que Salvio y a los 40 minutos aprovechó un gran pase de Messi, llegó al fondo por la derecha y sirvió el centro para Agüero. El Kun no pudo en su primer intento, pero en el segundo empujó de cabeza con Akinfeev ya vencido.

Fue un paso adelante de la Selección Nacional, que mostró una mejora en el juego e insistencia en la apelación al mismo camino que había exhibido en las Eliminatorias con resultado dispar: tenencia, paciencia, búsqueda y aceleración en tres cuartos de cancha.

miércoles, 14 de junio de 2017

Singapur 0 - Argentina 6 - Amistoso Internacional 2017

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EL BALANCE DE LOS PRIMEROS DOS PARTIDOS DEL NUEVO TÉCNICO DE LA SELECCIÓN ARGENTINA
La Selección Tiempo de caras nuevas
Tras el 6-0 de ayer ante Singapur y el 1-0 del viernes a Brasil, el DT se lleva buenas conclusiones. Messi y Di María siguen arriba, Biglia y Romero levantaron sus notas; no hay aplazos.
En la Selección Nacional los entrenadores pasan, pero varios protagonistas colaterales realizando diversas funciones quedan. Una de estas noches aquí en esta Singapur que asombra, en la concentración establecida en el imponente hotel Fullerton, uno de esos empleados con largo recorrido en los equipos argentinos se entusiasmó en una charla relajada con Clarín y en un momento sentenció: “Mirá, vos sabés que yo hace mucho tiempo que estoy con la Selección, pero lo que estoy viendo ahora no lo observaba desde la época de Bielsa. Me alegra. Veo a esta gente trabajar en dos canchas, nadie para, todos se mueven... Me entusiasma. Y los jugadores, por lo que yo vi, también están muy contentos”.

Justo a un año del partido inaugural de Rusia 2018, de sus primeros pasos como entrenador de Argentina no sólo Jorge Sampaoli se lleva dos victorias con siete goles y ningún gol en contra ante una potencia como Brasil y un rival híper modesto como Singapur. Al menos hacia dentro, el casildense empezó a enamorar. Es valioso para el DT haber sembrado esas sensaciones sólo en un puñadito de entrenamientos. Es un halo de confianza. Eso sí, mucho más importante es saber cuánto sedujeron los futbolistas al DT casildense en esta gira. Y en ese sentido, hubo referentes que supieron respaldar su prolongada cadena de citaciones y nuevos que dieron el primer paso como para fortalecerse como recambios.

Sampaoli tomó un vuelo hacia Buenos Aires un ratito después del 60 a Singapur, con una escala en Dubai. Al desembarcar en Ezeiza, el plan era dormir en el complejo de la AFA, impregnado todavía con las sensaciones que le dejó la Selección. Ahí, ya con el partido ante la modesta selección asiática repasado en pleno viaje, empezará a tamizar las conclusiones.

En el podio de las observaciones de Sampaoli, se impone una mirada global. Le encantó la predisposición de todos para encarar este nuevo proyecto de Selección y también el entusiasmo para bajar la idea que él les transmite a la cancha tanto en los entrenamientos como en los dos partidos. Algunos detalles que agendó: la presencia de Lionel Messi para ser la cabeza del grupo desde el primer día sabiendo que el debut era con Brasil, las ganas de Mauro Icardi para sumarse e insistir jugar a pesar de la lesión muscular, la asistencia de Gonzalo Higuaín aunque estaba tiroteado físicamente tras una temporada extenuante...

Después, en el juego, la uniformidad se descubre en la intensidad que aportaron todos, pero en los balances individuales es distinto. Algunos aprovecharon la gira, otros no tanto...

Los históricos ratificaron por qué durante tanto tiempo se vienen repitiendo en las citaciones. Sergio Romero generó una muy buena impresión en las prácticas. Sampaoli públicamente no lo confirmó, pero si no ocurre nada raro Chiquito será su arquero contra Uruguay, el 31 de agosto en el Centenario, por las Eliminatorias, cuando las sensaciones indicaban que Nahuel Guzmán, con su versatilidad para jugar por abajo, encajaba mejor en el gusto del DT.

Gabriel Mercado, se sabe, es uno de los preferidos del casildense. Nicolás Otamendi respondió en la defensa con línea de 3 ante Brasil y es otra fija. En el medio, Lucas Biglia, que parecía con pocas posibilidades, disparó lindas sensaciones en las prácticas. Estaba muy por debajo de Ever Banega en la consideración previa, pero lo equiparó. Ambos se proyectan como titulares en Montevideo. Una debilidad para el DT es Angel Di María, quien no lo defraudó.

El caso de Paulo Dybala es curioso. Simboliza a la nueva generación que busca penetrar en la Selección. Dentro de un molde correcto, no acarició con su talento habitual, algo que la Selección necesitará sí o sí. De todos modos, a Sampaoli lo seduce. Es más, al DT le encantó que La Joya se enojara porque le salió mal un pase de cabeza.

De los representantes de la renovación, apenas con media hora en cancha ante Singapur, Leandro Paredes se plantó como una variable para mediocampista interno con proyección máxima: atravesó líneas, anticipó y expuso presencia ofensiva, algo que no consiguió Manuel Lanzini. Es una zona delicada, sin abundancia de alternativas. Sampaoli agendó con un “+” al ex Boca. Es un caso similar al de Joaquín Correa, aunque aquí corre desde atrás a Higuaín y a Icardi. Fue muy bueno, además, el ingreso de Ignacio Fernández. Y como lateral derecho, una posición donde no abundan alternativas y José Luis Gómez se lesionó, Eduardo Salvio no pasó inadvertido contra Singapur, un escalón arriba de Marcos Acuña, el dueño de la misma función pero por la banda opuesta. Pudo haberse impuesto más en tono desequilibrante Alejandro Papu Gómez.

Entre los defensores, contra Brasil, se mostró Jonatan Maidana duro y recio, cualidades que en el Centenario multiplican su relevancia. Federico Fazio no fue muy exigido, igual que Emmanuel Mammana, apuntado pensando más que nada en el futuro. Frágil se lo vio a Nicolás Tagliafico en su rato ante el equipo de Tite. Justamente atrás es la zona que más bajas sufrió: Javier Mascherano y Javier Pinola, sin olvidar a Ramiro Funes Mori, quien cuando se recupere y consiga la plenitud será parte de esta historia.

Después de los dos amistosos y justo a un año del Mundial, analiza Sampaoli su borrador. No es para celebrar e imaginar lo máximo ya, pero por tratarse de la primera vez las conclusiones al técnico lo tranquilizan.

sábado, 10 de junio de 2017

Brasil 0 - Argentina 1 - Amistoso Internacional 2017

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LA SELECCIÓN ARRANCÓ EL CICLO CON UNA ALEGRÍA Y UNA ACTUACIÓN PARA ANALIZAR
El debut de Sampaoli: compromiso con la idea, aunque costó sostenerla después
Un decálogo de lo que dejó el estreno del nuevo ciclo con el triunfo ante Brasil. Desde la presión hasta la floja actuación de Messi, camino a Singapur y pensando sobre todo en Uruguay.
La primera vez marca. No se olvida. Sin embargo, siempre es el punto de partida. Ahora, ya en la exótica Singapur, empieza el tiempo de la fría reflexión. No habrá prueba para la Selección Nacional más exigente que Brasil hasta el partido con Uruguay, el del regreso a las Eliminatorias con clasificación en suspenso para Rusia 2018. Sabe Jorge Sampaoli que logró que sus futbolistas evidenciaran un compromiso con lo que él propone, aunque al equipo le haya costado sostener la idea en grandes tramos de la historia contra los brasileños, en especial en el segundo tiempo. Aunque cualquier sentencia hoy suena tan ilógica como relativa, parece que no será sencillo para el entrenador el camino hacia la búsqueda de la identidad, por lo menos hasta que no encuentre los intérpretes adecuados para roles decisivos. La radiografía celeste y blanca, después del debut, en varios ítems así lo indica.

1. La presión. Casi que no pudo sostenerla en la zona más alta de la cancha. Requiere de un gran estado físico, que no era óptimo. Se entiende porque varios jugadores arribaron sobre la hora, todos cargan con una temporada entera sobre sus espaldas y el trabajo con el cuerpo técnico ni siquiera completó una semana. A Brasil se lo percibía en estado similar, pero disimula porque se protege en su funcionamiento. Argentina recién empieza a buscarlo.

2. La salida por abajo. Se arriesgó a veces sin necesidad. Exige exactitud de cirujano en cada pase. Es un déficit: los tres defensores (Otamendi, Maidana y Mercado) no incluyen esos rasgos entre sus principales virtudes. Con rivales más agobiantes podría complicarse.

3. La posesión. Se vincula con el punto anterior. Argentina demostró paciencia ante Brasil para no cruzar a puro vértigo la mitad de la cancha, salvo cuando podía romper con pases filtrados. En este ítem es clave el volante central. Hubo dos en Melbourne: Lucas Biglia y Ever Banega. Ellos deben definir cuándo profundizar e intentarlo. También es vital que logren cesiones que rompen líneas con mayor continuidad.

4. Los triángulos. Son esenciales para construir la salida por abajo y para ejercer la posesión. Argentina los dibujó poco ante Brasil. Tal vez por eso le costó progresar en el campo de juego.

5. Las aperturas. A Sampaoli le gusta que sus equipos se abran bien hacia los costados para forzar la aparición de espacios. También es una variable del juego que se impone para lastimar arriba. El problema es que al debutante José Luis Gómez no ofreció alternativas por la derecha. Al revés, sí lo hizo Di María por la izquierda sobre todo en la primera parte del clásico.

6. La velocidad. Resulta fundamental para un equipo de tanta presión y protagonismo. Es imprescindible para lastimar y para defenderse. Faltó frescura en la Selección. Y es comprensible: casi ningún jugador llegó en plenitud tras el largo viaje y el cambio de horario.

7. La pelota parada. Es una herramienta para exprimir. Y Argentina lo hizo en el gol: cabezazo de Otamendi y presencia de Mercado para aprovechar el rebote del palo. Sabía que Brasil la superaba en centímetros. Entonces, en lugar de tirar el centro, tocó corto y luego lanzó al área, cuando Brasil estaba desacomodado. Así nació la jugada del grito de la victoria. No es ningún descubrimiento, pero se advirtió que hubo un cierto trabajo.

8. Las sociedades. El equipo no pudo darle vuelo a ninguna. Ni Messi con Dybala ni La Joya con Higuaín... Tranquilidad.

9. El 9. Fue negativo el regreso de Higuaín. Y Sampaoli lo extirpó en el entretiempo. Mauro Icardi sigue recuperándose. Lucas Alario espera. Y Sergio Agüero también. Por ahora el Pipita es titular por su vínculo estrecho y fluido con el entrenador. Pero la competencia es muy fuerte en el puesto, tal como lo explicó el propio Sampaoli.

10. Messi. Esta vez se pareció a una postal: casi no incidió de acuerdo a lo que suele exhibir en la cancha. Necesita que el equipo lo oxigene. Y la redonda casi nunca le llegó limpia. El inmenso desafío será rodearlo como corresponde para que estalle con su felicidad.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Argentina 2 - México 2 - Amistoso Internacional 2015

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UN DURO PARTIDO EN DALLAS
La Selección rescató un empate cuando parecía que se venía la noche
Perdía 2-0 faltando siete minutos. El ingreso de Agüero fue clave: metió un gol y le dio el pase a Messi para el empate.
El último amistoso antes del arranque de las Eliminatorias para Rusia 2018 le dejó a la Argentina una sensación más bien preocupante, más allá de que terminó levantando un 2 a 0 en contra. El equipo tuvo flaquezas defensivas que no supo corregir en ningún momento del partido y de a ratos confundió arriesgar con otorgarle demasiadas concesiones al rival. Además, la prueba de juntar desde el arranque a Lionel Messi y Carlos Tévez no funcionó. Y el ingreso del Kun Agüero termino siendo decisivo para que llegara al empate.

A diferencia de Bolivia el viernes, en el histórico 7 a 0 que tuvo lugar en Houston, México fue un rival mucho más exigente para Argentina. Porque tiene un mejor nivel colectivo y porque cuenta con individualidades de jerarquía como Rafael Márquez, Andrés Guardado y Javier Chicharito Hernández.

Argentina mostró problemas defensivos que tuvieron su génesis en su afán por imponer condiciones sumando mucha gente en campo rival: varias veces quedó descompensada. Y México, que realizó con velocidad las transiciones defensa-ataque, lo complicó primero y lo golpeó sobre los 18.

Raúl Jiménez se filtró por el sector que debía custodiar Rojo y Otamendi, quien había protagonizado un par de cruces salvadores, le cometió el penal que Chicharito Hernández cambió por gol.

La ventaja de México no era sorpresiva porque lucía mejor parado, con un esquema 5-3-2 ante el que Argentina careció de imaginación para desequilibrar en ataque.

En un campo de juego que estuvo en mal estado, los arranques siempre imprevisibles de Lionel Messi eran la principal esperanza de una Argentina que recién levantó en los últimos diez minutos del primer tiempo. En ese lapso, dispuso de tres situaciones de gol como para empatar y en la más clara de ellas, Moisés Muñoz le tapó con uno de sus pies un mano a mano a Angel Correa, debutante desde el arranque en la Selección.

Después de una mala entrega de Gago en la salida, México pudo estirar la ventaja pero el disparo de Chicharito se fue desviado.

En el segundo tiempo, Argentina volvió a quedar tan expuesta en el fondo como en buena parte de la etapa inicial. Cada vez que el equipo perdía la pelota, Demichelis y Otamendi solían quedar mano a mano con los atacantes mexicanos, a los que les faltó justeza en la puntada final para resolver el partido.

Por lo general incómoda para manejar la pelota, Argentina no tuvo el juego asociado que pretende Martino y dependió en exceso de lo que pudieran generar Messi y Correa. En dos jugadas aisladas, Muñoz le tapó dos remates peligrosos a Tévez. Y, sobre los 25, México llegó al segundo luego de un contragolpe resuelto por Herrera.

En los últimos siete minutos, Agüero primero descontó y después le sirvió la igualdad a Messi (hizo su gol 49 en la Selección y se acerca a Batistuta, que suma 54). Pero Argentina deberá mejorar, está claro.

sábado, 5 de septiembre de 2015

Argentina 7 - Bolivia 0 - Amistoso Internacional 2015

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EN HOUSTON VENCIÓ 7-0. LAVEZZI, AGÜERO Y MESSI, CON 2 GOLES CADA UNO. COMPLETÓ CORREA
Argentina armó una fiesta ante una débil Bolivia
No hubo equivalencias: con mayoría de suplentes la Selección mostró contundencia, un Agüero brillante y otras actuaciones para el aplauso.
Un ensayo, una prueba, poco menos que un entrenamiento a puertas abiertas, al punto de que el árbitro mexicano César Ramos Palazuelos lo terminó dos minutos antes del final. La posibilidad de ver en acción a muchos jugadores que habitualmente no tienen rodaje en la Selección. Eso fue el primer amistoso de Argentina después de la frustración que significó la caída en la final de la Copa América ante Chile, hace exactamente dos meses.

Y fue con goleada histórica ante la débil Bolivia, un 7 a 0 aplastante que no hizo más que trasladar a la cancha la enorme diferencia de jerarquía entre ambos equipos, más allá de que los únicos dos habituales titulares que jugaron de entrada fueron Sergio Romero y Sergio Agüero, el mejor. Algo similar había ocurrido en el último partido antes de la Copa América, cuando Argentina vapuleó por 5 a 0 al conjunto boliviano.

Seguramente, Gerardo Martino le dará una importancia relativa a lo visto aquí en Houston. Un poco porque el equipo que paró no se parece en casi nada al que pondrá en el arranque de las Eliminatorias para el Mundial de Rusia 2018, el 9 de octubre ante Ecuador, en la cancha de River. Y otro porque Bolivia llegó hasta esta ciudad con un equipo armado a las apuradas y cuyo poderío está muy por debajo del de Argentina. Pero, claro, siempre es mejor jugar porque contribuye a que los futbolistas se vayan conociendo cada vez más.

Argentina lo ganó en el primer tiempo (terminó 3 a0) y lo empezó a resolver cuando apenas habían transcurrido cuatro minutos y Ezequiel Lavezzi anotó con un derechazo cruzado después de una gran asistencia de Agüero. El Kun, precisamente, fue la figura de la cancha porque además metió el segundo ante la salida de Daniel Vaca y el cuarto con un toque sutil luego de un centro de Lavezzi, a quien había dejado solo en la jugada del tercer gol. El pase quirúrgico que le dio a Lionel Messi en la jugada del sexto gol resultó una delicia.

La falta de equivalencias entre un conjunto y otro se notó especialmente en los momentos en los que Argentina logró aceleración y justeza en los pases de mitad de cancha hacia adelante. Fue entonces cuando quedó de manifiesto la calidad de Agüero, de Roberto Pereyra, de Erik Lamela y de Nicolás Gaitán, todos de reconocidas condiciones técnicas. Y Lavezzi aportó la cuota de contundencia que se necesita para sacar ventaja en el marcador.

Impecable para las entregas y puro tesón a la hora de recuperar pelotas, Matías Kranevitter tuvo un debut para el aplauso en la Selección. El tucumano jugó como si tuviera más de 50 partidos sobre la espalda con la celeste y blanca.

La sensación fue siempre que Bolivia solo podía complicar con alguna pelota parada o por algún error. Y eso fue lo que cometió Lavezzi cerca de su área, pero Romero atajó el disparo de Martins.

Dos minutos después de reemplazar a Gaitán, Messi saltó en el área como si fuera un centrodelantero y no un todocampista imposible de descifrar para los rivales y le metió un cabezazo goleador a un muy buen centro de Milton Casco para el 5 a 0. Y al ratito hizo el sexto tras un pase quirúrgico de Agüero. Angel Correa tuvo un estreno inmejorable al anotar el séptimo.

Los constantes cambios terminaron por desvirtuar el partido aquí en Houston, donde de a ratos hubo fútbol del bueno y goles que iluminaron la noche ante un rival que no fue medida.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Alemania 2 - Argentina 4 - Amistoso Internacional 2014

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EL JUGADOR DEL MANCHESTER UNITED HIZO UN GOL Y DIO TRES ASISTENCIAS EN UNA ACTUACIÓN SENSACIONAL
Di María fue Messi en el debut de Martino
La Selección superó la ausencia del crack en el primer partido del nuevo técnico. Argentina se tomó una pequeña revancha de la final del Mundial y goleó a Alemania. Ya se empiezan a notar algunas de las ideas ofensivas del DT.
Fue como si invitaran a un pibe de 17 años a un cumpleaños con todos chicos de 11 y -en el fulbito- el de 17 los gambetea una y otra vez, les sirve tres goles a los demás, convierte el suyo con un lujo y después se va a comer la torta mientras el cumpleañero sigue llorando desconsolado en un rincón.

Así jugó Di María en Düsseldorf y ése fue su regalo de bienvenida para el Tata Martino. Contextualicemos: Alemania preparó su fiestita, con regalos para Lahm, Klose y Mertesacker, con las cuatro estrellas (una por cada Mundial ganado) por todos lados, con 50 mil personas dispuestas a aplaudir... Pero cometió un error: invitó a Di María y a la Selección Argentina. Y otro más: presentó un equipo que nada tuvo que ver con el que ganó en Brasil, en juego y en nombres (apenas cuatro titulares también lo fueron en la final).

Del otro lado faltaba Lionel Messi, pero estaba Di María, que lejos de hacerle honor a su nombre fue un demonio. Participó en los cuatro goles: hizo uno (definición de lujo) y sirvió los otros tres. ¿Qué hubiera pasado con este Di María en la final del Mundial? Fue tan inverosímil su actuación de anoche como lo sería pensar que en una final podría tener tantos espacios y tantas facilidades.

Es que fue un partido incomparable con aquél. Abierto, sin estrés, casi ni se gritaron los goles... En ese marco el principal acierto del técnico debutante fue hacer jugar a Di María donde más lastima: como delantero neto. Y desde los 15 minutos, cuando Di María se pasó a la derecha (con Lamela del otro lado) empezó el festival. El nuevo jugador del Manchester United fue imparable y simplificó cualquier análisis: es imposible hablar del partido sin empezar por él. La contracara, y una de las explicación del resultado, fue el delantero alemán Mario Gomez. Di María hizo todo bien y Gomez, frente al arco de Romero, hizo todo mal.

Pero volvamos a Martino. El técnico tuvo la audacia de plantarse ante el campeón del mundo con un esquema bastante ofensivo (un flexible 4-3-3), una intención mafiesta de salir jugando (en los primeros minutos Romero jugó más con los pies que en todo el Mundial de Brasil) y la idea de meter una presión alta en varios momentos (hasta Biglia apretó a Neuer en un par de oportunidades). Todo un manual de estilo del nuevo entrenador. Después de la conferencia de prensa, Martino destacó “la valentía” de sus jugadores para arriesgar con la pelota pese a tener un solo entrenamiento bajo su conducción. El elogio, sin dudas, fue merecido.

Lo más positivo entonces fue la descomunal actuación de Di María, como delantero, arrancando desde derecha y haciendo desastres con la diagonal. Por eso, de acá en adelante vuelve a plantearse el desafío de encontrar un funcionamiento que incluya a los cuatro de arriba o tomar una decisión dejando a alguno afuera. Hoy, Messi y Di María aparecen como los únicos indiscutibles en el sector.

También fue positivo el ingreso de Erik Lamela, quien aportó frescura con la pelota y un golazo, y que demuestra que se abre la puerta para otros nombres en eset nuevo ciclo. Y hay que destacar la seriedad del equipo para jugar en cualquier lado.

Entre lo negativo, el sector central de la defensa dejó demasiadas dudas, tanto en el manejo de la pelota como en la zona de la cancha donde decidio plantarse, permitiendo que Alemania jugara demasiado cerca de Romero y que generara muchas situaciones de peligro, algunas clarísimas, absurdamente desperdiciadas por Mario Gomez.

Lo insólito del partido fue que a los cuatro minutos del segundo tiempo Argentina le ganaba 4-0, de visitante, al campeón del mundo. Entonces se escucharon silbidos. Después Alemania decoró con un poco de honor el resultado hasta llevarlo al 4-2 final. Di María, claro, ya se había cansado de gambetear a todo el mundo y de arruinar una fiesta a la que no lo van a volver a invitar.

domingo, 8 de junio de 2014

Argentina 2 - Eslovenia 0 - Amistoso Internacional 2014

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ARGENTINA LE GANÓ 2-0 A ESLOVENIA EN EL ÚLTIMO PARTIDO DE PREPARACIÓN
La despedida de la Selección
Una ráfaga de Messi hizo crecer el sueño de la gente
El crack jugó algo más de media hora porque Sabella lo había dejado en el banco para cuidarlo. Pero ese ratito le alcanzó para desatar la euforia de más de 40 mil personas, que se fueron creyendo que traer la Copa es posible.
Toda esa gente espera lo mismo: quiere ver a Lionel Messi. Parecen militantes de su fútbol. Sus cantitos lo piden y lo evocan. Un rato antes, cuando todavía se jugaba el primer tiempo, el grito unánime ofrecía el ultimátum: “Ponelo a Messi / la p... que te parió / ponelo a Messi / la p... que te parió”. El destinatario, claro, era Alejandro Sabella. En el mismo escenario que tantas veces fue el patio de su casa, el entrenador corroboraba lo que todos saben: esta es la Selección de Messi. Se juegan doce minutos del segundo tiempo y la más estruendosa de las ovaciones está por suceder. Ya ingresaron Fernando Gago, Angel Di María y el Kun Agüero. Hay aplausos para todos. Pero lo que sigue es otra cosa. Se parece a una explosión. Messi - el crack de todos, el crack pedido- entra al campo de juego en reemplazo de Ezequiel Lavezzi. No hay guión posible. El griterío es espontáneo.

El resultado de este amistoso frente a Eslovenia, el de la despedida de la Selección en la antesala de su viaje a Brasil, quedará inmediatamente en el rincón de las estadísticas o en el olvido. Un numerito: 2-0. Pero la presencia de Messi, no. Es relevante -y será inolvidable- para esos chicos que lo observan con el asombro de la primera vez. Para ellos es el crack de la Play que de repente se luce en carne y hueso ante sus ojos. Es también un encanto para esos admiradores que se hicieron hinchas del Barcelona a la distancia. Por él, por su fútbol, por esa magia. Las mujeres - que no son pocas en los encuentros de la Selección- comprueban por qué los hombres se organizan para ver por televisión los partidos de la Liga de España y/o de la Champions League. Se trata de un idilio entre el hincha y el crack. Ellos, todos, están locos por Leo.

Una escena cuenta su lugar en la Selección: apenas ingresado, Javier Mascherano se le acerca, se saca la banda de capitán que había usado en cada uno de los minutos anteriores y se la entrega. Messi se la coloca en su brazo izquierdo con naturalidad. Más allá de sus pocas palabras y de su modo manso, Messi es el líder sin discusión de este plantel.

Hay una prioridad que el crack entiende como ningún otro: se debe cuidar el cuerpo porque en breve, el domingo 15, el Mundial comienza. Y ahí, en el Maracaná, espera Bosnia para empezar el recorrido. Leo ofrece su talento dentro de ese contexto. Su jerarquía es tal que sin brindar su mejor versión ni su mayor intensidad enciende a un estadio repleto en el que caben 40.000 personas. Y no es el Coloso Marcelo Bielsa; se trata del estadio Unico de La Plata.

Poco después de ingresar, Messi - como tantas veces en tiempos recientes- vomita en el campo de juego. No es una alarma. Sabella lo explicará luego: “Es un tema nervioso”. Pronto, Leo demuestra que no hay espacio para la preocupación: lo mejor de su repertorio -y lo mejor del partido- lo exhibe 18 minutos después de haber ingresado. Arranca la jugada en posición de wing izquierdo. Amaga, frena, pasa. El “oooooooooooole” es el tributo de sus hinchas. La jugada continúa, se ensucia, pero él rescata la pelota y asiste a Agüero, el perfecto socio, el amigo. Entonces, surge Di María, quien la empala para la aparición del Kun. El delantero del Manchester City la baja de cabeza para la llegada del pibe que hizo sus primeras gambetas en el Grandoli, en ese Rosario de su nacimiento y de su corazón. Lo que sigue es lo inevitable para el arquero esloveno Vid Belec: la definición, el gol y el grito. También se escucha, de inmediato, el himno de esta tarde gris que el crack mejora: “Que de la mano / de Lionel Messi / todos la vuelta vamos a dar”.

El jugador que se animó a sentarse en el mismo pedestal que Diego Maradona, ahora tiene la responsabilidad de transformar el cantito en Copa; el deseo en consagración. Como anuncia la otra estrofa tribunera: “Volveremo’ / volvermo’ / volveremos otra vez / volvermo’ a ser campeones / como en el 86”. La gente se lo hizo saber ayer. Otra vez.

No fue casualidad que Messi jugara sólo un rato, apenitas más de media hora. Sabella lo quería cuidar, el público lo reclamaba, la organización presionaba para que estuviera. Lo terminó decidiendo él. Y lo explicó luego del encuentro: “Me moría de ganas de jugar”. Tenía el deseo de sumarle un capítulo más a su idilio con el hincha argentino. Ese que tanto le costó. Ese que tanto buscó. El mismo que ahora disfruta y abraza. Como si se tratara del mejor de sus goles.

jueves, 5 de junio de 2014

Argentina 3 - Trinidad y Tobago 0 - Amistoso Internacional 2014

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PALACIO SUFRIÓ UN ESGUINCE Y DEMICHELIS, UN GOLPE
Un triunfo cómodo que dejó inquietud por las lesiones
La escasa jerarquía de Trinidad y Tobago le permitió a la Argentina, aun con altibajos, imponerse sin sobresaltos.
El análisis parte de una dificultad: tiene el alcance recortado al que obliga la particularidad del rival. Se sabe: Trinidad y Tobago es un oponente ajeno a la elite. Más allá de que participó en el Mundial de Alemania 2006, no es casualidad que ahora ocupe el puesto 74 del ranking de la FIFA. Por eso, con esa salvedad, cabe decir que el resultado -esa victoria cómoda, 3-0- resulta apenas un decorado. Y que el balance respecto del potencial del equipo de cara al debut del día 15 ante Bosnia, en Río de Janeiro, dejó claroscuros. En lo colectivo y en lo individual.

En cualquier caso, Argentina tuvo una prioridad más allá del juego: cuidar a sus intérpretes. Y jugó de tal modo. Sin embargo, se encontró con dos inconvenientes en el recorrido: se lesionaron Martín Demichelis (golpe en el tobillo derecho) y Rodrigo Palacio (esguince en el tobillo izquierdo).

Era lógico: el foco del contorno estaba puesto -inevitablemente- en Lionel Messi, el crack universal que volvía a presentarse ante la gente del país de su nacimiento. Y el rosarino apenas ofreció destellos. Su actuación fue un retrato del equipo: procuró evitar el roce físico en nombre de no tropezar con la tan temida piedra de las lesiones previas al Mundial (como les pasó Rafael Van der Vaart y Riccardo Montolivo, quienes se perderán la gran cita). La jugada previa al primer gol sirve de testimonio: Messi perdió en velocidad y en reacción ante un tal Yohance Marshall, defensor del Central FC, de la Liga trinitense.

No quería arriesgar el argentino. Antes, en sus primeros cuatro arranques había recibido tres infracciones. Su mejor aporte, al cabo, fue ese tiro libre estupendo que pegó en el palo y que derivó en el rebote que Javier Mascherano cambió por el segundo gol.

El equipo de Alejandro Sabella mostró algunas grietas en la defensa, sobre todo en el sector central (anoche ocupado por Federico Fernández y Demichelis). Y ese no es un buen síntoma, sobre todo considerando que en Brasil se enfrentará a rivales de otra jerarquía. De hecho, en el debut, la dupla central (entonces, seguramente, con Ezequiel Garay como integrante) deberá detener al bravo Edin Dzeko. Por los costados, Hugo Campagnaro y Marcos Rojo no tuvieron grandes dificultades, pero el aporte ofensivo fue escaso.

En cuanto al mediocampo hubo un inicio preocupante debido a las imprecisiones. También por cierta tendencia de Fernando Gago a dar pases intrascendentes. Mascherano ofreció lo de siempre: prolijidad, ubicación, constancia. Por eso, en una actuación sin luces, él brilló a su modo. Y resultó la figura.

Di María, como casi todos los involucrados en la búsqueda ofensiva, mostró su talento en cómodas y breves cuotas. Ezequiel Lavezzi, que participó poco, se mostró dubitativo en el último tramo de la cancha. Rodrigo Palacio fue la agradable excepción en el rubro: se exhibió activo, tomó buenas decisiones, incluso más allá de su cabezazo para el primer grito o de su asistencia a Maxi Rodríguez para el tercero. De todos modos, el ataque argentino no plasmó en el verde césped las diferencias de pergaminos . Al margen de una visible falta de intensidad, impulsada por una suerte de acuerdo de no agresión para evitar lesiones. Aun así, hubo dos situaciones que generaron inquietud: las lesiones de Demichelis -tras un cruce- y de Palacio, luego de saltar a cabecear.

Sabella aprovechó la cita también para probar alternativas. José Basanta fue central; Biglia aportó recuperación rápida en el medio; Maxi Rodríguez hizo un gol y siempre llegó como opción de pase; Enzo Pérez y Ricky Alvarez se mostraron en el mediocampo. Y Augusto Fernández se dio el gusto de jugar unos minutos. Todo en una noche que no cambiará en nada la historia de la Selección.

jueves, 15 de agosto de 2013

Italia 1 - Argentina 2 - Copa Francisco 2013

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ARGENTINA SUMÓ UN TRIUNFO QUE LE DA ALIENTO HACIA EL FUTURO
El día en que la Selección aprendió a jugar sin Messi
Con goles de Higuaín y de Banega, le ganó por 2-1 a Italia en Roma. Lo principal: con la ausencia de su estrella máxima, pasó la prueba de afrontar un desafío ante un rival grande.
El final tuvo algo de épico. Los italianos atacando, tratando de tomar la colina; y los argentinos respondiendo a fondo, sin entregar la bandera que habían plantado. Y con el héroe nacional ausente, herido, lejos. Ese final de angustias en el área propia y de deseo en la del adversario puede engañar. Es sólo el final, cuando bajan los títulos y en los ojos quedan las últimas escenas. La película hay que verla entera. Recién ahí, entonces, vale el aplauso.

Esta Selección B dio el golpe en el Olímpico ante una Italia que también tiene ambiciones de ser candidata en el Mundial. El resultado, ganar, es bueno. Ganar y jugar bien sin Messi, ser superior a un rival de jerarquía en su propia casa, es buenísimo. Pocas veces el equipo nacional se lleva tanta renta después de 90 minutos, así fuera por los puntos o por un amistoso que lo fue sólo hasta que los jugadores se despidieron del Papa Francisco, el día anterior.

Se puede sospechar que el ensayo general salió mejor de lo que el propio Sabella esperaba si se repasa cómo plantó el equipo: 4-4-1-1. Las circunstancias del juego, con una Italia confundida posicionalmente, ineficaz en la marca y fallida en los pases, hicieron que Lamela jugara más suelto y Palacio más ofensivo que en los primeros minutos.

¿Que hubiese ocurrido si estaba Messi? Gran punto. Era el mismo sistema, con Leo por Palacio o Lamela. Nunca sabremos qué habría hecho Sabella. Lo que se vio es que Messi habría encajado en cualquiera de los dos dibujos. Por lo tanto, el primer hallazgo es que hay equipo aún sin Messi.

Siempre se tiende a mirar más lo de arriba que lo de abajo. Es lógico, si se tiene a Messi. Y a Agüero, otro ilustre que quedó afuera. Pero la tantas veces criticada fractura en dos mitades, entre defensores y atacantes, y la insistencia en el reclamo de elaboración de juego, esta vez deben ser dejadas de lado. Porque la Selección trató de salir jugando siempre y por abajo, aún con las carencias del manejo de los laterales Basanta y Campagnaro, aún con las dudas que expresan Fernández y Garay con la pelota en los pies; aún con la soledad que a veces tiene Mascherano para dar el primer pase hacia la aceleración.

No estuvo Messi, no estuvo Agüero y no estuvo Gago pero estuvo Biglia que no se conformó con ser secretario personal de Mascherano y asumió más responsabilidades en el manejo. Entonces, entre la imprecisión italiana y la insistencia en la presión lo más adelante posible, se consiguió la pelota. Y se la jugó en general bien. No es poco para un equipo que abusaba del recurso de tirársela a Messi.

El primer gol se veía venir porque Higuaín y Palacio insinuaron de entrada la gran noche que tendrían. De Rossi, volante natural, fue central. Y cuando quiso salir, pensó como volante y cruzó mal una pelota. Corte y pase a Higuaín que mezcló su potencia natural y su oficio de goleador.

El gol fue un quiebre. Ahí faltó algo de audacia. Italia estaba para ser goleada y Argentina levantó el pie, controló el resultado con la pelota. Lo hizo bien, pero pudo haber hecho un desastre... También al comienzo del segundo tiempo, cuando un contraataque feroz terminó con los delanteros en superioridad numérica y un pase de crack de Higuaín a Banega para segundo con un tiro cruzado. Y estaba bien. Era corto el 2-0, como en el descuento de Insigne que le dio vértigo e incertidumbre al final.

Sin Messi se pierde todo lo que Messi ofrece. Pero se puede jugar sin él y ser competitivo. La Selección se dio un baño de confianza, alimentó su autoestima y hasta abre la posibilidad de debatir si no sería conveniente seguir rodando al equipo sin el capitán. Para que cuando Messi juegue dé el salto de calidad. Menudo tema futbolero ofrece este 2-1 en el Olímpico.

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