Bahia (Brasil) 1 - Unión 0 - Copa Sudamericana 2020
Hasta el momento del gol de Bahía, los locales habían remato cuatro veces al arco. Unión lo había hecho ocho veces. A veces ese dato no significa mucho, está vez era la consecuencia del juego de uno y de otro. Pero, como esto es fútbol, sucedió lo que veces sucede: gana en el que no lo merece.
No pasaba nada. El grandote Rossi encaró a Corvalán y le ganó la cuerda. Tocó la pelota y se le iba larga, irremediablemente por la línea de fondo. El arquero Moyano salió a cortar y no pudo frenar la carrera. Rossi lo vio venir, ya había perdido la pelota y esperó el contacto. Que existió. Y voló. Y el árbitro cobró. Desde los 12 pasos, Gabriel tocó a la izquierda, con clase y puso el 1-0.
No se entregó Unión y fue por el empate. Ya no había tantas piernas ni tanto aire y tampoco claridad para pensar. Bahía se acomodó en sus últimos metros a defender la ventaja que había logrado y los minutos se fueron irremediablemente.
Los santafesinos jugaron sin complejos. No los asustó el estadio, vacío pero imponente. Ni enfrentar a un equipo brasileño. Tomó las riendas desde el principio y se hizo fuerte con Galván como centro de la línea de tres. Vera, Nardoni, Cañete y Troyansky corrieron a todos pero también jugaron, trabajando la pelota siempre con criterio. Unión impuso condiciones y fue superior hasta el cuarto de hora de la segunda etapa. En ese lapso, García tuvo dos situaciones, también hubo un remate recto desde afuera que contuvo con esfuerzo Friedrich.
Y entonces, el técnico local metió tras cambios al mismo tiempo. Hombres frescos emparejaron el juego hasta que llegó esa jugada “maldita”. Unión perdió pero nada tiene que reprocharse. Jugó con valentía, fue a buscar los tres puntos, no el empate. Perder fue injusto.