EL 3-1 EN LA IDA LE PERMITIÓ TOCAR Y TOCAR
A lo de siempre, esta vez River le sumó paciencia
Libertad se quedó con 10 a los 23 minutos. Los de Gallardo jugarán con Estudiantes en cuartos.
Sigue firme en su rumbo River. No fue obstáculo anoche Libertad, de Paraguay; la ventaja en el partido de ida (3-1) se antojaba excesiva. Y así fue: River jugó el duelo más tranquilo de la era Gallardo, más allá de algunas complicaciones en el retroceso defensivo. Un pase acá, otro allá y el tiempo a correr. Leonardo Pisculichi y armó un mix entre titulares y suplentes. Libertad, en tanto, entró al Monumental obligado a achicar la distancia en el marcador y buscó acorralar a River con dos extremos bien abiertos: Antonio Bareiro por la derecha y Néstor Camacho por la izquierda.
En ese arranque, el conjunto visitante se paró lejos de su arco, y a aquellos dos extremos se sumó la presión de Claudio Vargas sobre Leonardo Ponzio en A eso jugó River y tal vez por eso no firmó una goleada. Pasó a cuartos de la Copa Sudamericana, donde chocará ante Estudiantes. Gallardo guardó jugadores y no sufrió bajas. Y la gente celebró como en las épocas más gloriosas. Todo redondo.
River salió con una idea muy clara y simple: que pasara el tiempo. Con el resultado a favor tras el partido de ida, los dirigidos por Gallardo se dieron el lujo de salir relajados a disputar la vuelta, aunque con la seriedad que ameritaba el partido. Y tal fue así que el Muñeco ensayó algunas variantes en el equipo: dejó afuera a Jonatan Maidana y la mitad de la cancha. Sorprendió la actitud de Libertad en el comienzo, pero apenas duró diez minutos, ya que rápidamente River se acomodó en la cancha y comenzó a manejar el ritmo.
Si esa idea inicial de los de Núñez había comenzado tras el 3-1 conseguido en Paraguay, la misma se vio potenciada a los 23 minutos del partido de ayer, cuando Bareiro golpeó infantilmente a Ariel Rojas y vio la tarjeta roja. A partir de allí, el partido pareció sentenciado. Los de Gallardo, entonces, buscaron mantener la ventaja sin exigir el físico, mientras que Libertad prácticamente bajó los brazos. El gol de Mercado, en definitiva, llegó casi por decantación.
Más allá de todo esto, Gallardo pudo sacar dos conclusiones del encuentro de anoche. Una de ellas es que este River puede ser un equipo paciente. Si bien en otros encuentros se lo destacó por su vocación ofensiva y su vértigo en ataque, los de Núñez ayer jugaron de una manera diferente, con mucho pase entre los defensores y rotación de la pelota. La otra conclusión es también una señal de alerta: si la defensa de River no está concentrada durante los noventa minutos, Barovero puede pasar sobresaltos. Ayer, en apenas 45 minutos, el equipo paraguayo encontró mal parado a los de Gallardo en cuatro ocasiones, como aquella a los 16 minutos del primer tiempo en la que Bareiro tardó en definir y el arquero pudo achicar.
El segundo tiempo estuvo de más. Gallardo, tal como lo había pensado en la previa, le dio descanso a Teo Gutiérrez, Carlos Sánchez y Rojas. Y envió a la cancha a los pibes Solari, Simeone (que marcó el segundo) y Tomás Martínez, para cambiar el aire.
Ahora, el miércoles o jueves de la semana próxima, River enfrentará a Estudiantes (también en el medio se cruzarán por el torneo local), un rival cuya clasificación de ayer también se festejó la intimidad, ya que Gallardo consideraba que los uruguayos plantearían un partido más físico, más el viaje. Es que la idea es dar pelea en dos frentes. River quiere quedarse con todo.
