Boca Juniors Campeón Campeonato de Primera División 2015
EL GOLAZO DE MONZÓN DESATÓ LA FIESTA EN UNA BOMBONERA REPLETA
Un cabezazo y las pinceladas de Tévez para un grito demorado
El equipo lució atado hasta que logró la ventaja. El último título en torneos locales había sido en el Apertura 2011.
Un compromiso que se agrandó con la llegada de Carlitos Tévez, a los 31, y en la cima de su carrera. Un jugador diferente, un talismán que llegó campeón (en la Juventus) y que fue campeón en todos lados, para volver a ser campeón en Boca, su casa, que lo necesitaba, como bandera y como ídolo. Y cumplió Tévez ese compromiso por eso quedó en el centro de la escena en un festejo que no quería terminar nunca en una Bombonera extasiada.
¿Se puede hablar del juego, de las falencias de un equipo que le costó encontrar una identidad desde la generación, desde las combinaciones ofensivas, desde algunos desacoples defensivos? Sería una tontera en medio de la celebración. Todo se puede resolver con más felicidad si se dice: es campeón, es el mejor. Porque también se pueden contemplar las irregularidades de los otros, los tropiezos de los otros.
El facilismo numérico entierra cualquier duda. Como alguna que se pudo haber levantado en este partido con Tigre. Porque Boca llegaba con ventaja suficiente como para espantar angustias. Pero la sombra de un fantasma (el torneo casi ganado que perdió en el desempate con Estudiantes, en 2006) lo acosaba. Entonces, el temor se le mezclaba a la ilusión de los hinchas y de los protagonistas.
Y así era el partido. Boca buscaba las formas de ataque ante un equipo que se plantó ordenadamente a la defensiva. Y le costaba tanto llegar con juego asociado, que casi todas las jugadas terminaban en pelotazos o en fallidos intentos individuales. Sólo Pablo Pérez quería encontrar variantes. Pero no tenía socios cercanos. Carlitos era la llave en tres cuartos. Pero sus intentos se diluían. Javier García, el arquero visitante (alguna vez campeón con Boca) no intervenía.
Llegó con un impulso de varios metros, volcado por la derecha, en una posición inesperada. Justamente Monzón, el mismo que había perdido la titularidad por su irregularidad, por sus distracciones. Y que la había recuperado cuando Colazo, su reemplazante, también padeció un bajón en sus rendimientos. Era suficiente un gol para calmar definitivamente los ánimos.
Y pudo llegar algún otro en el segundo tiempo. Lodeiro desperdició una chance clarísima. Y el mismo Lodeiro metió un tiro en el travesaño. Carlitos quería hacer el suyo para redondear la fiesta de su regreso triunfal, pero falló en las instancias finales. Sin embargo, los pincelazos de su clase de potrero seguían levantando las ovaciones del agradecimiento.
Hasta que ya espantado el temor por las noticias de afuera, empezó a tronar el festejo único en esa caja de resonancia inigualable que es la Bombonera. Porque de la mano de Carlos Tévez la vuelta se volvió a dar. Después de una eternidad que duró cuatro años.