Internacional 3 - 1 Independiente
HABIA GANADO EN AVELLANEDA, ESTUVO A TIRO DEL EMPATE VARIAS VECES EN PORTO ALEGRE PERO AL FINAL PERDIO POR UN PENAL
El intento de Independiente no tuvo el premio de la Copa
Doblete de Damiao y descontó Maxi. Se le escapó el empate y luego el descuento para ir a la prórroga.

Tenía un plan Antonio Mohamed para este segundo partido, con carácter de decisivo. Era pura lógica la idea: tratar de jugar lejos de Hilario Navarro, alargar las posesiones del balón y aprovechar la pelota detenida. Pero no. Nada de eso sucedió durante ese primer tiempo de padecimientos. El 4-14-1 que dispuso Mohamed -con Marco Pérez bien abierto a la derecha como un mediocampista más y con Pellerano bien cerca de los marcadores centrales- no le ofreció garantías en ningún rubro: ni para defender de manera sólida ni para controlar la pelota; mucho menos para llegar con peligro hasta el arco de Muriel.
Lo del Inter estuvo a la altura de la circunstancia. Fue un equipo incisivo, que buscó sin desesperaciones pero con constancia, que contó con individualidades determinantes. Así, con recursos individuales y colectivos muy valiosos, se mostró superior en el desarrolló. Y rubricó esa diferencia en el resultado: se fue a descansar con un 2-0 que le abría la puerta de una nueva consagración para el campeón de la Libertadores 2010.
En esa ventaja muchísimo tuvo que ver ese impresionante centrodelantero que asombra a todo Brasil: Damiao. En cinco minutos, dio una clase exprés de cómo debe jugar un número nueve. En dos jugadas, exhibió el manual entero: a los 20, arrancó pegado a la raya derecha, gambeteó como crack entre Maxi Velázquez y Milito, y definió con un fortísimo puntazo de derecha; a los 25, le ganó con el cuerpo a Milito -tras un saque de arco- y definió con un bombazo de zurda.
Los errores de Milito -llegado como figura desde el inmenso Barcelona campeón de todo- se parecían mucho a un testimonio definitivo: si el jugador de mayor jerarquía se equivoca de tal modo, ¿qué se puede esperar del resto y de las posibilidades del equipo? Para colmo, Inter no era sólo Damiao más diez. Andrés D’Alessandro sigue jugando como para que lo vuelvan a convocar a la Selección; Pablo Guiñazú hace todo sencillo y bien, como si practicar fútbol fuera así de fácil.
Pero Independiente es también lo que cuenta su historia: esa mística que de algún lado aparece en las escenas más complejas. Como en la última Copa Sudamericana, el Rey de Copas resucitó cuando parecía enterrado. Salió a jugar el segundo tiempo con autoridad, con convicción, intenso, lúcido. Tal como lo había planeado y no había salido en el primer tiempo. Entonces, fue a buscar. Y encontró rápido un gol para reconstruir la serie: aparición de Maxi Velázquez, sorpresiva definición de derecha y 1-2 en el partido para el 3-3 en el global. No se quedó Independiente: se animó al golpe por golpe con el rival.
En ese ir y venir, estuvo cerca del empate pronto: Iván Vélez -recién ingresado por Iván Pérez- tuvo una situación clarísima. Pero Muriel la sacó de manera notable. Luego de esa primavera de Independiente en el partido, de manera inexplicable comenzó a ceder terreno y pelota. Ese detalle es una invitación para varias preguntas: ¿será una cuestión de cansancio? ¿Faltará oficio para sostener el último tramo de los partidos? ¿Será la presión? Lo cierto es que volvió a equivocarse Independiente en defensa fue torpe la salida de Navarro ante Jo, que derivó en el penal- y Kleber transformó la pena máxima en 3-1 y en sensación de título para este Inter que se acostumbró a ganar y ganar en el último lustro. Para lo que quedaba -esos siete minutos más lo adicionado- Mohamed intentó con los ingresos de Leonel Núñez y de Matías Defederico. Pero no. No hubo épica ni superhéroes . La impresión resultaba triste y final: era demasiado tarde...