River 2 - Godoy Cruz 0 - Copa Sudamericana 2014

GANÓ CON COMODIDAD, PASÓ A LOS OCTAVOS DE FINAL Y AHORA JUGARÁ CON LIBERTAD DE PARAGUAY

River de las manos de Barovero a los goles de Mora

El equipo de Gallardo sigue en estado de gracia. Si le llegan, el arquero responde siempre. Y cuando ataca, mata: el uruguayo, con un toque y un cabezazo resolvió la eliminatoria.

Señoras y señores, bienvenidos al Monumental: la fiesta comenzó de nuevo. Como en los mejores días, River es millonario. De fútbol, de victorias, de todo. Se percibe en el campo de juego, donde el equipo consigue vulnerar a cada uno de sus oponentes. Le tocó anoche a Godoy Cruz. Se percibe también en el contorno, donde una celebración sucede. La gente grita con razón, con conocimiento de lo que observa, que quiere salir campeón, que va a salir campeón. Puede serlo en cualquier escenario. En ese torneo local en el que es líder sin discusión; en esa Copa Argentina en la que el azar lo abraza; y en esta Copa Sudamericana, objetivo prioritario del semestre en el que avanza a paso firme. Anoche eliminó a su rival mendocino (en el duelo de ida había ganado 1 a 0) y adivina un horizonte prometedor en el postergado ámbito internacional. La estadística, incluso, avala tanto entusiasmo: el de ayer fue su duodécimo triunfo consecutivo en casa y quedó a media docena de victorias de inolvidable Máquina.

River volvió a ser River. Por un rato o por todos los ratos. Lo cuentan las escenas recientes: la primera, se agotaron las camisetas que salían 749 pesos y por las que tantos hicieron cola en el Museo del club; la segunda, para este partido de la Sudamericana hubo una larga hilera de compradores de entradas desde la madrugada. Lo repiten todos -los socios, los entusiastas de ocasión, los que disfrutan esta reconstrucción- con unas ganas que buscan estremecer: este equipo mucho se parece al mas campeón del fútbol argentino. En el resultado reciente; pero sobre todo en el juego y en la búsqueda.

Tiene dos grandes virtudes River. Una parte desde el convencimiento, de esa idea que Marcelo Gallardo impregna en la cabeza de sus futbolistas y en el recorrido ha encontrado resultados. La otra, claro, tiene que ver con el juego y esa presión alta que ejerce durante todo el partido. Con buenos intérpretes, pero respaldados con argumentos tácticos. River aprieta a sus rivales lejos de su arco y se nota que detrás de esa búsqueda hay rendimientos invididuales en franco crecimiento. Atrás, Funes Mori era una queja constante y hoy despierta aplausos. Kranevitter parece el viejo Astrada. Y del mediocampo hacia adelante, resucita jugadores. Mora, que convirtió dos goles y jugó un partidazo, tal vez es el más claro de los ejemplos.

Godoy Cruz fue un equipo que, al menos hasta que el partido se mantuvo en territorio neutro, se mostró prolijo, pero le faltó contundencia, transformar en gol las situaciones favorables. Y River fue mejor en el juego, pero mucho más, en las áreas. En la propia, con un Barovero impecable, y en la ajena, claro. Moyano ya se había exigido tres veces para ahogar el grito de gol ante el propio Mora, Sánchez y Pisculichi. Pero no pudo ante el delantero uruguayo, quien se la picó tras un amague de Teo. Y enseguida, tras un rebote en el palo luego de un disparo de Pisculichi, puso la cabeza y el 2 a 0.

En el segundo tiempo fue previsible, con Godoy Cruz tras los pasos de un milagro imposible, pero sin recursos, frente a un River que bajó el ritmo pensando en lo inmediato, se permitió gozar de las gambetas de Tomás Martínez, uno de los créditos del Muñeco y hasta pudo redondear una goleada. Moyano lo impidió.