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viernes, 24 de febrero de 2017

Atlético Tucumán 3 - Junior (Colombia) 1 - Copa Libertadores 2017

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GOLEABA 3-0, JUNIOR DESCONTÓ Y LUCCHETTI EVITÓ AL FINAL LA CLASIFICACIÓN COLOMBIANA
Atlético Tucumán primero gozó, luego sufrió, pero continúa con su sueño copero
Aliendro, Menéndez y Zampedri convirtieron en 9 minutos. Descontó Hernández cerca del final. Y el arquero local le puso suspenso a la última jugada. Ahora jugará la fase de grupos.
El Monumental José Fierro es una fiesta por todos lados. Laten todos juntos: los de afuera, que llenaron el contorno desde varias horas antes; los de adentro, que parecen contagiados de ese clamor popular que los acompaña y que los impulsa. Sucede una explosión que no es la primera: van 28 minutos del primer tiempo, Fernando Zampedri -la cara más reconocible del plantel; el goleador más frecuente- acaba de empujar la pelota para el tercer grito.

Y la celebración se multiplica: se abrazan los jugadores entre ellos, los hinchas que no se conocen entre sí y los que son familia, los que van desde los días en los torneos regionales y los que volvieron ahora en esta campaña de recorrido épico. No hay casualidad en la escena que emociona: Atlético Tucumán está ganando 3-0 frente a Junior de Barranquilla, en menos de media hora de juego. Así está dando vuelta la serie que arrancó allá, en Cartagena de Indias, con aquel 0-1 que ya no duele. Así, está construyendo el triunfo más glorioso de su larga vida de casi 115 años.

El primer equipo del Norte de la Argentina que participa en competiciones continentales se transformó en motivo de orgullo de todo un país. Desde aquella travesía traumática rumbo a Quito en la fase anterior hasta esta noche que durará para siempre, bajo cielo tucumano. Ahora, llegará el tiempo de seguir en la fase de grupos. Tras eliminar a Junior, el equipo de Pablo Lavallén compartirá la zona con Peñarol, Palmeiras (dos campeones continentales) y Jorge Wilstermann.

El primer cuarto de hora, contado después de la remontada, queda lejano: en ese ratito parecía que Junior iba a imponer su juego de posesión paciente, de calma, para enfriar esa caldera de 30.000 personas y casi 40 grados de temperatura. Pero tuvo un problema el equipo colombiano: su defensa ofreció una invitación al gol y Atlético la aceptó. A los 19, con siete jugadores en el área rival, Rodrigo Aliendro capturó un rebote del arquero Mario Viera y estableció el 1-0.

Desde entonces, Atlético brindó un show de audacia y de convencimiento. Atacó por todos lados, generó peligro por las bandas y por el centro. En suma, borró a Junior del campo de juego. A los 23, tras un centro de Di Plácido, Menéndez convirtió un tanto propio de un goleador insaciable: cabeceó, la pelota rebotó en el palo izquierdo y el once -intenso, atento- estableció el 2-0. A los 28, con Junior desorientado, perdido en sus propias dudas, llegó el tercero: aparición por la izquierda de Guillermo Acosta, centro, Menéndez que no llegó y Zampedri que la empujó en el segundo palo. En plena Libertadores, Atlético se dio un lujo propio de los gigantes del continente: convirtió tres goles en nueve minutos.

Fueron demasiados golpes para un rival que sintió muy de cerca ese clima de competición relevante, de encuentro decisivo. De final. Tampoco en el segundo tiempo Junior consiguió llevar el partido a un escenario que lo favoreciera. Fue más lúcido Atlético. Recortó espacios con prudencia, manejó la pelota con pausa, hizo correr a su rival, jugó con las ansiedades ajenas. Procuró un desarrollo neutro, lejos de su arco y lo logró en varios tramos.

Probó variantes el histriónico DT visitante Alberto Gamero. Fue sumando jugadores de ataque. Le costó encontrar espacios. Se los quitó este Atlético bravo e inteligente. Pero la Libertadores es un territorio complejo. Lo que parecía resuelto, lo que merecía ser goleada, terminó en angustia: a los 38, el ingresado Sebastián Hernández descontó. Y lo que siguió fue una cita con el sufrimiento, con esa estupenda atajada de Cristian Lucchetti a Aponzá como máxima expresión de suspenso. Fue un ratito que pareció durar una eternidad. Hasta el último centro. Hasta el desahogo. Que durará para siempre.

viernes, 17 de febrero de 2017

Junior (Colombia) 1 - Atlético Tucumán 0 - Copa Libertadores 2017

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CAYÓ 1 A 0 CON JUNIOR Y LA SEMANA QUE VIENE RECIBE A LOS COLOMBIANOS EN SU CANCHA
Atlético Tucumán no pudo repetir la hazaña de Quito, pero igual mantiene la esperanza
La llave está abierta porque el margen es mínimo y no hay demasiadas diferencias entre un equipo y otro. El tanto lo convirtió el delantero Robinson Aponzá a 19 minutos del final.
No hubo hazaña como la semana pasada en Quito. Pero a pesar de la derrota, Atlético regresa con la esperanza intacta a Tucumán. El margen es pequeño. Un 0-1 es factible de revertir. Generó situaciones de gol desde el primero al último minuto. Sufrió también en su arco y Lucchetti respondió con experiencia. La llave está abierta porque no hay demasiadas diferencias entre un equipo y otro. El día D será el próximo jueves, desde las 19.15 en el Monumental de Tucumán. Porque el Decano quiere seguir haciendo historia.

A partir de una falta a Zampedri, cuando se jugaba poco más de un minuto, el equipo tucumano construyó la primera acción de peligro. Jugada preparada, triangulación, centro de Barbona y Bruno Bianchi, de frente al arco, cabeceó por arriba del travesaño. El Decano avisaba que tenía intenciones de dar el golpe. La respuesta de Junior no se hizo esperar. Con un buen traslado de pelota, con paciencia, se metió en el área visitante. Aponzá mandóó un centro bravo que rechazó bien Luchhetti. Así se planteó el encuentro en los primeros minutos. De ida y vuelta.

Atlético Tucumán no debía cometer errores ni retrasarse. Pero lo hacía. Leyes entregó mal una pelota en el medio y hubo una rápida reacción de los centrales. El manejo de Junior obligaba a retroceder demasiado a los volantes, y Zampedri quedaba muy aislado para recibir pelotazos entre los centrales locales. El Decano sufría por el sector izquierdo con los desbordes de Aponzá. Pero siempre resultan extrañas algunas decisiones. Junior cambió los extremos. En realidad volvieron a su puesto original: Estrada por derecha y Aponzá por izquierda. Y ya ninguno logró desbordar como lo hizo Aponzá en los primeros minutos ante Evangelista. Después Aponzá sí, al cabo, resultó la figura del partido por el gol y algo más.

Recién sobre la media hora Aponzá volvió a demostrar que es un delantero hábil y peligroso, que le gusta arrancar por izquierda y bien de atrás. Intentó filtrarse entre Di Plácido y Bianchi y cuando se disponía a rematar al gol, el central tucumano se la robó justo y salvó a su equipo. Atlético, definitivamente, ya jugaba de contra. Pero cayó siempre en la trampa del offside. Primero Leandro González y luego Zampedri. La cuestión era ajustar ese toque final. El despliegue de Acosta comenzó a ser importante para manejar los tiempos de las réplicas. Zampedri absorbía las marcas de los centrales y González buscaba sorprender por izquierda.

Esa idea de golpear de contra casi lo consigue Atlético a los 38 minutos. Buena combinación entre Acosta, Zampedri, Barbona. Apareció Evangelista por el lado izquierdo y el centro lo atrapó el arquero Vieira. Junior reaccionó enseguida. En la siguiente jugada, Ovelar quedó bien habilitado y ubicado por izquierda: sacó un potente remate que Lucchetti mandó al córner con esfuerzo. Dos minutos después, en otra respuesta rápida de contra, Balanta se la punteó justa a González, quien se iba mano a mano con el arquero. Sin embargo, Junior, por su condición de local, aunque en escenario ajeno, genero más juego, buscó un poco más el gol que en la primera parte. Por afuera y también por adentro. La tarea de los centrales tucumanos fue desgastante y sobresalió la figura de Bruno Bianchi por su solvencia y seguridad.

Lo que no podía generar de juego Leandro González por izquierda, demasiado aislado, lo logró con un remate de media distancia. Sin marcas, sacó un derechazo que rebotó en la base del palo izquierdo de Vieira. Iban 10 minutos de la parte final. Atlético no modificó su estructura, pero sí se adelantó unos metros en el campo y así lo alejó de su arco al rival. Cierta desesperación comenzó a mostrar Junior por no poder encontrar el gol. Los minutos corrían y los colombianos no podían deribar el muro que habían construído los tucumanos atrás.

Aún así, de vez en cuando el local llegaba. Y otra vez se lució Lucchetti al detener en dos tiempo un remate de Ovelar. La experiencia del arquero estaba siendo decisiva. Pero no pudo evitar el 1 a 0. En la preocupación, Junior encontró la tranquilidad. Buena asistencia de Estrada para la entrada de Ochoa por derecha, centro bajo y Aponzá logró tocar la pelota al gol. Enseguida, Atlético casi llega al empate con un potente remate de Zampedri que rechazó el arquero Viera. Hubiese sido justo. Ahora, le queda la revancha en una semana.

miércoles, 8 de febrero de 2017

El Nacional (Ecuador) 0 - Atlético Tucumán 1 - Copa Libertadores 2017

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DERROTÓ 1-0 A EL NACIONAL, LUEGO DE LA DEMORA EN LLEGAR A QUITO
Atlético Tucumán vivió un día de novela y pasó de ronda en la Copa
El equipo argentino jugó con la camiseta del Sub 20 y disputará la tercera fase del torneo ante Junior.
Un vuelo demorado. Un partido que estuvo a punto de definirse en los escritorios. Un embajador que pide que prive el espíritu deportivo y se le dé la espalda al reglamento. Un equipo que juega con la camiseta prestada, la de la Selección Sub 20 que participa del Sudamericano. Tuvo todos los condimentos de una película de suspenso el viaje de Atlético Tucumán. Y un triunfo épico, con ese gol que se hizo desear, pero llegó con el cabezazo de Zampedri. Y se tradujo en una clasificación histórica. El Decano, que había empatado 2-2 ante El Nacional en casa, jugará la tercera fase del torneo continental ante Junior, que goleó a Carabobo (3-0).

Di Plácido fue Belmonte. Bianchi, Romero. Canuto, Torres. Evangelista, Zalazar. Leyes y Acosta, el “doble cinco”, Ascacíbar y Ojeda. Leandro González fue Barco. Barbona, Zaracho y Zampedri, Lautaro Martínez. El único que no lució el escudo de la AFA a la altura del corazón fue
Lucchetti, el arquero. Y Atlético Tucumán jugó como una Selección en el primer tiempo. Como si no hubiera pasado todas esas vicisitudes en su camino a Quito. Volcando el juego por los costados, especialmente por la derecha, donde Di Plácido fue punzante. Si hubiera estado más preciso en el área, el Decano se habría retirado ganador al entretiempo.

El efecto de la altura no pesó en los argentinos, que continuaron con el dominio en el segundo tiempo. Atlético Tucumán llegaba seguido al área de Cuero, pero resolvía mal. Hasta que Evangelista metió un centro que Zampedri cabeceó al gol.

¿Hacía falta sufrir tanto? Si los tucumanos ya habían vivido una odisea... Para contrarrestar el efecto de los 2.850 metros de altitud de Quito, el equipo pasó los días previos en Guayaquil y viajó a último momento hasta la sede del partido. Sin embargo, cuando el avión ya estaba en la pista, desde la torre de control le negaron el despegue. “Los dirigentes presentaron toda la documentación y habiendo autorizado el vuelo no lo dejaron arrancar. Un político ecuatoriano hizo parar el despegue.

Algo raro pasó”, se quejó Pablo Brunella, un hincha tucumano que viajó con el plantel. La Dirección General de Aviación Civil de Ecuador informó, a través de su web, que canceló el vuelo de AEROVIAS DAP porque no cumplía "con las normativas vigentes". En el medio de la incertidumbre, los directivos tucumanos encontraron un plan B: abordaron un vuelo de línea de la empresa LATAM que aterrizó en el aeropuerto de Quito a las 19:28, ¡a sólo 13 minutos del horario previsto para el inicio del encuentro!

Mientras tanto, El Nacional apuraba. “Nosotros queremos jugar. Pero hay un reglamento que respetar, las reglas están para cumplir. Podemos esperar diez minutos más. Pero hasta ahí. Nosotros fuimos tres días antes a Tucumán para adaptarnos al calor. No es un problema nuestro que ellos hicieran esto", comentó Eduardo Favaro, entrenador de los ecuatorianos. Hacía referencia a los 40 minutos de prórroga que estipula el reglamento para que un equipo se presente. En simultáneo, el embajador Luis Juez hacía gestiones para que El Nacional sea misericordioso.

"Sería un acto de cobardía que los dirigentes de El Nacional no acepten la prórroga. La gente de Atlético Tucumán no tiene nada que ver. El avión tenía menos papeles que el Cartonero Báez. Que no rompan las bolas con el reglamento”, aseguró el embajador, que acompañó a la delegación hasta el estadio. “Esto es producto de nuestra inexperiencia”, comentó Mario Ávila, dirigente del Decano, a modo de autocrítica.

Lo cierto es que El Nacional se mantuvo firme en no aguardar más de lo reglamentario, como si toda la solidaridad que se vio entre los clubes sudamericanos tras la tragedia de Chapecoense hubiera sido un espejismo. La Conmebol quería que se defina en la cancha. Entonces, Tito Manjarrez, presidente del club local, aseguró que recibió un llamado desde Paraguay y que este partido de novela se tenía que jugar. Y lo ganó Atlético. A pesar de todo.

lunes, 6 de febrero de 2017

Lanús Campeón Supercopa Argentina 2016

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FESTEJO EN LA PLATA
Lanús volvió a gritar campeón y se hace cada día más grande en el fútbol nacional
Le ganó una final a River, como había hecho con San Lorenzo y Racing. El equipo de Jorge Almirón ratificó su convicción y su poderío con los goles de Acosta, Pasquini y Sand (penal). Y se quedó con la Supercopa Argentina.
No existen imposibles para esos sueños que se gestan en Arias y Guidi. No hay gigante capaz interponerse entre Lanús y la gloria. No hay otro equipo que festeje tanto como este ilustre granate, tres veces campeón en ocho meses. Y ahí está José Sand, el Pepe, gritando su desahogo a los 36 años, trabando brazos y torso como Cristiano Ronaldo, de cara a esa tribuna que le dio la espalda, al límite de la provocación.

Es JS9, la sigla del gol, el símbolo de la vigencia, tal vez al borde del adiós. Hay un convencimiento que se transmite desde un cuerpo técnico ambicioso, el que encabeza Jorge Almirón, el que está convencido de su idea, corporizada en el ADN de sus jugadores. El que expone Lautaro Acosta, otra vez laureado, nuevamente decisivo, cuando poco había mostrado.

El que abre el camino de la sexta estrella con un golazo que cesa con el envión de este River ganador. Y cómo estará de dulce el hincha de la banda roja, el que copa el estadio Ciudad de La Plata con toda su pasión, que despide a los subcampeones con aplausos en el medio de la frustración.

San Lorenzo. Racing. River. Lanús no tiene complejos de inferioridad. Asume su rol de protagonista, transforma en terrenales a los colosos del fútbol argentino. Campeón del torneo de Transición 2016. Campeón de la Copa Bicentenario. Campeón de la Supercopa Argentina. Campeón con todas las letras.

Y fue una final bárbara, a fin de cuentas. Tal vez, porque se trataba del primer duelo oficial del año. Aún, en el medio de la grieta de dirigentes que pone en jaque el comienzo de los torneos. Y jugaron como si la abstinencia de fútbol les demandara un mayor compromiso. Intensidad, ritmo y llegadas tuvo el primer tiempo. Con River decidido a imponer condiciones en el campo rival, especialmente, sobre Román Martínez, principal generador del juego granate. Con Nacho Fernández suelto, pero dispuesto a la misma misión que sus compañeros de ataque; presión alta para impedir que Lanús pudiera dominar la pelota, porque desde la tenencia el campeón vigente se hace muy fuerte.

Y el sendero que tomó River en el primer tramo del partido fue una vía rápida hacia el área de Lanús. Con Mayada abierto por derecha, alternando proyecciones con Moreira. Con Pity Martínez volcado por la izquierda, tocando y gestando sociedades con Driussi o Mora, el más activo en todo el frente ofensivo. De los pies del uruguayo partió un centro picante que el pibe de oro cabeceó y se perdió a centímetros del poste derecho de Andrada.

Era superior River. Sin embargo, Lanús empezó a equilibrar el juego. A partir de Marcone y la sorpresa de Alejandro Silva por el sector de Casco. El uruguayo fabricó la situación más clara, con mucha personalidad para encarar y arrastrar adversarios, pero resolvió mal cuando quedó cara a cara con Batalla.

Había terminado mejor Lanús aquel primer tiempo. Y esa tendencia se acentuó en el arranque del segundo. Sin embargo, el domino granate no se tradujo en peligro. Y Nacho Fernández volvió a mostrar todo ese talento que desparramó en esta misma ciudad, con la camiseta de Gimnasia. No obstante, todo lo que producía el Tony Kroos argentino -según la mirada de Gallardo-, no tenía correlato en el Pity. No terminó una sola jugada bien el "10". Y Driussi, que se había mostrado muy participativo en el primer tiempo, ya no tuvo peso arriba.

Entonces, apareció Acosta. Después de otra puñalada de Silva. Y clavó un golazo que terminó por derrumbar a River. Para gritarlo con alma y vida, como hizo el Laucha. Ya estaba Auzqui, debuntante con la banda roja, en la cancha. Y casi empata. Pero Sand tenía resuelto escribir otra página de su enorme historia con Lanús. Y asistió a Pasquini, que habia entrado un rato por el descolorido Aguirre. Fue el segundo alarido granate. Y el final de un partido que Gallardo no pudo resolver con los cambios. Cuando entró Andrade, ya era tarde. Y Delfino cobró un penal afuera del área. Un homenaje al Pepe. Al ídolo. A Lanús, el Súper campeón del fútbol argentino.


Felicitaciones Granate!!!

miércoles, 1 de febrero de 2017

Atlético Tucumán 2 - El Nacional (Ecuador) 2 - Copa Libertadores 2017

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EMPATÓ EN SU DEBUT EN LA COPA LIBERTADORES
A la noche histórica de Atlético Tucumán le faltó esa victoria que merecía
Ganaba 1-0 y 2-1, pero al final le igualaron. Creó muchas chances de gol. El martes, en la altura de Quito, la revancha.
No era un día más. No podía serlo: por primera vez en la historia, un equipo del Norte argentino se presentaba en la máxima competición continental. El motivo de ese orgullo era (y es) Atlético Tucumán. No hubo casualidad: el Monumental José Fierro lució como en las grandes citas, como en esas ocasiones que no tendrán olvido. Al primer argentino que se presenta en esta edición de la Libertadores lo acompañó un ambiente -en la cancha, en la ciudad, por todos los rincones- propio de la circunstancia.

Sobre el verde césped, escenario de la celebración, todo comenzó como si el más optimista de los Decanos hubiera escrito el guión de las primeras escenas. A los dos minutos, un estallido: tiro libre de Luis Rodríguez -La Pulga, el preferido, el emblema de todos los tiempos, el que jugó en la Selección-, rebote en Fernando Zampedri -el goleador que eligió quedarse en Tucumán- y uno a cero frente a El Nacional.

Así fue el primer gol internacional de este bravo Atlético. Lo que siguió fue impulso puro: ofensivo desde la formación y desde la idea, el equipo de Pablo Lavallén siguió yendo tras los pasos de otro gol. Casi lo consigue. Rodríguez estuvo a punto de convertir. Ante y después, todo el estadio -ese bullicio de infierno- pidió dos penales: uno por una presunta mano de Franklin Guerra y otro por una falta Christian Cordero a Guillermo Acosta. En ambos quedaron dudas.

Era más intenso Atlético Tucumán. Parecía más convencido. Pero el fútbol -territorio de imponderables- le dio un golpe inesperado. Un error lo pagó con gol, de esos que duelen. Por la circunstancia y porque aquello de que "de visitante valen doble". Fue una jugada preparada de lateral. Envío fortísimo con las manos del lateral derecho Marco Montaño Díaz, salida floja de Cristian Lucchetti, cabezazo de Félix Borja y empate. Demasiado castigo para tanto entusiasmo.

Atlético sintió el golpe. Aunque no resignó su protagonismo, perdió intensidad en la búsqueda. Y, sobre todo, claridad. Del otro lado, con el 1-1, El Nacional hizo lo que suelen hacer los visitantes que confían en su fuerte localía: estableció la defensa como prioridad y al reloj como aliado. Procuró, sin inhibiciones, que el tiempo corriera, que a Atlético se lo devorara la ansiedad.

Un cabezazo de Zampedri, ya a la mitad del complemento, se pareció a un aviso. Atlético quería más. Aunque chocara, aunque el rival jugara a no jugar. Y esa pretensión tuvo su premio. A los 32 minutos, llegó un centro desde la izquierda de Cristian Ménendez, la bajó el siempre oportuno Zampedri y David Barbona -ingresado seis minutos antes- la empujó para que el Monumental explotara de nuevo, para el 2-1. Pero no ligó. El destino no quiso. Pronto llegó ese injusto empate, por el cabezazo de Bryan de De Jesús Pabón. Y cierto desencanto en plena fiesta.

“Pudimos meter el 2-0 en el primer tiempo y después ganarlo al final. Esto es fútbol. Ahora, en la revancha, no vamos a jugar sólo contra El Nacional. También estará la dificultad de la altura”, dijo Pablo Lavallén palpitando con preocupación la revancha que será en Quito con necesidad de victoria porque los empates en cero o en uno lo eliminarán.

martes, 31 de enero de 2017

Independiente 0 (7) - Racing 0 (8) - Copa Revancha 2017

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LOS DE COCCA SE IMPUSIERON EN LOS PENALES TRAS 90 MINUTOS CON ALGUNAS EMOCIONES Y NINGÚN GOL
Independiente dio señales de vida, pero Racing sonrió de nuevo
Aún en construcción, el equipo de Holan dejó mejor imagen. Racing careció de ambición, pero tuvo más puntería.
Ni en los penales puede Independiente con Racing. Orion se lució metiendo el suyo al ángulo y conteniendo el tiro de Nery Domínguez y La Academia volvió a festejar en Mar del Plata. Fue 8-7 en el desempate después de una pálida igualdad sin goles. El Rojo había contado con las chances más claras en los 90 minutos, pero Diego Vera no las metió. Y así, la revancha en la Costa terminó como el choque de Salta: con Racing sonriendo y con Independiente cabizbajo, aunque el desarrollo se pareció poco al del 3-0 de la semana pasada y el equipo de Holan, en clara etapa de construcción, dio señales de mejoría.

Si algún hincha desprevenido leyó la formación inicial de Independiente y después se perdió el partido, se habrá quedado con que su equipo jugó con tres defensores, cuatro volantes y tres delanteros bien marcados. Nada de eso. Ariel Holan disfrazó su verdadero planteo bajo la máscara de un 3-4-3 que jamás se vio dibujado en el pasto del José María Minella. El esquema real que presentó Independiente en la cálida noche marplatense fue un 5-4-1.

Porque los carrileros, Damián Martínez y Juan Sánchez Miño, estuvieron todo el partido más cerca de los stoppers que de los supuestos extremos. Y los supuestos extremos, Emiliano Rigoni y el pibe Gastón Togni, estuvieron decididamente a los costados del doble cinco y no como laderos de Diego Vera (Germán Denis tenía una molestia en el tendón rotuliano), quien fue sometido a las sombras de la soledad.

Esperó Independiente. Esperó y esperó sin proponer mucho más que intentar algo de contraataque en la parte inicial. Racing, entonces, hizo lo suyo. Lo que ya tiene aprendido desde hace rato. Apoyado en Diego González y Luciano Aued, su doble cinco, mantuvo la pelota en su poder. La cuidó y trató de aproximarse al arco rojo con paredes y juego fluido. Tocar y pasar fue el lema de Racing ayer. Y le salió varias veces para dejar en el camino a rivales y lograr meterse en el área de enfrente. Tuvo sus chances serias. Pero más serio fue lo de Campaña. ¡Campañón!

El arquero de Independiente fue el sostén de sus compañeros. Con sus manos respaldó cada vez que pudo a una defensa por momentos desorientada. Intervenciones salvadoras ante un remate con desvío de Luciano Aued, en un mano a mano increíble con Lisandro López y en otra a quemaropa ante el Chino Vittor tras un envío frontal de Marcos Acuña.

Del otro lado, el Diablo no asustaba a nadie. Holan probó con Maximiliano Meza como armador al lado de Julián Vitale, que debía desdoblar su esfuerzo en la marca. Sin embargo, Meza, un hombre acostumbrado más a estar cerquita del área, no sintió el puesto. Nunca pudo adueñarse del fútbol del Rojo y menos que menos tener éxito a la hora de meter alguna pelota entre líneas para alimentar a Vera, el único punta, que tiró afuera dos situaciones inmejorables de manera increíble.

En el uno contra uno, Racing era más que su vecino de barrio. La razón es una sola y se sostiene en la lógica. Racing tiene hoy un equipo armado, mientras que Independiente tiene la faja cruzada que advierte que está en “zona de construcción”. Tiene referentes asentados La Academia, jugadores que se entienden y una idea ya asimilada. En Independiente pasa a la inversa: está en pleno proceso de renovación y carece de voz de mando.

De todas maneras, después de un primer tiempo muy flojo, cambió la mentalidad tras el descanso. Se adelantó varios metros en la cancha y buscó sin mucho fútbol pero con muchas ganas -algo que estuvo ausente en los últimos clásicos- el triunfo. El ingreso y debut de Nery Domínguez le refrescó el círculo central, aunque tampoco supo definirlo. El penal errado en la definición no impide que el hincha rojo se ilusione con un volante que tiene fútbol y presencia.

Pudo ganarlo en los minutos finales Racing, cuando Vittor conectó un centro sin convicción y salvó Campaña. Pudo ganarlo Independiente, pero Vera -que una cosa es generando y otra muy distinta definiendo- falló dos veces de modo increíble. Y todo terminó sin goles. Hasta que llegaron los penales y se repitió la historia.


Definición por tiros desde el punto penal: Independiente 7 (convirtieron Nicolás Figal, Nicolás Tagliafico, Martín Benítez, Diego Vera, Emiliano Rigoni, Martín Campaña y Fabricio Bustos; Domingo Blanco erró su disparo; Agustín Orión contuvo el remate de Nery Domínguez); Racing 8 (anotaron Lisandro López, Brian Fernández, Luciano Aued, Agustín Orión, Pablo Álvarez, Francisco Cerro, Iván Pillud y Santiago Rosales; Sergio Vittor desvió su remate).

lunes, 30 de enero de 2017

Boca 0 - River 2 - Copa Luis B. Nofal 2017

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EL SUPERCLÁSICO DEL VERANO
Muy lejos de un tono amistoso, River fue más claro y dejó a Boca lleno de bronca
El equipo de Gallardo manejó el partido en el segundo tiempo y celebró con un penal de Driussi y con un cabezazo de Mina. Tan duro fue el desarrollo que terminó con tres expulsados.
Superclásico mata amistoso en cualquier situación. No fue ni el partido amistoso de pretemporada que intentaron instalar en River ni el encuentro de preparación del que hablaron desde Boca. Puede parecer un lugar común, una frase hecha del fútbol. La única realidad es que en este tipo de partidos, cuando se mueve la pelota, se juega a cara de perro. No importa más nada. Ni siquiera si hay objetivos oficiales en una semana.

No hay tiempo para pensar en eso cuando el reloj empieza a correr y chocan los gigantes del fútbol local. Por algo River festejó tanto anoche el 2 a 0 sobre Boca en Mar del Plata. Le sirvió este triunfo, contundente, para endulzarse el paladar después de aquel trago amarguísimo del 4 a 2 por los puntos que Barros Schelotto, Tévez y compañía se llevaron del Monumental en diciembre. Alcanza con repasar las patadas, los insultos, los expulsados y los festejos para reafirmar que los Superclásicos entran en otra categoría, bien lejos de un amistoso.

A cada intento de uno, le siguió la respuesta del otro. Así fue de frenético el encuentro en un José María Minella partido en dos partes iguales. Los de azul y oro se entusiasmaban con cada jugada que iniciaba Fernando Gago, el generador casi absoluto del fútbol xeneize. Y los de la banda roja vibraban con los desbordes de Camilo Mayada y de Gonzalo Martínez por sus costados. Esos eran los caminos elegidos por ambos para intentar vulnerar a su eterno rival.

Boca iba de adentro hacia afuera; River, de afuera hacia adentro. Hasta en la estrategia de ataque fueron antagónicos. Desde el corazón de la cancha, Gago abría la pelota. Sus laderos, los Pérez (Sebastián y Pablo), agilizaban el tránsito. Pavón desbordó por la derecha en varias ocasiones. Allí encontró un lugar sensible en River. Porque lo perdió rápido por lesión a Luis Olivera y Gallardo tuvo que improvisar al juvenil Gonzalo Montiel, que es zaguero o lateral derecho y que además nunca antes había vivido la furia de un Supeclásico.

Frank Fabra la echó a perder en uno de esas arremetidas de Pavón. Y luego fue Ricardo Centurión el que no aprovechó un buen centro atrás. Ante de esas dos claritas ya habían ocurrido cosas interesantes. Como el lindo pase de Pablo Pérez para Pavón, quien se encontró con un Augusto Batalla esta vez salvador. La réplica de River venía de la mano de las escapadas de Mayada, que tenían a Rodrigo Mora como receptor predilecto. En la primera no pudo de volea y en la siguiente voló Werner.

El partido se abrió con un penal que sancionó bien Pitana tras una mano de Insaurralde luego de un grosero error de Peruzzi que Pity Martínez capitalizó hasta meterse en el corazón caliente del área de Werner. Driussi (luego expulsado) lo transformó en un grito al cielo marplatense y reafirmó que, como en el 2016, sigue con el pie caliente. Pero esta vez el tantas veces cuestionado Pity Martínez fue de lo mejor. Y desde su pie izquierdo también llegó el envío que terminó con cabezazo de gol de Arturo Mina (Werner pareció poner las manos demasiado flojas), que cuando le tocó marcar a Pavón en el primer tiempo la pasó mal pero que terminó festejando con todo su equipo.

El 2 a 0 fue claro, contundente, aunque Boca hizo méritos como para cosechar lo que tanto logró en el último tiempo: el gol. Esta vez las gambetas de Centurión no estuvieron afiladas y la pólvora de Benedetto (Bou entró demasiado tarde) sufrió la humedad marplatense justo en el clásico que cerró el verano y que terminó con el invicto en partidos grandes del Mellizo (fue el décimo clásico como DT entre encuentros oficiales y amistosos), quien encarará lo que resta de la espera para el reinicio del torneo que lo tiene como puntero. Esta vez Boca sí extrañó a Tévez.

Había salido más decidido River que Boca, con ataques que terminaron en el área de Werner con mucha más facilidad. Lo había tenido Nacho Fernández antes y lo pudo aumentar Driussi antes de ese cierre a pura roja por el aire. Es que un Superclásico se vive al ciento por ciento. Lo ganó River. Y no fue nada amistoso.

sábado, 28 de enero de 2017

Estudiantes 0 - San Lorenzo 1 - Copa de Oro 2017

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NOCHE AGITADA EN MAR DEL PLATA
Verón no aguantó, San Lorenzo ganó y Boca se quedó con el triangular
El pibe Ávila convirtió el gol del Ciclón, que necesitaba dos. Otras noticias: roja a Blandi y lesion de Ortigoza.
Un tirón. Un dolor. En la pierna izquierda y en el alma de Juan Sebastián Verón. Se dio cuenta enseguida. Iban apenas 28 minutos de juego cuando la Brujita, de repente, desapareció de la cancha. Sintió una fuerte molestia en la cara posterior del muslo y en forma automáticae salió caminando del terreno para ir a sentarse en el banco de suplentes. Ingresó Israel Damonte en su lugar.

A los 41 años, que serán 42 el 9 de marzo, Verón desafió a la edad al proponerse volver al fútbol. Pero, después de su redebut en la gira por Orlando, anoche en la derrota con San Lorenzo por 1-0 su físico le pasó factura. Hoy le harán estudios para saber si está desgarrado. ¿Y ahora?

Es un caso muy particular y atípico del fútbol mundial. Verón, el presidente de Estudiantes de La Plata, también es jugador del club. Y por supuesto es el capitán, la voz cantante en un grupo donde no faltan referentes (Desábato, Braña, el retenido Andújar, el mismo Damonte).

Una promesa, la de ponerse de nuevo los botines si se vendía el 65 por ciento de los palcos del estadio nuevo, lo hizo adentrarse en la locura. Se preparó como si tuviera 20 años de nuevo. Pero ya no es un pibe. Muy a pesar de todo su esfuerzo, del empeño que le puso a la pretemporada, Verón no puede.

El 13 de enero había regresado a las canchas en la Florida Cup ante el Bahía de Brasil. Disputó los primeros 45 minutos y luego fue reemplazado por el Chapu Braña, con quien ayer formó un doble cinco que sumaba ¡78 años!

Verón decidió no estar contra Boca la semana pasada, en la caída 2-0. Y el martes, tres días antes del encuentro de anoche en Mar del Plata, sumó otros 45 minutos en un amistoso informal en City Bell contra Sport Boys de Bolivia, otro participante de la Libertadores. Ayer no pudo aguantar el ritmo de un típico partido de verano. Y la pregunta surge, inevitable: ¿cómo hará para bancarse la exigencia que demanda un cruce por la Copa? La respuesta la tendrán sólo él y su cuerpo.

Por lo pronto, al volver a Buenos Aires le realizarán estudios. Desde el cuerpo médico no quisieron aventurarse aunque no descartaron que pueda tener una ruptura fibrilar. El primer diagnóstico habló de una fuerte contractura. Tiempo para recuperarse tiene de sobra: Estudiantes hará su estreno en la Libertadores el 14 de marzo, contra un rival a confirmar.

Mientras estuvo en cancha, Verón alternó buenas y malas. Tiró un cambio de frente como en sus mejores épocas, pero no tuvo la misma precisión y la pelota se perdió en el saque de arco para San Lorenzo. No se quedó estático e intentó siempre seguir la línea del balón. Tuvo una buena salida desde el fondo, que culminó con un desborde por derecha de Facundo Sánchez, que mandó un centro sin destino acertado. Nada más.

Cuando dejó la cancha Verón, su equipo ya perdía. Una linda maniobra del pibe Bautista Merlini por el medio desembocó en un pase a Ezequiel Ávila, quien sacó el disparó potente. Para maldición de Mariano Andújar, la pelota se desvió en Leandro Desábato y se le metió contra el palo derecho. Pudo haber aumentado San Lorenzo, pero ahí si Andújar le tapó un cabezazo a quemarropa a Nicolás Blandi, que fue expulsado en el segundo tiempo. Gonzalo Bergessio tuvo la suya cuando ingresó y se la tapó el arquero de la Selección.

No le alcanzó a los de Boedo con el 1-0 para llevarse la Copa de Oro, que quedó en manos de Boca. Pero se fue con otra noticia peor: también se lastimó Néstor Ortigoza en el tobillo derecho y se suma a la baja de Fernando Belluschi. Definitivamente no sólo del sol hay que cuidarse en este verano, también de las lesiones.

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