EN UN TIEMPO GOLEO A PEÑAROL, UN RIVAL QUE TAMBIEN TIENE ESTIRPE COPERA
Fiesta de Independiente, como en los viejos tiempos
Parra, Pellerano y Silvera convirtieron en la segunda etapa. Señal de poderío, en sólo 45 minutos.
Será cuestión de creer: tiene magia la Copa Libertadores cuando la juega Independiente. Como si algún hechizo tuviera capacidad transformadora, un equipo capaz de imaginar a la Promoción como un fantasma posible, de repente -en una noche- se convierte en un conjunto depositario de elogios, de aplausos, de ovaciones. Entonces, bajo esa misma noche, como si nada, Independiente vuelve a sentirse lo que siempre fue: el Rey de Copas.
Y el precioso embrujo permite, por ejemplo, que Cristian Pellerano juegue como si fuera la versión morocha de Claudio Marangoni; que Patito Rodríguez sea Patricio y figura en pleno Libertadores de América; y que Eduardo Tuzzio se parezca a alguno de los viejos caudillos de los años 60 y/o 70. Más: el mismo influjo permite que Antonio Mohamed -quemero en cada confesión- sea bienvenido al infierno encantador de este Independiente que se anima a ser el que fue. Y en el medio de ese escenario se dio un gusto de los importantes: goleó 3-0 a Peñarol, aquel rival frecuente de los días de protagonismo, y arrancó su recorrido por la Copa del mejor de los modos.
No era una cita más. La mismísima FIFA lo había contado: calificó a este duelo como "el partido de la semana" en la misma ocasión en que Inter y Bayern Munich se enfrentaron entre sí y en la que Real Madrid y Manchester United jugaron sus partidos por la Champions League. E Independiente lo jugó a la altura de esa circunstancia relevante, sobre todo en ese segundo tiempo en el que borró al equipo de Montevideo del campo de juego y sacó la diferencia de tres goles que tanto tuvo que ver con la intensidad que Independiente le puso al tramo decisivo.
Hubo un detalle clave: tras un primer tiempo arduo, trabado, Independiente construyó una jugada estupenda en su primera aproximación (pared entre Rodríguez y Facundo Parra) y se puso en ventaja. Ese grito derivó en confianza y en superioridad. Con un Pellerano impecable en la distribución, con un Tuzzio implacable en la marca, con una defensa en pleno crecimiento, y con la movilidad y el vértigo de Patito le sobró para no dejar dudas de que el resultado tenía que ver estrictamente con sus méritos.
A la mitad del segundo tiempo, con un remate misilístico de Pellerano se puso 2-0 y le dio lugar a la fiesta del contorno trasladada al campo de juego. Fue tiempo de tributos y de "ole/ole/oleeee" para esa saludable voluntad de tiki tiki exhibida por Independiente en algunos momentos del partido.
El gol de Andrés Silvera -ingresado al final del partido- fue, además del decorado para la goleada, un mensaje que le da la razón al entrenador: tal vez Independiente tenga un plantel más largo que lo que muchas pensaban... ¿O será la magia de una noche de Copa?