Independiente del Valle (Ecuador) 3 - Colón 1 - Copa Sudamericana 2019

INDEPENDIENTE DEL VALLE LE GANÓ 3-1 Y FRENÓ LA ILUSIÓN SANTAFESINA DE LOGRAR SU PRIMER TÍTULO

El sueño de Colón se ahogó bajo la lluvia de Asunción ante un rival que fue superior

Cuando estaba 0-1 un diluvio frenó el partido. Se volvió a jugar y recibió el segundo gol. La Pulga Rodríguez falló un penal. Descontó Olivera y Dájome lo liquidó.

A Colón le cambiaron el final del cuento. El fútbol decidió que la última página no fuera la soñada, que la frutilla se escapara rumbo a otro postre, para otro club que también quería saber lo que era ser campeón por primera vez en su historia.

No lo puede creer el Pulga Rodríguez, camina por el campo de juego mientras los jugadores de Independiente del Valle saltan y se abrazan a la espera de la Copa Sudamericana. Esa Copa que debía levantar el tucumano si la última página del cuento hubiera sido como Colón esperaba.

Gastón Díaz va consolando compañeros. Pasa primero por Fernando Zuqui, que es el más golpeado, y no para de llorar; hace escala también en Guillermo Ortíz. En un costado, Burián se saca el guante izquierdo y aprieta la palma contra su frente. No lo pueden creer. Algunos buscan explicaciones en el césped y pasa Lavallén, todo empapado, para levantarlos. Se lamenta Chancalay, uno de los pibes nacidos en del semillero sabalero. A su lado, Alex Vigo, que sabe lo que es ir a ver a Colón y ahora le toca estar del lado de adentro, mira para el cielo buscando respuestas.

No pudo Colón. Y no pudo porque si bien el fútbol es mucho más que 90 minutos pero que en definitiva el destino de un partido se decide ahí, en el césped, y ahí Independiente del Valle fue mejor. Porque en el primer tiempo, con una interrupción de más de media hora por un temporal de lluvia y viento, el equipo argentino pagó muy caro sus desconcentraciones. Y no pudo Colón porque el gol del descuento llegó sobre la hora con el toque de Olivera y no en el arranque del complemento con el penal que Jorge Pinos, el jugador del partido, le atajó al Pulga. En el final, la esperanza apareció tan rápido como se escurrió.

Sería injusto resumir esta final a los 90 minutos de juego. Sería incompleto para todo lo que hicieron los hinchas de Colón todos estos días. Porque sabe a poco verlos a todos mojados aplaudiendo al subcampeón.

Más de 30 mil rostros se fueron de la Nueva Olla, se subieron a los micros, a los autos, caminaron con la mirada perdida pensando en lo que pudo haber sido. Lo peleó hasta el final el equipo argentino, por todos lados y con su gente como bandera. Con menos fútbol que los ecuatorianos, es cierto. Y, en definitiva, se quedó con las manos vacías porque los de afuera son de palo y porque en los detalles de adentro el equipo santafesino no tuvo su noche.

Esas 30 mil historias irán encontrando la justa dimensión de lo que ocurrió estos días en Asunción con el paso del tiempo. Fue una manifestación popular histórica, una gesta sin premio, un esfuerzo que no se coronó con el primer título en sus 114 años de historia.

“Dejamos todo, no tenemos nada que reprocharnos”, fueron las palabras de Burián con la eliminación en carne viva. Y fue la sensación que sobrevoló el ambiente en el vestuario de la Nueva Olla. ¿Quién escribirá la historia de lo que pudo haber sido? ¿Cuántos habrán imaginado la peregrinación en camino inverso, el regreso triunfal a Santa Fe, los festejos interminables, las promesas por cumplir? Cuando los fuegos artificiales brotaron al cielo de Asunción, las tribunas estaban despobladas. Y se les conoció la voz a los 500 hinchas de Independiente del Valle. Porque los de Colón ni lo quisieron ver.

El club que fue tapado por las aguas del río Salado en 2003 y supo resurgir. El que hasta hace muy poco, en 2016, debía 200 millones de pesos y estaba en salvataje financiero. El que sufrió en el Ascenso. El del barrio Centenario que saca pecho de ser “el equipo del pueblo”. Ese club al que siempre le faltaron cinco para el peso en los campeonatos locales que peleaba de arranque y se desinflaba en el final. Y que ahora, a los tumbos, con realidades paralelas entre el torneo y la Copa, había quedado cara a cara con la gloria. “Hacer un análisis de esto es muy complicado -admitió Estigarribia-. Iba a ser una fiesta, pero no pudo ser. Hicimos una gran Sudamericana. A la gente no le podemos decir más que disculpas. Fue impresionante lo que hicieron, todo el esfuerzo para estar acá”.

Lavallén apostó al corazón y no tuvo premio. Pretendía que el marco histórico le diera a sus jugadores el plus necesario para abrazarse a la gloria ante un rival que fue superior y se lleva un merecido premio.

El regreso a Santa Fe es con miles de preguntas retumbando en la cabeza. Y si el Pulga hubiera hecho ese penal... Y si Aliendro no se hubiera lesionado... Y si Burián hubiese estado más seguro... Y si el colombiano Morelo no la tiraba larga y podía definir con más comodidad... Y si el árbitro adicionaba un poco más y aparecía una chance... ¿Y alguna vez se dará, Colón?

El 9 de noviembre no será tatuaje, seguramente. Pero en la memoria del que llegó en bicicleta, de los que cruzaron el balsa, del abuelo que estaba emocionado por cumplir su sueño, de los que esperaron en Clorinda entre 5 y 6 horas para cruzar la frontera, de los que acamparon en la Costanera, aparecerá como un recuerdo imborrable. Como un cuento para leer. Aunque la última página no haya sido la soñada. Y si bien no habrá peregrinación de regreso, los pocos que se quedaron podrán recibir este mediodía en Sauce Viejo al equipo que estuvo ahí nomás de la hazaña.