Independiente del Valle (Ecuador) 1 - San Lorenzo 1 Copa Libertadores 2014

EN EL ÚLTIMO MINUTO MAS HIZO UN PENAL Y LO CONVIRTIÓ SORNOZA

A San Lorenzo le empataron al final y quedó en zona de milagros

El equipo de Edgardo Bauza se traía un valioso triunfo de Ecuador. Nicolás Blandi había convertido en el segundo tiempo, pero en la jugada final se le arruinó el buen negocio.

Lo que parecía un triunfo, un impulso y un desahogo, terminó siendo un dolor, un golpe y un desencanto. En Quito, Independiente Del Valle le empató en la última jugada del partido a San Lorenzo y lo dejó en la cornisa de la eliminación. Ahora, el equipo de Edgardo Bauza ya no depende de sí mismo para acceder a los octavos de final de la Copa Libertadores, su obsesión. Deberá vencer a Botafogo y rezar. El 1-1 de anoche así lo determinó. Para colmo de males, el árbitro, Carlos Amarilla, informó a Romagnoli, Correa y Fontanini, que podrían perderse el último partido...

San Lorenzo llegó hasta Quito conociendo dos cuestiones fundamentales: los condicionamientos de los 2.800 metros de altura y la obligación de ganar para no depender de resultados ajenos. Y armó un plan en función de ambas cuestiones: primero, evitar el desgaste en el primer tramo del encuentro; luego, intentar con remates desde afuera ante la dificultad de desequilibrar y de llegar. No es casualidad: es la misma ciudad en la que -según Daniel Passarella- la pelota no dobla cuando se patea desde lejos; es el mismo estadio de aquella frase curiosa, sucedida en 1996.

Algunos pensaban -y decían- que el equipo de Edgardo Bauza iba a salir a llevarse por delante a Independiente del Valle, que la necesidad lo iba a empujar a eso. Pero San Lorenzo pareció jugar a imagen y semejanza de lo expresado en la antesala por Juan Mercir: “Hay que tener cuidado en los primeros 20. Hay que cuidarse para no ahogarse”.

El entrenador eligió un 4-4-2, con Leandro Romagnoli a la derecha del mediocampo, pero con libertad de movimientos. Y con una novedad: Nicolás Blandi, centrodelantero de alma, se encargó del trabajo sucio , de retroceder, de molestar en la salida del rival.

Le costó al equipo visitante llegar en el primer tiempo. Sus aproximaciones más cercanas al gol estuvieron vinculadas a remates desde afuera del área: como ese de Angel Correa, a los tres minutos, o como esos dos tiros del Capitán Pipi . Y poco más. O nada.

De todos modos, tuvo una virtud San Lorenzo: en todo momento creyó en la posibilidad de la victoria y, más allá de que su juego no tuvo lucimientos, jamás se desesperó, incluso cuando parecía que el gol local estaba al caer, al inicio del complemento. Dejó una impresión: sentía que en cualquier momento podía golpear. Y eso sucedió a los 13 minutos de la segunda etapa: centro de Angel Correa y cabezazo de Blandi.

El cambio de los 29 minutos sirvió de retrato de dos cuestiones centrales: el esfuerzo enorme que realizó Romagnoli y la necesidad de controlar las atropelladas de Independiente. Néstor Ortigoza procuró encargarse de eso junto a otros dos mediocampistas centrales, Enzo Kalinski y Mercier.

Ya sobre el final, San Lorenzo se vio empujado a retroceder. Había dos motivos: las necesidades del rival y el cansancio. Parecía que lo controlaba, que se llevaba tres puntos vitales, pero no. San Lorenzo volvió a padecer sobre la hora: una torpeza de Emmanuel Mas, infracción contra Fernando Guerrero, penal, gol de Junior Sornoza. Y protestas contra el árbitro Carlos Amarilla, también empujones, broncas, insultos, escándalo. Del otro lado, el grito de los ecuatorianos mucho se parecía a una condena para San Lorenzo.