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lunes, 24 de octubre de 2022

Boca Juniors Campeón Torneo de la Liga Profesional de Fútbol 2022

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BOCA SE LLEVÓ EL TÍTULO AUNQUE NO LE GANÓ A UN INDEPENDIENTE QUE FUE AL FRENTE
Campeón del sufrimiento, con una ayudita de su clásico rival
A puro nervio, el 2-2 le dio el punto para dar la vuelta olímpica, gracias a que River le dio un mazazo a Racing.
El fútbol argentino es eso que pasa mientras Boca gana y no para de ganar. No hay con qué darle a este equipo de Hugo Ibarra. Juegue bien, juegue mal. Boca gana. Y no gana solamente partidos. Porque gana hasta cuando no gana. Sin brillar, con un Independiente que les puso la tapa a todas las suspicacias, pero ganó el campeonato gracias a la victoria de River sobre Racing en Avellaneda.

Las pasó todas Boca, pero siempre se recuperó. De lesiones. De peleas internas. De la resistencia inicial hacia el DT. El Boca del Negro gambeteó todos los obstáculos para dar la vuelta olímpica en una definición inolvidable, cambiante minuto a minuto. La pelota quedó limpia porque en este final infartante los clásicos rivales de los candidatos se vistieron de jueces e hicieron lo que tenían que hacer: ir al frente. Y los laureles se quedaron otra vez con Boca.

Fue una tarde de sufrimiento. Porque Boca no jugó bien. Los nervios se sintieron desde las tribunas, con los murmullos tapando los cantos de aliento de La 12 por momentos y un equipo que con la posesión de la pelota no supo bien qué hacer. Independiente le cedió la tenencia y lo esperó con una línea de cinco defensores y otra de cuatro volantes.

Julio César Falcioni, aplaudido por los hinchas locales, decidió sacar a un delantero para meter un hombre más abajo. Así, Leandro Benegas fue la punta de lanza del Rojo. Pero eso no significó que resignara el ataque, e Emperador. Al contrario, de contragolpe, el visitante fue más dañino.

Carlos Zambrano tuvo tres cierres espectaculares ante Benegas. Los tres eran goles seguros. Con un juego bien directo, Independiente aprovechaba los errores no forzados del medio y agarraba mal parado al fondo. Eso sucedió en el penal que Luis Advíncula le hizo a Lucas Rodríguez.

Fue un penalcito. Darío Herrera, cobró de inmediato. El VAR chequeó y lo ratificó. Leandro Fernández primereó para patear. Y esa seguridad la trasladó a la red. El 1-0 del Rojo se gritó en Avellaneda, pero en la casa de los vecinos. De todos modos, la alegría de Racing poco iba a durar porque Boca reaccionó rápidamente. Dos minutos después, llegó el empate de pelota parada tras una infracción de Edgar Elizalde sobre Advíncula: Oscar Romero ejecutó el tiro libre cerca del área y Guillermo Fernández la peinó para ubicarla como con el pie en el segundo palo. Inalcanzable para Álvarez, que le había tapado una a Pol más temprano.

Boca revivió. La pasaba mal el conjunto de Ibarra porque no pesaban sus volantes encargados de la creación. Juan Ramírez nunca se hizo cargo de asumir la responsabilidad de enganche. Y Romero y Pol poco influían en las acciones de riesgo.

Frank Fabra era el más punzante. Por la izquierda se las rebuscaba para hacer lo suyo, encarar y ganar. Tuvo un disparo picante que bloqueó Álvarez. Una salvada de Rossi en el cierre de la primera parte tras un tiro de Alex Vigo les devolvió la respiración a los hinchas, que tenían una oreja en la radio para saber las noticias que llegaban del Cilindro.

Ibarra sacó a un flojo Ramírez y metió a Sebastián Villa para el complemento. El colombiano hizo todo bien en cinco minutos: le hicieron la falta que él mismo canjeó por el golazo del campeonato. Fue una definición de tiro libre perfecta que se metió en el ángulo. Sí, otra vez de balón quieto, Boca lo dio vuelta, aunque la euforia debió contenerse enseguida.

Es que Racing pasó a ganar de penal y eso significaba que un tanto de Independiente podría quitarle el título del bolsillo a los de la ribera. Los corazones parecieron detener por unos segundos cuando Rossi se lució con una doble salvada a quemarropa ante Juanito Cazares. Igual, todo quedo invalidado por un offside previo muy finito. Si hubiera sido gol, hubiera intervenido el VAR.

De pronto, la confusión. En las tribunas se pasó de la alegría por el gol de River a la incertidumbre por la igualdad de Independiente por el cabezazo del pibe Vallejos en diez segundos. ¿Y ahora? Todo podía pasar.

Los nervios a flor de piel hasta el último minuto. Hasta que Franco Armani atajó el penal que le hubiera dado el título a los de Fernando Gago y el segundo de Borja liquidó a La Academia. Recién ahí, toda la Bombonera latió al grito de dale campeón. Una vez más. Boca campeón, sí, con sufrimiento.



¡¡Felicitaciones Xeneize!!

jueves, 2 de junio de 2022

Argentina Campeón Finalissima 2022

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ARGENTINA LE GANÓ 3-0 A ITALIA CON UNA ACTUACIÓN MOMORABLE Y EN UN ESCENARIO MÍTICO
La Selección dio un recital en Wembley, goleó a Italia y festejó un título más
De la mano de Messi, el campeón de América vapuleó al ganador de la Eurocopa. Lo demolió en el juego y la diferencia debió ser más amplia. Goles de Lautaro, Di María y Dybala.
“¿Puede alguien encontrarme alguien a quien amar?”, cantaba Freddie Mercury 36 años atrás en el mítico Wembley. Y los más de 90 mil fanáticos privilegiados de ser testigos de ese concierto antológico de la historia del rock mundial coreaban la letra y se enloquecían con la potencia de Queen. No es la misma estructura, claro, porque el viejo templo del fútbol fue demolido y reconstruido, pero en este mismo escenario y en un recital de fútbol puede asegurarse que la respuesta a la pregunta de la canción del inmortal Freddie al fin encontró una respuesta. Cuando digan que ya no tengas sentido común y que ya no tengas a nadie en quién creer, como se parafrasea en el bellísimo tema de la banda británica, ahora tenés a quien amar: a Lionel Messi y a La Scaloneta.

Es una especie de magia que envuelve a los futboleros argentinos que coparon más de la mitad de las 90 mil ubicaciones de Wembley. El equipo argentino sigue enamorando corazones y ganándose elogios. En la Finalissima contra Italia, el campeón de la última Eurocopa, los futbolistas de Lionel Scaloni saldaron una de las pocas cuentas pendientes que tenían: medirse ante un rival europeo. Y fue con absoluto éxito.

La Argentina demostró ser un rock and roll potente y contundente, goleó por 3-0 que debió ser mayor, para ganar el segundo título oficial en esta nueva era, aumentar el invicto a 32 partidos y, sobre todo, ratificar que va por el camino adecuado hacia Qatar.

Es una loca cosita llamada amor ver jugar a Lionel Messi. Un encantador de multitudes que con su danza sobre tapones de aluminio deja embobados hasta a los defensores de enfrente. Un maestro del engaño es el rosarino. Si lo sabrá Giovanni Di Lorenzo, que lo fue a buscar por un lado y el 10 le salió por el otro con un quiebre de cintura casi de contorsionista. Se aguantó a la carrera su embestida y cuando vio el hueco le dio la asistencia a Lautaro Martínez que hizo un gol de goleador, apareciendo entre los centrales. Nobleza obliga, esa jugada nace de la presión de Nicolás Tagliafico y un pase de Giovani Lo Celso.

La presión, precisamente, fue clave en el desarrollo. Alta y constante, homogénea porque iban en bloque y no de a uno. Y duró durante largos lapsos de los 90 minutos. Italia nunca le encontró solución.

Antes, hubo un partido de 27 minutos bastante nivelado en el que Italia, que presentó a sus mejores hombres, aunque con las ausencias obligadas de Immobile, Chiesa, Verratti e Insigne, quiso enfrentarse de igual a igual a la Argentina. Y con sus armas pudo poner en aprietos por algunos instantes a la defensa albiceleste. Un par de remates que probaron a un atento Emiliano Martínez. Un desborde de Federico Bernardeschi por la derecha que cerró justo Cristian Romero.

Pero no le alcanzó a la Italia de Roberto Mancini, que tiene la herida abierta de la no clasificación al Mundial, a manos de Macedonia del Norte. Y ante el primer golpe, se desmoronó por completo. Le pasó en suelo inglés, en la tarde-noche londinense que se mostró atípicamente despejada. Ni las ganas de Nicoló Barella, ni los intentos de Giacomo Raspadori sirvieron de mucho. No contra una Argentina avasallante que apenas pudo, hizo otro gol.en el momento justo, sobre el final del primer tiempo. Uno de esos goles que son golpes de nocaut. ¿Cómo salir a la segunda etapa cuando ya no alcana un gol para empatar? Problema azzurro.

Lautaro fue de nuevo protagonista. Sacó el Dibu Martínez del arco y el bahiense bancó la marca de Leonardo Bonucci con puro oficio de delantero, giró y se la entregó a Ángel Di María quien le sacó metros de ventaja al veterano Chiellini y aprovechó que el arquero no saliera para definir de cara a su excompañero del conflictivo PSG, Gianluigi Donnarumma, como él sabe: por arriba. No es la primera vez que Fideo define así.

La Selección mantuvo su plan de siempre. El de la presión alta. El de encontrar toques cortos y si se podía, buscar el pase largo para sorprender como le gusta hacer a Rodrigo De Paul, de buen despliegue. No jugó Leandro Paredes, lesionado, su socio en esa mitad de cancha y Guido Rodríguez fue un buen acompañante del ex Racing.

Faltó algo para que la noche de Messi fuera redonda en el templo, sí: el gol. Lo buscó el capitán albiceleste. Tuvo varias chances, algunas muy claritas. Pero Donnarumma no le permitió darse el gusto de redondear una noche en la que se puso la corona de todas formas porque comandó todos los avances del equipo.

El tercero y último de la noche, que pudo hacer sido de Leo, lo hizo Paulo Dybala, uno que necesita sumar porotos de cara a la lista mundialista. Un puñado de minutos le alcanzaron a Dybala para avisar de que puede ser tenido en cuenta. Igual que Julián Álvarez, quien apenas entró, con total desvergüenza remató desde la mitad de cancha.

Scaloni y los hinchas argentinos pueden estar tranquilos. Tienen a alguien a quien amar. God save de King. Dios salve a Messi, el Rey de Wembley que llevó a la Selección a otra celebración y se ilusiona pensando en noviembre. “We are the champions...”


lunes, 23 de mayo de 2022

Boca Juniors Campeón Copa de la Liga Profesional 2022

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ANTE UNA MULTITUD SE CORONÓ EN EL KEMPES CORDOBÉS Y LOGRÓ EL TÍTULO 72 DE SU HISTORIA
Boca dio un salto gigante para golear a Tigre y festejar que es un justo campeón
Estuvo apurado al principio pero en cuanto Rojo hizo el primero dominó el partido y aplastó a su rival. Fabra la clavó en un ángulo y al final el pibe Vázquez hizo el tercero.
Boca es el campeón de la Copa de la Liga Profesional. ¿Es un justo campeón? Según esa máxima del fútbol que indica que “el mejor es el que gana”, sí. Si se lo evalúa por los últimos siete partidos que disputó entre Copa y Copa, también. Por lo hecho en la final en Córdoba, sin dudas. El Boca de Sebastián Battaglia es un justo campeón que goleó en el partido decisivo a Tigre por 3-0 y sumó una nueva estrella, se ganó un boleto para la Libertadores 2023 y para el Trofeo de Campeones de 2022. Otra vez el entrenador levanta un trofeo, como lo hizo hace seis meses con la Copa Argentina; otra vez Boca es campeón desde que Juan Román Riquelme volvió al club para ser dirigente. A pesar de todo, en contra de todo. Bien a lo Boca.

Sobre el césped del Kempes, Boca impuso su jerarquía ante el buen equipo de Diego Martínez que venía de ser campeón de la Primera Nacional y ascender a Primera. Se había ido en 2019, después de ganarle a Boca la final de la Copa de la Superliga.

Desde el segundo tiempo en San Pablo con Corinthians que Sebastián Battaglia parece haberle encontrado la vuelta al equipo. Los retoques que hizo en el mediocampo son claves y en Córdoba fueron fundamentales: Alan Varela es el cinco, bien posicional; eso liberó a Guillermo Fernández, que siempre juega bien con y sin la pelota; y Óscar Romero aporta calidad, pero también sacrificio. Jugó de todo: fue volante izquierdo, enganche y también ocho. De su pie izquierdo salió lo mejor de Boca en un primer tiempo que empezó con algunas dudas y con un Tigre vehemente que intentaba llevárselo puesto en los primeros minutos con la potencia de Mateo Retegui y la velocidad de Facundo Colidio, como había hecho en el Monumental para sacar a River del torneo.

Pero lo mejor de Boca esta vez estuvo en el fondo. No solo porque el mejor ataque en la final fue de la defensa, sino porque Carlos Izquierdoz y -sobre todo- Marcos Rojo bancaron la parada y le bajaron la persiana a cada intento de Tigre.

El Cali, capitán y voz de mando, para comerse crudo a Facundo Colidio y aparecer en los momentos determinantes. Y Marcos Rojo para jugar el partido que había soñado desde su regreso al fútbol argentino. Esta vez no “se mandó ninguna” de las que se suele mandar. Estuvo sobrio y sólido. Le ganó el mano a mano a Mateo Retegui. También la revoleó cuando ameritaba y salió jugando con criterio cuando el equipo lo necesitaba. El cabezazo que metió en la última jugada del primer tiempo para destrabar la final fue la piedra fundamental donde Boca edificó un nuevo campeonato.

Y cuando todos los focos estaban puestos en los delanteros Eduardo Salvio, Darío Benedetto y Sebastián Villa, fueron los defensores los que dieron la cara por el equipo. Villa jugó bien en el primer tiempo a pesar de tener la presión encima de dos causas penales por violencia de género y abuso sexual -respectivamente- que avanzan en la Justicia. Edificó un golazo con Darío Benedetto, pero la jugada fue anulada de inmediato por el línea Diego Bonfá y corroborada luego por el VAR. El segundo asistente merece un reconocimiento: también acertó en el gol de Marcos Rojo, cuando levantó rápido su bandera indicando que la pelota había entrado y no dio lugar a dudas.

Con la ventaja en el bolsillo, Boca salió a jugar el segundo tiempo a la expectativa de lo que hiciera Tigre, que ahora estaba obligado. El Matador tuvo tres chances claras: las dos primeras las falló Mateo Retegui y la tercera tras un córner fue Víctor Cabrera el que no pudo definir. Pasó de largo el tren que esperaba Tigre para empatar y volver a la pelea, a la esperanza de hacer con Boca lo que había hecho con River.

Juan Ramírez entró por Eduardo Salvio. Y Boca siguió siendo prolijo. Un lateral sobre la derecha de Luis Advíncula para Darío Benedetto: control y pase para Ramírez, control y pase para Varela; control y pase para Fabra que se adelantó unos metros y sacó un zurdazo que se clavó en el ángulo. Y ese fue el clavo que faltaba para sellar la suerte de la final. Todavía faltaban 23 minutos y el descuento.

Tiempo suficiente para que Sebastián Battaglia mandara a la cancha a Luis Vázquez y el pibe pusiera la cabeza para cerrar el 3-0, decretar la goleada y seguir alimentando todo lo que se avizora en su futuro.

Boca levantó la Copa de la Liga Profesional y dio la vuelta olímpica en Córdoba. Es el título 72 que logra el club xeneize desde que se fundó, contabilizando torneos locales, internacionales y los de la época del amateurismo.

Pero esa historia no terminó ayer. Todo lo contrario. Se construye día a día y el jueves tiene otra final, en la Bombonera ante Deportivo Cali. Y está obligado a ganar para pasar de ronda en la Libertadores. Boca es así, no hay respiro. Esa historia y la multitud que lo acompañó a Córdoba se lo demandan.



¡¡Felicitaciones Xeneize!!

martes, 21 de diciembre de 2021

River Plate Campeón Trofeo de Campeones 2021

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EL GANADOR DEL ÚLTIMO TORNEO SE LLEVÓ EL TÍTULO ANTE EL VENCEDOR DE LA COPA DE LA LIGA
Con una goleada, River despidió el año como el campeón de los campeones
Venció 4-0 a Colón con una fenomenal actuación de Álvarez, que hizo un doblete y participó de los otros dos. El equipo de Gallardo ratificó su poderío ante un rival que no era sencillo.
Le sienta muy bien Santiago del Estero a River. En esta tierra consiguió dos de los tres títulos que ganó este año. El primero en marzo cuando goleó a Racing y obtuvo la Supercopa Argentina. El segundo, anoche, al derrotar a Colón y quedarse con el Trofeo de Campeones para gritar nuevamente campeón como pasó hace menos de un mes al ganar la liga local.

La atmósfera del partido era ideal. Salvo por el agobiante calor, claro. Pero hubo un contexto que no es habitual en el fútbol argentino. Un estadio con mitad de una hinchada y mitad de la otra. Con mucho color y a puro canto en las tribunas de un estadio como el Madre de Ciudades que tiene todas las características a la de uno mundialista.

Todo esto, sumado a las virtudes de ambos equipos hacían presagiar un encuentro vibrante, emotivo, de ida y vuelta. Sin embargo, el partido recién se activó cerca del final del primer tiempo cuando Julián Álvarez entró como una tromba entre los dos centrales y colocó la pelota junto a un palo tras un calificado centro de Simón. Esa fue la única jugada en la que el equipo de Gallardo encontró varios pases seguidos, más allá de un desvío que hizo que la pelota derive en el juvenil mediocampista antes del centro a Álvarez.

Hasta ese momento, contrariamente a lo que se venía viendo en gran parte de la liga que ganó hace menos de un mes, River estuvo impreciso. Y escasearon los pases filtrados. Por lo tanto, Álvarez le quedaba aislado y Julián debía rebuscárselas individualmente como en esa jugada en la que sacó un zurdazo de la galera que Burián sacó al córner.

Gallardo decidió poner a Paradela desde el arranque y un esquema con cinco volantes. Tal vez para espejarse con Colón que suma mucha gente en la mitad de la cancha. Entonces, el partido se transformó más en un tablero de ajedrez. Y el calor influyó para que el juego sea espeso.

Colón en la primera mitad inquietó a River por la banda derecha pero no pudo terminar de aprovechar las desinteligencias entre Paradela y Casco y Casco y Martínez. El marcador central sufrió horrores a Ferreira (cuyo pase pertenece a River) por ese sector y a Farías cuando se tiraba por esa banda. Pero al Sabalero le faltó peso arriba.

En definitiva, ambos jugaban con cinco volantes, distribuidos en el caso de River con Zuculini detrás de una línea de cuatro que armaban Simón, Enzo Fernández, Palavecino y Paradela, mientras que, en Colón, Ferreira y Bernardi se ubicaban por delante de Castro, Lértora y Aliendro. Y los también jugaban con “falso 9” ya que ni Álvarez ni Farías, las joyas de cada equipo son centrodelanteros. Pero Álvarez tuvo más oficio al saber meterse entre los centrales y River se fue al descanso con ventaja.

Y si alguien se había preguntado por qué Gallardo puso a Paradela de entrada, la respuesta estuvo en el inicio del segundo tiempo cuando el ex Gimnasia recuperó una pelota en la mitad de la cancha y esta vez sí le dio el físico para llegar hasta el área rival luego de tirar una pared. Y en el esfuerzo final de esa corrida buscó a Álvarez, quien guapeó y convirtió el segundo gol, para delirio de todo el pueblo riverplatense.

Cuando River no encontraba el rumbo, Julián Álvarez lo enderezó con dos estocadas, una al final de la primera parte y otra al comienzo del segundo tiempo. Al final terminó goleando con las apariciones de Rollheiser y Carrascal. Fue al fin y al cabo una síntesis perfecta de lo que ocurrió en la última parte del año cuando el equipo del Muñeco se encaminó a la coronación en el campeonato local. Y cerró el año con otro título, esta vez con una goleada en un ciclo que sus hinchas jamás olvidarán.

La noche perfecta.



¡¡Felicitaciones Millonario!!

lunes, 13 de diciembre de 2021

Boca Juniors Campeón Copa Argentina 2020

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UNA FINAL MUY POBRE Y CASI SIN SITUACIONES DE GOL, QUE DEBIÓ DEFINIRSE DESDE LOS DOCE PASOS
La vieja mística de Boca en los penales le dio la alegría de llevarse la Copa Argentina
Como tantas otras veces, acertó en la definición. Rossi hizo la diferencia atajándole el remate a Fértoli. El partido fue malo, más peleado que jugado. Talleres no supo hacer valer el hombre de más que tuvo desde la expulsión de Ramírez.
Los penales y Boca, esa historia de amor como no hay otra igual. La sensación es inequívoca cada vez que el xeneize llega una definición desde los doce pasos: ganará. Hay una mística que se transmite o está en el aire. Fue de mala para muy mala la final contra Talleres. Casi no pateó al arco el equipo de Sebastián Battaglia. Pero luchó para llegar a la definición y Agustín Rossi se vistió de héroe para atajar uno. Estuvieron certeros los ejecutores de Boca, que ganó 5-4 y se consagró campeón de la Copa Argentina.

Es un lugar común pero válido: no se jugó el partido, se peleó. Salió fea la final, cargada de nervios. Algunos números son perfectas pinturas para entender lo que sucedió en el Madre de Ciudades: se cometieron 20 faltas (una cada 2, 25 minutos), hubo cuatro amonestados, apenas patearon una vez al arco (Valoyes, a los 41’) y existieron cuatro encontronazos entre futbolistas (Auzqui-Rojo, Pérez-Villa, Campuzano-Valoyes y Martino-Advíncula). El resultado de la etapa inicial, entonces, no podría ser otro que el 0 a 0.

Jugaron mal Talleres y Boca por la tensión de la final y también porque cambiaron sus maneras. Alexander Medina dejó de lado el 4-2-3-1 y apostó por un 4-4-2, con Auzqui en la misma línea que Santos. Con el nuevo dibujo pesó menos Valoyes, que tuvo un punto de inicio un poco más retrasado. Y tomó recaudos el Cacique y casi no mandó al ataque a Tenaglia, por lo que la T se plantó siempre con 3 en el fondo. Abusó de las pelotas largas, además, porque los dos volantes centrales, Villagra y Méndez, estuvieron nerviosos. Inquietó solo con algún córner y con el remate lejano de Valoyes que casi termina en gol por un error de cálculo de Rossi.

Boca, por su parte, se paró con un 4-3-3. Esta vez, Cardona fue un enganche, pero partiendo desde el extremo izquierdo. Porque no se puede aseverar que el colombiano fue wing. Lógicamente, participó menos, pero las poquitas buenas de Boca (algún pase filtrado, un par de centros, un cambio de frente) se gestaron desde su cabeza y su pie derecho. Fabra no tuvo el sendero liberado y no pasó al ataque. Tampoco fluyó el juego de los interiores Almendra y Ramírez. El dato también grafica: Boca no pateó al arco en el primer tiempo.

Hizo algo bueno el elenco de Battaglia: no permitió las largas corridas de Talleres. Se sabe que los cordobeses se hacen fuerte en esa faceta del juego y Boca bloqueó esa posibilidad.

Había arrancado un poquito mejor Boca en el complemento, soltando más a los laterales y juntando pases en el mediocampo. Se paró unos metros más adelante. Pero no encontró caminos para generar situaciones. Todo se desmoronó cuando Juan Ramírez se fue expulsado por doble amonestación. Otro juego arrancaba.

Pero le volvió a quedar grande un partido a Talleres. Tiene que levantar ese pagaré el Cacique Medina. Como contra River en el torneo local, jugó en ventaja numérica largos minutos y no supo qué hacer. Volvió a retener al doble-cinco de contención y tardó demasiado en incluir a Retegui a la cancha. Manejó la pelota sin ningún sentido; ni siquiera mandó pelotas largas al área.

Fue inteligente Boca para hacer correr los últimos 20 minutos sin que nada pasara. Se pinchó el juego y uno a uno los jugadores se fueron cayendo para hacer tiempo. Battaglia utilizó los 5 cambios. Tuvo maña Boca, experiencia. Y aguantó sin recibir remates al arco.

Se conformó Talleres también con llegar a la definición por penales. Acaso hayan sido los únicos que no se enteraron que Boca es matador en ese tipo de definiciones. Rossi le atajó el segundo a Fértoli. Metieron Rojo, Izquierdoz, Pavón y Sandez. El definitivo le quedó a Toto Salvio, que la clavó en el ángulo y gritó campeón.



¡¡Felicitaciones Xeneize!!

sábado, 27 de noviembre de 2021

River Plate Campeón Torneo de la Liga Profesional de Fútbol 2021

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NECESITABA A PENAS UN PUNTO PARA CONSAGRARSE, PERO LO RESOLVIÓ CON UNA GOLEADA
River se convirtió en una aplanadora y la fiesta del campeón fue completa
El mejor equipo del fútbol argentino no tuvo piedad de Racing. Así, tres fechas antes del final, llegó el primer título de Liga en el ciclo de Gallardo. Hubo festejos de Núñez al Obelisco.
Lo que sucede es como un cuento. O más exacto aún: como un poema. Preferentemente de amor, cursi y empalagoso. Todo se dio el día que se tenía que dar, como si el destino o algún Dios futbolero -y un poco riverplatense, claro- lo hubiese diseñado. La coronación esquiva llega a tres fechas del final, justo cuando los aforos se liberaron al 100 por ciento luego de meses de angustia por el maldito COVID, y con el emblema Leonardo Ponzio de titular. Mira a las tribunas y al cielo Marcelo Gallardo, el hombre que será estatua en nada. Está feliz, emocionado. Su corazón late al compás de la fiesta que se prolonga en el Monumental tras la notable goleada 4-0 ante Racing. Ya debe estar un poco acostumbrado a escuchar el “Dale campeón/Dale campeón”. Aunque este cántico tiene una melodía especial, apenas alguna notita diferente que lo hace distintivo. La mufa, si es que existía, ya es pasado: River, el River del Muñeco, es campeón del fútbol argentino.

En todo lo que ocurrió en el Monumental hay mucho de justicia. Porque River es el mejor equipo de Argentina desde hace largos años. Posiblemente desde que llegó Gallardo en aquel lejano agosto de 2014. Factores externos y algunas falencias internas postergaron la coronación doméstica. La doble competencia siempre le pasó factura a River por una sencilla razón: el entrenador juega al 100 por 100 cada uno de los partidos. No se relaja y, entonces, el desgaste decanta. No hay mente ni físico que tolere esa exigencia. Al menos acá en Sudamérica, donde los viajes son eternos y las visitas hostiles.

Y River fue una aplanadora en el juego de la coronación. Mostró una mejor cara en el inicio Racing y molestó a River con la incorporación de varios futbolistas en el medio. La ausencia de Enzo Pérez se sintió como se presumía. No pudo hacer pie el León porque los dirigidos por Fernando Gago presionaron en ese sector. Fue agresivo el visitante y sorprendió en el comienzo. Paulo Díaz intentó salir jugando dentro del área, Copetti se la robó, pero Franco Armani demostró que sigue vigente: le ganó el mano a mano. Iban 3 minutos. Con el andar del juego, el local se acomodó. Y entendió cómo debía jugar.

Es difícil explicar qué buscó hacer Gago. Si lo que se observó fue lo que ideó, es una revolución. Jugó con tres defensores, un volante central y cuatro mediocampistas por delante para asistir a los dos delanteros. Pero sucedió que Fabricio Domínguez sabe cómo jugar con la banda y con línea de tres, pero Tomás Chancalay no. El ex Colón se cerró constantemente para jugar de delantero y el derecho quedó libre. Ahí empezaron a correr Simón, Rojas y Álvarez. Generó varias chances River. Igual, el gol llegó tras una gran jugada de Enzo Fernández por izquierda y una sutil definición de Palavecino.

Cambió Gago para el segundo tiempo, aunque ya era tarde. Metió 3 cambios y plantó un 4-3-1-2. Y River no perdona: Julián Álvarez puso el 2-0 a los dos minutos y se desató el vendaval. Fiesta adentro y afuera; baile en todos lados. Palavecino y Álvarez se mandaron un jugadón y Romero definió ante la salida de Arias. Un rato después, el propio Romero recibió de Carrascal y anotó el cuarto del local.

Ningún River representó mejor a Gallardo que este del segundo semestre de 2021. Se sabe: el Muñeco se reinventa constantemente. No se cansa de buscar y buscar. Por mucho que le vendan jugadores o que se lesionen, River siempre es su River: ataca, presiona, es ambicioso, tiene una idea clara y un respeto muy alto por la estética. River es un equipo europeo jugando en Argentina. Por eso muchos hinchas de los restantes clubes se sientan a mirarlo, a disfrutarlo. Se cayó Suárez e irrumpió el brillante Álvarez, se fue Montiel y cumplió Rojas, se lesionó De La Cruz y Palavecino encontró su nivel, se sumó Romero y rápido hizo olvidar a Rafael Borré, volvió Enzo Fernández y en un par de meses fue convocado a la Selección, confió en el juvenil Santiago Simón y ahora parece un experimentado. Los ejemplos pueden seguir. Gallardo no pone parches: hace retoques, sutiles o profundos, y la prenda luce como nueva, impoluta.

Salió Ponzio y hubo ovación. Gallardo mandó a la cancha a Maidana y el aliento bajó unánime y ruidoso. Para que no haya problemas de cartel, Enzo Pérez, Pinola y Armani fueron mimados. No es capricho: todos estuvieron en Madrid, en la tarde más gloriosa de la historia de River.

Ganó, gustó y goleó River. Y es campeón porque es por escándalo el mejor de Argentina.



¡¡Felicitaciones Millonario!!

lunes, 12 de julio de 2021

Argentina Campeón Copa América Brasil 2021

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ARGENTINA DIO EL GOLPE ANTE UN BRASIL QUE NUNCA HABÍA PERDIDO DE LOCAL EN LA COPA AMÉRICA
Con autoridad la Selección rompió un maleficio de 28 años
Hubo otro plan para la final, con cambios y notables rendimientos individuales. Di María y De Paul, los mejores.
Ya está. Se rompió. Al fin. Se terminó esa sequía que anudaba pechos y astillaba corazones argentinos. Después de una peregrinación de 28 años sin títulos, la Selección Nacional volvió a gritar campeón y el sueño de Lionel Messi ahora es una realidad eterna. No hay karma. No hay maldición. No hay estigma que pueda con la poderosa fuerza de intentarlo una y otra vez, a pesar de las frustraciones, de las broncas, de las finales perdidas. Y eso hizo el mejor jugador del mundo al entender, cuando la tristeza no lo dejaba ver con claridad después del tercer cachetazo consecutivo, que de eso se trataba. De levantarse y encarar todas las veces que sean necesarias hasta que no den más las piernas. Esta vez con un grupo nuevo que le revivió su espíritu competidor y ganador. Esta vez el Maracaná sí será un buen recuerdo.

La Argentina dio el golpe: le ganó una dura final a Brasil por 1-0, le rompió la hegemonía en su tierra y se consagró campeón de la Copa América. El equipo de Lionel Scaloni fue de menor a mayor en el torneo y supo jugar el clásico como ameritaba ante los 2.200 hinchas que fueron testigos privilegiados de un partido histórico.

Hubo otro plan en la final, diferente a las intenciones que venía mostrando la Selección a lo largo de toda la competencia. En la noche de Río no hubo presión asfixiante al rival para comerle el hígado de entrada nomás. No. Supo elegir otra estrategia el cuerpo técnico. Y le salió bien de movida. Los cambios volvieron a aparecer en cantidad en el equipo. Cinco variantes presentó la Argentina con respecto a la semifinal ante Colombia. Pero cada pieza que entró cumplió con su propósito en esos 45 minutos iniciales en los que los de celeste y blanco empezaron a gestar el Maracanazo.

El 4-4-2 esta vez tuvo una dupla de volantes centrales que presentó batalla y panorama. Rodrigo De Paul y Leandro Paredes pusieron tripa y corazón en el medio. Los argentinos invitaron a los brasileños a adelantarse, a venirse y dejar espacios. Aprovechar esos huecos era la premisa, siempre y cuando no fallara nada en defensa para contener a Everton, Paquetá, Richarlison y Neymar. Eso funcionó. Brasil no contó con grandes situaciones y la Argentina le sacó jugó a la primera vez que uno de los suyos quedó mano a mano.

De Paul, en el rol que más cómodo se siente, levantó la cabeza y vio todo: ubicado a unos 15 metros detrás del círculo central, hizo un lanzamiento aéreo perfecto hacia Di María, que se plagió a sí mismo emulando el golazo ante Nigeria para conseguir el oro en Beijín 2008. Renan Lodi calculó mal y falló en el intento de interceptar el pase. Fideo resolvió con frialdad, de emboquillada. Para el hombre del Paris Saint-Germain también era especial esta final porque se traía sobre su lomo una cruz en los duelos decisivos de la Selección por las reiteradas lesiones.

Di María, que hasta hace unos meses no podía entender por qué no tenía una nueva oportunidad en la Argentina, le puso hechos a las palabras cada vez que le tocó jugar desde que la vuelta. Tuvo otra, siempre partiendo desde la derecha, que bien podría haber tenido nuevamente destino de red de no haber rebotado en Thiago Silva.

Con Messi como el primero en ponerse el overol, la Selección se esforzó en no dejarle lugares liberados a Brasil, algo en lo que tuvo éxito hasta que Tite empezó a mover su tablero. Lo primero que hizo el DT rival fue trocar a sus hombres que atacaban por afuera: Richarlison, entonces, se pasó a la banda derecha, y Everton fue a la izquierda. Tras el descanso, además, metió a Roberto Firmino por el amonestado Fred.

Ahí comenzó sufrir Marcos Acuña. A la espalda del Huevo, Richarlison encontró terreno fértil. De hecho, llegó al gol, pero fue correctamente anulado por posición adelantada. Con Neymar más activo, los dueños de casa buscaron ese lado frágil argentino. De nuevo hallaron luz verde con Richarlison, aunque ahora fueron las manos de Emiliano Martínez las que impidieron el empate. El Dibu volvió a aparecer para ahogarle el grito a Gabriel Barbosa.

Los minutos pasaban y Brasil no podía. Y a medida que avanzaba el reloj, la Argentina se sentía más segura. Los cambios ayudaron a alimentar esa seguridad. Pudo haber sido 2-0, pero Leo se nubló al final tras un gran pase de De Paul. El propio De Paul pudo haber puesto el broche de oro a una noche perfecta en la última; tampoco lo logró. Poco importó después del pitazo final que terminó con todas las penas del pasado.

Ya era tiempo de volver a sonreír.


sábado, 5 de junio de 2021

Colón de Santa Fe Campeón Copa de la Liga Profesional 2021

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BRILLANTE CONSAGRACIÓN DEL EQUIPO SANTAFESINO
Colón se metió en la historia: campeón por primera vez, con un fútbol de alto vuelo
Fue muy superior a Racing y lo goleó con tantos de Aliendro, Bernardi y Castro en el segundo tiempo. Es su primer título en 116 años y jugará la Copa Libertadores 2022.
Llegó, Colón. Un día, al fin, llegó. Tuvieron que esperar 116 años, pero ya no les importa a los hinchas sabaleros. Aquí, al borde del cordón cordillerano en donde las hazañas históricas de liberación no entienden de utopías, aquí mismo Colón gritó campeón por primera vez al golear por 3-0 a Racing en la final de la Copa de la Liga Profesional en San Juan y se liberó de una maldición que le quitaba al sueño desde siempre. Ya no.

Bajo el mando de Eduardo Domínguez, que se transformó en el general libertador de este club que todavía tenía clavadas en el corazón las astillas de la Sudamericana perdida en 2019, el conjunto de Santa Fe le torció la mano a los gigantes con buen juego y valentía.

Con Luis Miguel Rodríguez como símbolo, que, aunque no haya brillado en esta final quedará como ídolo sin dudas, Colón lideró su zona, la ganó y en la etapa de los mano a mano fue el único que no se achicó, que no demostró temor en su propuesta sobre el césped. Los campeones no se discuten, dicen. Y este Colón mucho menos, porque fue el mejor desde el juego y desde el carácter.

Con varias bajas, incluida la de Facundo Farías por coronavirus, Colón no se cayó ni miró para otro lado. Mantuvo la convicción y logró imponerse también contra Racing, que llegaba con una racha de siete cotejos sin goles en contra, pero que esta vez estuvo muy lejos de merecer coronarse. Y ahora, el Sabalero estará en la Libertadores 2021 y disputará el Trofeo de Campeones ante el ganador del próximo Torneo de la Liga.

Esta final impensada por la realidad de sus protagonistas hasta hace muy poco tiempo atrás no regaló las grandes emociones que hasta aquí tampoco se vieron en los duelos anteriores de cuartos y semifinales. Había una esperanza de que el verdadero espectáculo futbolístico libre de temores se estuviera reservando para la gran cita en Cuyo. Pero no, Colón y Racing no se soltaron y entregaron más de lo mismo, en el primer tiempo.

En ese contexto de pobreza de fútbol, Colón fue, como lo vino siendo a lo largo de este semestre, quien tuvo el coraje de asumir la responsabilidad de agarrar una pelota siempre caliente en las finales y tratar de juntar a sus mejores piernas en el medio. Y así desnudó también la pálida imagen de un Racing que se olvidó que estaba disputando un cruce definitorio.

Christian Bernardi, apostado como un enlace clásico detrás de los delanteros Cristian Ferreira y Pulga Rodríguez, resultó el encargado de elaborar y protagonizar las poquitas aproximaciones en una primera parte en la que los arcos parecieron lindos cuadros de adorno del Estadio del Bicentenario.

Una conexión por derecha con Alexis Castro, que lo habilitó cuando Bernardi tiró la diagonal. Y otra que el propio Bernardi cedió para la subida de Rodrigo Aliendro fueron los intentos, poco profundos de un equipo santafesino que manejaba los tiempos, aunque no tenía la claridad para acelerar en los metros finales.

Racing, como en sus últimas presentaciones, optó por ofrecerle gentilmente a su rival la tenencia. Pizzi se mantuvo en su plan que le venía dando resultado; no quiso dominar con la posesión y se sentía mayormente cómodo agazapado en mitad de cancha, donde recién allí empezaba a apurar a los jugadores adversarios. Le venía saliendo bien, hasta que se topó con un equipo que apostó por jugar hacia adelante.

Esperar, robar y ejecutar el contraataque fue la planificación blanquiceleste en la fresquita noche sanjuanina. Y la punta de lanza de La Academia en ese sentido fue Tomás Chancalay, el ex Colón que se jugó un encuentro muy especial. Chancalay elaboró las dos únicas maniobras que hicieron entrar en calor a los poquitos presentes en la cancha. Primero, a pura gambeta, hizo una apilada messiánica por el medio, aunque legó un punto en que no logró avanzar más. Y luego comandó una contra que terminó en un mano a mano de Ignacio Piatti contra Gonzalo Piovi, quien quitó limpio y firme.

Ninguna de las dos situaciones pudo derivar en una jugada de riesgo de gol ante Leonardo Burián. Racing no pateó al arco en esos 45 minutos. Algo que atenta contra las intenciones de todo equipo que pretende campeonar.

Pizzi buscó mover alguna pieza para intentar cambiar una historia muy previsible, al menos de mitad de cancha hacia adelante. Aníbal Moreno entró por un Darío Cvitanich pintado, e Ignacio Piatti, de producción intrascendente, se adelantó varios metros para acompañar a Enzo Copetti y Chancalay. Igual nada cambió.

Colón mantuvo la postura dominante y en una de esas aventuras por la derecha encontró el premio que merecía. Antes del desborde de Facundo Mura, el centro y el gol de Rodrigo Aliendro, hubo una buena combinación colectiva iniciada por el propio Aliendro y que tuvo la intervención de Alexis Castro y de Ferreira también.

La salida del Pulga Rodríguez, extenuado, podría haber sido un envión para levantar a un Racing que no se inmutó, siguió igual: pasivo, improductivo. Entonces apareció Bernardi que de la mano de su enorme calidad armó el golazo que quedará en la historia grande de Colón al picarla sobre Chila Gómez, sentenciar la suerte de los de Avellaneda y despejar la recta final de minutos hacia ese título que se aseguró con el tercero de Castro y se festeja desde San Juan hasta Santa Fe.



¡¡Felicitaciones Sabalero!!

jueves, 15 de abril de 2021

Defensa y Justicia Campeón Recopa Sudamericana 2021

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EL EQUIPO DE FLORENCIO VARELA LOGRÓ SU SEGUNDO TÍTULO INTERNACIONAL EN TRES MESES
Defensa y Justicia, monumental: campeón de la Recopa Sudamericana
Los argentinos dieron vuelta el marcador en un encuentro muy caliente y festejaron luego de los penales.
Hubo hazaña argentina en Brasil. Defensa y Justicia se transformó en el décimo equipo nacional en ganar la Recopa Sudamericana y conquistó su segundo título internacional en apenas tres meses. En enero había ganado la Copa Sudamericana con Hernán Crespo en el banco y ahora levantó este trofeo con Sebastián Beccacece. Fue heroico con ese golazo de Marcelo Benítez en la agonía del tiempo reglamentario para el 2 a 1 ante Palmeiras. Revivió después del penal que atajó Unsain en el suplementario. Y fue muy efectivo desde los 12 pasos. Además, fue superior a su rival en el juego en las dos finales.

No tenía otra alternativa Defensa y Justicia que ser protagonista. Sin público, en otro escenario, el estadio Mané Garrincha de Brasilia en lugar del Pacaembú de San Pablo, buscó la hazaña de coronarse campeón en tierras brasileñas. Cumplió con el papel de ir a buscar el 1-0 en el arranque para tener mayor tranquilidad.

Fueron 18 minutos de intensidad. Estuvo cerca del gol a los 14, cuando tras un remate de Benítez, le rebotó la pelota a Weverton y Pizzini definió mal. En esos 18 minutos iniciales, con una posesión del balón del 58%, el Halcón potenció todas sus virtudes: buena presión en el medio y proyecciones por los laterales para atacar por las bandas.

Pero también hubo errores colectivos en las marcas e imprecisiones de algunas individualidades, como los de Adonis Frías. Con espacios, los delanteros de Palmeiras aprovecharon cada contraataque para lastimar. Así llegó el penal que le cometió Meza a Rony a los 19 minutos y que Raphael Veiga transformó en gol.

Con más espacios para las réplicas, el equipo brasileño estuvo cerca de aumentar. En desventaja, el Halcón mantuvo sus convicciones para llegar al gol. Y fue un golazo de Brian Romero. Porque la triangulación entre Matías Rodríguez (pase al vacío), Pizzini (centro atrás) y Romero (goleador) fue perfecta.

El último cuarto de hora no tuvo la intensidad de los primeros 30 minutos. Palmeiras ya no llegó con tanta facilidad porque el equipo de Beccacece empezó a ocupar mejor los espacios del medio hacia atrás. Y hacia adelante, fue paciente para llegar al área rival, explotando siempre más la banda derecha, con Pizzini como uno de los mejores intérpretes.

No cambiaron las ambiciones en la parte final. Palmeiras continuó fiel al libreto que le permitió coronarse campeón de la Libertadores 2020. No brilla, no deslumbra, pero es efectivo. El desgaste siguió siendo de Defensa. Tuvo una buena chance de marcar el segundo a los seis minutos, con un gran pase filtrado de Pizzini para Romero, que perdió en el mano a mano con Weverton.

La banda derecha de Defensa siguió siendo una pesadilla para el equipo brasileño. Cada pase de Matías Rodríguez encontraba libre de marca a Pizzini, quien con cada centro atrás hacía temblar a la defensa local. Pero también, en cuentagotas, Palmeiras sacaba provecho de algunas fallas en la última línea visitante. Así, Rony recibió solo y fusiló a Unsain, que respondió muy bien.

Los errores del árbitro Leodán González se sucedieron. Era falta de Frías sobre Matías Viña y terminó con 10 Palmeiras (con advertencia del VAR). Con superioridad numérica, le quedaban 20 minutos al Halcón para marcar el segundo y forzar el alargue. Palmeiras se retrasó aún más, cerró camino y Defensa solo logró quebrar ese cerrojo con ese golazo de Marcelo Benítez en el cuarto minuto adicionado.

En el inicio del suplementario hubo tres penales, pero el árbitro solo cobró uno (no vio el manotón de Gómez a Bou ni la falta tras la atajada de Unsain a Gómez), que tapó el “1” del Halcón, recuperándose de su grave error en la jugada sancionada. Antes de la ejecución, hubo discusiones, empujones y vio la roja Romero.

Con pocas energías, el título se definió en los penales y fue para Defensa y Justicia. Un logro monumental.


Felicitaciones Halcón!!!

viernes, 5 de marzo de 2021

River Plate Campeón Supercopa Argentina 2019

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EL EQUIPO DE GALLARDO MOSTRÓ LA DIFERENCIA DE JERARQUÍA
Un River demoledor no tuvo piedad de Racing y volvió a gritar campeón
Se quedó con la Supercopa y festejó un título después de más de un año. Ganaba 1-0 con un cabezazo de Borré y en los últimos 20 minutos desató una ráfaga impecable.
Festeja River. Una vez más. Es campeón de la Supercopa Argentina. Se trata del duodécimo título de Marcelo Gallardo, protagonista del ciclo más exitoso de la historia del club. La 67ª estrella en Núñez. Y lo hace en una noche a puro gol, desarmando en un puñado de minutos a Racing, un rival grande de actualidad minúscula, con un técnico que en cuatro partidos está mirando de reojo la puerta de salida. No fue competitiva la Academia. No hubo equivalencias. Y los millonarios volvieron a reír, a cantar, a gritar “dale campeón”, a mostrar toda su superioridad.

Salvo en el arranque. Pero duró unos pocos minutos el dominio de Racing. Entonces, Matías Rojas sacudió de media distancia y Franco Armani tapó con esfuerzo. Había salido a presionar la Academia a bordo del 4-1-3-2, con Enzo Copetti y Nicolás Reniero activos y con los volantes empujando. Fue una ilusión que se desvaneció cuando River comenzó a manejar la pelota. Y el resultado del primer tiempo estaba cantado.

Marcelo Gallardo hizo una movida inteligente. Ubicó a Milton Casco, que habitualmente se desempeña como lateral izquierdo, por el sector derecho. El entrerriano no desbordó; por el contrario, jugó hacia adentro y encontró espacios para que Nicolás De La Cruz hiciera estragos a espaldas de los tres mediocampistas celestes y blancos y delante de Nery Domínguez. Por la izquierda, el tándem que formaron Fabrizio Angileri y Jorge Carrascal fue imparable para Fabricio Domínguez. El uruguayo es “8”, no “4” y Rojas no colaboró en el retroceso. Bajo esta coyuntura, la pasó mal.

Llegó seguido River al área de Gabriel Arias. Hubo una muy clara, un contraataque de nació en una recuperación de Angileri, un pase de Suárez y un remate de De La Cruz que el arquero neuquino naturalizado chileno bloqueó en el primer palo.

Y el gol fue de pelota parada. Un córner del uruguayo que Rafael Santos Borré, bestia negra de Racing, conectó con la cabeza, escapando de la marca de Nery Domínguez. Un justo marcador, de acuerdo al rendimiento de unos y otros.

A fin de cuentas, la Academia nunca pudo tejer líneas de pases, no hubo sociedades. Dependió demasiado del vigor de Copetti, un delantero físico, que aguanta bien la pelota, descarga y tiene potencia. Su compañero de ataque, en cambio, muestra una displicencia difícil de entender. Pareció no entender que estaba jugando una final. Tampoco tuvo explicación la recurrente fórmula del pelotazo. ¿Para qué eligió intérpretes de buen pie en el medio si la idea era alimentar a los atacantes en largo?

A pesar de su deterioro futbolístico, Racing tuvo dos oportunidades muy claras: un remate de Fabricio Domínguez que tapó Armani y un remate desde lejos de Chancalay que pegó en el palo.

Pizzi movió el banco en el amanecer del segundo tiempo. Salió al desangelado Reneiro y entró Aníbal Moreno. El pibe catamarqueño se ubicó en la zona de volantes con la misión de armar circuitos y Racing pasó del 4-1-3-2 al 4-1-4-1.

River continuó con el 3-1-3-3 del inicio del partido. Un esquema versátil, claro, en el que único futbolista posicional fue Enzo Pérez, que mostró toda su capacidad para sostener el medio.

El resto tuvo movilidad y dinámica, todo lo que le faltó a su rival. Y acomodó el medio con el ingreso de Agustín Palavecino en lugar de Carrascal para trazar un 3-1-4-2. Y mientras River fortalecía el círculo central, Pizzi apostaba a dos jugadores de 36 años: Cvitanich e Ignacio Piatti. Y a Darío le cometieron falta en la jugada que derivó en el segundo gol. Lo hizo Julián Álvarez -reemplazante de Borré- y liquidó el partido.

A partir de ese momento, cayeron los goles. Uno detrás de otro. De La Cruz, después de una gran presión sobre Moreno en el medio; de Miranda en contra, quien desesperado por evitar la definición de Suárez batió a su propio arquero y el cordobés, tras un pase de Álvarez, que encontró a la defensa partida.

En un estadio fastuoso, Armani tuvo su propio palco VIP: el área que nunca pisó Racing en el complemento. River ganó la Supercopa, volvió a festejar y a mostrar que es el mejor.



Felicitaciones Millonario!!!

lunes, 25 de enero de 2021

Defensa y Justicia Campeón Copa Sudamericana 2020

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EL HALCÓN ESTÁ DE MODA EN CÓRDOBA
De punta a punta y sin sobresaltos, borró de la cancha y goleó a Lanús
Adonis Frías, Romero y Camacho marcaron los goles de un equipo que pasó por encima a su rival en el Kempes.
Defensa y Justicia tuvo su tarde inolvidable y es el campeón de la Copa Sudamericana. Superó a Lanús de punta a punta. Y no dejó margen para las discusiones, tan de moda en los tiempos del VAR. De aquel taquito de Francisco Pizzini que derivó en Braian Romero y Walter Bou para que Adonis Frías, pibe de la cantera, metiera el primero, pasando por la avivada de Romero para el 2-0 parcial hasta llegar al 3-0 definitivo con ese jugadón que culminó Washington Camacho.

El Halcón barrió a Lanús, que apostó todo el partido a un error de la defensa del equipo de Hernán Crespo que nunca llegó. Esta vez Pepe Sand y sus compañeros fueron espectadores. Del partido y de la vuelta olímpica de los de Varela, que jugaron, gustaron y golearon. El Halcón, que ganó su primera estrella internacional -la primera en la elite del fútbol-, está de moda. Además, como dueño de la Copa Sudaméricana, obtuvo el disputar la Recopa Sudamericana, la Suruga Bank y, si se concreta, el renovado Mundial de Clubes. Una promo 3x1.

Defensa siempre tiene un gol debajo de la manga. Nunca reniega de jugar al ataque y ayer la diferencia pudo ser más amplia porque sus delanteros perdonaron más de una vez al bueno de Lautaro Morales. ¡Qué lindo juega Defensa!

Braian Romero fue el goleador de la Copa con diez tantos y fue imparable en el Kempes. La defensa de Lanús tendrá pesadillas con el ex Independiente. De allí llegó a préstamo -los de Florencia de Varela van a comprar el 50% del pase- y se destapó como centrodelantero: hizo 10 goles y fue la gran figura de la campaña. Aquellos colectiveros que le dieron los colores al club ni soñaron este momento con tanta felicidad. Ni aquellos abogados que jugaban en el campito y de allí el nombre de Defensa y Justicia.

Queda el reconocimiento a Lanús que fue un digno rival. Jugando mal nunca bajó los brazos. Pero no estuvo a la altura de una final. Lejos del otro Lanús que siempre fue al frente. Pero, claro, se encontró con un Halcón que lo pasó por encima.

Llegó el momento de la entrega de las medallas y del ansiado trofeo. A algunos jugadores se les caían lágrimas de felicidad. A otros de decepción, en especial al Pepe Sand, que a los 40 años parecen quedarle pocas batallas por delante.

En una final internacional quedó el silencio del Kempes vacío. O casi... Porque apenas hubo un puñado de allegados que pudieron alentar a sus equipos. Una pena.

Salud Defensa por el título. Y que viva el fútbol que practica.


Felicitaciones Halcón!!!

lunes, 18 de enero de 2021

Boca Juniors Campeón Copa Diego Armando Maradona 2020

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EN UN FINAL PARA EL INFARTO, EL EQUIPO DE RUSSO TERMINÓ FESTEJANDO
Boca se desahogó en los penales y gritó campeón cuando más lo necesitaba
Parecía que lo ganaba en tiempo reglamentario, pero Banfield empató en el descuento y forzó la definición. Allí Boca no falló y pudo sacarse un poco de la bronca por la eliminación de la Copa Libertadores. Sumó su título oficial 70.
Sufrir para ganar. Y desahogarse en los penales. Después del mazazo en la Libertadores, no se le podía escapar la Copa Diego Maradona, justo ese trofeo nacional que se bautizó con el nombre de uno de sus máximos ídolos. Boca es campeón. “Y se lo dedicamos a todos”, cantan los jugadores, cruzados por tantas críticas. Es su estrella número 70, para afirmarse bien arriba en la cima del palmarés del fútbol argentino y convertirse en el nuevo Rey de Copas Nacionales, con 14, superando a Racing, nada menos.

El dolor atraviesa a Banfield, que hizo un gran torneo, que llegó con una efervescente ilusión. Jugó mal, pero logró empatar agónicamente y una yapa desde los once metros. La jerarquía de los jugadores de Boca para rematar y el tiro de Jorge Rodríguez en el travesaño lo dejaron sin el título ni la Copa Libertadores. El consuelo será jugar contra Vélez, en algún momento del año, por un pase a la Sudamericana 2022.

La explosión de emociones llegó después de noventa minutos cargados de fricción. Boca pareció entender el mensaje que llegaba de afuera, aquel que reclamaba mayor actitud. Y en el arranque, se plantó con Edwin Cardona y Sebastián Villa por los costados y Mauro Zárate y Ramón Ábila bien adelante. Durante los primeros diez minutos, presionó la salida de Banfield, un equipo que suele ser directo, rápido en la recuperación y punzante en cada contraataque. Claro que los colombianos, Zárate y Wanchope no son futbolistas capacitados para sostener una alta intensidad. Entonces, Banfield comenzó a ganar terreno en el mediocampo. Y si se hacía difícil triangular, llegaba el pelotazo largo y cruzado para romper por el sector de Emmanuel Mas.

En este contexto, Boca podía lastimar con algún desborde de Villa, que no acertó en la puntada final y recibió el reproche de sus compañeros. La más clara fue un remate cruzado que se quedó entre un tiro al arco y un buscapié que Ábila no llegó a conectar. Un instante después, Jorge Rodríguez probó de media distancia. Esteban Andrada respondió. El disparo era muy violento.

Esa fueron las únicas dos jugadas que sacudieron el sonido de cancha virtual, aunque había no menos de 200 personas en la platea entre miembros de la organización, dirigentes y algunos invitados.

Boca tenía la pelota, pero no hacía daño porque Cardona no estaba fino, Zárate era intermitente y los laterales perdieron más duelos individuales de los que ganaron. El más lúcido fue Jorman Campuzano. Banfield esperaba, cortaba y se filtraba con Mauricio Cuero por el extremo, pero no tenía peso en el área, ahí mismo, donde Carlos Izquierdoz, al margen de alguna mala entrega, estaba firme.

En el segundo tiempo, Banfield salió a buscar el partido con mayor decisión. Sin embargo, le costó ser preciso en las transiciones rápidas. Boca no sufría atrás, pero tampoco generaba peligro en el área de Mauricio Arboleda. Tan poco volumen de juego tenía en 3/4, que Zárate decidió retroceder en la desesperada búsqueda de conectar líneas. Para colmo, se lesionó Campuzano. Entró Diego González, otro futbolista técnico, pero de lentos desplazamientos.

Juntó jugadores con poca dinámica Russo, pero el fútbol no es sólo una cuestión de correr. Y aun entre sus imprecisiones, Cardona es un jugador que se destaca por su extraordinaria pegada. Necesitaba encontrar una pelota parada o una diagonal hacia adentro para ratificarlo.

Y sucedió al borde de los veinte minutos, cuando el colombiano recibió exigido contra la raya, se sacó de encima a Alexis Maldonado y metió un derechazo imparable para su compatriota Arboleda.

La respuesta de Sanguinetti fue desarmar el 4-1-4-1 y apostar a Juan Pablo Álvarez por Fabián Bordagaray en un 4-3-3. No obstante, sólo pareció tener alguna oportunidad de tiro libre con Martín Payero, muy poco certero. Boca perdió a Cardona, también lesionado. Ingresó Eduardo Salvio, dejó el 4-4-2 y se paró 4-2-3-1. Jugó poco el equipo, reforzó marcas, sobre todo cuando entró Alan Varela.

Ya estaba Urzi, quien se volcó por izquierda para desequilibrar por el sector de Buffarini. Nunca fue claro Banfield. Lo empujó con amor propio. Mucho más en el final, cuando Boca se quedó con nueve por la expulsión de Mas y la lesión del Pulpo.

Entonces, llegó la última pelota. El tiro libre de Payero que bajó Maldonado y el anticipo de Lollo (¿en offside?) ante Zambrano y la impávida mirada de Andrada. Y los penales. Y ese triunfo que Boca tanto necesitaba.

Definición por tiros desde el punto penal:
Carlos Tévez -gol-, Luciano Lollo -gol-, Sebastián Villa -gol-, Agustín Fontana -gol-, Eduardo Salvio -gol-, Jorge Rodríguez -travesaño-, Carlos Izquierdoz -gol-, Juan Pablo Álvarez -gol- y Julio Buffarini -gol-.


Felicitaciones Xeneize!!!

lunes, 16 de diciembre de 2019

Racing Club Campeón Trofeo de Campeones 2019

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LE GANÓ 2-0 A TIGRE EN MAR DEL PLATA CON DOS GOLES "CALCADOS" DE MATÍAS ROJAS
Racing tuvo que esperar 52 años para disfrutar una fiesta repetida
En marzo ganó la Superliga. Dos títulos en un mismo año es un hecho inédito que no sucedía desde El Equipo de José, ganador en 1967 de las Copas Libertadores e Intercontinental.
La estrella que se graba en el pecho celeste y blanco es un orgullo para esos hinchas. También, un broche de oro para el ciclo de Eduardo Coudet. Racing es campeón y ya no hay que recurrir a la enciclopedia. Dos veces en el mismo año, un hecho inédito en HD. Una utopía de su época dorada, aquella del color sepia, la del legendario zapatazo del Chango Cárdenas. Entonces, ganó la Libertadores y luego se hizo dueño del mundo ante Celtic en Montevideo. Todo en 1967. Y ya no hay que entrar en el túnel del tiempo. Si conquistó la Superliga en marzo, justamente en Victoria, hogar de Tigre. Y alza el Trofeo de Campeones este 14 de diciembre, fecha patria para la Academia. A un lustro del gol de Ricardo Centurión y la vuelta olímpica con Diego Cocca. A un siglo del mayor logro de su vida, el heptacampeonato. Porque la historia se cuenta completa, claro.

Y comenzó hace nueve meses, como si se tratara del alumbramiento de un 2019 inolvidable. Fue el 31 de marzo. En la casa de otro José, Dellagiovanna. Racing empató ante Tigre y ganó su 18º liga local. Entre aquella noche y esta que se cierra en el José María Minella, pasó de todo. Incluso, el Chacho se bajó del barco a mitad de camino. Anunció en la intimidad que se irá al Inter de Porto Alegre. Hubo bronca por la cortina de humo. Sobre todo por los desniveles del equipo. Pero a esta altura, "y ya lo ve, y ya lo ve, es el equipo de Coudet", baja desde cada rincón de la tribuna. Como aquel de José, sí, otra vez José, Pizzuti, el último entrenador bicampeón.

"Agradecido. Les puedo prometer que voy a volver algún día, pero nunca voy a cruzar de vereda para dirigir a Independiente", dispara el Chacho, embravecido, amigo de Jorge Sampaoli, el técnico que lo pudo suceder, el que rompió relaciones con Sebastián Beccacece, su continuador. Y explotan los papelitos de colores sobre el escenario. Y levanta Lisandro la Copa. El capitán, el emblema, el ídolo, el que no necesita ser acompañado por el apellido. El Licha que jugó un ratito porque a pesar de la lesión no se podía perder la ovación. Y se dibuja el 37º título del club en las camisetas diseñadas para la ocasión. La 13ª copa nacional. Como River y Boca. Racing hoy se jacta de ser el tercero en discordia mientras intentan enderezar el rumbo Independiente y San Lorenzo, los otros grandes.

Es la noche de la redención de Matías Rojas, el paraguayo que se despegó la bronca de los murmullos con un grito al mejor estilo del fútbol inglés, festejando rabioso de cara a los hinchas, el primero de esos dos impactos que quedarán grabados a fuego en su piel. La de Walter Montoya, el chaqueño que había pegado el salto a Europa, pretendido por River y Boca, pero no había dado la talla con la camiseta de la Academia. La del Churry Cristaldo, denunciado por violencia de género, condenado por la sociedad, de polémica presencia aunque el club no haya hecho otra cosa que respetar su principio de inocencia.

Los tres fueron clave en el éxito de Racing. También, Gabriel Arias que le puso un candado a su arco cuando Tigre intentó pegar el zarpazo. Suena Américo, la canción que los hinchas le dedicaron al vecino rojo cuando cayó en desgracia. "Este 2019 no se olvida más. Empezamos campeones, terminamos campeones. Y vamos a ir por más", grita Darío Cvitanich, otro punto alto en Mar del Plata. El ídolo ex Banfield que muy pronto pareció criado en Mozart y Corbatta. Y por ahí anda Iván Pillud, el único jugador que ganó tres títulos en el nuevo milenio con los ojos enrojecidos de lágrimas.

Sí, Racing es campeón. De nuevo y en el mismo año. No es un sueño. O sí. Es lo que vino a buscar la multitud que llegó a estas arenas a bordo de la mayor ilusión. La que fue una costumbre en sus albores: la cotidianidad de la gloria.



Felicitaciones Academia!!!

River Plate Campeón Copa Argentina 2018/2019

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EL EQUIPO DE GALLARDO IMPUSO SU JERARQUÍA EN LA FINAL ANTE EL ENTUSIASTA CENTRAL CÓRDOBA
El River de Gallardo sumó otra copa
Scocco abrió la cuenta, Nacho Fernández y Julián Alvarez completaron la tarea. Con el título se clasificó directamente para la fase de grupos de la Copa Libertadores 2020.
River terminó el año con una sonrisa, de festejo y levantando otro trofeo. Una costumbre en el exitoso ciclo de Marcelo Galllardo. Goleó 3-0 a Central Córdoba de Santiago del Estero en el Malvinas Argentinas de Mendoza y obtuvo su tercera Copa Argentina y el título número 11 de la era del Muñeco, tras disputar 15 finales. Luego de un inicio con dudas, terminó armando un festival y demostró que está de pie para encarar nuevos desafíos el próximo año, luego del golpe en Lima en la final de la Copa Libertadores.

La obtención de esta Copa Argentina le dio a River la clasificación directa a la fase de grupos de la Libertadores 2020. Así, de enero a principios de marzo podrá enfocarse en pelear por la Superliga, en la que le faltan jugar ocho encuentros ya que evitó los cuatro partidos del repechaje del certamen continental. Disputará la Supercopa Argentina con Racing, campeón del torneo local de la temporada pasada. Y por el triunfo de anoche cosechó 5.900.000 pesos, contabilizando un total de 14.440.000 en toda la Copa Argentina.

Mendoza le sienta bien al River del Muñeco. En su ciclo jugó 10 partidos aquí. Los ganó todos. Y fue campeón tres veces: de la Copa Argentina en 2017 (victoria sobre Atlético Tucumán) y ahora y de la Supercopa Argentina en 2018, la que le ganó a Boca.

Anoche, el peso de la final caía sobre las espaldas de River. Y era lógico. Por las enormes diferencias que existen entre el coloso de Núñez y el humilde equipo de Santiago del Estero. Pero en los primeros minutos del encuentro las distancias se achicaron. Un poco por las dudas y los errores individuales del conjunto de Marcelo Gallardo. Otro poco porque los guerreros del Sapito Coleoni no tenían nada que perder. Tampoco le temieron al escenario. Salieron a jugársela. Con un esquema aguerrido, de cinco defensores y cuatro volantes, que se convertía en 3-4-2-1 o 3-4-3 cuando los laterales y los volantes externos se soltaban, buscaron presionar y meter para intentar poner hacer transpirar a River.

Vestidos de rojo, tres veces pusieron en aprietos a su rival de banda roja, salvados por Franco Armani, que hizo pequeño su arco. En una ocasión le sacó un remate de afuera a Gervasio Núñez. En la otra le tapó un mano a mano a Jonathan Herrera. Y la tercera no llegó a mayores porque el centrodelantero del equipo santiagueño eligió tirarse en el área cuando había dejado pagando a Lucas Martínez Quarta e iba a hacer lo mismo con Javier Pinola. Pero Facundo Tello no compró.

En River dudaban los marcadores centrales y había imprecisiones. Pero con jerarquía fue acomodando todo de a poco. Había avisado en una jugada en la que combinaron Borré y Scocco y Salomón se tiró al piso para tapar el remate de Nacho. Luego, Palacios la tiró afuera. Y a la media hora, River abrió el marcador gracias a una gran acción individual de Scocco, que tiene la fórmula de los vinos añejos. Pasa el tiempo y cada tiene cada vez más calidad. Con un control de zurda y una media vuelta dejó desairados a Salomón y a Vera. El Ruso Rodríguez le tapó el primer tiro pero en el rebote, Nacho la mandó adentro.

A partir del gol, River creció. Se agigantó la figura de Enzo Pérez en el mediocampo, cortando, distribuyendo e iniciando jugadas de ataque. Casco le daba velocidad y criterio al juego por la banda izquierda. Palacios siguió corriendo y jugando como para tener su mejor despedida. Y De La Cruz recuperaba y volaba. A Borré lo dejaron más de una vez mano a mano, pero el colombiano estaba desconectado. Por eso, el partido no se definió antes.

Al salir Borré, entró Julián Álvarez. Leyó bien el partido Gallardo. Había que dejar el hueco del 9 para la llegada desde atrás. Los Nachos se hicieron cargo de la definición. Condujo Fernández, asistió Scocco y definió Fernández entrando como 9. Ahí sí River ya se sintió campeón. Y la esperanza del equipo santiagueño, que había inquietado con algunos centros antes del segundo gol millonario, se diluyó. Y ni hablar cuando Álvarez empujó a la red la pelota para el tercero tras una jugada que tuvo ¡19 pases!

Cerca del final entraron Ponzio y Pratto. Salieron Enzo Pérez y Palacios. Hubo ovaciones para los cuatro. Y River terminó festejando de nuevo en tierras mendocinas y dando otra vuelta olímpica.



Felicitaciones Millonario!!!

lunes, 8 de julio de 2019

Brasil Campeón Copa América Brasil 2019

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OTRO TÍTULO PARA MANTENERSE EN EL NIVEL MÁS ALTO
Siempre Brasil
El campeón de América ganó los cinco torneos en los que fue local y el noveno de la historia.
"¡Pentacampeón, pentacampeón!" El grito es ensordecedor en un Maracaná desbordado de alegría futbolera. Brasil acaba de ganar su novena Copa América, la quinta en su país. Sí, cada vez que fue anfitrión no dejó que ningún otro se llevara la gloria. Se la quedaron siempre ellos y por eso el festejo después del 3-1 ante el Perú de Ricardo Gareca, que hizo fuerza hasta donde pudo. Con un Gabriel Jesús inspiradísimo, dos golazos de jugada y otro de un penal que no debió ser sancionado, el local tuvo momentos de dominio absoluto y otros de repliegue al quedarse con diez por la expulsión de su delantero figura para coronarse.

Tite se fortalece dándole un título oficial a la Seleção después de seis años (el último fue la Copa de Confederaciones de 2013) y una Copa América tras 12 años, aun sin Neymar. Le resbala a Brasil las acusaciones de torneo “armado”, como disparó Messi antes de irse a Rosario. Y lo que arman en Río de Janeiro es un nuevo carnaval, para seguir acrecentando su historia de campeón múltiple y enterrar los fantasmas del 2014 que seguían atormentándolo.

Brasil implementó ante Perú la misma fórmula con la que le empezó a ganar a la Argentina. Otra vez Dani Alves, en esta ocasión desde un envío largo, abrió la pelota por la derecha para la aparición de Gabriel Jesús (en el Mineirao él fue por adentro y Firmino por afuera), que en un pase de ballet sacó a bailar a Miguel Trauco y mandó el centro que fue capitalizado por Everton, quien entró sólo por atrás gracias al arrastre de marcas de Coutinho por el medio.

Perú pareció romperse. No había iniciado mal parado el encuentro. De hecho, propuso una interesante presión con alguna aproximación sin mucho peligro real al arco de Alisson. Sin embargo, todo eso quedó trunco a los 15 minutos con el golazo del local, que pasó a dominar por completo el juego. Si algo hace mejor que nadie este Brasil es esa rotación de sus atacantes. El que tira el centro en una jugada, es el que en la siguiente va a buscar adentro del área. Se le hacía complejo de este modo a Perú tomar las marcas lejos estuvieron de resignarse los hombres de Gareca. Les costaba mantener la pelota en su poder. Cuando lo lograron y volvieron a cruzar la mitad de la cancha, llegó el empate. Fue de su goleador, Paolo Guerrero, quien ejecutó el penal por una mano clara de Thiago Silva. El árbitro chileno Roberto Tobar la había cobrado de inmediato y luego la ratificó con el VAR.

La tristeza brasileña duró apenas 5 minutos. Gabriel Jesús protagonista de nuevo y esta vez fue el encargado de definir contra un palo después de un corte de Firmino y de una buena jugada de Arthur, que dejó al del City perfilado por el centro del área para el remate. Brasil quería más, pero se dio cuenta de que este no sería como el 5-0 de la fase de grupos. Este Perú no era el mismo, sobre todo desde la actitud. Perú no se entregó nunca. Y mucho menos después de la correcta expulsión de Gabriel Jesús por doble amarilla. Hasta en eso sorprendió el atacante brasileño: fue a cargar fuerte sobre la espalda a un rival sin llegar a disputar la pelota ya estando amonestado. Innecesario.

Alisson le ahogó el empate a Trauco. Y Edison Flores casi grita con un tiro furioso de media distancia que se fue muy cerca. Como la Argentina, Perú puso en aprietos a los de Tite, que con uno menos se dedicaron a sostener el triunfo. Al ímpetu peruano le faltó profundidad. No volvió a pisar el área brasileña a pesar de la superioridad numérica.

Y Brasil liquidó todo desde los 12 pasos: Zambrano volteó a Everton lícitamente hombro contra hombro y el juez -otra vez cotejando con el VAR- lo cobró igual. Richarlison, que había entrado por Firmino hizo el tercero que desató el grito sagrado, ese de “¡Pentacampeón!”. En su tierra mandan ellos y nadie más.


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