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lunes, 16 de julio de 2018

Francia Campeón - Mundial Rusia 2018

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EL EQUIPO DE DESCHAMPS MOSTRÓ SU CONTUNDENCIA Y SU CATEGORÍA DE EQUIPO
Campeón indiscutible: brutal en lo colectivo y con destellos de calidad
Volvió a aprovechar la pelota parada y no dejó que Croacia se abrazara al milagro. Griezmann, Mbappé y Pogba, claves.
El hombre del cabello color plata ya abrazó uno por uno a todos sus jugadores. A todos. A Mbappé, a ese chico de 19 años que con su sonrisa blanca pinta todo el estadio, a ese pibe que acaba de convertirse en el futbolista más joven después de Pelé en pegar un impacto de semejante trascendencia. También a Griezmann, a ese delantero ultrageneroso que juega muy bien para el equipo, especialista en la pelota parada que fue clave en los tres primeros goles, el mismo que ahora se muerde la camiseta y llora. Ese señor, que fue campeón del mundo hace 20 años como jugador y ahora repite como entrenador, además ya apretó a Pogba, a ese negro simpático que es capaz de convertirse en decisivo de repente.

Ahora que ya no tiene a otro futbolista por abrazar, Didier Deschamps queda a disposición de sus muchachos de pantalones cortos. Ellos lo elevan con felicidad total. Parece ser la postal de un equipo de verdad, con intérpretes que combinan diversos rasgos para desarrollarse en un partido desde distintos lugares, desde la frialdad de una estrategia de espera, desde la explosión del contraataque, desde las jugadas con pelota detenida, desde el repentino estallido de las fantasías que algunas de sus individualidades encierran.

Es Francia. El campeón del mundo. Brutal en su construcción colectiva. Dulce en sus destellos de placer. Indiscutible.

Los croatas que se habían desplomado sobre el césped en el epílogo ya están de pie. Nada hay para el reproche. Croacia molestó durante varios tramos al nuevo campeón. Lo desafió al extremo. Reaccionó con sus herramientas emocionales y técnicas. Que el Balón de Oro haya sido para Luka Modrić es todo un símbolo… Después, por supuesto, esto es fútbol. Hay circunstancias. Y ninguna vinculada con el azar estableció una complicidad con la simpática Croacia, que padeció dos hechos históricos en finales de Mundiales: el primer gol en contra y el primer penal sancionado a través del VAR. Demasiado.

A protagonizar había salido Croacia, tratando de imponer su estilo franco, hambriento. Sin embargo, a Croacia la final se le hizo cuesta arriba casi todo el tiempo. Es que cuando Perišić ya había evidenciado que iba a complicarle la vida a Pavard, cuando Rakitić ya se había mostrado como comandante en la batalla del mediocampo, cuando Francia sólo se había arrimado con una corrida sin final feliz de Mbappé, llegó el tiro libre de Griezmann (a él Brozović le había cometido la falta más que leve) que se transformó en gol en contra por la peinada vacía de fortuna de Mandžukić.

Croacia realizaba las transiciones con fluidez y velocidad, si hasta el siempre equilibrado Kanté sufría en la mitad de la cancha. Y en uno de esos raptos eléctricos de los balcánicos, el volante francés cortó a Perišić con una falta que derivó en su amonestación y en algo más. Ese miniduelo se repetiría en la continuidad de la ejecución de ese tiro libre. Es que Rakitić la abrió a un costado del área, la redonda volvió al corazón de esa zona caliente y Perišić dibujó un control orientado con la derecha que le sirvió para anular el cierre de Kanté y para explotar con un zurdazo descomunal.

Vaya reacción la de Croacia. El problema es que casi ni pudo disfrutar el empate. Había otro imprevisto a la vista. El penal vía VAR, en una evaluación correcta de Néstor Pitana: hubo mano de Perišić luego del córner. Y Griezmann no perdonó. A esa altura, los croatas al árbitro argentino ya le habían pedido un penal por un empujón de Umtiti a Mandžukić que ni el misionero ni los jueces de video consideraron.

Acostumbrada a su historia de sufrimiento y de lucha, Croacia no se rindió. Peleó por su sueño. El segundo impacto tampoco le bombardeó las convicciones. Rakitić siguió jugando. Modrić empezó a incidir un poco más. Volvió a preocupar en un córner que Vida cabeceó apenas desviado. Y también con un intento de Rebic que Lloris sacó por arriba. Era una sombra Francia. Tan poca consistencia exhibía que a un intocable, a Kanté, lo sacó Deschamps porque tenía amarilla y corría riesgo de expulsión. Adentro Nzonzi.

La cuestión es que Francia apenas se había rebelado con un contraataque lanzado por Pogba que le permitió a Mbappé exponer su capacidad de velocista hasta quedar mano a mano en una posición cerrada que aprovechó Subašić para tapar. Ese flash, eso sí, era el anuncio del nuevo partido. Con Croacia ya jugada, con espacios a favor y en su salsa, Pogba se instaló en el juego largo, ideal para exprimir a la flecha Mbappé. Entre ellos dos construyeron el tercero: el del Manchester United desató el nudo con un sensual pase para la precoz estrella del PSG, centro atrás, paz total de Griezmann para ver la mejor opción y zurdazo dulce Pogba para festejar. Enseguida, Lucas Hernández armó una proyección de lateral diferente y encontró cerca de la medialuna a Mbappé que un derechazo abajo dejó sin reacción a Subašić.

Dos puñaladas en seis minutos. Demasiado para cualquiera. Lo único que le faltaba a Croacia era remontar tres goles después de recorrer tres alargues y de tener un día menos de descanso que su rival. Creyó Mandžukić en un posible error de Lloris, acertó porque hubo blooper del arquero y descontó.

¿Milagro? No. Francia no los acepta. No los permite. Por eso, como en el 98 pero veinte años después, también es campeón del mundo.

Ahora diluvia. Llora el cielo. ¿Será por Croacia?


domingo, 15 de julio de 2018

Formaciones - Francia vs. Croacia - Final - Mundial Rusia 2018

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Bélgica 2 - Inglaterra 0 - Tercer puesto - Mundial Rusia 2018

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UN ENTRETENIDO DUELO EN EL PENÚLTIMO PARTIDO
Bélgica postergó a Inglaterra y se subió al podio por juego y por generosidad
Terminó tercero tras ganar 6 de los 7 partidos que jugó. A los ingleses los venció 2-0 con goles de Meunier y de Hazard, su figura. Lo hizo aferrado a su estilo, con mucha movilidad.
¿Cuántas selecciones de antemano firmarían un tercer o un cuarto puesto en un Mundial? Más que muchas. Seguro. Sin embargo, una vez que se transita el recorrido y que se llega a la instancia del partido por el tercer puesto, se instala una sensación que se repite cada cuatro años: nadie quiere jugar esos noventa minutos. Es que quedarse tan cerca de la final y mirarla por televisión representa una gran frustración. Ni siquiera el premio de la FIFA actúa como un anzuelo ultra eficaz: 24.700.000 dólares para el ganador y 22.300.000 para el perdedor. De todos modos, no existe otra alternativa. Hay que jugar por ese tesoro consuelo. Bélgica fue por él y lo atrapó. Fue un acto de justicia...

La expresión futbolera de la selección de Roberto Martínez tal vez haya sido una de las más sensuales e intrépidas El lateral inglés Danny Rose sorprendió al jugar con unos llamativos agujeros en sus medias. Sin embargo, es un método que suelen emplear futbolistas de elite. ¿La razón? La presión que las medias ajustadas ejercen sobre el gemelo y la pierna. Los orificios, dicen, liberan la tensión sobre los músculos y se minimiza el dolor. de la Copa. Una propuesta dinámica, fresca, con movilidad total, con sus intérpretes otorgando pocas referencias posicionales, ambiciosa. Merecía un lugar en el podio.

Lo de Inglaterra también fue interesante, pero no en igual dimensión. De hecho, a este partido por el tercer puesto lo encaró con menos convicción que los Diablos Rojos. Y si se desmenuza el Mundial de la selección de Southgate, perdió las dos veces con Bélgica, cayó ante Croacia, a Colombia sólo la superó por penales y atrapó victorias en cancha únicamente contra Panamá y Túnez. ¿Hasta dónde hizo un buen Mundial inglés?

La cuestión es que otra vez gozó Bélgica. Y empezó a hacerlo desde bien temprano, nada menos que con su gol más precoz en la historia de los Mundiales. A los tres minutos ya ganaba. Todo por una jugada edificada en velocidad, con transiciones muy rápidas, cerrada por los hombres externos en esa interesante propuesta del español Roberto Martínez: por la izquierda, desbordó y metió un centro atrás justo Chadli; y por adentro apareció Meunier como un flash para empujarla casi debajo del arco.

De la mano de Hazard, las mejores sensaciones las sembró Bélgica, con los espacios y la comodidad que le ofrecía la ventaja lograda en el amanecer de la historia y aprovechando que casi todo el mediocampo de Inglaterra era suplente. Para dejar esa impresión no necesitó tener más la pelota: en esos 45 minutos la posesión fue para Inglaterra con un 56 %.

La historia fue bastante parecida en el complemento. Inglaterra sólo hilvanó una jugada de peligro verdadero. Dier tiró una pared con Sterling y fue a definir el mano a mano del empate. Era gol, pero apareció una barrida milagrosa en la línea de Alderweireld. Iba a ser la última.

Como si ese episodio le hubiera marcado a Bélgica que no podía llevar el partido a una zona de riesgo, ya con Inglaterra más jugada, la selección de Martínez coronó sus instantes más dulces en ese ratito final.

Hubo un contraataque sensacional, con paredes y con dos tacos incluidos, que arrancó por derecha y concluyó por izquierda con un derechazo de primera de Meunier que tapó Pickford. Y casi enganchado, otra salida rápida que manejó De Bruyne con maestría, esperando el momento exacto para asistir a Hazard, quien frente al arquero no dudó.

El problema de Inglaterra en todo el partido fue su dificultad para arrimarse a Courtois. Aparte de aquella situación de mano a mano, hubo algún cabezazo débil en un par de córners y un remate mordido, imperfecto, frente al arco, de Kane, el goleador del Mundial que atraviesa un estado de sequía y que en las series mano a mano sólo le anotó uno y de penal a Colombia. Vaya si lo sintió Inglaterra.

Eso sí, el goleador sin condimento no sólo fue Kane. Con dos gritos menos, Lukaku soñaba con alcanzarlo. Podría haberlo hecho, pero falló dos veces. Y terminó reemplazado.

Se fue el Mundial para Bélgica, el equipo más goleador, el que ganó su zona con puntaje perfecto, el que acumuló seis victorias y una derrota, el que eliminó a Japón con una gran remontada, el que dejó afuera a Brasil, el que no fue finalista por una pelota parada contra Francia. Ahí está, en el podio, en su mejor Mundial. Se lo ganó a pura generosidad con el juego y con el espectáculo.

sábado, 14 de julio de 2018

Formaciones - Bélgica vs. Inglaterra - Tercer puesto - Mundial Rusia 2018

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jueves, 12 de julio de 2018

Croacia 2 - Inglaterra 1 - Semifinal - Mundial Rusia 2018

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VIBRANTE SEMIFINAL
Croacia emocionó con su entrega, sacó a Inglaterra y va por la máxima hazaña
Perdía desde los cinco minutos. Lo dio vuelta con fútbol, garra, convicción y un colosal Modrić al cabo de otro suplementario, el tercero al hilo que disputó en la Copa. Definirá con Francia.
Está prohibido cerrar los ojos. Resulta un desperdicio no mirar. Es un momento sublime, para gozar. Todo de la mano de esos croatas valientes en el esfuerzo, pero mucho más en el juego. Se acaba el partido. Es la explosión. Es para ver y sentir. Mandžukić corre desde el banco hacia la cancha llevando a upa y exaltando a Modrić, al fenómeno, al que reinventó a su equipo pidiendo la pelota y moviéndose, ofreciéndose al toque y a la descarga. Ahora festejan todos detrás del arco de los dos goles de la hazaña. Pero hay uno que falta. Que no llega porque no puede caminar. Es Perišić, el dueño del primer grito y el que abrió el segundo, el que no paró de ir y de venir, de lastimar, si hasta arengó a su gente cuando se advertía que Inglaterra estaba superada por esa furia croata.

Vale la pena el Mundial. Tiene fantasía. Tiene un cuento. Y te lo cuenta Croacia. A esta aventura rusa marcada por los goles de pelota parada, por la receta con la que Francia ya había saltado a la final y con la que Inglaterra había empezado a mandar desde bien temprano en el resultado, Modrić y compañía le contraponen el atrevimiento para proponer una construcción distinta. Se aferró a la pelota Croacia y se rebeló a los inventores de este juego sensacional hasta darlos vuelta y ponerlos de rodillas. Fue una lección de fútbol, de hambre y de coraje.

Sin palabras se quedó Inglaterra, una selección joven, fresca, gestada desde el poder económico de la Premier, con influencias de Pochettino y Guardiola que acepta su técnico Southgate, con una idea saludable pero desbordada por la ambición croata que fue creciendo a medida que avanzaba el partido.

Entre todas las virtudes que Inglaterra sabe explotar, también se hallan las jugadas con pelota detenida. Por eso a los 5’ ya ganaba con un tiro libre fabuloso de un hombre de Pochettino, el carrilero derecho Trippier. El primero por esa vía, para sumarse a cuatro que habían llegado de córners y tres de penal.

La primera media hora, sin dudas, fue el momento inglés. Sin deslumbrar, con convicción, sosteniendo el ritmo y la ambición, dos veces en una misma jugada lo tuvo Kane. Y Lingard, de frente al arco, pateó afuera tras una pausa celestial de Dele Alli. A Croacia el tiro libre de Trippier le alteró sus planes. Después de haber dejado en el camino a Rusia y con el desgaste acumulado por los alargues jugados en las series de octavos contra Dinamarca y de cuartos frente a Rusia superadas por penales, el técnico Dalić imaginó un partido para no perder el mediocampo. Por eso apeló a los mismos hombres y a la misma estrategia que había utilizado contra Argentina: sacó a un delantero como Kramarić y puso a un volante de contención como Brozović para ubicarse como vértice más retrasado del triángulo que completaban Rakitić y Modrić.

Intentó Croacia equilibrar el resultado manejando la pelota, moviéndola, pero sin demasiada profundidad. Modrić y Rakitić la administraban. Rebic por la derecha y Perišić por la izquierda trataban de erosionar. Pero a Mandžukić adentro no lo descubrían. Por eso no hubo chances claras croatas en la etapa inicial a pesar de ostentar la posesión, apenas situaciones que quedaron en aproximaciones por cierres justos de Stones y de Young y porque Rakitić no halló ángulo para patear tras una salida apurada de Pickford con los pies.

Ninguna oportunidad de Croacia había sido tan nítida como ese tiro de Perišić que iba a la red y rebotó en Walker, en una acción que se había construido por la movilidad de Modrić. Esa búsqueda, si bien no era brillante, merecía más. Y al ratito de ese flash, los mismos protagonistas con epílogos inversos: Perišić anticipó a Walker y mandó a la red el centro de Vrsaljko. Enseguida el palo le negó el 2-1 a Perišić.

Southgate metió a Rashford por el inadvertido Sterling para recuperar oxígeno arriba. Lo perdió Lingard. Pero Croacia ya manejaba el mediocampo con un Modrić descomunal y un Perišić filoso. Así Mandžukić sacudió las manos de Pickford. Así Perišić, sin arquero, la tiró por arriba. Como ninguno había exprimido su momento, representaba un acto de justicia el alargue.

Con otra pelota parada casi lo gana Inglaterra: cabeceó Stones y Vrsaljko la sacó en la línea. Igual más resuelto parecía Croacia: con Kramarić (delantero) por Brozović (volante de marca), no quería penales. Perišić se lo sirvió a Mandžukić y Pickford tapó. En el ST del alargue, no hubo quien frenara ese tiro de Mandžukić, tras la peinada de Perišić y la lenta reacción de Stones.

La final la jugarán las dos selecciones que aplastaron a Argentina. Francia y su calculadora se la ganaron en San Petersburgo. Aquí, ahora, lo hicieron Croacia y sus emociones.

miércoles, 11 de julio de 2018

Formaciones - Croacia vs. Inglaterra - Semifinal - Mundial Rusia 2018

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Francia 1 - Bélgica 0 - Semifinal - Mundial Rusia 2018

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LA SELECCIÓN DE DIDIER DESCHAMPS LE GANÓ 1-0 LA SEMIFINAL A BÉLGICA Y ESPERA POR INGLATERRA O CROACIA
Francia demostró que es un equipo de verdad y va por el título 20 años después
Se impuso gracias a una pelota parada y a su solidez. Aunque se le podría pedir un mayor protagonismo, da una sensación colectiva potente a la que suma nombres que brillan.
Vive de fiesta Francia porque configuró una selección que primero es un equipo de verdad, calculador al extremo si la realidad lo impone. Parece de acero. Tiene a un arquero que resuelve situaciones complicadas, a dos centrales que sacan y sacan, a un combatiente inteligente como Kanté que disimula cualquier imperfección en la mitad de la cancha. Así soporta a un rival con recursos ofensivos como Bélgica sin sufrir demasiado y resignando la posesión al punto de conformarse sólo con ostentarla en un 40%.

Le encanta a Francia no entretenerse y ser directo para aprovechar la velocidad de su contraataque. Eso sí, en caso de verse obligado a presionar arriba, como cuando quedó abajo 2 a 1 con Argentina, también impone condiciones. Confiando en su coraza defensiva, es paciente en los partidos equilibrados porque se siente capaz de romper un resultado a partir de una jugada con pelota detenida. Lo hizo en cuartos contra Uruguay y ahora en semis. Quiere más. Va por la corona, por su segundo Mundial, veinte años después.

Para protagonizar en el fútbol universal se necesita de todo lo que obsequia Francia. Lamentablemente, las propuestas generosas, abiertas, ambiciosas, no encajan. De todos modos, es cierto que a Francia se le debería exigir otro protagonismo. Se lo percibe como un equipo demasiado cerebral para la sensualidad y la electricidad que suelen transmitir algunos de sus especialistas en cautivar, como Mbappé y Griezmann, como Pogba desde más atrás. Ellos no aparecen todo el tiempo. Cada uno en su momento. Cada uno a su manera.

Provoca pena que Bélgica se quede afuera. Son dos décadas de un proyecto ya maduro. Es una lástima por Eden Hazard, colosal en el mano a mano, en el coraje para encarar, en el freno y el enganche. El del Chelsea había llevado a su selección de la mano hasta esa ilusión que se dibujaba en la primera media hora de una partido a la altura de las expectativas. En ese lapso inicial, funcionaba el plan de Roberto Martínez para bloquear la construcción francesa con Fellaini encima de Pogba.

Desde ese lugar, Bélgica manipulaba el desarrollo y acumulaba méritos que de tres cuartos en adelante se potenciaban por Hazard. Eso sí, al del Chelsea le faltaba dialogar más con De Bruyne. Es que el del Manchester City no se conectaba con asiduidad. Una vez que dialogaron, De Bruyne lo habilitó a Hazard y su zurdazo salió apenas desviado. También Bélgica pudo haber gritado tras un córner y un giro de Alderweireld que impulsó una volada de Lloris típica de arquero campeón.

Cuando Griezmann empezó a hallar posición y pelota detrás de los volantes de contención de Bélgica se generó lo mejor de Francia. Ahí Mbappé comenzó a ejercer su influencia, no tanto volando en velocidad sino asociándose, como en ese pase que dejó solo a Pavard y que desvió Courtois. El lateral derecho francés en esa porción marcó tendencia con sus proyecciones también tirándole un buen centro a Giroud para un cabezazo que pasó cerca.

Si Francia marcó el gol 70 de jugada con pelota detenida de los 158 que en total se anotaron en el Mundial es porque trabaja esas situaciones, pero además cuenta con especialistas. Un pateador exacto como Griezmann y un cabeceador como Umtiti para arrasar con su 1.83 de estatura contra un rival como Fellaini de 1.94. Esta vez fue a partir de un córner. Frente a Uruguay había sido desde un tiro libre ejecutado por el mismo lanzador, pero hecho gol por el otro marcador central, por Varane.

Francia se fortaleció en su idea con ese grito. Se trató del momento que quebró al desarrollo calculado. Es que Roberto Martínez no dudó: adentro Mertens (por un contención como Moussa Dembelé) para agregar condimento ofensivo e inquietar un ratito por la derecha. También ingresó Yannick Carrasco para abrir la cancha del otro lado, por Fellaini. Pero Francia había decidido que el partido estaba terminado.

A la presión insistente de Bélgica le faltó profundidad y encontrar a Lukaku, devorado por la ferocidad de Varane y de Umtiti en cada pelota dividida. Un tiro desde afuera de Witsel asustó a Lloris. Y punto. Ya en el epílogo, Griezmann y Tolisso exigieron a Courtois.

No eran necesarias las provocaciones de Mbappé, que antes había despertado asombros con una asistencia de taco que Giroud no pudo definir. Así es Francia. Un equipo de verdad, aunque se le pueda exigir más.

martes, 10 de julio de 2018

Formaciones - Francia vs. Bélgica - Semifinal - Mundial Rusia 2018

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