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viernes, 3 de marzo de 2017

Juan Aurich (Perú) 0 - Arsenal 2 - Copa Sudamericana 2017

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LO DEFINIÓ EN EL PRIMER TIEMPO CON GOLES DE BOGHOSSIAN Y LUCAS WILCHEZ
Volvió Humberto Grondona y Arsenal sorprendió con un gran triunfo en Perú ante Juan Aurich
El hijo del ex presidente de AFA debutó otra vez en el club de la familia. La revancha se jugará el 11 de mayo en Sarandí.
Arsenal está último en el torneo de 30 equipos que debe reanudarse. Pero ayer sorprendió con un gran triunfo ante Juan Aurich de Perú, con goles de Joaquín Boghossian y Lucas Wilchez, la única incoportación que hizo el club para esta parte final de la temporada. Además, fue el debut del técnico Humberto Grondona, hijo del expresidente de la AFA y uno de los fundadores del club de Sarandí. Ya lo había dirigido en 2001. Arsenal es sinónimo de los Grondona. La dinastía continúa. Julio Ricardo, hermano de Humberto, es el presidente. Y Gustavo Héctor Grondona, hijo de Héctor, sobrino de Julio y primo de Julio Ricardo y de Humberto, es el vicepresidente tercero. La revancha se jugará recién el 11 de mayo, en Sarandí, en el estadio Julio Humberto Grondona...

En un arranque furioso, el conjunto de Sarandí tuvo tres chances claras en seis minutos hasta que abrió el marcador. En la primera, a los 3, Juan Sánchez Sotelo probó desde media distancia y la pelota salió desviada al lado del ángulo. Un minuto después, el arquero Cisneros se quedó con un remate de Leandro Marín, quien pateó de zurda un centro rasante al medio del área del cual los defensores peruanos eligieron ser sólo espectadores. Pero la tercera fue la vencida. A los 7, Joaquín Boghossian desvió la trayectoria de un disparo de Federico Milo desde el borde del área y descolocó al arquero.

Arsenal estuvo cómodo en casi todo el encuentro, pero sobre todo en la primera etapa. Sufrió poco abajo, ganó los rebotes y las pelotas divididas, y cada vez que pudo salir rápido llevó peligro de contraataque. Grondona sorprendió con una línea de tres y ubicó a Claudio Corvalán, habitualmente lateral izquierdo, en el medio. El exdefensor de Quilmes fue una de las figuras del equipo. A los 21 minutos, tras una pelota larga desde el fondo, Sánchez Sotelo la aguantó entre los centrales, avanzó unos metros y le pegó de zurda: la gran reacción del arquero evitó el segundo. Pero un minuto después, la ventaja se agrandó gracias a Lucas Wilchez. El volante paró la pelota en el borde del área grande tras un despeje de la defensa local, la acomodó con el muslo y le pegó de volea un zurdazo que dejó sin chances a Cisneros. Golazo. A los 31 minutos, Cisneros le ganó el duelo personal a Sánchez Sotelo y evitó el tercero.

El complemento fue monótono y más aburrido que los primeros 45 minutos. Los locales intentaron, pero sin ideas, y Arsenal mantuvo la ventaja casi sin despeinarse y sin mucha ambición de ataque. El equipo dirigido por Wilmar Valencia salió más decidido a presionar a su rival para remontar el marcador, pero todos sus intentos no llegaron a concretarse.

Con el 2-0, Grondona mandó al campo al mediocampista Juan Francisco Brunetta para darle más profundidad a su equipo y liquidar el partido. Arsenal se mantuvo presionando a su rival, pero con problemas de definición en la última jugada. El Ciclón del Norte, así le dicen al equipo peruano, no bajó los brazos y en los minutos finales se acordó de atacar con el argentino Marcelo Pappano y Renzo Sheput, quienes ingresaron en la segunda etapa. En la última jugada del partido, un disparó de zurda de Pappano fue atajado por el arquero Pellegrino.

Para Arsenal, que fue campeón en 2007, es la sexta participación en la Copa Sudamericana. Mientras que el equipo peruano no pudo pasar de la primera fase en sus dos participaciones anteriores. Para la revancha, aún perdiendo 1-0 el equipo de Grondona pasará a la siguiente ronda. En cambio, si Juan Aurich gana 2-0, la clasificación se definirá por penales.

jueves, 2 de marzo de 2017

Racing 1 - Rionegro Águilas (Colombia) 0 - Copa Sudamericana 2017

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LA MULTITUD QUE FUE A AVELLANEDA SUFRIÓ PORQUE EL EQUIPO DEMORÓ EN CONCRETAR EL GOL
A Racing le costó trabajo hacer una diferencia mínima ante un rival limitado
En su regreso oficial, Cocca metió mano en el momento justo: sacó del banco a Mansilla y el juvenil hizo el gol para vencer a Rionegro Águilas. Poca ventaja para la revancha del 1° de junio.
La tribuna canta por su regreso. Hay una ovación que se hace un grito cuando se asoma en la cancha. "Que de la mano de Diego Cocca, todos la vuelta vamos a dar", se escucha de punta a punta en el Cilindro iluminado. Volvió el técnico campeón. Y aunque su reencuentro con la gente había sido en el amistoso ante Huracán, este era el primer partido por los puntos desde su retorno. Y había una expectativa grande, claro. No tuvo correlato en el juego.

Pero Racing logró lo indispensable: ganó en su bautismo en la Copa Sudamericana y no recibió goles de Rionegro Águilas. Un resultado corto, pero necesario para la revancha en Colombia, que recién se disputará el 1° de junio. Fueron decisivos los cambios del laureado entrenador. Cuando parecía perder el rumbo y se le cerraban los caminos al gol, metió a Brian Mansilla, el juvenil que le dio la victoria.

Con muy poquito, le alcanzó a Rionegro Águilas para complicar a Racing. Con orden y presencia física a bordo de un esquema 4-4-2, bloqueó a su ilustre rival. Diego Cocca había advertido, más allá de que conoce a la mayoría de los jugadores por su anterior paso por el club, que la falta de rodaje se iba a notar. Y más ante un equipo que, al margen de sus limitaciones, lleva cinco partidos disputados en la Liga colombiana. Y eso quedó evidenciado en el primer tiempo, especialmente.

Los colombianos apelaron al corte sistemático del juego, discutiendo cada pelota, ensuciando la cancha. Y Racing no le encontró la vuelta. Por momentos, se mostró demasiado previsible, con muchos jugadores superponiéndose en las funciones. Por ejemplo, Luciano Aued y el Pulpo González en el círculo central. O Lautaro Martínez y Gustavo Bou, por primera vez corporizados en la dupla de ataque tras la lesión de Lisandro López. En ese contexto, la Academia no generó situaciones claras en la primera etapa. La excepción fue una pelota parada, bien trabajada. Un centro de Marcos Acuña que Sergio Vittor, después de un par de cortinas y arrastre de marcas, remató cruzado y encontró una gran respuesta de Ernesto Hernández.

En el segundo tiempo, hubo cinco minutos calcados y el partido le pedía cambios. A tiempo metió mano Cocca, cuando Rionegro Águilas se sentía cada vez más confortable cerca de su área, defendiendo con uñas y dientes, resignando incluso un contragolpe. Ingresaron los Brian. Fernández y Mansilla. El pibe que lucha contra su adicción y volvió a jugar oficialmente después de dos años y el chico que fue decisivo en la Selección Sub 20 de Claudio Úbeda. Salieron Martínez y Gastón Díaz. Y Racing tuvo otro vuelo.

Fueron un revulsivo para un equipo que no había tenido cambio de ritmo. Generó mayor movilidad en la mitad de la cancha con Brian Fernández, un gambeteador rápido, y amplitud por la banda con Mansilla de puntero izquierdo y Acuña por la derecha. Y llegó el gol, cuando el partido había consumido un cuarto de hora del complemento. Vittor metió un pase bombeado, uno preciso después de tantos que había utilizado Racing como recurso repetido.

La aguantó Bou y habilitó a Mansilla que, entrando en diagonal, definió de tres dedos. Fue un espaldarazo para el pibe que la dirigencia no quiso vender, muy a pesar de la oferta de 7 millones de euros del Ajax de Holanda. Aseguró a una de sus joyas. Y brill en el área, cuando más lo necesitaba Racing. A partir de ese momento, la Academia se envalentonó. Pero fue más empuje que ideas. Le faltó mayor conexión a sus líneas y sumó mucha gente en ataque ante un equipo que ni siquiera pensó en el empate.

Su técnico, Néstor Otero, lo dejó claro con los cambios. Sacó a Daniel Hernández, el delantero más peligroso, y ordenó el ingreso de Juan Suescún, un volante que nutrió el mediocampo para batallar. Rionegro Águilas hizo tiempo, protestó cada jugada, metió pierna fuerte y buscó volverse a Rionegro con un resultado decoroso. Y no pisó el área de Agustín Orión, que apenas se inquietó en el primer tiempo, cuando el Pulpo González le dio un pase atrás, muy jugado, y el arquero -anoche, capitán ante la ausencia de Lisandro López- tuvo que salir a cortar como un líbero.

Racing pudo haber marcado el segundo cuando Emanuel Insúa penetró en el área, remató de derecha y Hernández voló para evitar el segundo grito en Avellaneda. Después, más allá del dominio territorial y la tenencia, la Academia se diluyó. Pero ganó. A fin de cuentas, lo único que vale. Y no lamentó goles visitantes. Clave en el mano a mano copero.

Deportivo Anzoátegui (Venezuela) 3 - Huracán 0 - Copa Sudamericana 2017

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DEPORTIVO ANZOÁTEGUI LE CONVIRTIÓ TRES GOLES EN 14 MINUTOS DURANTE EL PRIMER TIEMPO
Huracán se equivocó mucho, lo pagó con goles y vuelve golpeado
El equipo del Vasco Azconzábal sufrió otra vez en Venezuela por los rotundos fracasos en su defensa.
No hay caso: Venezuela le sienta mal a Huracán. Lo volvió a vivir esta vez. En 2015, perdió 3-0 frente a Mineros y se quedó afuera de la Copa Libertadores. El año pasado, también cayó ante Caracas (pero accedió a la fase de grupos de la máxima competición continental) y luego del encuentro, rumbo al aeropuerto, el micro se accidentó y no hubo muertos sólo por milagro. Ayer, contra Deportivo Anzoátegui cayó en su estreno en la Copa Sudamericana, tras un primer tiempo desastroso. Ahora, en la revancha del 31 de mayo, deberá reconstruirse desde los escombros que dejó esta goleada.

Ni el más pesimista de los hinchas de Huracán podía imaginar ese comienzo con tantos cachetazos juntos. A los 21 minutos, luego de una sucesión de errores defensivos, el equipo de Parque de los Patricios ya perdía 3-0 frente al Deportivo Anzoátegui. Un golpe tras otro, de entrada, en frío, casi un nocaut de tres trompadas precisas e inesperadas.

El fútbol tiene esas curiosidades: justo antes de que el equipo de Venezuela marcara los tres goles en 14 minutos (entre los 7 y los 21), Mariano González tuvo una chance inmejorable de poner a Huracán en ventaja, mano a mano frente al arquero Beycker Velásquez. Después llegó el vendaval vinotinto...

Hubo una razón poderosa para que Huracán sufriera tanto: los rotundos fracasos individuales en defensa. Luca Sosa volvió a equivocarse como en el amistoso frente a Racing (3-4, en Avellaneda). En aquella ocasión vivió una pesadilla con Gustavo Bou durante el segundo tiempo; en Puerto La Cruz padeció ante cada rival que se le cruzó en el camino. El marcador central -una de las apuestas de Ricardo Caruso Lombardi en su breve y flojísimo ciclo al frente del plantel- no hizo pie y se mostró impreciso en las salidas. Para colmo, no lo salvaron sus compañeros: ni el arquero Matías Giordano (reemplazante del titular indiscutido Marcos Díaz, suspendido) ni el capitán Martín Nervo ni ningún otro.

En el primer gol, Charlis Ortiz entró amagando al área visitante con una naturalidad propia de un paseo por algunas de las playas que rodean a esta ciudad. Pasaron Sosa, Nervo y Giordano y el atacante de Anzoátegui aprovechó y definió. Cuatro minutos después, un contraataque, otra vez agujeros en la defensa de Huracán y penal inevitable de Giordano, quien se salvó por poco de la expulsión. Ricardo Martins lo cambió por el gol del 2-0. Siete minutos después, una torpeza de Sosa en la salida le permitió a Néstor Canelón irse solo frente al arquero y establecer el 3-0.

Huracán trató de rearmarse. Pero le costó. Tuvo la pelota, buscó. Le faltó precisión en los últimos metros para alcanzar el descuento antes del descanso. En la más clara, el arquero Velásquez evitó el gol ante un derechazo de Julio Angulo.

Para el segundo tiempo, el entrenador Juan Manuel Azconzábal intentó una modificación audaz: incluyó a Lucas Chacana -un extremo- por Sosa. Estaba claro: había que ir tras los pasos del descuento. Arriesgó, fue, generó espacios, lo puso a Anzoátegui contra su arco. Tuvo chances de convertir. Pero chocó contra una de las figuras de la cancha: Velásquez, el arquero local.

Así no pudo acceder a ese pretendido descuento. Y sobre el final casi termina siendo peor. Con espacios, Anzoátegui quedó al borde del cuarto gol y Huracán se quedó con diez por la expulsión de Nicolás Romat y ya sobre el final con nueve con la roja (por doble amonestación) a Lucio Compagnucci.

Ahora llegará el tiempo de rearmar un rompecabezas roto para la revancha. Lo saben todos en Parque de los Patricios: no será sencillo dar vuelta la serie. Seis suspendidos y tres goles por remontar. Pero la posibilidad existe. Y esa será la búsqueda de Huracán. A pesar de esta noche desencantadora. A pesar de todo.

viernes, 24 de febrero de 2017

Atlético Tucumán 3 - Junior (Colombia) 1 - Copa Libertadores 2017

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GOLEABA 3-0, JUNIOR DESCONTÓ Y LUCCHETTI EVITÓ AL FINAL LA CLASIFICACIÓN COLOMBIANA
Atlético Tucumán primero gozó, luego sufrió, pero continúa con su sueño copero
Aliendro, Menéndez y Zampedri convirtieron en 9 minutos. Descontó Hernández cerca del final. Y el arquero local le puso suspenso a la última jugada. Ahora jugará la fase de grupos.
El Monumental José Fierro es una fiesta por todos lados. Laten todos juntos: los de afuera, que llenaron el contorno desde varias horas antes; los de adentro, que parecen contagiados de ese clamor popular que los acompaña y que los impulsa. Sucede una explosión que no es la primera: van 28 minutos del primer tiempo, Fernando Zampedri -la cara más reconocible del plantel; el goleador más frecuente- acaba de empujar la pelota para el tercer grito.

Y la celebración se multiplica: se abrazan los jugadores entre ellos, los hinchas que no se conocen entre sí y los que son familia, los que van desde los días en los torneos regionales y los que volvieron ahora en esta campaña de recorrido épico. No hay casualidad en la escena que emociona: Atlético Tucumán está ganando 3-0 frente a Junior de Barranquilla, en menos de media hora de juego. Así está dando vuelta la serie que arrancó allá, en Cartagena de Indias, con aquel 0-1 que ya no duele. Así, está construyendo el triunfo más glorioso de su larga vida de casi 115 años.

El primer equipo del Norte de la Argentina que participa en competiciones continentales se transformó en motivo de orgullo de todo un país. Desde aquella travesía traumática rumbo a Quito en la fase anterior hasta esta noche que durará para siempre, bajo cielo tucumano. Ahora, llegará el tiempo de seguir en la fase de grupos. Tras eliminar a Junior, el equipo de Pablo Lavallén compartirá la zona con Peñarol, Palmeiras (dos campeones continentales) y Jorge Wilstermann.

El primer cuarto de hora, contado después de la remontada, queda lejano: en ese ratito parecía que Junior iba a imponer su juego de posesión paciente, de calma, para enfriar esa caldera de 30.000 personas y casi 40 grados de temperatura. Pero tuvo un problema el equipo colombiano: su defensa ofreció una invitación al gol y Atlético la aceptó. A los 19, con siete jugadores en el área rival, Rodrigo Aliendro capturó un rebote del arquero Mario Viera y estableció el 1-0.

Desde entonces, Atlético brindó un show de audacia y de convencimiento. Atacó por todos lados, generó peligro por las bandas y por el centro. En suma, borró a Junior del campo de juego. A los 23, tras un centro de Di Plácido, Menéndez convirtió un tanto propio de un goleador insaciable: cabeceó, la pelota rebotó en el palo izquierdo y el once -intenso, atento- estableció el 2-0. A los 28, con Junior desorientado, perdido en sus propias dudas, llegó el tercero: aparición por la izquierda de Guillermo Acosta, centro, Menéndez que no llegó y Zampedri que la empujó en el segundo palo. En plena Libertadores, Atlético se dio un lujo propio de los gigantes del continente: convirtió tres goles en nueve minutos.

Fueron demasiados golpes para un rival que sintió muy de cerca ese clima de competición relevante, de encuentro decisivo. De final. Tampoco en el segundo tiempo Junior consiguió llevar el partido a un escenario que lo favoreciera. Fue más lúcido Atlético. Recortó espacios con prudencia, manejó la pelota con pausa, hizo correr a su rival, jugó con las ansiedades ajenas. Procuró un desarrollo neutro, lejos de su arco y lo logró en varios tramos.

Probó variantes el histriónico DT visitante Alberto Gamero. Fue sumando jugadores de ataque. Le costó encontrar espacios. Se los quitó este Atlético bravo e inteligente. Pero la Libertadores es un territorio complejo. Lo que parecía resuelto, lo que merecía ser goleada, terminó en angustia: a los 38, el ingresado Sebastián Hernández descontó. Y lo que siguió fue una cita con el sufrimiento, con esa estupenda atajada de Cristian Lucchetti a Aponzá como máxima expresión de suspenso. Fue un ratito que pareció durar una eternidad. Hasta el último centro. Hasta el desahogo. Que durará para siempre.

viernes, 17 de febrero de 2017

Junior (Colombia) 1 - Atlético Tucumán 0 - Copa Libertadores 2017

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CAYÓ 1 A 0 CON JUNIOR Y LA SEMANA QUE VIENE RECIBE A LOS COLOMBIANOS EN SU CANCHA
Atlético Tucumán no pudo repetir la hazaña de Quito, pero igual mantiene la esperanza
La llave está abierta porque el margen es mínimo y no hay demasiadas diferencias entre un equipo y otro. El tanto lo convirtió el delantero Robinson Aponzá a 19 minutos del final.
No hubo hazaña como la semana pasada en Quito. Pero a pesar de la derrota, Atlético regresa con la esperanza intacta a Tucumán. El margen es pequeño. Un 0-1 es factible de revertir. Generó situaciones de gol desde el primero al último minuto. Sufrió también en su arco y Lucchetti respondió con experiencia. La llave está abierta porque no hay demasiadas diferencias entre un equipo y otro. El día D será el próximo jueves, desde las 19.15 en el Monumental de Tucumán. Porque el Decano quiere seguir haciendo historia.

A partir de una falta a Zampedri, cuando se jugaba poco más de un minuto, el equipo tucumano construyó la primera acción de peligro. Jugada preparada, triangulación, centro de Barbona y Bruno Bianchi, de frente al arco, cabeceó por arriba del travesaño. El Decano avisaba que tenía intenciones de dar el golpe. La respuesta de Junior no se hizo esperar. Con un buen traslado de pelota, con paciencia, se metió en el área visitante. Aponzá mandóó un centro bravo que rechazó bien Luchhetti. Así se planteó el encuentro en los primeros minutos. De ida y vuelta.

Atlético Tucumán no debía cometer errores ni retrasarse. Pero lo hacía. Leyes entregó mal una pelota en el medio y hubo una rápida reacción de los centrales. El manejo de Junior obligaba a retroceder demasiado a los volantes, y Zampedri quedaba muy aislado para recibir pelotazos entre los centrales locales. El Decano sufría por el sector izquierdo con los desbordes de Aponzá. Pero siempre resultan extrañas algunas decisiones. Junior cambió los extremos. En realidad volvieron a su puesto original: Estrada por derecha y Aponzá por izquierda. Y ya ninguno logró desbordar como lo hizo Aponzá en los primeros minutos ante Evangelista. Después Aponzá sí, al cabo, resultó la figura del partido por el gol y algo más.

Recién sobre la media hora Aponzá volvió a demostrar que es un delantero hábil y peligroso, que le gusta arrancar por izquierda y bien de atrás. Intentó filtrarse entre Di Plácido y Bianchi y cuando se disponía a rematar al gol, el central tucumano se la robó justo y salvó a su equipo. Atlético, definitivamente, ya jugaba de contra. Pero cayó siempre en la trampa del offside. Primero Leandro González y luego Zampedri. La cuestión era ajustar ese toque final. El despliegue de Acosta comenzó a ser importante para manejar los tiempos de las réplicas. Zampedri absorbía las marcas de los centrales y González buscaba sorprender por izquierda.

Esa idea de golpear de contra casi lo consigue Atlético a los 38 minutos. Buena combinación entre Acosta, Zampedri, Barbona. Apareció Evangelista por el lado izquierdo y el centro lo atrapó el arquero Vieira. Junior reaccionó enseguida. En la siguiente jugada, Ovelar quedó bien habilitado y ubicado por izquierda: sacó un potente remate que Lucchetti mandó al córner con esfuerzo. Dos minutos después, en otra respuesta rápida de contra, Balanta se la punteó justa a González, quien se iba mano a mano con el arquero. Sin embargo, Junior, por su condición de local, aunque en escenario ajeno, genero más juego, buscó un poco más el gol que en la primera parte. Por afuera y también por adentro. La tarea de los centrales tucumanos fue desgastante y sobresalió la figura de Bruno Bianchi por su solvencia y seguridad.

Lo que no podía generar de juego Leandro González por izquierda, demasiado aislado, lo logró con un remate de media distancia. Sin marcas, sacó un derechazo que rebotó en la base del palo izquierdo de Vieira. Iban 10 minutos de la parte final. Atlético no modificó su estructura, pero sí se adelantó unos metros en el campo y así lo alejó de su arco al rival. Cierta desesperación comenzó a mostrar Junior por no poder encontrar el gol. Los minutos corrían y los colombianos no podían deribar el muro que habían construído los tucumanos atrás.

Aún así, de vez en cuando el local llegaba. Y otra vez se lució Lucchetti al detener en dos tiempo un remate de Ovelar. La experiencia del arquero estaba siendo decisiva. Pero no pudo evitar el 1 a 0. En la preocupación, Junior encontró la tranquilidad. Buena asistencia de Estrada para la entrada de Ochoa por derecha, centro bajo y Aponzá logró tocar la pelota al gol. Enseguida, Atlético casi llega al empate con un potente remate de Zampedri que rechazó el arquero Viera. Hubiese sido justo. Ahora, le queda la revancha en una semana.

miércoles, 8 de febrero de 2017

El Nacional (Ecuador) 0 - Atlético Tucumán 1 - Copa Libertadores 2017

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DERROTÓ 1-0 A EL NACIONAL, LUEGO DE LA DEMORA EN LLEGAR A QUITO
Atlético Tucumán vivió un día de novela y pasó de ronda en la Copa
El equipo argentino jugó con la camiseta del Sub 20 y disputará la tercera fase del torneo ante Junior.
Un vuelo demorado. Un partido que estuvo a punto de definirse en los escritorios. Un embajador que pide que prive el espíritu deportivo y se le dé la espalda al reglamento. Un equipo que juega con la camiseta prestada, la de la Selección Sub 20 que participa del Sudamericano. Tuvo todos los condimentos de una película de suspenso el viaje de Atlético Tucumán. Y un triunfo épico, con ese gol que se hizo desear, pero llegó con el cabezazo de Zampedri. Y se tradujo en una clasificación histórica. El Decano, que había empatado 2-2 ante El Nacional en casa, jugará la tercera fase del torneo continental ante Junior, que goleó a Carabobo (3-0).

Di Plácido fue Belmonte. Bianchi, Romero. Canuto, Torres. Evangelista, Zalazar. Leyes y Acosta, el “doble cinco”, Ascacíbar y Ojeda. Leandro González fue Barco. Barbona, Zaracho y Zampedri, Lautaro Martínez. El único que no lució el escudo de la AFA a la altura del corazón fue
Lucchetti, el arquero. Y Atlético Tucumán jugó como una Selección en el primer tiempo. Como si no hubiera pasado todas esas vicisitudes en su camino a Quito. Volcando el juego por los costados, especialmente por la derecha, donde Di Plácido fue punzante. Si hubiera estado más preciso en el área, el Decano se habría retirado ganador al entretiempo.

El efecto de la altura no pesó en los argentinos, que continuaron con el dominio en el segundo tiempo. Atlético Tucumán llegaba seguido al área de Cuero, pero resolvía mal. Hasta que Evangelista metió un centro que Zampedri cabeceó al gol.

¿Hacía falta sufrir tanto? Si los tucumanos ya habían vivido una odisea... Para contrarrestar el efecto de los 2.850 metros de altitud de Quito, el equipo pasó los días previos en Guayaquil y viajó a último momento hasta la sede del partido. Sin embargo, cuando el avión ya estaba en la pista, desde la torre de control le negaron el despegue. “Los dirigentes presentaron toda la documentación y habiendo autorizado el vuelo no lo dejaron arrancar. Un político ecuatoriano hizo parar el despegue.

Algo raro pasó”, se quejó Pablo Brunella, un hincha tucumano que viajó con el plantel. La Dirección General de Aviación Civil de Ecuador informó, a través de su web, que canceló el vuelo de AEROVIAS DAP porque no cumplía "con las normativas vigentes". En el medio de la incertidumbre, los directivos tucumanos encontraron un plan B: abordaron un vuelo de línea de la empresa LATAM que aterrizó en el aeropuerto de Quito a las 19:28, ¡a sólo 13 minutos del horario previsto para el inicio del encuentro!

Mientras tanto, El Nacional apuraba. “Nosotros queremos jugar. Pero hay un reglamento que respetar, las reglas están para cumplir. Podemos esperar diez minutos más. Pero hasta ahí. Nosotros fuimos tres días antes a Tucumán para adaptarnos al calor. No es un problema nuestro que ellos hicieran esto", comentó Eduardo Favaro, entrenador de los ecuatorianos. Hacía referencia a los 40 minutos de prórroga que estipula el reglamento para que un equipo se presente. En simultáneo, el embajador Luis Juez hacía gestiones para que El Nacional sea misericordioso.

"Sería un acto de cobardía que los dirigentes de El Nacional no acepten la prórroga. La gente de Atlético Tucumán no tiene nada que ver. El avión tenía menos papeles que el Cartonero Báez. Que no rompan las bolas con el reglamento”, aseguró el embajador, que acompañó a la delegación hasta el estadio. “Esto es producto de nuestra inexperiencia”, comentó Mario Ávila, dirigente del Decano, a modo de autocrítica.

Lo cierto es que El Nacional se mantuvo firme en no aguardar más de lo reglamentario, como si toda la solidaridad que se vio entre los clubes sudamericanos tras la tragedia de Chapecoense hubiera sido un espejismo. La Conmebol quería que se defina en la cancha. Entonces, Tito Manjarrez, presidente del club local, aseguró que recibió un llamado desde Paraguay y que este partido de novela se tenía que jugar. Y lo ganó Atlético. A pesar de todo.

lunes, 6 de febrero de 2017

Lanús Campeón Supercopa Argentina 2016

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FESTEJO EN LA PLATA
Lanús volvió a gritar campeón y se hace cada día más grande en el fútbol nacional
Le ganó una final a River, como había hecho con San Lorenzo y Racing. El equipo de Jorge Almirón ratificó su convicción y su poderío con los goles de Acosta, Pasquini y Sand (penal). Y se quedó con la Supercopa Argentina.
No existen imposibles para esos sueños que se gestan en Arias y Guidi. No hay gigante capaz interponerse entre Lanús y la gloria. No hay otro equipo que festeje tanto como este ilustre granate, tres veces campeón en ocho meses. Y ahí está José Sand, el Pepe, gritando su desahogo a los 36 años, trabando brazos y torso como Cristiano Ronaldo, de cara a esa tribuna que le dio la espalda, al límite de la provocación.

Es JS9, la sigla del gol, el símbolo de la vigencia, tal vez al borde del adiós. Hay un convencimiento que se transmite desde un cuerpo técnico ambicioso, el que encabeza Jorge Almirón, el que está convencido de su idea, corporizada en el ADN de sus jugadores. El que expone Lautaro Acosta, otra vez laureado, nuevamente decisivo, cuando poco había mostrado.

El que abre el camino de la sexta estrella con un golazo que cesa con el envión de este River ganador. Y cómo estará de dulce el hincha de la banda roja, el que copa el estadio Ciudad de La Plata con toda su pasión, que despide a los subcampeones con aplausos en el medio de la frustración.

San Lorenzo. Racing. River. Lanús no tiene complejos de inferioridad. Asume su rol de protagonista, transforma en terrenales a los colosos del fútbol argentino. Campeón del torneo de Transición 2016. Campeón de la Copa Bicentenario. Campeón de la Supercopa Argentina. Campeón con todas las letras.

Y fue una final bárbara, a fin de cuentas. Tal vez, porque se trataba del primer duelo oficial del año. Aún, en el medio de la grieta de dirigentes que pone en jaque el comienzo de los torneos. Y jugaron como si la abstinencia de fútbol les demandara un mayor compromiso. Intensidad, ritmo y llegadas tuvo el primer tiempo. Con River decidido a imponer condiciones en el campo rival, especialmente, sobre Román Martínez, principal generador del juego granate. Con Nacho Fernández suelto, pero dispuesto a la misma misión que sus compañeros de ataque; presión alta para impedir que Lanús pudiera dominar la pelota, porque desde la tenencia el campeón vigente se hace muy fuerte.

Y el sendero que tomó River en el primer tramo del partido fue una vía rápida hacia el área de Lanús. Con Mayada abierto por derecha, alternando proyecciones con Moreira. Con Pity Martínez volcado por la izquierda, tocando y gestando sociedades con Driussi o Mora, el más activo en todo el frente ofensivo. De los pies del uruguayo partió un centro picante que el pibe de oro cabeceó y se perdió a centímetros del poste derecho de Andrada.

Era superior River. Sin embargo, Lanús empezó a equilibrar el juego. A partir de Marcone y la sorpresa de Alejandro Silva por el sector de Casco. El uruguayo fabricó la situación más clara, con mucha personalidad para encarar y arrastrar adversarios, pero resolvió mal cuando quedó cara a cara con Batalla.

Había terminado mejor Lanús aquel primer tiempo. Y esa tendencia se acentuó en el arranque del segundo. Sin embargo, el domino granate no se tradujo en peligro. Y Nacho Fernández volvió a mostrar todo ese talento que desparramó en esta misma ciudad, con la camiseta de Gimnasia. No obstante, todo lo que producía el Tony Kroos argentino -según la mirada de Gallardo-, no tenía correlato en el Pity. No terminó una sola jugada bien el "10". Y Driussi, que se había mostrado muy participativo en el primer tiempo, ya no tuvo peso arriba.

Entonces, apareció Acosta. Después de otra puñalada de Silva. Y clavó un golazo que terminó por derrumbar a River. Para gritarlo con alma y vida, como hizo el Laucha. Ya estaba Auzqui, debuntante con la banda roja, en la cancha. Y casi empata. Pero Sand tenía resuelto escribir otra página de su enorme historia con Lanús. Y asistió a Pasquini, que habia entrado un rato por el descolorido Aguirre. Fue el segundo alarido granate. Y el final de un partido que Gallardo no pudo resolver con los cambios. Cuando entró Andrade, ya era tarde. Y Delfino cobró un penal afuera del área. Un homenaje al Pepe. Al ídolo. A Lanús, el Súper campeón del fútbol argentino.


Felicitaciones Granate!!!

miércoles, 1 de febrero de 2017

Atlético Tucumán 2 - El Nacional (Ecuador) 2 - Copa Libertadores 2017

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EMPATÓ EN SU DEBUT EN LA COPA LIBERTADORES
A la noche histórica de Atlético Tucumán le faltó esa victoria que merecía
Ganaba 1-0 y 2-1, pero al final le igualaron. Creó muchas chances de gol. El martes, en la altura de Quito, la revancha.
No era un día más. No podía serlo: por primera vez en la historia, un equipo del Norte argentino se presentaba en la máxima competición continental. El motivo de ese orgullo era (y es) Atlético Tucumán. No hubo casualidad: el Monumental José Fierro lució como en las grandes citas, como en esas ocasiones que no tendrán olvido. Al primer argentino que se presenta en esta edición de la Libertadores lo acompañó un ambiente -en la cancha, en la ciudad, por todos los rincones- propio de la circunstancia.

Sobre el verde césped, escenario de la celebración, todo comenzó como si el más optimista de los Decanos hubiera escrito el guión de las primeras escenas. A los dos minutos, un estallido: tiro libre de Luis Rodríguez -La Pulga, el preferido, el emblema de todos los tiempos, el que jugó en la Selección-, rebote en Fernando Zampedri -el goleador que eligió quedarse en Tucumán- y uno a cero frente a El Nacional.

Así fue el primer gol internacional de este bravo Atlético. Lo que siguió fue impulso puro: ofensivo desde la formación y desde la idea, el equipo de Pablo Lavallén siguió yendo tras los pasos de otro gol. Casi lo consigue. Rodríguez estuvo a punto de convertir. Ante y después, todo el estadio -ese bullicio de infierno- pidió dos penales: uno por una presunta mano de Franklin Guerra y otro por una falta Christian Cordero a Guillermo Acosta. En ambos quedaron dudas.

Era más intenso Atlético Tucumán. Parecía más convencido. Pero el fútbol -territorio de imponderables- le dio un golpe inesperado. Un error lo pagó con gol, de esos que duelen. Por la circunstancia y porque aquello de que "de visitante valen doble". Fue una jugada preparada de lateral. Envío fortísimo con las manos del lateral derecho Marco Montaño Díaz, salida floja de Cristian Lucchetti, cabezazo de Félix Borja y empate. Demasiado castigo para tanto entusiasmo.

Atlético sintió el golpe. Aunque no resignó su protagonismo, perdió intensidad en la búsqueda. Y, sobre todo, claridad. Del otro lado, con el 1-1, El Nacional hizo lo que suelen hacer los visitantes que confían en su fuerte localía: estableció la defensa como prioridad y al reloj como aliado. Procuró, sin inhibiciones, que el tiempo corriera, que a Atlético se lo devorara la ansiedad.

Un cabezazo de Zampedri, ya a la mitad del complemento, se pareció a un aviso. Atlético quería más. Aunque chocara, aunque el rival jugara a no jugar. Y esa pretensión tuvo su premio. A los 32 minutos, llegó un centro desde la izquierda de Cristian Ménendez, la bajó el siempre oportuno Zampedri y David Barbona -ingresado seis minutos antes- la empujó para que el Monumental explotara de nuevo, para el 2-1. Pero no ligó. El destino no quiso. Pronto llegó ese injusto empate, por el cabezazo de Bryan de De Jesús Pabón. Y cierto desencanto en plena fiesta.

“Pudimos meter el 2-0 en el primer tiempo y después ganarlo al final. Esto es fútbol. Ahora, en la revancha, no vamos a jugar sólo contra El Nacional. También estará la dificultad de la altura”, dijo Pablo Lavallén palpitando con preocupación la revancha que será en Quito con necesidad de victoria porque los empates en cero o en uno lo eliminarán.

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