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miércoles, 27 de marzo de 2019

Marruecos 0 - Argentina 1 - Amistoso Internacional 2019

ARGENTINA VENCIÓ A MARRUECOS EN UN PARTIDO QUE EL VIENTO COMPLICÓ EL JUEGO
La Selección logró un triunfo que no engaña a nadie, pero aporta tranquilidad
Después de una fea derrota con Messi ante Venezuela, esta victoria sin gracia y sin Messi. El equipo de Scaloni cambió su actitud y cerró la gira con preocupaciones pero sin dramas.
Esta victoria apretada que debió ser empate y que, por tratarse del caprichoso juego del fútbol, hasta pudo ser derrota, deja bastante poco. Impacta mucho menos de lo que lo hubiera hecho una caída. Sirve para no ahogarse antes de llegar a la orilla, evita una tormenta de consecuencias imprevisibles. Permite cerrar esta gira con preocupaciones pero sin dramas. Y nada más. Derrota fea con Messi ante Venezuela y victoria sin gracia y sin Messi. Esa es la cosecha argentina en Tánger, en el cierre de la preparación para la Copa América. Aparición fuera de contexto de Correa y gol. Cosecha escasa, pero en los tiempos de vacas flacas que atraviesa Argentina, nada para despreciar.

A la hora de abordar lo ocurrido anoche en Tánger, una primera mi- rada valorará un evidente cambio de actitud, el orden táctico que descartó cualquier idea presuntamente innovadora, algunas cualidades técnicas de un par de jugadores. Pero enseguida debe ponerse en la balanza el factor viento, el muy fuerte viento que cruzó la cancha e impidió que se jugara normalmente al fútbol. La pelota, esa que costó manejar en Madrid, fue esta vez, y casi siempre, un elemento indomable...

Dicho esto, Argentina puso en cancha lo que había anunciado, sin lugar para ensayos extraños. Un 4-4-2 con los dos centrales bien plantados y con Acuña siendo más salida que Montiel; una línea de volantes con Rodríguez y Paredes tomando a los dos creativos rivales y con Pereyra y De Paul por afuera; y con Dybala y Lautaro rotando, entrando y saliendo.

El viento, se insiste, determinó estrategias. Y cambió planes. Andrada recurrió a largos pelotazos que un par de veces complicaron al fondo local. Scaloni salió del banco para indicarle a Acuña que buscara largo a Lautaro. Y Paredes y Rodríguez intentaron el remate desde lejos con escasa suerte. Enfrente, Marruecos propuso un 3-5-2 con Benatia -mucha categoría, cierta lentitud- mandando en el fondo. Marruecos no es Venezuela: hay acaso más talento individual, pero menos disciplina táctica. Y ausencias de peso como Zayech. En-Nesyri o Amrabat.

La primera mitad fue entonces una pelea de nueve volantes a los que a veces se sumaron Dybala y hasta algunos de los centrales de ambos. Un embotellamiento en el que la pelota iba y venía y en el que todo futbolista que quisiera pisarla y jugar era sistemáticamente detenido con falta. Ese aspecto, el de la fricción, también caracterizó a la etapa inicial. Y en ese rubro -29 faltas en 45 minutos-, algunos marroquiés aprovecharon la pasividad del juez de Zambia para pegar más de la cuenta.

A un par de insinuaciones locales que levantaron a un público muy fervoroso que se fue apagando, con Boussoufa y Belhanda como ejes, la Selección respondió con menos elaboración y más llegada. Merodearon el gol apariciones de Pereyra, de Dybala, de Guido Rodríguez desde lejos. Poquito.

Esa obsesión por no perder el orden, por aferrarse a un libreto para intentar cambiar la imagen del Wanda, terminó haciendo de la Selección un equipo compacto pero chato, sin variantes, expeditivo en defensa ante cada riesgo y carente de imaginación. Pero que al menos no se amilanó cuando el rival golpeó y se lo quiso llevar por delante casi por fuera del reglamento.

Y lo mismo en el segundo tiempo, ya más adelantado en el campo, con Andrada mirando todo desde lejos, con Pezzella sobrio y empujando, Acuña trepando y Suárez -por Lautaro- esperando alguna. Sin vuelo por los costados, con Dybala ausente, la creación era una quimera.

Hasta que Correa, que había entrado por De Paul para buscar con poca fortuna enganchar con el resto, recibió de Suárez y se fabricó un espacio para el derechazo al 1-0. Lo que siguió fue aguantar los tibios embates de un equipo más vistoso que temible, que cambió en el final el juego asociado por el envío aéreo pero tuvo la misma ineficacia. Musso no pasó sobresaltos y la victoria, ese bálsamo que no debiera engañar a nadie, llegó para quedarse.

Dos miradas de Scaloni, tras el partido, ayudan a entender el momento que vive la Selección. “Me encantó el trabajo de Zaracho”, dijo en referencia a un futbolista que intervino poco.

“Tenía el 80 por ciento de la lista para la Copa América y ahora tengo menos”, agregó. Dos textuales que hablan de una mirada optimista, casi eufórica, de alivio tras las feas horas de Madrid. Se lleva el DT las confirmaciones de Andrada, de los centrales, de Acuña. Sentirá que recuperó a Correa. Dudará con Dybala, con De Paul, acaso con Guido Rodríguez.

Y disfrutará del triunfo. O de no haber perdido. Porque evitó que el viento se lo llevara puesto, y eso vale lo que una goleada.


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