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viernes, 24 de febrero de 2017

Atlético Tucumán 3 - Junior (Colombia) 1 - Copa Libertadores 2017

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GOLEABA 3-0, JUNIOR DESCONTÓ Y LUCCHETTI EVITÓ AL FINAL LA CLASIFICACIÓN COLOMBIANA
Atlético Tucumán primero gozó, luego sufrió, pero continúa con su sueño copero
Aliendro, Menéndez y Zampedri convirtieron en 9 minutos. Descontó Hernández cerca del final. Y el arquero local le puso suspenso a la última jugada. Ahora jugará la fase de grupos.
El Monumental José Fierro es una fiesta por todos lados. Laten todos juntos: los de afuera, que llenaron el contorno desde varias horas antes; los de adentro, que parecen contagiados de ese clamor popular que los acompaña y que los impulsa. Sucede una explosión que no es la primera: van 28 minutos del primer tiempo, Fernando Zampedri -la cara más reconocible del plantel; el goleador más frecuente- acaba de empujar la pelota para el tercer grito.

Y la celebración se multiplica: se abrazan los jugadores entre ellos, los hinchas que no se conocen entre sí y los que son familia, los que van desde los días en los torneos regionales y los que volvieron ahora en esta campaña de recorrido épico. No hay casualidad en la escena que emociona: Atlético Tucumán está ganando 3-0 frente a Junior de Barranquilla, en menos de media hora de juego. Así está dando vuelta la serie que arrancó allá, en Cartagena de Indias, con aquel 0-1 que ya no duele. Así, está construyendo el triunfo más glorioso de su larga vida de casi 115 años.

El primer equipo del Norte de la Argentina que participa en competiciones continentales se transformó en motivo de orgullo de todo un país. Desde aquella travesía traumática rumbo a Quito en la fase anterior hasta esta noche que durará para siempre, bajo cielo tucumano. Ahora, llegará el tiempo de seguir en la fase de grupos. Tras eliminar a Junior, el equipo de Pablo Lavallén compartirá la zona con Peñarol, Palmeiras (dos campeones continentales) y Jorge Wilstermann.

El primer cuarto de hora, contado después de la remontada, queda lejano: en ese ratito parecía que Junior iba a imponer su juego de posesión paciente, de calma, para enfriar esa caldera de 30.000 personas y casi 40 grados de temperatura. Pero tuvo un problema el equipo colombiano: su defensa ofreció una invitación al gol y Atlético la aceptó. A los 19, con siete jugadores en el área rival, Rodrigo Aliendro capturó un rebote del arquero Mario Viera y estableció el 1-0.

Desde entonces, Atlético brindó un show de audacia y de convencimiento. Atacó por todos lados, generó peligro por las bandas y por el centro. En suma, borró a Junior del campo de juego. A los 23, tras un centro de Di Plácido, Menéndez convirtió un tanto propio de un goleador insaciable: cabeceó, la pelota rebotó en el palo izquierdo y el once -intenso, atento- estableció el 2-0. A los 28, con Junior desorientado, perdido en sus propias dudas, llegó el tercero: aparición por la izquierda de Guillermo Acosta, centro, Menéndez que no llegó y Zampedri que la empujó en el segundo palo. En plena Libertadores, Atlético se dio un lujo propio de los gigantes del continente: convirtió tres goles en nueve minutos.

Fueron demasiados golpes para un rival que sintió muy de cerca ese clima de competición relevante, de encuentro decisivo. De final. Tampoco en el segundo tiempo Junior consiguió llevar el partido a un escenario que lo favoreciera. Fue más lúcido Atlético. Recortó espacios con prudencia, manejó la pelota con pausa, hizo correr a su rival, jugó con las ansiedades ajenas. Procuró un desarrollo neutro, lejos de su arco y lo logró en varios tramos.

Probó variantes el histriónico DT visitante Alberto Gamero. Fue sumando jugadores de ataque. Le costó encontrar espacios. Se los quitó este Atlético bravo e inteligente. Pero la Libertadores es un territorio complejo. Lo que parecía resuelto, lo que merecía ser goleada, terminó en angustia: a los 38, el ingresado Sebastián Hernández descontó. Y lo que siguió fue una cita con el sufrimiento, con esa estupenda atajada de Cristian Lucchetti a Aponzá como máxima expresión de suspenso. Fue un ratito que pareció durar una eternidad. Hasta el último centro. Hasta el desahogo. Que durará para siempre.

viernes, 17 de febrero de 2017

Junior (Colombia) 1 - Atlético Tucumán 0 - Copa Libertadores 2017

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CAYÓ 1 A 0 CON JUNIOR Y LA SEMANA QUE VIENE RECIBE A LOS COLOMBIANOS EN SU CANCHA
Atlético Tucumán no pudo repetir la hazaña de Quito, pero igual mantiene la esperanza
La llave está abierta porque el margen es mínimo y no hay demasiadas diferencias entre un equipo y otro. El tanto lo convirtió el delantero Robinson Aponzá a 19 minutos del final.
No hubo hazaña como la semana pasada en Quito. Pero a pesar de la derrota, Atlético regresa con la esperanza intacta a Tucumán. El margen es pequeño. Un 0-1 es factible de revertir. Generó situaciones de gol desde el primero al último minuto. Sufrió también en su arco y Lucchetti respondió con experiencia. La llave está abierta porque no hay demasiadas diferencias entre un equipo y otro. El día D será el próximo jueves, desde las 19.15 en el Monumental de Tucumán. Porque el Decano quiere seguir haciendo historia.

A partir de una falta a Zampedri, cuando se jugaba poco más de un minuto, el equipo tucumano construyó la primera acción de peligro. Jugada preparada, triangulación, centro de Barbona y Bruno Bianchi, de frente al arco, cabeceó por arriba del travesaño. El Decano avisaba que tenía intenciones de dar el golpe. La respuesta de Junior no se hizo esperar. Con un buen traslado de pelota, con paciencia, se metió en el área visitante. Aponzá mandóó un centro bravo que rechazó bien Luchhetti. Así se planteó el encuentro en los primeros minutos. De ida y vuelta.

Atlético Tucumán no debía cometer errores ni retrasarse. Pero lo hacía. Leyes entregó mal una pelota en el medio y hubo una rápida reacción de los centrales. El manejo de Junior obligaba a retroceder demasiado a los volantes, y Zampedri quedaba muy aislado para recibir pelotazos entre los centrales locales. El Decano sufría por el sector izquierdo con los desbordes de Aponzá. Pero siempre resultan extrañas algunas decisiones. Junior cambió los extremos. En realidad volvieron a su puesto original: Estrada por derecha y Aponzá por izquierda. Y ya ninguno logró desbordar como lo hizo Aponzá en los primeros minutos ante Evangelista. Después Aponzá sí, al cabo, resultó la figura del partido por el gol y algo más.

Recién sobre la media hora Aponzá volvió a demostrar que es un delantero hábil y peligroso, que le gusta arrancar por izquierda y bien de atrás. Intentó filtrarse entre Di Plácido y Bianchi y cuando se disponía a rematar al gol, el central tucumano se la robó justo y salvó a su equipo. Atlético, definitivamente, ya jugaba de contra. Pero cayó siempre en la trampa del offside. Primero Leandro González y luego Zampedri. La cuestión era ajustar ese toque final. El despliegue de Acosta comenzó a ser importante para manejar los tiempos de las réplicas. Zampedri absorbía las marcas de los centrales y González buscaba sorprender por izquierda.

Esa idea de golpear de contra casi lo consigue Atlético a los 38 minutos. Buena combinación entre Acosta, Zampedri, Barbona. Apareció Evangelista por el lado izquierdo y el centro lo atrapó el arquero Vieira. Junior reaccionó enseguida. En la siguiente jugada, Ovelar quedó bien habilitado y ubicado por izquierda: sacó un potente remate que Lucchetti mandó al córner con esfuerzo. Dos minutos después, en otra respuesta rápida de contra, Balanta se la punteó justa a González, quien se iba mano a mano con el arquero. Sin embargo, Junior, por su condición de local, aunque en escenario ajeno, genero más juego, buscó un poco más el gol que en la primera parte. Por afuera y también por adentro. La tarea de los centrales tucumanos fue desgastante y sobresalió la figura de Bruno Bianchi por su solvencia y seguridad.

Lo que no podía generar de juego Leandro González por izquierda, demasiado aislado, lo logró con un remate de media distancia. Sin marcas, sacó un derechazo que rebotó en la base del palo izquierdo de Vieira. Iban 10 minutos de la parte final. Atlético no modificó su estructura, pero sí se adelantó unos metros en el campo y así lo alejó de su arco al rival. Cierta desesperación comenzó a mostrar Junior por no poder encontrar el gol. Los minutos corrían y los colombianos no podían deribar el muro que habían construído los tucumanos atrás.

Aún así, de vez en cuando el local llegaba. Y otra vez se lució Lucchetti al detener en dos tiempo un remate de Ovelar. La experiencia del arquero estaba siendo decisiva. Pero no pudo evitar el 1 a 0. En la preocupación, Junior encontró la tranquilidad. Buena asistencia de Estrada para la entrada de Ochoa por derecha, centro bajo y Aponzá logró tocar la pelota al gol. Enseguida, Atlético casi llega al empate con un potente remate de Zampedri que rechazó el arquero Viera. Hubiese sido justo. Ahora, le queda la revancha en una semana.

miércoles, 8 de febrero de 2017

El Nacional (Ecuador) 0 - Atlético Tucumán 1 - Copa Libertadores 2017

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DERROTÓ 1-0 A EL NACIONAL, LUEGO DE LA DEMORA EN LLEGAR A QUITO
Atlético Tucumán vivió un día de novela y pasó de ronda en la Copa
El equipo argentino jugó con la camiseta del Sub 20 y disputará la tercera fase del torneo ante Junior.
Un vuelo demorado. Un partido que estuvo a punto de definirse en los escritorios. Un embajador que pide que prive el espíritu deportivo y se le dé la espalda al reglamento. Un equipo que juega con la camiseta prestada, la de la Selección Sub 20 que participa del Sudamericano. Tuvo todos los condimentos de una película de suspenso el viaje de Atlético Tucumán. Y un triunfo épico, con ese gol que se hizo desear, pero llegó con el cabezazo de Zampedri. Y se tradujo en una clasificación histórica. El Decano, que había empatado 2-2 ante El Nacional en casa, jugará la tercera fase del torneo continental ante Junior, que goleó a Carabobo (3-0).

Di Plácido fue Belmonte. Bianchi, Romero. Canuto, Torres. Evangelista, Zalazar. Leyes y Acosta, el “doble cinco”, Ascacíbar y Ojeda. Leandro González fue Barco. Barbona, Zaracho y Zampedri, Lautaro Martínez. El único que no lució el escudo de la AFA a la altura del corazón fue
Lucchetti, el arquero. Y Atlético Tucumán jugó como una Selección en el primer tiempo. Como si no hubiera pasado todas esas vicisitudes en su camino a Quito. Volcando el juego por los costados, especialmente por la derecha, donde Di Plácido fue punzante. Si hubiera estado más preciso en el área, el Decano se habría retirado ganador al entretiempo.

El efecto de la altura no pesó en los argentinos, que continuaron con el dominio en el segundo tiempo. Atlético Tucumán llegaba seguido al área de Cuero, pero resolvía mal. Hasta que Evangelista metió un centro que Zampedri cabeceó al gol.

¿Hacía falta sufrir tanto? Si los tucumanos ya habían vivido una odisea... Para contrarrestar el efecto de los 2.850 metros de altitud de Quito, el equipo pasó los días previos en Guayaquil y viajó a último momento hasta la sede del partido. Sin embargo, cuando el avión ya estaba en la pista, desde la torre de control le negaron el despegue. “Los dirigentes presentaron toda la documentación y habiendo autorizado el vuelo no lo dejaron arrancar. Un político ecuatoriano hizo parar el despegue.

Algo raro pasó”, se quejó Pablo Brunella, un hincha tucumano que viajó con el plantel. La Dirección General de Aviación Civil de Ecuador informó, a través de su web, que canceló el vuelo de AEROVIAS DAP porque no cumplía "con las normativas vigentes". En el medio de la incertidumbre, los directivos tucumanos encontraron un plan B: abordaron un vuelo de línea de la empresa LATAM que aterrizó en el aeropuerto de Quito a las 19:28, ¡a sólo 13 minutos del horario previsto para el inicio del encuentro!

Mientras tanto, El Nacional apuraba. “Nosotros queremos jugar. Pero hay un reglamento que respetar, las reglas están para cumplir. Podemos esperar diez minutos más. Pero hasta ahí. Nosotros fuimos tres días antes a Tucumán para adaptarnos al calor. No es un problema nuestro que ellos hicieran esto", comentó Eduardo Favaro, entrenador de los ecuatorianos. Hacía referencia a los 40 minutos de prórroga que estipula el reglamento para que un equipo se presente. En simultáneo, el embajador Luis Juez hacía gestiones para que El Nacional sea misericordioso.

"Sería un acto de cobardía que los dirigentes de El Nacional no acepten la prórroga. La gente de Atlético Tucumán no tiene nada que ver. El avión tenía menos papeles que el Cartonero Báez. Que no rompan las bolas con el reglamento”, aseguró el embajador, que acompañó a la delegación hasta el estadio. “Esto es producto de nuestra inexperiencia”, comentó Mario Ávila, dirigente del Decano, a modo de autocrítica.

Lo cierto es que El Nacional se mantuvo firme en no aguardar más de lo reglamentario, como si toda la solidaridad que se vio entre los clubes sudamericanos tras la tragedia de Chapecoense hubiera sido un espejismo. La Conmebol quería que se defina en la cancha. Entonces, Tito Manjarrez, presidente del club local, aseguró que recibió un llamado desde Paraguay y que este partido de novela se tenía que jugar. Y lo ganó Atlético. A pesar de todo.

lunes, 6 de febrero de 2017

Lanús Campeón Supercopa Argentina 2016

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FESTEJO EN LA PLATA
Lanús volvió a gritar campeón y se hace cada día más grande en el fútbol nacional
Le ganó una final a River, como había hecho con San Lorenzo y Racing. El equipo de Jorge Almirón ratificó su convicción y su poderío con los goles de Acosta, Pasquini y Sand (penal). Y se quedó con la Supercopa Argentina.
No existen imposibles para esos sueños que se gestan en Arias y Guidi. No hay gigante capaz interponerse entre Lanús y la gloria. No hay otro equipo que festeje tanto como este ilustre granate, tres veces campeón en ocho meses. Y ahí está José Sand, el Pepe, gritando su desahogo a los 36 años, trabando brazos y torso como Cristiano Ronaldo, de cara a esa tribuna que le dio la espalda, al límite de la provocación.

Es JS9, la sigla del gol, el símbolo de la vigencia, tal vez al borde del adiós. Hay un convencimiento que se transmite desde un cuerpo técnico ambicioso, el que encabeza Jorge Almirón, el que está convencido de su idea, corporizada en el ADN de sus jugadores. El que expone Lautaro Acosta, otra vez laureado, nuevamente decisivo, cuando poco había mostrado.

El que abre el camino de la sexta estrella con un golazo que cesa con el envión de este River ganador. Y cómo estará de dulce el hincha de la banda roja, el que copa el estadio Ciudad de La Plata con toda su pasión, que despide a los subcampeones con aplausos en el medio de la frustración.

San Lorenzo. Racing. River. Lanús no tiene complejos de inferioridad. Asume su rol de protagonista, transforma en terrenales a los colosos del fútbol argentino. Campeón del torneo de Transición 2016. Campeón de la Copa Bicentenario. Campeón de la Supercopa Argentina. Campeón con todas las letras.

Y fue una final bárbara, a fin de cuentas. Tal vez, porque se trataba del primer duelo oficial del año. Aún, en el medio de la grieta de dirigentes que pone en jaque el comienzo de los torneos. Y jugaron como si la abstinencia de fútbol les demandara un mayor compromiso. Intensidad, ritmo y llegadas tuvo el primer tiempo. Con River decidido a imponer condiciones en el campo rival, especialmente, sobre Román Martínez, principal generador del juego granate. Con Nacho Fernández suelto, pero dispuesto a la misma misión que sus compañeros de ataque; presión alta para impedir que Lanús pudiera dominar la pelota, porque desde la tenencia el campeón vigente se hace muy fuerte.

Y el sendero que tomó River en el primer tramo del partido fue una vía rápida hacia el área de Lanús. Con Mayada abierto por derecha, alternando proyecciones con Moreira. Con Pity Martínez volcado por la izquierda, tocando y gestando sociedades con Driussi o Mora, el más activo en todo el frente ofensivo. De los pies del uruguayo partió un centro picante que el pibe de oro cabeceó y se perdió a centímetros del poste derecho de Andrada.

Era superior River. Sin embargo, Lanús empezó a equilibrar el juego. A partir de Marcone y la sorpresa de Alejandro Silva por el sector de Casco. El uruguayo fabricó la situación más clara, con mucha personalidad para encarar y arrastrar adversarios, pero resolvió mal cuando quedó cara a cara con Batalla.

Había terminado mejor Lanús aquel primer tiempo. Y esa tendencia se acentuó en el arranque del segundo. Sin embargo, el domino granate no se tradujo en peligro. Y Nacho Fernández volvió a mostrar todo ese talento que desparramó en esta misma ciudad, con la camiseta de Gimnasia. No obstante, todo lo que producía el Tony Kroos argentino -según la mirada de Gallardo-, no tenía correlato en el Pity. No terminó una sola jugada bien el "10". Y Driussi, que se había mostrado muy participativo en el primer tiempo, ya no tuvo peso arriba.

Entonces, apareció Acosta. Después de otra puñalada de Silva. Y clavó un golazo que terminó por derrumbar a River. Para gritarlo con alma y vida, como hizo el Laucha. Ya estaba Auzqui, debuntante con la banda roja, en la cancha. Y casi empata. Pero Sand tenía resuelto escribir otra página de su enorme historia con Lanús. Y asistió a Pasquini, que habia entrado un rato por el descolorido Aguirre. Fue el segundo alarido granate. Y el final de un partido que Gallardo no pudo resolver con los cambios. Cuando entró Andrade, ya era tarde. Y Delfino cobró un penal afuera del área. Un homenaje al Pepe. Al ídolo. A Lanús, el Súper campeón del fútbol argentino.


Felicitaciones Granate!!!

miércoles, 1 de febrero de 2017

Atlético Tucumán 2 - El Nacional (Ecuador) 2 - Copa Libertadores 2017

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EMPATÓ EN SU DEBUT EN LA COPA LIBERTADORES
A la noche histórica de Atlético Tucumán le faltó esa victoria que merecía
Ganaba 1-0 y 2-1, pero al final le igualaron. Creó muchas chances de gol. El martes, en la altura de Quito, la revancha.
No era un día más. No podía serlo: por primera vez en la historia, un equipo del Norte argentino se presentaba en la máxima competición continental. El motivo de ese orgullo era (y es) Atlético Tucumán. No hubo casualidad: el Monumental José Fierro lució como en las grandes citas, como en esas ocasiones que no tendrán olvido. Al primer argentino que se presenta en esta edición de la Libertadores lo acompañó un ambiente -en la cancha, en la ciudad, por todos los rincones- propio de la circunstancia.

Sobre el verde césped, escenario de la celebración, todo comenzó como si el más optimista de los Decanos hubiera escrito el guión de las primeras escenas. A los dos minutos, un estallido: tiro libre de Luis Rodríguez -La Pulga, el preferido, el emblema de todos los tiempos, el que jugó en la Selección-, rebote en Fernando Zampedri -el goleador que eligió quedarse en Tucumán- y uno a cero frente a El Nacional.

Así fue el primer gol internacional de este bravo Atlético. Lo que siguió fue impulso puro: ofensivo desde la formación y desde la idea, el equipo de Pablo Lavallén siguió yendo tras los pasos de otro gol. Casi lo consigue. Rodríguez estuvo a punto de convertir. Ante y después, todo el estadio -ese bullicio de infierno- pidió dos penales: uno por una presunta mano de Franklin Guerra y otro por una falta Christian Cordero a Guillermo Acosta. En ambos quedaron dudas.

Era más intenso Atlético Tucumán. Parecía más convencido. Pero el fútbol -territorio de imponderables- le dio un golpe inesperado. Un error lo pagó con gol, de esos que duelen. Por la circunstancia y porque aquello de que "de visitante valen doble". Fue una jugada preparada de lateral. Envío fortísimo con las manos del lateral derecho Marco Montaño Díaz, salida floja de Cristian Lucchetti, cabezazo de Félix Borja y empate. Demasiado castigo para tanto entusiasmo.

Atlético sintió el golpe. Aunque no resignó su protagonismo, perdió intensidad en la búsqueda. Y, sobre todo, claridad. Del otro lado, con el 1-1, El Nacional hizo lo que suelen hacer los visitantes que confían en su fuerte localía: estableció la defensa como prioridad y al reloj como aliado. Procuró, sin inhibiciones, que el tiempo corriera, que a Atlético se lo devorara la ansiedad.

Un cabezazo de Zampedri, ya a la mitad del complemento, se pareció a un aviso. Atlético quería más. Aunque chocara, aunque el rival jugara a no jugar. Y esa pretensión tuvo su premio. A los 32 minutos, llegó un centro desde la izquierda de Cristian Ménendez, la bajó el siempre oportuno Zampedri y David Barbona -ingresado seis minutos antes- la empujó para que el Monumental explotara de nuevo, para el 2-1. Pero no ligó. El destino no quiso. Pronto llegó ese injusto empate, por el cabezazo de Bryan de De Jesús Pabón. Y cierto desencanto en plena fiesta.

“Pudimos meter el 2-0 en el primer tiempo y después ganarlo al final. Esto es fútbol. Ahora, en la revancha, no vamos a jugar sólo contra El Nacional. También estará la dificultad de la altura”, dijo Pablo Lavallén palpitando con preocupación la revancha que será en Quito con necesidad de victoria porque los empates en cero o en uno lo eliminarán.

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